Los mercados mundiales fueron golpeados en el ultimo verano (del hemisferio norte) por una crisis crediticia surgida del financiamiento para la vivienda en Estados Unidos. Las repercusiones de esta crisis han generado dolorosos ajustes financieros que están afectando al crecimiento. Sin embargo, la economía global ha mostrado hasta ahora una impresionante capacidad de resistencia.
Desafortunadamente, el premio a la resistencia ha sido una significativa alza de la inflación que está lista para intensificarse durante los próximos meses. La inflación general de precios al consumidor en las economías desarrolladas está lista para llegar al 4% interanual en los próximos meses, nivel observado por última vez en 1991. En los mercados emergentes, la inflación de precios al consumidor apunta a un 8% frente al mismo lapso de hace un año. Dado que en las cartas también hay una significativa desaceleración del crecimiento mundial, parece que estamos ingresando a un segundo verano (hemisferio norte) de descontento a medida que la estanflación agrava las aún significativas heridas infringidas por la agitación de los mercados crediticios el año pasado.
Es posible que todas estas tensiones se resuelvan mediante una recesión global producida por la reducción del poder adquisitivo debido a la mayor inflación y el ajuste de los mercados financieros. Durante un período relativamente corto, la estancada demanda mundial y una fuerte caída de las tasas de utilización de recursos podrían deprimir la capacidad de fijación de precios y reducir los precios de los bienes básicos, aliviando así la amenaza de la inflación mundial.
Sin embargo, los riesgos de una recesión mundial han disminuido. Si bien la economía de Estados Unidos podría contraerse, las agresivas medidas tomadas por sus encargados de política monetaria y el impresionante desempeño de su sector no financiero -en el control de inventarios, gastos por concepto de intereses y márgenes de ganancias- han reducido el riesgo de fuertes recortes de personal y de producción. Por otra parte, la limitada vulnerabilidad financiera de Asia y las aún saludables dinámicas de la demanda interna que hay en los mercados emergentes apuntan hacia una moderación del crecimiento como tendencia.
Este mensaje se ve reforzado por los recientes indicadores, que muestran continuas y sólidas ganancias de las exportaciones asiáticas y de la actividad industrial hacia mediados de año. Coherente con la experiencia pasada, China ha desestimado la desaceleración mundial y se está impulsando hacia adelante con rapidez, un mensaje subrayado por el impresionante avance de sus últimos indicadores económicos. La actividad se está desacelerando en gran parte del resto del mundo emergente, pero -durante los últimos tres meses- la producción industrial de los mercados emergentes aún ascendía a un 6% anualizado.
A falta de un giro decisivo hacia la debilidad, los funcionarios de los bancos centrales se enfrentan a la dura tarea de hallar el equilibrio correcto. Nuestro análisis sugiere que han pasado el ultimo año concentrado en los riesgos para el crecimiento, habiendo flexibilizado las tasas de política monetaria mucho más que lo justificado por los desplazamientos de la inflación de fondo y las tasas de utilización de recursos. Su reciente y marcado cambio hacia una retórica restrictiva refleja un reconocimiento tardío de que los planteamientos podrían requerir un ajuste. En las ecomomías de mercados emergentes donde no hay un temor significativo a la recesión, este ajuste ya comenzó. Sin embargo, es improbable que el aumento acumulativo de 50 puntos base en las tasas de interés que prevemos para este grupo de naciones entre ahora y fin de año sea suficiente para contrarrestar las presiones sobre la inflación de fondo y los salarios.
Esperamos que la Reserva Federal de Estados Unidos señale cada vez más que su sesgo ya no está predispuesto hacia los temores sobre el crecimiento y la estabilidad financiera y que está comprometida para resistirse a un incremento de las expectativas de inflación. Desde la perspectiva de su actual postura -la tasa interbancaria federal se mantiene bajo la inflación de fondo-, esto sería una señal implícita del camino futuro de la política monetaria. Si el cambio en la percepción del riesgo de la Fed es validado por acontecimientos económicos y financieros en los próximos meses, la Reserva Federal está apuntando a que el proceso de normalización de tasas posiblemente comience antes de fin de año.
Ben Laidler es jefe de investigación y estratega para Latinoamérica de JPMorgan.