Cuando Jacqueline van Rysselberghe renunció en marzo al cargo de alcaldesa de Concepción, la segunda ciudad más grande de Chile, para aceptar la oferta del presidente Sebastián Piñera de convertirse en intendenta de la región del Bío Bío, sabía en qué se estaba metiendo.
El terremoto y posterior maremoto del 27 de febrero devastaron la región: se cortaron puentes y caminos, el principal puerto de la región Talcahuano sufrió graves daños y se derrumbaron edificios en la capital regional Concepción, algunos de ellos con personas en su interior.
El epicentro se situó justo costa afuera y pequeños poblados de pescadores en la costa tales como Dichato, Tumbes, Lebu y Tubul prácticamente fueron borrados del mapa por el posterior maremoto, el que destruyó con él su sustento y la infraestructura.
La VII Región de Chile era pobre según los estándares nacionales incluso antes de que la tierra se moviera. Hogar de cerca de dos millones de personas, la región es la segunda más poblada del país después de la Región Metropolitana de Santiago, pero sólo contribuye con el 8% del PIB y su ingreso per cápita es de apenas US$4.000 al año.
La mayor parte del ingreso de la región proviene de los sectores forestal, pesquero y petroquímico, pero las exportaciones se contrajeron de manera pronunciada tras el terremoto al tiempo que empresas como la compañía forestal Arauco evaluaban los daños en sus plantas y comenzaban el proceso de limpieza.
En parte como resultado de ello, el desempleo se empinó a más de un 11% entre marzo y mayo del 2010 en una región en que los puestos de trabajo ya eran escasos y en donde uno de cada cinco habitantes vive en la pobreza. Según la encuesta Casen del 2009, la pobreza en la Región del Bío Bío alcanzaba entonces el 21% en comparación con la tasa nacional de pobreza del 15,1%.
La situación es desalentadora, pero Rysselberghe, siquiatra clínica de la Universidad de Concepción, sabe que una tragedia, ya sea personal o nacional, también puede ser el comienzo de algo positivo.
Como Hiroshima después de 1945, Concepción podría levantarse de los escombros para convertirse en una ciudad moderna, señaló a los miembros de AmCham y sus invitados en un reciente desayuno celebrado en el Hotel Marriott.
“Hay tanto por reconstruir que esto crea oportunidades para el emprendimiento”, sostuvo.
El Gobierno ha dado prioridad a reconstruir el puerto de Talcahuano con el fin de crear un centro de desarrollo para la región además de nuevos puentes sobre el río Bío Bío que conecten a Concepción con la provincia de Arauco.
Una mejor infraestructura de transporte es clave para una región que depende de las exportaciones para su crecimiento económico. “Cuando hay una falta de conectividad incluida la infraestructura vial y portuaria, la inversión se vuelve mucho más complicada”, dijo van Rysselberghe.
Las normas de construcción de viviendas fueron cuestionadas en Concepción luego que edificios de departamentos se desplomaran con el terremoto, pero son muchos más los edificios que siguen en pie con graves daños estructurales.
“Muchos de estos edificios son de mala calidad con murallas delgadas y cableado defectuoso, pero demolerlos es costoso”, añadió.
Dadas las limitaciones presupuestarias, una solución es hacer dos departamentos de tres. “La meta es reconstruir, pero reconstruir mejor (…) esto es lo que decimos es convertir un problema en una oportunidad”, señaló.
En la costa donde endebles casas de madera fueron arrasadas por el maremoto, algunos afirmaron que la solución era evacuar estas áreas de manera permanente.
“No podemos pedirle a la gente que sobrevivió al maremoto que deje la costa cuando Viña del Mar tiene el mismo riesgo que Concepción”, afirmó van Rysselberghe.
En lugar de ello, indicó que la solución es emplear tecnología “anti-tsunami”.
“Podemos reconstruir de una manera segura, sustentable y económicamente viable de modo que si algo como esto vuelve a ocurrir no se pierdan vidas”.
Esto incluye construir viviendas en pilotes y el empleo de materiales más fuertes para resistir el impacto de las olas de un maremoto. Pero no sólo se trata de construir casas que se mantengan en pie cuando se produzca un desastre, también se trata de reconstruir las comunidades que fueron destrozadas el 27 de febrero, aseveró van Rysselberghe.
Esto requiere un modelo triple hélice de cooperación entre el sector público, el sector privado y las universidades. “Somos una región con muchas universidades y tenemos que capitalizar eso”, afirmó.
Arauco, Empresas CMPC, Cap, Essbio, Banco Santander y Coca Cola son algunas de las empresas más grandes con operaciones en la región.
La mayor parte de estas firmas tienen sus oficinas centrales en Santiago, pero Van Rysselberghe aspira a atraer más compañías a Concepción mediante la promoción de sus ventajas comparativas.
“Ofrecemos un estilo de vida mucho mejor que Santiago desde cualquier punto de vista”, señaló.
El Gobierno también planea facilitar la inversión mediante la reducción de la burocracia a través de una “ventana única” para nuevas empresas y el subsidio a empresas innovadoras, dijo van Rysselberghe.
Esto es importante para agregar valor a las exportaciones de la región. “Necesitamos elaborar más productos de valor agregado en áreas como la pesca y la industria forestal, lo que significa facilitar la innovación”, añadió.
No obstante, la intendenta admite que aún es necesario abordar las políticas relacionadas con la gestión de los recursos naturales y los pueblos indígenas.
La pesca es una importante fuente de ingresos para muchos en la región, pero el gobierno necesita decidir si las cuotas deberían licitarse o asignarse a los pescadores como se hace ahora, sostuvo.
Otro desafío es cómo lidiar con las violentas protestas y las tomas de terreno de la población indígena mapuche de Chile, que se concentra en la Región del Bío Bío.
“Este es un tema de educación y pobreza, pero el principal problema es la falta de respeto de su cultura”, aseveró van Rysselberghe.
La intendenta planea reunirse con los líderes mapuches, conocidos como “Loncos” en las próximas semanas para oír sus planteamientos y demostrarles respeto “Si podemos convencerlos de actuar como mediadores, podemos avanzar, pero es un proceso largo y difícil”.
Claramente, los problemas en la Región del Bío Bío no comenzaron el 27 de febrero, pero el plan de reconstrucción del Gobierno ha convertido el desarrollo de la región en una prioridad.
“Si trabajamos juntos, podemos transformar este desastre, esta tragedia, en una oportunidad para todos en la región”.
Julian Dowling es editor de bUSiness CHILE
When Jacqueline van Rysselberghe resigned as Mayor of Chile’s second largest city Concepción in March to accept President Sebastian Piñera’s offer to become the Governor, or Intendenta, of the Bíobio region, she knew what she was getting into.
The February 27 earthquake and tsunami devastated the region: bridges and roads were cut, the region’s main port of Talcahuano suffered severe damage, and buildings in capital city Concepción toppled – some of them with people inside.
The quake’s epicenter was just offshore and small fishing villages on the coast like Dichato, Tumbes, Lebu and Tubul were virtually wiped off the map by the ensuing tsunami, destroying livelihoods and infrastructure in the process.
Chile’s 8th Region was poor by national standards even before the ground shook. Home to around two million people, the region is the second most populated in the country after the Santiago Metropolitan Region, but it only contributes 8% of GDP and per capita income is just US$4,000 a year.
Most of the region’s income comes from forestry, fishing and petrochemicals, but exports slumped after the earthquake as companies like forest products producer Arauco assessed damage to their plants and began the cleanup process.
Partly as a result, unemployment surged to over 11% in March-May 2010 in a region where jobs were already scarce and one in five people live in poverty. According to the 2009 Casen survey, poverty in the Bíobio region was 21% versus a national poverty rate of 15.1%.
The situation is grim but van Rysselberghe, a clinical psychiatrist from the University of Concepción, knows that a tragedy, whether personal or national, can also be the beginning of something positive.
Like Hiroshima after 1945, Concepción could rise from the rubble to become a modern city, she told AmCham members and their guests at a recent breakfast at the Marriott Hotel.
“There is so much to be rebuilt that this creates opportunities for entrepreneurship,” she said.
The government has prioritized rebuilding the port of Talcahuano to create a development hub for the region as well as new bridges over the Bíobio River connecting Concepcion to the province of Arauco.
Better transport infrastructure is key for a region that is dependent on exports for its economic growth. “When there is a lack of connectivity including road and port infrastructure, it makes investment much more complicated,” said van Rysselberghe.
Housing norms were questioned in Concepción after apartment buildings toppled in the earthquake, but many more buildings remain standing with serious structural damage.
“Many of these buildings are bad quality with thin walls and faulty wiring but demolishing them is expensive,” she said.
Given budgetary limitations, one solution is to reduce the floor area, making two apartments out of three. “The aim is to rebuild but rebuild better… this is what we call making a problem into an opportunity,” she said.
On the coast where flimsy clapboard houses were washed away in the tsunami, some said the solution was to evacuate these areas permanently.
“We can’t ask people who survived the tsunami to leave the coast when Viña del Mar has the same risk as Concepción,” said van Rysselberghe.
Instead, she said the solution is to use “anti-tsunami” technology.
“We can rebuild in a safe, sustainable and economically viable way so that if something like this happens again lives will not be lost.”
This includes building houses on stilts and using stronger materials to resist the impact of tsunami waves. But it’s not just about building houses that will stand up when disaster strikes, it’s also about rebuilding communities that were shattered on February 27, said van Rysselberghe.
This requires a triple helix of cooperation between the public sector, the private sector and universities. “We are a region with many universities and we have to capitalize on that,” she said.
Some of the largest companies with operations in the region include Arauco, Empresas CMPC, Cap, Essbio, Banco Santander and Coca Cola.
Most of these firms have their head offices in Santiago, but Van Rysselberghe aims to attract more companies to Concepción by promoting its comparative advantages.
“We offer a much better lifestyle than Santiago from every point of view,” she said.
The government also plans to facilitate investment by reducing bureaucracy through a “one stop window” for new businesses and subsidizing innovative companies, said van Rysselberghe.
This is important to add value to the region’s exports. “We need to produce more products with value added in areas like fishing and forestry, which means facilitating innovation,” she said.
But the Governor admits that policies related to natural resources management and indigenous peoples still need to be addressed.
Fishing is an important source of income for many in the region, but the government needs to decide whether quotas should be tendered or assigned to fishers as they are now, she said.
Another challenge is how to deal with violent protests and land seizures by Chile’s Mapuche indigenous population, which is concentrated in the Bíobio region.
“This is an issue of education and poverty, but the main problem is a lack of respect for their culture,” said van Rysselberghe.
She plans to meet with Mapuche leaders, known as “Loncos,” in the coming weeks to listen and show respect. “If we can convince them to act as meditators we can make progress, but it’s a long, difficult process.”
Clearly, the problems in the Bíobio region did not begin on February 27, but the government’s reconstruction plan has made the region’s development a top priority.
“If we work together, we can transform this disaster, this tragedy, into an opportunity for everyone in the region.”
Julian Dowling is editor of bUSiness CHILE