A las 3:34 a.m. del sábado 27 de febrero, la zona centro sur de Chile fue remecida por un terremoto de 8,8 grados de magnitud, el quinto sismo más poderoso de la historia. El movimiento telúrico fue seguido por un devastador maremoto. Si bien el número de fallecidos fue menor al que se temió en un principio, más de 400 personas perdieron la vida, 200.000 hogares quedaron en el suelo y miles de millones de dólares en infraestructura se perdieron. El eje de la tierra se movió y los días ahora son segundos más cortos en todo el planeta.
Apenas 12 días después, el 11 de marzo a la hora precisa especificada por la Constitución, y pese a las fuertes réplicas y a una advertencia de tsunami en la ciudad portuaria de Valparaíso donde se realizaba la ceremonia de cambio de mando, Sebastián Piñera fue investido como el presidente número 48 de Chile y el primer mandatario de centro derecha en más de 50 años.
Un enorme desastre natural de proporciones cataclísmicas combinado con el cambio político más significativo en dos décadas, sería un desafío para cualquier país. ¿Cómo respondió Chile?
Si bien se cometieron errores, en general, el país manejó estas situaciones notablemente bien.
En primer lugar, los códigos de edificación y construcción vigentes impidieron una mayor pérdida de vidas y activos. El hecho de que sólo un puñado de edificios haya sido marcado para demolición significa que Chile no sólo tenía altos estándares de construcción, sino que también habla bien del sector privado -que construyó los edificios y caminos según estas especificaciones- y del sector público, que fiscalizó su aplicación.
Los suministros de agua y electricidad volvieron a gran parte de la zona afectada dentro de un par de días. El aeropuerto internacional, pese a tener un terminal dañado, pudo reanudar sus operaciones poco tiempo después y la conectividad vial norte-sur se restauró al cabo de una semana.
El Gobierno a la larga llamó a las Fuerzas Armadas (tras algunas dudas iniciales) y el sector privado trabajó para garantizar la seguridad y sustento de sus empleados y sus familias. El país demostró un alto nivel de solidaridad y las instituciones en general funcionaron como se supone que debieran hacerlo en un desastre de este tipo. Las personas y las empresas se metieron la mano al bolsillo para colaborar fuertemente en la teletón Chile ayuda a Chile, que recaudó cerca de US$ 100 millones para los esfuerzos de reconstrucción.
Aunque quedan muchas lecciones que aprender y se necesitan mejoras en áreas como el sistema de alerta de maremoto, la respuesta de Chile al terremoto demuestra la fortaleza de su sistema político y económico además del sólido sentido de nación que abraza su pueblo.
Se dice que se requieren circunstancias extraordinarias para demostrar un carácter extraordinario. Chile claramente ha demostrado que es una nación extraordinaria.
Los días que están por venir serán difíciles. Hay mucho trabajo por hacer, el que demorará meses e incluso años. Cuando las organizaciones de ayuda y la prensa internacional se hayan ido a casa, continuará la tarea de reconstruir Chile de una manera que lo deje en un mejor pie y más fuerte que antes.
Nosotros en AmCham estamos seguros de que este trabajo no sólo ayudará a quienes perdieron sus hogares y pertenencias, sino que también mejorará las vidas de todos los chilenos. Nuestros miembros siguen comprometidos con esta tarea por medio de su respaldo al esfuerzo de reconstrucción y también a través de un renovado entusiasmo por el comercio y la inversión.
De cara al desastre, Chile ha demostrado carácter, decisión y compromiso para construir un mejor futuro. AmCham y nuestros miembros compartimos este objetivo y estamos al servicio de nuestro socio.
At 3:34 am on Saturday, February 27, the central-southern area of Chile was rocked by an 8.8 magnitude earthquake, the fifth most powerful quake ever recorded. It was followed by a devastating tsunami. Although the death toll was lower than at first feared, over 400 lives were lost, 200,000 homes were leveled and billions of dollars worth of infrastructure was destroyed. The axis of the earth shifted and days are now shorter by seconds around the globe.
Just 12 days later, on March 11 at the precise time specified by the Constitution, and despite strong aftershocks and a tsunami warning in the port city of Valparaiso where the event was held, Sebastián Pinera was inaugurated as Chile’s 48th president and its first center-right president in over 50 years.
A major natural disaster of cataclysmic proportions combined with the most significant political change in two decades would be a challenge for any country. How did Chile respond?
While mistakes were made, overall it handled these events remarkably well.
In the first instance, the building and construction codes that were in place prevented major loss of life and assets. The fact that only a handful of buildings have been earmarked for demolition means that not only did Chile have high construction standards, but it also speaks well of the private sector which built the buildings and roads to these specifications and of the public sector which regulated their application.
Power and water supplies returned to a large part of the affected area within a couple of days. The international airport, albeit with a damaged terminal, was able to resume operations soon after and north-south road connectivity was restored within a week.
The government eventually called out the armed forces (after some initial hesitation) and the private sector worked to ensure the safety and livelihoods of employees and their families. The country demonstrated a high level of solidarity and institutions generally worked as they are supposed to in such a disaster. Individuals and companies dug deep into their pockets for the telethon Chile helps Chile, which raised nearly US$100 million for the relief effort.
While there are many lessons to be learned and improvements needed in areas like the tsunami warning system, Chile’s quake response demonstrates the strength of its political and economic system as well as the strong sense of nationhood embraced by its people.
It is said that it takes extraordinary circumstances to demonstrate extraordinary character. Chile has clearly demonstrated it is an extraordinary nation.
The days ahead will be difficult ones. There is much work to be done that will take months and even years. When the international press and aid agencies have gone home, the task of rebuilding Chile in a way that leaves it better and stronger than before will remain.
We at AmCham are certain this work will not only help those who have lost homes and possessions, but also improve the lives of all Chileans. Our members remain committed to this task by supporting the reconstruction effort and also through a renewed enthusiasm for trade and investment.
In the face of disaster, Chile has demonstrated character, resolve and commitment to building a better future. AmCham and our members share this goal and stand by our partner.