Un Mundo DesaceleradoA Slowing World
En el 2007, es probable que el crecimiento mundial se desacelere y Chile, como una de las economías más abiertas de Latinoamérica, está expuesto a esta tendencia.
En el 2007, los precios de los commodities y, por lo tanto, los ingresos por exportaciones de Chile debieran recibir cierto soporte de la debilidad del dólar estadounidense. Además, el sólido entorno macro-político de Chile y el robusto consumo junto con la expansión fiscal debieran dar un importante respaldo al crecimiento interno. No obstante, la economía chilena no estará inmune si, tal como anticipamos, la economía mundial se desacelera este año.
Prevemos que el crecimiento global caerá a un 3,4% en el 2007, lo que se compara con el 4,5% del 2006, con un cambio en la composición del alejado crecimiento de Estados Unidos y del gasto de consumo. Si estamos en lo correcto, este resultado terminará con los cuatro años de crecimiento por sobre la tendencia que la economía mundial experimentó desde el 2002 al 2006, período que, de paso, fue el cuatrienio más sólido para el crecimiento global en los últimos 30 años.
Las repercusiones internas y externas de la recesión del mercado de vivienda en Estados Unidos siguen siendo esenciales para nuestra proyección global. Aparte de los posibles efectos directos de este excedente de inventarios en la inversión residencial y en la actividad de la construcción, creemos que habrá significativos efectos indirectos adicionales sobre la economía, a través de cierto debilitamiento en la propensión al gasto en Estados Unidos. Prevemos que el crecimiento estadounidense se desacelerará del 3,2% registrado en el 2006 a un 2,0% en el 2007.
Esperamos que la Reserva Federal inicie una campaña de flexibilización monetaria, a partir de marzo, con una reducción de un 0,25% de la tasa interbancaria federal. Y proyectamos otra reducción del 0,75% durante el resto del año, lo que da un total de un 1,00% de reducción en la tasa de política monetaria en el 2007.
El crecimiento bajo la tendencia en Estados Unidos y una tasa de desempleo más alta, junto con cierto retroceso de las presiones inflacionarias (esperamos que la inflación baje a un 2,4% en el 2007, respecto del 3,3% observado en el 2006), entregan la base lógica fundamental de esta proyección. Hasta que dicha flexibilización no esté totalmente incorporada en los contratos a futuro, creemos que los rendimientos de las notas del Tesoro de Estados Unidos a 10 años seguirán teniendo soporte, lo que sugiere una curva de rendimiento invertida o plana continua.
El panorama general sugiere que el 2007 marcará el peak del ciclo mundial de tasas de política monetaria. El próximo año también debiera dar como resultado diferenciales aún más estrechos de tasas de interés entre las de Estados Unidos y las de otras economías avanzadas, así como diferenciales de crecimiento más ajustados, lo que tendrá importantes consecuencias para el dólar. Esperamos que la moneda estadounidense se deprecie aún más durante el 2007 y que continúe así la tendencia establecida entre el 2002 y el 2004.
Los indicadores estructurales fundamentales para el dólar también siguen débiles y con escasa variación. El monto del déficit en cuenta corriente de Estados Unidos sigue insostenible, dado el aumento asociado a las posiciones de activos en dólares por parte de inversionistas no residentes. Sin duda, los menores precios del petróleo y el crecimiento más débil de la demanda estadounidense (respecto del resto del mundo) podrían resultar en ciertas mejoras parciales y temporales en el déficit de Estados Unidos durante el próximo trimestre. Sin embargo, la ausencia -hasta ahora- de cualquier mejora en la competitividad de precios de Estados Unidos, debido a la intensidad de la competencia a nivel global, junto con la posibilidad de que la demanda desde el resto de la economía mundial se debilite temporalmente a medida que el crecimiento en el país norteamericano se desacelera, hace improbable una mejora importante y duradera en la aritmética de la cuenta corriente estadounidense.
Los riesgos en este escenario general son del tipo de un “aterrizaje duro”. Lo más preocupante sería un incremento en el riesgo de recesión mundial, respecto de nuestras proyecciones. Renacientes precios de la energía o riesgos inflacionarios podrían ser una fuente de inestabilidad macroeconómica. Una repentina disminución de la liquidez en los mercados globales de capital o una caída precipitada del dólar también podrían incrementar las primas de incertidumbre y el costo del capital, llevando a un fuerte descenso del gasto en inversión mundial y de la demanda agregada.
In 2007, global growth is likely to slow and Chile, as one of Latin America’s most open economies, is exposed to this trend.
In 2007, commodity prices and, therefore, Chile’s export earnings should receive some support from a weakening of the U.S. dollar. In addition, Chile’s strong macro policy environment and robust consumption and fiscal expansion should provide meaningful support to domestic growth. Nonetheless, the Chilean economy would not be immune if, as we anticipate, the global economy slows this year.
We expect global growth to drop to 3.4% in 2007, down from 4.5% in 2006, with a shift in the composition of growth away from the U.S. and away from consumer spending. If we are right, this outcome will break the four-year run of above-trend growth that the world economy experienced over 2002-2006, incidentally the strongest four-year span of global growth for at least 30 years.
The domestic and global fallout from the U.S. housing market recession remains pivotal to our global forecast. Aside from the likely direct effects of this inventory overhang on residential investment and construction activity, we believe there will be significant additional indirect effects on the economy via some weakening in the spending propensity of U.S. consumers. We forecast U.S. growth to slow from 3.2% in 2006 to 2.0% in 2007.
We expect the Fed to initiate a campaign of monetary easing from March with a 0.25% reduction in the Fed funds target rate. And we are forecasting a further 0.75% of easing over the remainder of the year, yielding a total of 1.00% of policy-rate reductions in 2007.
Sub-trend U.S. growth and a higher unemployment rate, along with some associated ebbing of inflationary pressures (we look for inflation to fall to 2.4% in 2007, from 3.3% in 2006), provide the principal rationale for this forecast. To the extent that such easing is not fully discounted in the forward curve, we believe that 10-year Treasury yields will remain supported, suggesting a continued flat or inverted yield curve.
The overall picture suggests that 2007 will mark the peak in the global policy-rate cycle. Next year should also result in even narrower interest differentials between the U.S. and other advanced economies, as well as narrower growth differentials, with important consequences for the U.S. dollar. We expect the U.S. dollar to depreciate further during 2007, continuing the trend established between 2002 and 2004.
The structural fundamentals for the dollar also remain fragile, and little changed. The size of the U.S. current account deficit remains unsustainable, given the associated rise in U.S. dollar asset holdings by non-residents. To be sure, lower oil prices and weaker U.S. demand growth (relative to the rest of the world) may render some partial and temporary improvement in the U.S. deficit over the quarters immediately ahead. But the absence of any improvement in U.S. price competitiveness so far, owing to the intensity of global competition combined with the likelihood that demand from the rest of the world economy will temporarily weaken as U.S. growth slows, makes a meaningful and lasting improvement in the U.S. current account arithmetic unlikely.
Risks to this overall scenario are of the ‘hard landing’ variety. Most worrisome would be a rise in global recession risk, relative to our forecasts. Resurgent energy prices or inflation risks could be one source of macroeconomic instability. A sudden withdrawal of liquidity in global capital markets or a precipitous dollar decline could also increase uncertainty premiums and the cost of capital, leading to a slump in global investment spending and aggregate demand.