Un Gran NegociadorA Great Negotiator
Es verdad que nadie es indispensable y que, generalmente, los grandes logros son fruto del trabajo de un equipo. Sin embargo, también es efectivo que sin liderazgo ningún gran proyecto concluiría en forma exitosa.
Eso es lo que se viene a la mente cuando pensamos en Osvaldo Rosales y su extraordinaria labor, a la cabeza de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON). Durante los años que trabajó en esa institución, fuimos testigos no sólo de su preparación, profesionalismo y gran capacidad de trabajo, sino también, de su habilidad para conducir equipos.
Damos fe de su interés en escuchar las opiniones discrepantes, los diversos puntos de vista de diferentes grupos de interés, y de su respeto por tales posiciones, como también, de su habilidad para encontrar fórmulas que satisfagan, en lo posible, esos intereses divergentes. Ese fue, sin duda, el primer paso clave: establecer una posición nacional que representara los intereses de Chile, en la mejor forma posible, para luego salir, con la ventaja de tener el respaldo total en el país, para negociar con otras naciones los tratados de libre comercio, que están brindando tantos beneficios a Chile.
Y no es solo Chile el que tiene motivos para agradecer a Osvaldo Rosales, ya que sus logros también han beneficiado a muchos otros países. Chile es respetado internacionalmente y es percibido como un ejemplo a seguir. Y uno de los pilares de ese éxito es, precisamente, su política de apertura al comercio internacional.
Osvaldo Rosales, quien fue llamado para ejecutar esa política, merece el reconocimiento y la gratitud de todos. Se le encomendó una tarea que no era fácil, y es por eso que él debe estar sumamente satisfecho del gran legado que nos deja. Osvaldo debió enfrentar enormes desafíos, de los que salió airoso.
Las negociaciones de Chile con Estados Unidos fueron algunos de esos desafíos. La diferencia de tamaño entre ambos países -lo que significaba que se reunieran, en torno a una misma mesa, representantes de la economía más grande del mundo con representantes de una nación muchísimo más pequeña- sugería que las conversaciones serían como un encuentro entre David y Goliat. Y, en gran medida, así fue. No obstante, el David chileno no se inhibió frente al Goliat estadounidense y ganó muchos puntos de negociación, que en un principio parecían fuera de su alcance.
Esta es sólo una de las razones por las que el equipo negociador chileno ha sido aclamado como uno de los mejores del mundo. Para conducirlo, como lo hizo Osvaldo Rosales, se necesitaban no sólo las habilidades profesionales y personales que le permitieron sacar provecho de los esfuerzos de sus subordinados, sino también, la capacidad de buscar puntos de consenso que convencieran e inspiraran a todos quienes finalmente firmarían los tratados.
Amcham agradece, sinceramente, el papel que desempeñó Osvaldo Rosales en las conversaciones de Chile con Estados Unidos. Siempre tuvo el tiempo y la deferencia para escuchar nuestros puntos de vista y estamos muy orgullosos de haber podido colaborar y trabajar juntos en una iniciativa que, sin duda, representa un punto crucial en la relaciones entre los dos países. Osvaldo es un amigo a quien extrañaremos, pero estamos seguros que nuestras relaciones de cooperación con DIRECON continuarán bajo el mando de su nuevo director.
Osvaldo Rosales es un gran negociador y ha brindado un gran servicio no sólo para Chile, sino también para toda la comunidad internacional. Esperamos que continúe haciendo su contribución, extraordinariamente importante, a la causa del libre comercio, desde su nuevo cargo en la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y El Caribe, donde le deseamos un gran éxito.
It is, of course, true that no one is indispensable and that great achievements are usually the product of teamwork. But it is also true that, without leadership, no great project would be completed with total success.
That is what comes to mind when we think of Osvaldo Rosales and his extraordinary work at the head of the Foreign Ministry’s Directorate for International Economic Relations (DIRECON). During his years there, we were witness not only to his preparation, professionalism and enormous personal capacity for work, but also to his capacity for teamwork.
We can testify to his interest in listening to differing opinions, to the conflicting points of view of different interest groups, and to his respect for these views, and his skill in finding formulas to satisfy - as far as possible - these divergent interests. That was, without doubt, the first key step - to establish a national position that would best represent Chile’s interests and then to go out, with the advantage of full backing at home, to negotiate with other countries the free trade agreements that are delivering so many benefits to Chile.
And it is not only Chile that has reason to be grateful to Osvaldo Rosales; what he achieved also benefits many other countries. Chile is not only internationally respected; it is also widely perceived as an example to follow. And one of the pillars of that success is precisely its policy of openness to international trade.
Osvaldo Rosales, who was called on to implement this policy, deserves the recognition and gratitude of us all. His task was not easy and, for that reason, he should feel very satisfied with the great legacy that he leaves us. He faced enormous challenges, and rose to them.
Chile’s negotiations with the United States were one of those challenges. The difference in size between the two negotiating partners - which meant that representatives of the world’s largest economy and those of a much smaller country met around the same table - suggested that the talks would be like the encounter between David and Goliath. And that was, to a large extent, the case. But Chile’s David was not inhibited by its negotiating Goliath, and it won many negotiating points that had seemed beyond its reach.
This is just one reason why Chile’s negotiating team has been hailed as among the best in the world. To lead it, as Osvaldo Rosales did, not only required the professional and personal skills to harness the efforts of his subordinates, but also the ability to seek points of consensus that convinced and inspired all those who would finally sign the resulting agreements.
In AmCham, we are deeply appreciative of the role that Osvaldo Rosales played in Chile’s talks with the United States. He always had the time and deference to listen to our points of view and we are very proud to have been able to collaborate and work together on an initiative that, without doubt, represents a turning point in relations between our two countries. He is a friend whom we will miss, but we are sure that our relationship of cooperation with DIRECON will continue under its new leadership.
Osvaldo Rosales is a great negotiator who has done a great service not only to Chile, but also to the international community. We hope that he will continue to make his extraordinarily important contribution to the cause of free trade from his new post at the UN Economic Commission for Latin America and the Caribbean, where we wish him every success.