Trabajando JuntosWorking Together

01 Abril 2009


Orgullo y un gran sentido de responsabilidad, así es como Rodrigo Álvarez describe los sentimientos que lo embargaban el 18 de marzo cuando fue investido presidente de la Cámara Baja del Congreso de Chile por los próximos 12 meses. Ambos sentimientos son entendibles.


Orgullo, porque Álvarez es el primer miembro de su partido -la Unión Demócrata Independiente (UDI)- en encabezar la Cámara de Diputados y, de hecho, es el primer político de centro derecha en hacerlo desde de la década del 50, además del primer representante de Magallanes, -su región de origen y el distrito que representa como diputado desde 1998-, en cumplir esta función.


Y un sentido de responsabilidad debido a que fue elegido para su nuevo cargo no sólo por la coalición de oposición Alianza por Chile -de la cual la UDI forma parte-, sino que también por representantes de la coalición gobernante de centro-izquierda, conocida como Concertación.


Ese respaldo multipartidario es una señal del amplio respeto que genera Álvarez, abogado de 42 años, sin embargo también enfrenta una dura prueba. Será la cabeza de la Cámara durante los que prometen ser meses particularmente tensos y competitivos en la carrera simultánea para las elecciones presidenciales y parlamentarias de diciembre.


“Trataré de demostrar que un presidente con ideas diferentes puede conducir la Cámara de manera apropiada”, sostuvo. “En mi rol institucional, mi tarea será garantizar los derechos de ambas partes y contribuir, si bien sólo en menor medida, a mejorar la imagen de la Cámara y sus miembros”.


¿Cuánto poder tiene realmente el presidente de la Cámara Baja?


Además de ser responsable por la administración de la Cámara, implica una importante influencia en decisiones como el orden en que los proyectos se debaten.


Eso es mucho poder en un año electoral…


Sí, pero esas decisiones tienen que ser coordinadas con el Gobierno y los líderes de los distintos partidos políticos representados en la Cámara.


Pero, ¿usted podría boicotear los proyectos de ley del Gobierno?


Esa no es mi intención. Tengo que entregar garantías a las dos partes que me han elegido. Lo que sí espero es que no veamos proyectos electorales populistas.


Se ha sugerido que la elección de un presidente de oposición para la Cámara baja es un signo de la consolidación de la democracia de Chile…


Ciertamente es una buena señal para la democracia chilena. Como dije en el discurso tras mi investidura, entiendo que fue difícil para los representantes del Gobierno votar por mí como presidente de la Cámara Baja, pero podemos trabajar perfectamente bien juntos, y eso es bueno para la democracia de Chile.


Cuáles son los principales ítems en la agenda legislativa de este año?


Bueno, probablemente habrá un grupo de proyectos que tendrán que ver con la crisis económica. Posiblemente enfrentaremos algunos problemas sociales aquí en Chile y creo que tendremos más paquetes de medidas (de estímulo económico). El cambio es brutal. En agosto, tuvimos una sesión especial de la Cámara Baja para debatir la situación económica de Chile, y ¿sabe cuáles eran los problemas clave en ese entonces? La solidez del peso, la alta inflación, los altos precios del petróleo y qué hacer con los excedentes del cobre. Mire la diferencia ahora, apenas poco más de seis meses después.


En segundo lugar, este es el último año del actual Gobierno e intentará completar proyectos en, por ejemplo, educación, la implementación de la reforma de pensiones, la creación de los ministerios de Seguridad Pública y Medio Ambiente, y la inscripción automática en los registros electorales, si bien es difícil que este último entre en vigencia para diciembre.


Usted ha hablado mucho sobre la mala imagen del Congreso…


Sí, de la mala imagen de los políticos en general y de los miembros del Congreso, en particular. Desafortunadamente, nos hemos ganado parte de esa imagen. Es el resultado de muchos factores; hay un amplio desencanto con los políticos, pero –como miembros del Congreso- también hemos cometido errores. Por ejemplo, somos percibidos como muy distantes de los votantes -no saben qué hacemos y para qué nos pagan- y se estima que nos demoramos demasiado en muchos proyectos.


¿Qué va a hacer usted al respecto?


Mi objetivo es aumentar la agilidad de nuestro debate y acelerar el proceso legislativo en general. Algunos de los temas son muy técnicos, pero otros son bastante simples como los discursos en el pleno de la Cámara, que se extienden por -digamos-una hora y media. Eso es demasiado largo y debiera haber límites. Algunos proyectos son revisados tres veces por las comisiones y no creo que eso sea necesario.


Pero, con sólo un año en el cargo, no tiene mucho tiempo…


Esa es una de mis críticas a la Concertación. No hay ninguna razón por la que los presidentes de la Cámara Baja deban limitarse a un año, aunque -en mi caso- es inevitable porque habrá una nueva composición en la Cámara el próximo año. Una de las razones por las que el Senado ha tenido un mejor desempeño es porque ha tenido presidentes por períodos más largos. Los presidentes de la Cámara Baja tienen que administrar su presupuesto y a varios cientos de empleados. ¿Qué empresa o incluso institución sensata cambia a su líder anualmente?


Usted está planeando dejar el distrito de Magallanes tras 12 años para competir por el distrito de Providencia y Ñuñoa en Santiago, ¿pero cómo es Magallanes?


Los últimos 15 años han sido complicados; Magallanes tiene una serie de problemas. Una de las mayores inversiones extranjeras en Chile -la planta de producción de metanol de la canadiense Methanex, cerca de Punta Arenas- tiene problemas con el suministro de gas desde Argentina. Sin embargo, la región está posicionada para la recuperación de algunos sectores, incluidos los hidrocarburos, si bien eso dependerá en parte de la crisis internacional. También tiene un potencial espectacular en áreas como la producción orgánica de carne y turismo.


Y, en ese contexto, debo mencionar la reserva Karukinka en Tierra del Fuego. Dado que mi familia tiene tierras adyacentes a la reserva, he tenido la suerte de familiarizarme con el proyecto desde el comienzo y de hablar de él con gente como Kathleen Barclay y el ex embajador de Estados Unidos en Chile, John O’Leary. Para mí, es un proyecto notable como modelo de gestión ambiental y también como desarrollo turístico. Uno de los atractivos turísticos más famosos de Chile es el Parque Nacional Torres del Paine y Karukinka marca el camino para un segundo polo de desarrollo turístico en Magallanes.


Ruth Bradley es la editora general de bUSiness CHILE y además se desempeña como corresponsal en Santiago de The Economist.



Pride and a great sense of responsibility - that was how Rodrigo Alvarez described his feelings on March 18 when he was invested as president of the lower house of the Chilean Congress for the next twelve months. Both feelings are understandable.

Pride because Alvarez is the first member of his party, the Independent Democratic Union (UDI), to lead the House - and, indeed, the first right-wing politician to do so since the 1950s - and the first representative of Magallanes, his home region and the district for which he has sat since 1998, to hold this office.

And a sense of responsibility because he was voted into his new office not only by the opposition Alianza coalition - of which the UDI forms part - but also by representatives of the center-left government coalition, the Concertación.

That cross-party support is a sign of the widespread respect that Alvarez, a 42-year-old lawyer, commands, but he faces a tough test. He will lead the House during what promises to be particularly tense and competitive months in the run-up to simultaneous presidential and congressional elections in December.

“I will be trying to show that a president with different ideas can lead the house appropriately,” he says. “In my institutional role, my task will be to guarantee the rights of both sides and to contribute, if only in small measure, to improving the image of the House and its members.”

How much power does the president of the lower house really have?

As well as being responsible for the House’s administration, it means an important say in decisions like the order in which bills are debated.

That’s a lot of power in an election year…

Yes, but those decisions have to be coordinated with the government and the leaders of the different political parties in the House.

But you could boycott government bills?

That’s not my intention. I have to provide guarantees to both the sides that elected me. What I do hope is that we aren’t going to see populist electoral bills.

It’s been suggested that the election of an opposition House president is a sign of the consolidation of Chilean democracy…

It’s certainly a good sign for Chilean democracy. As I said in my acceptance speech, I understand that it was hard for government representatives to vote for me as House president but we can perfectly well work together, and that’s good for Chile’s democracy.

What are the main items on this year’s legislative agenda?

Well, there’ll probably be a group of bills that have to do with the economic crisis. We’re likely to face some social problems here in Chile and I think there’ll be more packets of measures. The change is brutal. In August, we held a special session of the House to debate Chile’s economic situation, and do you know what the key problems were then? The strong peso, high inflation, high oil prices, and what to do with copper surpluses. Look at the difference now only just over six months later.

Secondly, this is the last year of the current administration and it will be looking to complete projects in, for example, education, the implementation of its pension reform, the creation of the public safety and environment ministries, and automatic inscription on the voting register - although it’s difficult the latter will be in force by December.

You’ve talked a lot about the poor image of Congress…

Yes, the poor image of politicians in general and members of Congress in particular. Unfortunately, we’ve earned part of that image. It’s the result of many factors; there’s a broader disenchantment with politics but, as members of Congress, we’ve also made mistakes. For example, we’re seen as too remote from voters - they don’t know what we do and what they pay us for - and as taking too long over many bills.

What are you going to do about it?

My aim is to increase the agility of our debate and speed up the legislative process as a whole. Some of the issues are very technical, but others are quite simple like speeches on the floor that go on for, say, an hour and a half. That’s too long and there should be limits. Some bills also get reviewed three times by commissions and I don’t think that’s necessary.

But, with just a year in office, you don’t have much time…

That’s one of my criticisms of the Concertación. There’s no reason why House presidents should be limited to a year - although, in my case, it’s inevitable because there will be a new House next year. One of the reasons the Senate has performed better is because it’s had presidents for longer periods. Presidents of the House have to manage its budget and several hundred employees. What company or even sensible institution changes its leader every year?

You’re planning to leave the Magallanes district after 12 years to run for the Providencia and Ñuñoa district of Santiago, but how is Magallanes?

The last 15 years have been complex; Magallanes has a series of problems. One of the largest foreign investments in Chile - the methanol production facility of Canada’s Methanex near Punta Arenas - has problems with gas supply from Argentina. But the region is poised for the recovery of some sectors, including hydrocarbons, although that will depend partly on the international crisis. It also has spectacular potential in areas like organic meat production and tourism.

And, in that context, I must mention the Karukinka reserve on Tierra del Fuego. Because my family has neighboring land, I’ve been fortunate to be familiar with the project from the beginning and to talk about it with people like Kathleen Barclay and former U.S. ambassador to Chile John O’Leary. For me, it’s a remarkable project both as a model of environmental management and tourism development. One of Chile’s most famous tourist attractions is the Torres del Paine national park and Karukinka points the way to a second pole of tourism development in Magallanes.

Ruth Bradley is general editor of bUSiness CHILE. She is also the Santiago correspondent for The Economist.
Compartir