Socios para el Siglo XXI

22 Noviembre 2010

El nuevo embajador de Estados Unidos en Chile, Alejandro Wolff, presentó sus credenciales ante el presidente Sebastián Piñera en una ceremonia celebrada en La Moneda en Santiago el 25 de octubre, con lo que asumió el lugar dejado por Paul E. Simons como jefe de la representación diplomática estadounidense.


El embajador Wolff habla español con un leve acento argentino -nació en Bamfield, Argentina, y emigró con su familia a Los Angeles a los 7 años de edad- pero se siente en casa a este lado de los Andes habiendo liderado la sección política y económica de la Embajada de Estados Unidos en Chile entre 1991 y 1994.


Como diplomático de carrera que trabajó como asesor de dos ex secretarios de Estado -Madeline Albright y Colin Powell- su más reciente designación fue como embajador y representante alterno de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.


“Me siento muy entusiasmado de estar de vuelta en Chile luego de 16 años (…) mientras inicia su tercer siglo como nación”, sostuvo el embajador Wolff a los miembros de AmCham en un desayuno celebrado en el Hotel Intercontinental en noviembre.


Como su antecesor, Wolff señaló que está comprometido para trabajar con AmCham con el fin de fortalecer los vínculos de negocios y comercio entre ambos países.


El embajador comenzó por elogiar la respuesta de Chile al terremoto de febrero y el bien ejecutado rescate de los 33 mineros cerca de Copiapó.


“La impresionante capacidad de respuesta de Chile tras el terremoto y el accidente de la mina reafirmaron su capacidad ante los ojos no sólo de los chilenos sino que de los muchos admiradores de este país en el exterior”, sostuvo Wolff.


Muchos miembros de AmCham participaron en la iniciativa de reconstrucción tras el terremoto y el gobierno de Estados Unidos también envió suministros y asistencia. Más recientemente, expertos de la NASA asesoraron a Chile en el rescate de los mineros e ingenieros estadounidenses ayudaron a perforar el barreno de salida.


Tal estrecha cooperación no es ninguna sorpresa considerando que las relaciones entre Estados Unidos y Chile son “vibrantes y fuertes”, en particular en áreas del comercio y la inversión, dijo Wolff.


El Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos, suscrito en el 2003, ha sido un “un gran éxito” y el intercambio comercial se ha duplicado con creces a US$15.300 millones en el 2009, afirmó.


Estados Unidos es el mayor inversionista extranjero en Chile con US$22.600 millones invertidos en los sectores de minería, banca, comercio minorista, farmacéutica y entretención, entre otros.


“El total de la inversión estadounidense (…) es impresionante en relación al tamaño de la economía chilena”, añadió Wolff. De hecho, la inversión estadounidense como proporción del PIB de Chile es de 13,8 centavos por dólar, mayor que la de Brasil (de 3,6 centavos por dólar), Argentina (de 4,6 centavos por dólar) y México (de 11,2 centavos por dólar).


El embajador destacó el convenio para evitar la doble tributación suscrito a comienzos de este año entre Chile y Estados Unidos que, una vez aprobado por ambos congresos, reducirá las barreras tributarias a las inversiones.


El representante estadounidense destacó además la importancia del Plan Chile-California firmado en el 2008, el que fue fortalecido por la vista de una delegación chilena en septiembre. Entre otras áreas de cooperación, la delegación intercambió ideas sobre la preparación para un terremoto con las autoridades del estado, indicó Wolff.


Sin embargo, de vuelta en Chile la falta de protección a la propiedad intelectual estadounidense, mucha de la cual se produce en California, es una persistente espina en las relaciones entre Chile y Estados Unidos.


Chile aprobó una nueva ley de propiedad intelectual en mayo del 2010, la que impone sanciones más duras a quienes sean sorprendidos violando los derechos de autor, pero aún hay áreas del TLC que todavía tienen que implementarse, afirmó Wolff, añadiendo que la protección de la propiedad intelectual es clave para facilitar la “la innovación y la inversión”.


En cuanto a la cooperación regional, Chile y Estados Unidos comparten la misma visión sobre muchos temas de modo que “es un hecho natural que combinemos esfuerzos para avanzar en nuestros intereses mutuos”, indicó Wolff.


El embajador identificó cuatro áreas clave de cooperación:


En primer lugar, Chile y Estados Unidos
están promoviendo el desarrollo regional en áreas como la agricultura asociándose con países como Costa Rica, Paraguay, El Salvador y Guatemala a través de un mecanismo “trilateral”.


Otra área de cooperación es la no proliferación nuclear. El presidente Piñera asistió a la Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington DC en abril de este tras haber enviado el resto del uranio enriquecido de Chile a Estados Unidos para su depósito en instalaciones seguras.


Esto es una “muestra de cómo la cooperación entre nuestros dos países permitió impulsar objetivos bilaterales y multilaterales compartidos por ambos”, afirmó Wolff.


En tercer lugar, Chile es miembro de la Asociación Transpacífico, antes conocida como P4, junto con Nueva Zelanda, Singapur y Brunei. Estados Unidos y otros países incluido Australia y Perú están en negociaciones para unirse a la asociación que el gobierno del presidente Obama considera como la puerta de entrada a un posible Tratado de Libre Comercio Asia-Pacífico.


Una cuarta área de cooperación es la investigación científica, en particular en materia de cambio climático, energía y medio ambiente. La ciencia y la innovación son una prioridad para el Gobierno de Obama y son necesarios para que Chile alcance su meta de convertirse en un país desarrollado, dijo Wolff.


Gracias a la visión global de Chile, sus sólidas instituciones y buen gobierno, ha transcendido su pequeño tamaño para asumir el rol de liderazgo de un país de “tamaño mediano”, dijo Wolff, quien destacó que Chile se convirtió en el primer país sudamericano en unirse a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos a principios de este año.


La respuesta al terremoto y el accidente de la mina mostraron al mundo que Chile puede reunir el talento y la tecnología para superar incluso las más desafiantes de las situaciones, afirmó.


A diferencia de otros países en la región, Chile tiene una visión del siglo XXI, pero también tiene problemas del siglo XIX tales como temas fronterizos sin resolver y desafíos de seguridad energética, sostuvo.


Al ser consultado sobre Sudamérica en el contexto de lo que el autor estadounidense Thomas Friedman describe como un “mundo plano”, Wolff sugirió que hay algunas similitudes entre Chile y sus vecinos con importantes diferencias políticas y económicas interponiéndose en el camino de la integración regional.


De hecho, Chile parece tener más en común con Estados Unidos, compartiendo muchas de las mismas metas económicas, culturales, de seguridad y desarrollo, indicó Wolff.


“Ahora los productos, el capital, y las ideas fluyen más libremente que nunca (…). Sin embargo, lo que más nos une son nuestros valores democráticos comunes”, aseveró.


Después de un año en que hacer las cosas “a la chilena” se ha convertido en sinónimo de hacer las cosas bien, Chile y Estados Unidos están encontrando formas de hacer las cosas aún mejor, juntos.



The new U.S. Ambassador to Chile, Alejandro Wolff, presented his credentials to President Sebastian Piñera in a ceremony at La Moneda in Santiago on October 25, taking over from Paul E. Simons as head of the U.S. Embassy.


Ambassador Wolff speaks Spanish with a slight Argentine accent - he was born in Bamfield, Argentina, and emigrated with his family to Los Angeles at age 7 - but he feels at home on this side of the Andes having headed up the Economic and Political Section in the U.S. Embassy in Chile from 1991 to 1994.


As a career diplomat who served as advisor to two former Secretaries of State – Madeline Albright and Colin Powell - his most recent appointment was as Ambassador and Deputy Permanent U.S. Representative to the United Nations in New York.


“I am happy to be back after 16 years and excited to be here as Chile enters its third century,” Ambassador Wolff told AmCham members at a breakfast at the Intercontinental Hotel in November.


Like his predecessor, Wolff said he is committed to working with AmCham to strengthen business and trade links between the two countries.


The Ambassador began by praising Chile’s response to February’s earthquake and the well-executed rescue of the 33 miners near Copiapo.


“Things work well in Chile and this has been seen not just by Chileans but by many admirers around the world,” said Wolff.


Many AmCham members participated in the earthquake relief effort and the U.S. government also sent supplies and assistance. More recently, NASA experts advised Chile in the rescue of the miners and U.S. engineers helped drill the escape hole.


Such close cooperation is no surprise considering that relations between the United States and Chile are “vibrant and strong,” particularly in the areas of trade and investment, said Wolff.


The Chile-United States Free Trade Agreement, signed in 2003, has been “a big success” with trade more than doubling to US$15.3 billion in 2009, he said.


The U.S. is the biggest foreign investor in Chile with US$22.6 billion invested in the mining, banking, retail, pharmaceutical, and entertainment sectors amongst others.


“This amount is impressive considering the size of the Chilean economy,” said Wolff. Indeed, U.S. investment as a proportion of Chile’s GDP is US$0.138 per dollar, higher than Brazil (US$0.036), Argentina (US$ 0.046) and Mexico (US$0.112).


He highlighted the double taxation avoidance agreement signed earlier this year between Chile and the United States which, once approved by both congresses, will reduce tax barriers to investments.


The Ambassador also noted the importance of the Plan Chile-California initiative signed in 2008, which was strengthened by the visit of a Chilean delegation in September. Amongst other areas of cooperation, the delegation exchanged ideas about earthquake preparedness with state authorities, said Wolff.


But back in Chile the lack of protection for U.S. intellectual property, much of which is produced in California, is a persistent thorn in the side of Chile-U.S. relations.


Chile passed a new IP law in May 2010 which imposes harsher sanctions on those caught violating copyrights, but there remain areas of the FTA that have yet to be implemented, said Wolff, adding that intellectual property protection is key to facilitating “innovation and investment.”


As for regional cooperation, Chile and the United States share the same vision on many issues “so it’s natural to combine our forces in areas of mutual interest,” said Wolff.


The Ambassador identified four key areas of cooperation:


Firstly, Chile and the United States are promoting regional development in areas like agriculture by partnering with countries such as Costa Rica, Paraguay, El Salvador and Guatemala through a “trilateral” mechanism.


Another area of cooperation is nuclear non-proliferation. President Piñera attended the Nuclear Security Summit in Washington DC in April this year after having shipped Chile’s remaining enriched uranium to the U.S. for safe disposal.


“This shows how cooperation between our two countries can have positive results for multilateral relations,” said Wolff.


Thirdly, Chile is a member of the Trans-Pacific Partnership, previously known as P4, along with New Zealand, Singapore and Brunei. The United States and other countries including Australia and Peru are in talks to join the partnership which the Obama administration sees as the gateway to a possible Asia-Pacific free trade agreement.


A fourth area of cooperation is in scientific research, particularly in climate change, energy and the environment. Science and innovation is a priority for the Obama administration and is necessary for Chile to reach its goal of becoming a developed country, said Wolff.


Thanks to Chile’s global vision, solid institutions and good governance, it has transcended its small size to assume the leadership role of a “medium-size” country, said Wolff, noting that Chile became the first South American country to join the OECD earlier this year.


“The response to the earthquake and the mining accident showed the world that Chile can bring together the talent and technology to overcome even the most challenging of situations.”


Unlike other countries in the region, Chile has “a 21st Century vision” but it also has “19th Century problems” such as unresolved border issues and energy security challenges, he said.


When asked about South America in the context of what U.S. author Thomas Friedman describes as a “flat world,” Wolff suggested there a few similarities between Chile and its neighbors with important political and economic differences standing in the way of regional integration.


In fact, Chile seems to have more in common with the United States, sharing many of the same economic, cultural, security and development goals, said Wolff.


“More products, capital and ideas are flowing between our countries than ever before, but our strongest bond is our mutual respect for democracy,” he said.


After a year in which doing things “the Chilean way” has become synonymous with doing things well, Chile and the United States are finding ways to do things even better, together.

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