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19 Abril 2013

Luego de 16 rondas de negociaciones desde el 2010 -la décimo séptima se llevará a cabo en Lima en el mes de mayo- la iniciativa multilateral de comercio conocida como Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés) finalmente está a punto de tomar forma. El momento en que se logrará sigue siendo incierto, pero un borrador del acuerdo podría estar en la mesa para fines de este año. El resultado sería un nuevo bloque comercial en la región del Asia-Pacífico, correspondiente a un mercado de 650 millones de consumidores.


Chile es miembro fundador del acuerdo original P4, el que se creó en el 2006, junto con Brunei, Singapur y Nueva Zelanda. El intercambio comercial entre estos cuatro países es relativamente pequeño, pero el acuerdo tenía importancia estratégica, porque mantuvo viva la visión que tenían los miembros del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) de un área común de comercio en la región del Asia-Pacífico.


“Creó la posibilidad de que a partir de esta pequeña semilla otros países también pudieran unirse, que es la razón por la que el acuerdo P4 siempre estuvo abierto”, señaló el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alfredo Moreno, en un desayuno realizado en Santiago en marzo pasado en honor al primer ministro de Nueva Zelanda, John Key.


En el 2008, mientras los miembros del P4 estaban negociando nuevos capítulos del acuerdo, Estados Unidos se unió a las negociaciones. Desde entonces, más países se han ido incorporando de manera gradual incluidos Australia, Malasia, Perú y Vietnam. Los últimos en integrarse fueron Canadá y México el año pasado. Hoy en día este acuerdo representa un mercado cercano a los 650 millones de consumidores y a casi el 30% del PIB mundial.


Por supuesto, los países incluidos en el TPP tienen enormes diferencias culturales y distintas tasas de crecimiento económico, con un PIB per cápita que va de los US$60.000 en Singapur a los US$3.000 en Vietnam. Pero “si queremos unir Oceanía y Asia de costa a costa siempre vamos a encontrar esta realidad”, indicó Moreno.


En este contexto, encontrar terreno común para establecer altos estándares en áreas como propiedad intelectual y medio ambiente no ha sido fácil, lo que explica por qué las negociaciones ahora se dirigen a la Ronda 17. Sin embargo, para Estados Unidos el TPP representa una oportunidad sin precedentes para aumentar las exportaciones a la región del Asia-Pacífico.


Beneficios Tangibles


En enero, el subsecretario de la Oficina de Representación Comercial de Estados Unidos, Demetrios Marantis, encabezó una misión a Chile para continuar las negociaciones con el Gobierno chileno. Durante su visita, el embajador Marantis se reunió con socios de AmCham para referirse al TPP y a cómo las compañías chilenas podrían beneficiarse con él.


Marantis dijo que el TPP traería como resultado “un acuerdo del siglo XXI de alto estándar” que beneficiará a todos los países miembro en el largo plazo. Pero ¿qué significa en la práctica eso para Chile?


Chile ya cuenta con tratados de libre comercio con todos los países que conforman el TPP (incluido Vietnam, con el que suscribió un acuerdo en noviembre pasado). Según cifras del Ministerio de Relaciones Exteriores, el intercambio comercial de Chile con estos países sumó un total de US$40.500 millones el año pasado, un alza promedio del 16% anual desde el 2003.


No obstante, el TPP crearía nuevas oportunidades comerciales en áreas no cubiertas en acuerdos existentes tales como servicios financieros e inversión. “Hay beneficios reales, tangibles para Chile en términos de ganar acceso a mercados y simplificar reglas”, indicó Marantis.


Chile y Estados Unidos tienen un tratado de libre comercio que eliminará los aranceles sobre casi todos los bienes para el 2015, pero el TPP podría mejorar el acceso para los exportadores chilenos a otros mercados. Por ejemplo, los servicios actualmente no están cubiertos bajo el acuerdo de Chile con Vietnam pero lo estarán en el TPP, destacó Marantis.


“Además de las ganancias cuantificables en términos de acceso a mercado, también hay ganancias en eficiencia para los exportadores chilenos en el contexto de un acuerdo regional”, sostuvo.


Marantis mencionó un estudio del profesor Peter Petri de la Massachusetts’ Brandeis International Business School, que señala que en virtud del TPP Chile podría incrementar sus exportaciones en US$2.900 millones al año hasta el 2025.


Parte de estas ganancias se deberían a una mayor inversión y exportaciones de servicios financieros, pero también reflejan márgenes comerciales más altos como resultado de cadenas de suministro más amplias para las compañías chilenas.


Reglas de Origen Acumulativas


De manera clave, el TPP incluiría reglas de origen acumulativas lo que significa que los productores chilenos pueden usar insumos de otros países miembro, como por ejemplo Perú, y aún así tener acceso preferencial a mercados de exportación en virtud de los tratados existentes de libre comercio.


Este mecanismo permitiría una mayor integración industrial y comercial entre los miembros, explica Álvaro Jana, titular de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON), entidad dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.


El TPP no es la única iniciativa comercial en incluir este mecanismo. La Alianza del Pacífico suscrita el año pasado por Chile, Perú, Colombia y México aplica reglas similares, pero el TPP daría más opciones a las compañías manufactureras de Chile.


Tome por ejemplo las empresas textiles. Un emprendedor chileno podría fabrica jeans en Chile con denim importado desde Malasia e hilado en Vietnam, que posteriormente podría exportarse a Perú.


También implica que las compañías chilenas podrían cambiar de proveedores para aprovechar oportunidades comerciales. “Por ejemplo, para productos plásticos se podría cambiar el actual proveedor en China por uno en Malasia”, dice Jana.


Lejos de reemplazar los acuerdos comerciales vigentes de Chile, el TPP los “complementaría y completaría”, afirma Jana.


Además habría una mejor protección de las inversiones para las compañías chilenas, un mecanismo de resolución de disputas más sólido y una mayor coherencia regulatoria en la región. Esto quiero decir que los exportadores podrían llevar sus productos al mercado más rápidamente y con menos burocracia.


Asimismo el bloque comercial podría continuar creciendo en el futuro. En enero, el presidente Barack Obama invitó a Japón a participar y es inminente la decisión respecto de si será aceptado.


Para Chile, la inclusión de Japón sería un bono. Los dos países ya cuentan con un tratado de libre comercio vigente desde el 2007, y el año pasado el comercio bilateral alcanzó los US$10.960 millones y Japón recibió poco más de un tercio de las exportaciones de Chile. “El ingreso de Japón al TPP profundizaría nuestra relación comercial aún más”, añade Jana.


Pero primero Japón y otros posibles miembros deben acceder a cumplir con los altos estándares del TPP.


Un Acuerdo del “Siglo XXI”


El TPP es mucho más que solo un acuerdo comercial. A juicio de Jana, sentará un precedente con estándares más altos que cualquier acuerdo previo.


“Al ser parte del proceso, Chile se consolidará como un actor importante en el diseño de nuevas normas de comercio internacional”, afirma.


El TPP abordará “temas del siglo XXI” analizados por el presidente Obama y el presidente Piñera, dijo Marantis. Estos incluyen estándares de protección al medio ambiente, protección de la propiedad intelectual y aseguramiento de un campo de juego parejo entre las compañías estatales y las empresas del sector privado.


Una mayor protección de las patentes farmacológicas estadounidenses, que ha sido un continuo problema entre los dos países, es particularmente importante en las negociaciones bilaterales.


“Estos van a ser temas difíciles”, indicó Marantis, pero calificó las recientes conversaciones con sus contrapartes en la DIRECON y otros ministerios como “productivas y francas”.


En la DIRECON, Jana dice que Chile ha estado implementando altos estándares en materia de propiedad intelectual y medio ambiente. “Los esfuerzos de nuestro equipo negociador apuntan a garantizar que estos estándares no afecten los objetivos de políticas públicas de nuestro país”, afirma.


Sin embargo, hay otros aspectos que se están negociando y que podrían tener implicancias para Chile. Por ejemplo, el Acuerdo de Asociación Transpacífico podría imponer restricciones que dificulten que Chile regule flujos de capital para proteger su economía de crisis financieras, advierte Osvaldo Rosales, director de la división de comercio internacional e integración de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de la Organización de Naciones Unidas.


Según Rosales, el problema radica en encontrar el correcto equilibrio entre los objetivos de todos los participantes y satisfacer las demandas de Estados Unidos. “Algunas de estas demandas, tales como normas sobre la balanza de pagos y el movimiento de capitales son claramente inconvenientes”, sostiene.


Todos Menos China


Otro problema, a juicio de Rosales, es el riesgo de alienar a China, uno de los socios comerciales clave de Chile. De hecho, algunos denominan al TPP el “acuerdo de todos menos China” dado que el dragón asiático brilla por su ausencia.


No obstante, China forma parte de otra iniciativa comercial conocida como Asociación Económica Integral Regional (RCEP por su sigla en inglés), que es el principal rival del TPP en el Asia-Pacífico. Esta iniciativa de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN por su sigla en inglés) incluye el económicamente poderoso triunvirato de China, Japón y Corea del Sur.


Hasta ahora este acuerdo sigue en la etapa de diseño, pero los beneficios de la integración económica podrían reducir cualquier barrera cultural. Si esto ocurre, países como Vietnam y Malasia, que son miembros de ASEAN, podrían terminar siendo parte de dos acuerdos comerciales distintos y rivales.


“Tarde o temprano surgirán conflictos entre el TPP y las iniciativas al interior de Asia”, asevera Rosales.


No obstante, Jana afirma que tales acuerdos pueden coexistir y complementarse sin problemas. “No creemos que la fórmula para analizar estos esquemas sea la competencia”, sentencia.


En definitiva, habrá que probar para ver cómo resulta. El presidente Obama espera que un borrador del acuerdo esté listo para cuando los líderes de ASEAN se reúnan en Bali este octubre, pero eso podría ser optimista, en especial si Japón se une a las negociaciones en los próximos meses.


Luego está el tema de la ratificación. El presidente Obama planea dar vía rápida a la legislación del TPP en el Congreso, pero conseguir la aprobación para un acuerdo tan amplio podría ser un desafío. Aún así, Marantis se mostró esperanzado dada la importancia de las exportaciones para que la economía estadounidense impulse el crecimiento y cree empleo.


“Hay un camino difícil en adelante, pero cuando se quiere se puede”, dijo.


Como miembro fundador del TPP, Chile tiene un importante rol que desempeñar en facilitar su expansión. Pero dado que los beneficios aún son inciertos, Chile debería evaluar sus opciones cuidadosamente.


Julian Dowling es editor de bUSiness CHILE

After 16 rounds of negotiations since 2010 – the 17th will be in Lima in May – the multilateral trade initiative known as the Trans-Pacific Partnership (TPP) is finally on the verge of taking shape. The timing remains uncertain, but a draft agreement could be on the table by the end of this year. The result would be a new trade bloc in the Asia-Pacific region, representing a market of 650 million consumers.


Chile is a founding member of the original P4 agreement, which was created in 2006, along with Brunei, Singapore and New Zealand. Trade between these four countries is relatively small, but the agreement had strategic importance because it kept alive the vision held by the Asia-Pacific Economic Cooperation (APEC) members of a common trade area in the Asia-Pacific region.


“It created the possibility that from this small seed other countries could also join, which is why the P4 agreement was always open,” said Chile’s Foreign Minister Alfredo Moreno at a breakfast for the Prime Minister of New Zealand, John Key, in Santiago last March.


In 2008, while the P4 members were negotiating new chapters of the agreement, the United States joined the talks. Since then, more countries have gradually been incorporated including Australia, Malaysia, Peru and Vietnam. The latest to join were Canada and Mexico last year. Today this agreement represents a market of around 650 million consumers and almost 30% of the world’s GDP.


Of course, the countries in the TPP have huge cultural differences and different rates of economic growth, with per capita GDP ranging from US$60,000 in Singapore to US$3,000 in Vietnam. But “if we want to unite Oceania and Asia from shore to shore we will always find this reality,” said Moreno.


In this context, finding common ground to establish high standards in areas such as intellectual property and the environment has not been easy, which explains why negotiations are now headed to Round 17. However, for the United States the TPP represents an unprecedented opportunity to increase exports in the Asia-Pacific region.


Tangible benefits


In January, Deputy US Trade Representative Demetrios Marantis led a mission to Chile to continue negotiations with the Chilean government. During his visit, Ambassador Marantis met with AmCham members to talk about the TPP and how Chilean companies stand to gain.


Marantis said the TPP would result in “a high-standard, 21st Century agreement” that will benefit all member countries in the long term. But what does that mean for Chile in practice?


Chile already has free trade agreements with all of the countries in the TPP (including with Vietnam, which it signed last November). According to figures from the Foreign Ministry, Chilean trade with these countries totaled US$40.50 billion last year, up an average 16% annually since 2003.


Nevertheless, the TPP would create new business opportunities in areas not covered in existing agreements such as financial services and investment. “There are real, tangible benefits for Chile in terms of market access gains and simplification of rules,” said Marantis.


Chile and the United States have a Free Trade Agreement that will eliminate tariffs on nearly all goods by 2015, but the TPP could improve access for Chilean exporters to other markets. For example, services are not currently covered under Chile’s agreement with Vietnam but they would be in the TPP, points out Marantis.


“In addition to the quantifiable market access gains, there’s also the efficiency gains for Chilean exporters in the context of a regional agreement,” he said.


Marantis cited a study by Professor Peter Petri at Massachusetts’ Brandeis International Business School, which states that under the TPP Chile could increase its exports by US$2.9 billion annually through 2025.


Part of this gain would be due to higher investment and exports of financial services, but it also reflects higher trade margins as the result of expanded supply chains for Chilean companies.


Cumulative rules of origin


Crucially, the TPP would include cumulative rules of origin, which means that Chilean producers could use inputs from other member countries, such as Peru, and still have preferential access to export markets under existing trade agreements.


This mechanism would allow greater industrial and commercial integration between members, explains Álvaro Jana, director of the General Directorate of International Economic Affairs (DIRECON) at Chile’s Foreign Ministry.


The TPP is not the only trade initiative to include such a mechanism. The Pacific Alliance signed last year between Chile, Peru, Colombia and Mexico applies similar rules, but the TPP would give Chilean manufacturers more options.


Take textiles. A Chilean entrepreneur might make jeans in Chile with denim imported from Malaysia and thread from Vietnam, which could later be exported to Peru.


It also means Chilean companies could switch suppliers to take advantage of trade opportunities. “For example, for plastic products you could change a current supplier in China for one in Malaysia,” Jana said.


Far from replacing Chile’s existing trade agreements, the TPP would “complement and complete” them, said Jana.


There would also be better investment protection for Chilean companies, a stronger dispute resolution mechanism and greater regulatory coherence in the region. This means exporters could get their goods to market quicker and with less red tape.


The trade bloc could also continue to grow in the future. In January President Obama invited Japan to participate and a decision on whether it will be accepted is imminent.


For Chile, Japan’s inclusion would be a bonus. The two countries already have a Free Trade Agreement in place since 2007, and last year bilateral trade reached US$10.96 billion with Japan receiving just over one third of Chile’s exports. “The entry of Japan into the TPP would deepen our trade relationship even further,” said Jana.


But first Japan and other potential members must agree to comply with the TPP’s high standards.


A “21st Century” agreement


The TPP is much more than just a trade agreement. According to Jana, it will set a precedent with higher standards than any previous agreement.


“By being part of the process, Chile will consolidate itself as an important actor in the design of new international trade rules,” he said.


The TPP will address “21st Century issues” discussed by President Obama and President Piñera, said Marantis. These include environmental protection standards, intellectual property protection and ensuring a level playing field between state-owned enterprises and private sector companies.


Stronger protection for US pharmaceutical patents, which has been a contentious issue between the two countries, is particularly important in bilateral negotiations.


“These are going to be tough issues,” said Marantis, but he described recent talks with his counterparts in DIRECON and other ministries as “productive and frank”.
At DIRECON, Jana said that Chile has been implementing high standards in intellectual property and the environment. “The efforts of our negotiating team aim to ensure these standards do not affect our country’s public policy objectives,” he said.


But there are other aspects being negotiated that could have implications for Chile. For example, the Trans-Pacific Partnership could impose restrictions that make it difficult for Chile to regulate capital flows to protect its economy from financial crises, warns Osvaldo Rosales, director of the International Trade and Integration Division at the UN’s Economic Commission for Latin America (ECLAC).


According to Rosales, the problem is finding the right balance between the aims of all the participants and meeting the demands of the United States. “Some of these demands, such as rules on the balance of payments and movement of capital are clearly inconvenient,” he said.


Everybody but China


Another problem, according to Rosales, is the risk of alienating China, one of Chile’s key trading partners. Indeed, some are calling TPP the “everybody but China agreement” since the Asian dragon is conspicuous by its absence.


China is, however, part of another trade initiative known as the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), which is the TPP’s main rival in the Asia-Pacific. This initiative of the Association of Southeast Asian Nations (ASEAN) includes the economically powerful triumvirate of China, Japan and South Korea.


So far this agreement remains on the drawing board, but the benefits of economic integration could dwarf any cultural barriers. If this happens, countries like Vietnam and Malaysia, which are members of ASEAN, could find themselves part of two different and competing trade agreements.


“Sooner or later conflicts between TPP and intra-Asia initiatives will arise,” said Rosales.
However, Jana says that such agreements can co-exist and complement each other without problems. “We don’t think the formula to analyze these schemes is competition,” he said.


Ultimately the proof will be in the pudding. President Obama hopes to have a draft agreement ready by the time ASEAN leaders meet in Bali this October but that may be optimistic, especially if Japan joins talks in the coming months.


Then there is the issue of ratification. President Obama plans to fast track TPP legislation through Congress but getting approval for such an expansive agreement could be a challenge. Even so, Marantis is hopeful given the importance of exports to the US economy in boosting growth and creating jobs.


“There’s a difficult road ahead, but where there’s a will there’s a way,” he said.


As a founding TPP member, Chile has an important role to play in facilitating its expansion. But given that the benefits are still uncertain, Chile should weigh its options carefully.


Julian Dowling is Editor of bUSiness CHILE

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