Smart Cities ¿Llegan a Chile?Smart Cities ¿Coming to Chile?

28 Mayo 2014

Ciudades inteligentes o “smart cities” no es un concepto nuevo que se utilice para hablar de un espacio urbano que emplea tecnología de vanguardia para proporcionar, en un entorno eficiente y sostenible, servicios conjuntos y bienestar a los ciudadanos. Desde hace más de dos décadas que se habla del tema en campos como la arquitectura, investigación, tecnologías de la información y comunicación.

Para los expertos, en la puesta en marcha de este tipo de plataforma tecnológica, que incorpora elementos de eficiencia energética y planificación urbana, el rol de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) es fundamental y, lo es, por una razón concreta: han permitido que las sociedades estén cada vez más conectadas, a través de prestaciones que buscan elevar la calidad de vida de los habitantes, incrementar la competitividad; volver más eficientes los procesos de gestión pública; aumentar la capacidad para crecer económicamente; optimizar los tiempos; descentralizar las funciones; mejorar los flujos; aumentar la confiabilidad y disposición de la información; facilitar compras y pagos, y generar mayores niveles de información.

En términos prácticos, se puede entender unasmart citycomo un modelo de ciudad que, apoyado ciento por ciento en tecnología de alto nivel, tiene ejes estratégicos como la movilidad urbana -seguridad y eficiencia de las infraestructuras y sistemas de transporte-, la eficiencia energética y, en general, la gestión sostenible de los recursos. De ahí entonces, que los proyectos implementados en distintos países, aunque diferentes, todos se ajustan en mayor o menor medida a estos tres ejes.

Si nos basamos en esos ejes estratégicos, la congestión del tránsito es uno de los mayores problemas en el ámbito de la movilidad y sus efectos son claros y hasta medibles: empeoramiento de la calidad del aire y disminución de los niveles productivos de los ciudadanos. En este ámbito, las soluciones tecnológicas que las ciudades inteligentes ofrecen están orientadas a facilitar al conductor, por ejemplo, información en tiempo real del tráfico, eltimingde los semáforos y la señalización.

Lassmart citiesresponden a la necesidad de incluir los recursos urbanos en un solo marco estructural para contar con sistemas integrados en las calles que permitan un mejor servicio y protejan el medio ambiente. Esto, considerando que, con el explosivo desarrollo urbano en el mundo, las ciudades requieren automatizar sus procesos, ahorrar tiempo y que la gestión pública sea eficiente y oportuna.

Sobre el aumento de la población urbana, los datos del Departamento de Asuntos Sociales y Económicos de la Secretaría de Naciones Unidas (ONU) son reveladores: más de 50% de la población mundial vive actualmente en mega-ciudades y para 2050, se espera que esa cifra ascienda a 70%.

Los proyectos desmart citiesdeben cumplir sí o sí con infraestructura tecnológica -redes de información-, estrategia energética -uso de energías renovables, sistemas de almacenamiento y aprovechamiento de energía-; gestión y protección de los recursos; provisión de servicios y la participación del Gobierno -aplicación de políticas sostenibles para que sean iniciativas que beneficien a la población en su conjunto y no sólo a determinados grupos-.

Algunas de las herramientas TIC más utilizadas son las tarjetas inteligentes para el acceso a algunos de los servicios de la ciudad, puntos inalámbricos de conexión Wi-Fi; información en tiempo real del tráfico; sensores distribuidos por la ciudad que recopilan información -alumbrado, control ambiental-, por mencionar algunas.

Francisco Díaz, arquitecto de la UC y máster de la Universidad de Columbia, tiene una mirada crítica sobre lassmart cities, en tanto detrás de la utilización de las tecnologías de la información y de la comunicación, no haya objetivos definidos que mejoren la calidad de vida de la población. “Lo fundamental es que tengan como objetivo promover ‘smart citizens’, es decir, que la tecnología sea utilizada para hacer más igualitario el acceso a la información sobre la ciudad y, así, se pueda generar una sociedad más empoderada y con el poder de tomar mejores decisiones”, plantea.

Según el profesional, el concepto desmart citiesdebiera ser entendido como aquella ciudad donde el capital social y físico –infraestructura construida-, se evalúa con la misma importancia que el capital económico. “Ese equilibrio entre ciudadanía, medio ambiente y desarrollo es también la base para que la sustentabilidad urbana no sea sólo un cliché”, advierte Díaz.

Por su parte, Jonathan Barton, director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), ligado a las universidades Católica y de Concepción, señala que “los impactos son importantes, porque se espera faciliten una mejora en nuestro uso de los sistemas de transporte y reduzcan el número de viajes para ciertos trámites. Además, permiten aprovechar internet para facilitar información, de modo de mejorar nuestra comprensión y uso de la ciudad en tiempo real”.

Para Alejandra Labarca, directora ejecutiva de Smart Cities Chile, una ciudad inteligente mejora la gestión de los servicios que una ciudad debe entregar a sus habitantes: salud, seguridad, transporte, energía, conectividad, Gobierno y medio ambiente, por ejemplo. La especialista asegura que, en la inclusión de las ciudades inteligentes, hay un factor clave que no puede quedar al margen: la educación. “Para alcanzar y mejorar los distintos aspectos de una ciudad es necesario usar tecnologías, pero también educar a los ciudadanos para que sean actores clave de este proceso de conversión de las ciudades”, sostiene.

Las pioneras

A nivel mundial, la introducción de tecnologías para hacer más inteligentes las ciudades ha tomado fuerza y distintas iniciativas llevan años de aplicación, con bastante éxito. Los casos son variados: en San Francisco (EE.UU.), por ejemplo, se habilitaron tuberías de agua que cuentan con sensores que informan oportunamente al organismo operador, cuáles son los sectores que registran fugas. También, está el uso de Google Maps, una solución tecnológica quetrackeala congestión vial y, en la práctica, ayuda al usuario a tomar decisiones de desplazamiento.

En Nueva York, en tanto, se utiliza una plataforma interactiva que, a través de pantallas instaladas en toda la ciudad se informa sobre las noticias y eventos. En esta misma urbe y, junto a IBM, se lanzó elBusiness Analytics Solution, centro de servicios dedicado a encontrar formas de ayudar a las empresas y a los gobiernos a aplicar tecnologías de análisis para comprender mejor las condiciones del mercado.

En Tokio, asimismo, opera un servicio que entrega alertas tempranas a los usuarios para prepararse ante un sismo. La información es despachada por los operadores de celulares que envían a sus clientes, vía mensajes de texto, utilizando la tecnología conocida como “emisión por celda”, que difunde los mensajes de forma similar a como se emite la señal de radio o televisión.

En Xinjiang (China), las autoridades tienen la posibilidad de saber en tiempo real, por ejemplo, el porcentaje de desempleo de la ciudad, a través de chips instalados en las tarjetas de seguridad social de los ciudadanos.

En Europa también se han puesto en marcha varias iniciativas. En París, el llamado Autolib puso fin al ruido y a la contaminación. La idea es que el parisino fije una ruta de destino dentro de la ciudad y reserve un vehículo eléctrico, luego se desplace, llegue al lugar señalado como destino, sin tener que regresar al punto de origen, y ahí otra persona pueda usar el mismo automóvil. A este servicio se puede acceder con la ayuda de las aplicaciones para equipos móviles iOS y Android. Y, en España, se instalaron 12.000 sensores en el asfalto que miden desde la polución del aire hasta el lugar donde hay estacionamientos disponibles. Incluso, avisan a los recolectores de basura cuáles son las calles en las que no se han recogido aún los desperdicios. Estos mismos sensores, hacen que las luces de las calles se apaguen cuando no hay movimiento y se enciendan cuando circulan transeúntes.

La mirada de largo plazo que falta

En general, lassmart citiesen el mundo han sido guiadas desde el Estado, través de lineamientos estratégicos de política pública como con recursos financieros. Pero, en el caso de Chile, no existe una política de Estado que promueva las ciudades inteligentes, sino más bien, lo que hay son iniciativas aisladas que impulsa, cada cierto tiempo, el sector privado. Así, lo advierte Alejandra Labarca: “se ha avanzado poco, pero hay avances. Se trata de proyectos muy específicos de negocios uno a uno que responden a necesidades concretas, satisfechas por proveedores determinados”.

Carlos Busso, presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de Información (ACTI), comparte la necesidad de una política global. “¿Cómo se hace en un país que tiene cada ciudad extremadamente fragmentada en comunas, que actúe en forma unificada? Eso es difícil de lograr, porquesmart citytiene que ser la ciudad entera, no puede ser sólo una comuna que tenga una iniciativa. Falta todavía camino por recorrer. Una iniciativa que agrupe, por sobre las comunas, empieza a tener sentido”, enfatiza el dirigente.

¿Qué es lo que está haciendo Chile? Según Jonathan Barton, los ejemplos más generalizados son el uso de internet en espacios públicos (disponibilidad gratis). “La tarjeta BIP que facilita un mejoramiento continuo del Metro y otros sistemas de transporte superficial, a través del detalle de cada pasajero y el conjunto. Este tipo de información es vital para ajustar sistemas en el instante, planificar e invertir en el mediano y largo plazo”. Agrega que también “está el sistema que entrega información sobre los tiempos de desplazamiento de los buses. Además, hay distintas aplicaciones (para dispositivos móviles) que ayudan a realizar compras on-line o a efectuar el pago de servicios vía internet”.

A la hora de hablar sobre los desafíos que, en materia de implementación desmart citiestiene Chile, Alejandra Labarca plantea que “se requiere aunar esfuerzos público y privados de manera interdisciplinaria e integral que permita, por una parte, enfrentar desafíos propios de las ciudades de Chile y, por otra, fortalecer políticas públicas orientadas a mejorar los servicios de conectividad del país, en materia de transporte y comunicaciones”. Agrega: “si el Estado no juega un rol importante, las brechas que se abrirán en nuestra sociedad y las más desarrolladas serán aún más grandes”.

En tanto, Jonathan Barton comenta que “debemos asegurar una ampliación y mayor equidad en acceso y uso de tecnologías. El peligro puede ser el aumento de la brecha digital, según el costo de planes (de telefonía móvil) de 3G y 4G. Como meta de política pública general y urbana, es necesario enfrentar este riesgo de aumentar la inequidad urbana, a través desmart cities”.

Los diferentes proyectos desmart citiesimplementados en el mundo, de seguro, irán incrementándose paulatinamente dependiendo de las necesidades, cada vez mayores, de la población. En el caso puntual de Chile, está claro cuál es el desafío: construir ciudades inteligentes que abarquen a importante número de ciudadanos, no a grupos pequeños, porque lassmart citiesestán pensadas como desarrollo urbano que responda a los requerimientos de los habitantes, las empresas y las instituciones. Y se cuente, para ello, con una plataforma que integre servicios, garantice la calidad, la innovación y la sustentabilidad.

El proyecto chileno: SmartCity Santiago

Uno de los proyectos pioneros es Smartcity Santiago, implementado por Chilectra en el Parque de Negocios Ciudad Empresarial, en Huechuraba, durante 2013. Se trata de un laboratorio experimental que incorpora varios proyectos de movilidad eléctrica, entre los que destacan: medidores inteligentes con comunicación bidireccional -el cliente puede gestionar de manera más eficiente su consumo-; infraestructura eléctrica tele-comandada; departamentos de operación domótica; uso de tecnología solar para el calentamiento de agua; letreros de data con mensajería variable en paraderos; alumbrado público con tecnología LED -el usuario percibe una iluminación de mejor calidad y también puede constatar una disminución en los consumos de energía-; iluminación ornamental para áreas verdes, y Wi-Fi público de libre acceso y banda ancha para teléfonos celulares.

Smart Cities are not a new concept used to describe urban areas that use state-of-the-art technology to provide, in an efficient and sustainable environment, multiple services and wellbeing to citizens. For more than 20 years it has been discussed in areas such as architecture, research, and information and communication technologies.

For experts, in starting up this type of technological platform –which brings together elements of energy efficiency and urban planning- the role of information and communication technology (ICT) is fundamental. The reason is concrete: ICT has allowed societies to be increasingly connected through services that aim to raise people’s living standards, and can increase competitiveness, make public administration processes more efficient; increase economic growth capacity, optimize timings, decentralize functions, improve flows, increase the trustworthiness and availability of information, facilitate purchases and payments, and generate increased levels of information.

In practical terms, a smart city can be understood as a city model that, with 100% hi-tech support, has strategic axes such as urban mobility –safe and efficient transport systems and infrastructure-, energy efficiency and, in general, sustainable resource management. Different projects implemented in different countries more or less fit these three axes.

Considering what these axes are, traffic congestion is a major mobility obstacle whose effects are clear and even measurable: worsening air quality and lower productivity. In this field, the technological solutions that smart cities offer are aimed, for instance, at traffic light timing, signposting, and giving drivers real-time traffic information.

Smart cities are an answer to the need to include urban resources in one structural frame in order to have integrated systems on the streets, allowing for better service and greater environmental protection. This stems from the world’s explosive urban development requiring cities to automate their processes, save time and have an efficient and timely public administration.

On the growing urban population, UN Department of Economic and Social Affairs data is revealing: over 50% of the world’s population live in mega-cities now, a figure that is expected to increase to 70% by 2050.

Smart city projects have no choice but to incorporate technological infrastructure -information networks-, energy strategy –including renewables and systems of energy storage and synergies-, resource management and protection, service supply and government participation –the implementation of sustainable policies that benefit whole communities and not just specific groups-.

Some of the most used ICT tools are smart cards for accessing urban services, Wi-Fi connection points, real-time traffic data, and sensors that collect information on streetlights and environmental control for example.

Francisco Díaz, an architecture graduate from Universidad Católica who also has a Masters’ from Columbia University, is critical of smart cities, for not connecting ICT use with defined objectives that improve living standards. “It’s essential that their objective is the promotion of ‘smart citizens’; that technology is used to make the access to city information more egalitarian so that a more empowered society can be generated, with the power to make better decisions,” he says.

According to Díaz, the smart city concept should be understood as that city where the social and physical capital –infrastructure in place- is assessed with the same importance as economic capital.

“That balance between citizenship, environment and development is also the foundation for urban sustainability not to be just a cliché,” warns Díaz.

On the other hand, Jonathan Barton, director of the sustainable urban development center Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), linked to Universidad Católica and Universidad de Concepción, says that “impacts are important, because they are expected to facilitate an improvement in our transport system use and to reduce the amount of trips to do certain processes. Also, they allow the use of Internet to provide information in order to improve our understanding and use of the city in real time.”

For Alejandra Labarca, executive director of Smart Cities Chile, a smart city improves the management of services a city has to give to its inhabitants: health care, safety, transport, energy, connectivity, government and environment, for example. Labarca says there is a key factor whose importance can’t be understated: education. “To reach and improve the different aspects of a city, the use of technology is needed, as is teaching citizens so that they are key actors in this process of cities’ conversion,” she says.

The Pioneers

Worldwide, the introduction of technologies to make cities more intelligent has taken shape and different initiatives have been in place for years with considerable success. Cases vary: in San Francisco (USA), for instance, water pipes were set up with sensors informing their operators which sectors have leaks. There is also Google Maps, a technological solution that tracks traffic conditions and, in practice, helps the user to make movement decisions.

In New York meanwhile, an interactive platform is used, which -through screens installed all over the city- informs about news and events. In the same city, together with IBM, the Business Analytics Solution was launched, a services center that finds ways of helping businesses and governments to use analysis technologies to better understand market conditions.

In Tokyo there is an early warning service for users to prepare in case of an earthquake. The information is sent to clients by mobile operators, who dispatch text messages using a technology known as “cell broadcast,” that delivers messages in a similar way to how television or radio signals are broadcast.

In Xinjiang (China) authorities can see the unemployment rate in real time through chips installed in the population’s social security cards.

There are also a number of initiatives in Europe. In Paris, Autolib put an end to noise and pollution. The idea is that a Parisian chooses a destination inside the city and reserves an electric vehicle to get there, and without having to return the car to the start point leaves it at the destination for another user to take. The service can be accessed using apps for iOS and Android cell phones. In Spain, 12,000 sensors were installed in roads to measure anything from air pollution to parking availability, even notifying garbage collectors where collections have not been made. The same sensors turn off streetlights when there is no movement, and turn them on when there is.

The missing forward look

In general, the world’s smart cities have had state guidance, through strategic public policy and financial resources. But in Chile’s case, there is no state policy that promotes smart cities, and instead there are isolated initiatives that the private sector promotes from time to time. As Alejandra Labarca describes, “There has been little progress, but there is some progress. It has been in very specific business projects that meet concrete needs [and are] satisfied by specific vendors.”

Carlos Busso, president of the Chilean Association of Information Technology (ACTI), agrees on the need for a global policy. “How do you do get unified action in a country whose every city is extremely fragmented in neighborhoods? That is difficult to achieve, because a smart city has to be the whole city, it cannot be just one neighborhood that has one initiative. We still are a long way away. An initiative that unifies, going beyond neighborhood distinctions, starts to make sense,” he emphasizes.

What is Chile doing in this respect? According to Jonathan Barton, the most generalized examples are internet usage in public places (free availability). “The [public transport system] BIP card, which facilitates a continuous improvement of the Metro and other surface transport systems, through each passenger details and also the group. This kind of information is vital to adjust systems instantly, to plan and to invest in the medium- to long-term”. There is also “the system that delivers information about bus travel times. Besides that there are apps (for mobile devices) that help make online purchases or utility payments by Internet”.

On Chile’s challenges in terms of smart city implementation, according to Alejandra Labarca, “It is necessary to combine public and private efforts in an interdisciplinary and comprehensive way that allows, on one hand, to deal with the typical challenges of Chile’s cities and, on the other, to strengthen public policies aimed at improving the country’s connectivity services in terms of transport and communications.” “If the State does not play an important role, gaps to be opened between our society and the more developed ones are going to be even bigger,” she adds.

Jonathan Barton meanwhile adds, “We have to ensure more -and more equal- access and use of technologies. The danger might be the increase of the digital gap, depending on the 3G and 4G (cell phone) subscription costs. As a general and urban public policy goal it is necessary to address this risk of widening urban inequity through smart cities”.

What’s sure is that different smart cities projects implemented in the world are going to gradually grow depending on the population’s increasingly needs. In Chile’s specific case, it is clear what the challenge is: to build smart cities that cover significant numbers of citizens -not small groups- because smart cities are conceived as an urban development that meets the needs of inhabitants, businesses and institutions. In order to do that, they have a platform that integrates services and guarantees quality, innovation and sustainability.

The Chilean project: SmartCity Santiago

One of the pioneer projects is Smartcity Santiago, implemented in 2013 by Chilectra in the Ciudad Empresarial business park. It is an experimental lab that brings together several electric mobility projects, such as intelligent meters with two-way communication –clients can manage their consumption more efficiently-; remote controlled electric infrastructure; home automation departments; solar water heating; electronic data signs with programmable messages in bus stops; LED streetlights that give better quality lighting and lower energy consumption; decorative lighting in green areas, and free access public Wi-Fi and broadband for cell phones.

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