Mucho antes de que el salmón que se cultiva en las aguas de la Patagonia se procese, se envase y se envíe a mercados en todo el mundo, las empresas deben cumplir primero con un gran número de requerimientos logísticos, incluida la aprobación del regulador chileno de pesca Sernapesca, la certificación de aduanas y un largo viaje al puerto de Valparaíso para su embarcación.
El puro volumen de papeleo y las distancias involucradas hacen que el proceso de exportar bienes sea innecesariamente agotador, en particular para una industria que exporta el 95% de su producción, dice Carlos Odebret, gerente general de SalmonChile, la mayor organización de comercio de salmón del país.
“Somos una industria dedicada a mirar más allá de nuestras fronteras y, por lo tanto, el rol de aduanas es tremendamente importante”, afirma.
Chile se ve como líder de negocios y modelo de estabilidad económica en la región, pero esta imagen se contrapone con procedimientos aduaneros difíciles de manejar. Las agencias de desarrollo son aficionadas a usar a Chile como un referente en América Latina para las iniciativas de facilitación comercial. Y sin embargo, según un reciente informe del Banco Mundial, los procedimientos de autorización de Chile “siguen requiriendo mucho tiempo y siendo engorrosos”.
En general, Chile se ubica en el lugar número 14 del Índice Global de Facilitación del Comercio 2012, cuatro puestos más arriba que en el 2010 y primero en la región. Pero el informe afirma que exportar bienes desde el país demora 21 días frente a los 18 días que requiere en América Latina y el Caribe, los 10,9 días en la OCDE y los apenas 6 días en Estados Unidos.
Según las estimaciones del Banco Mundial, una demora de un día reduce las exportaciones en cerca del 1%. Por lo tanto, dado que las exportaciones de bienes de Chile alcanzaron los US$80.600 millones en el 2011, cada día adicional de demora implica costos en torno a los US$806 millones. Reducir la autorización a la mitad, en teoría, podría ahorrar al país cerca de US$8.000 millones al año.
El informe destaca que, pese a estos problemas, Chile ha logrado significativos avances hacia una modernización de su régimen aduanero, los que incluyen procedimientos eficientes y poca corrupción, pero claramente hay más por hacer.
José Raúl Perales, director ejecutivo de la Asociación de Cámaras de Comercio Americanas en Latinoamérica (AACCLA), afirma que Chile se destaca entre sus pares en términos de su gestión aduanera e instalaciones portuarias.
Como parte de la iniciativa Caminos para la Prosperidad lanzada el año pasado por Estados Unidos como una forma de comprometer a los países del Hemisferio Occidental en la promoción del crecimiento inclusivo en la región, las naciones se han dividido en subgrupos. El grupo encargado de promover la facilitación comercial es copresidido por Chile y Costa Rica.
Chile también ha logrado un sistema avanzado de gestión de aduanas orientado a simplificar procedimientos. De hecho, Chile ha reducido los aranceles sobre casi todas sus importaciones y está analizando un proyecto de ley que eliminaría de manera gradual el arancel general a las importaciones para el 2015, lo que sería un tremendo incentivo para el comercio en tránsito.
No obstante, pese a estos avances, persisten considerables desafíos. Cuando se le compara con las economías desarrolladas de la OCDE, Chile se ubica cerca del final de la lista en términos de la conveniencia de la mercancía en tránsito. Y ahí aún hay dificultades y limitaciones con la digitalización de procedimientos, así como también con una coordinación en ocasiones pobre entre los distintos ministerios, agencias privadas y Fuerzas Armadas, afirma Perales.
“Uno puede tener una situación en que está ingresando un bien que aparece en la lista de control de las Fuerzas Armadas”, explica Perales, “y ellas pueden detener la mercancía sin estar totalmente informadas de las normas y regulaciones del Tratado de Libre Comercio”.
Sistema de Ventanilla Única
Para evitar estos tipos de confusos enredos y reducir la burocracia, Chile está trabajando en un sistema de ventanilla única, conocido como Sistema Integrado de Comercio Exterior (SICEX), el que está diseñado para reducir a la mitad la cantidad promedio de días requeridos para sacar los bienes de aduana.
La idea detrás de este sistema, explica Alejandra Arriaza, subdirectora técnica del Servicio Nacional de Aduanas de Chile en Valparaíso, es proporcionar a las agencias gubernamentales, exportadores e importadores un proceso en línea para coordinar el traslado de bienes hacia dentro y hacia fuera del país.
Chile ha estado trabajando en un sistema electrónico de facilitación del comercio desde el 2004. El país integró algunas agencias de aduana en el 2006 y creó un sitio web para proveer información a los exportadores en el 2008, pero el Gobierno del presidente Sebastián Piñera ha hecho del sistema de ventanilla única una prioridad.
En noviembre del 2010 se creó un comité asesor presidencial para estudiar este tema y, un año después, se lanzó un proceso de licitación internacional para el diseño y la implementación del SICEX. El adjudicatario del contrato, anunciado en marzo de este año, fue un consorcio compuesto por la consultora española Everis y el proveedor de servicios de comercio electrónico CrimsonLogic Panama.
En su primera etapa, el nuevo sistema incorporará a 18 agencias gubernamentales diferentes para fines de este año, limitando el procedimiento de autorización de las exportaciones a 14 días. La segunda fase, programada para estar operativa a mediados de 2013, incorporará a los importadores y en el 2014, el sistema intentará incorporar a las empresas de transporte y logística, una hazaña que Arriza dice que reducirá los tiempos de autorización en varios días más.
“La ausencia de un sistema unificado es un problema, porque involucra ir físicamente a varios lugares diferentes antes de que un producto se pueda exportar o importar”, señala Paulina Nazal, jefa del Departamento Acceso a Mercados de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores.
“Los exportadores e importadores nos dicen todo el tiempo que si hubiera un sistema integrado en donde pudieran obtener todos los certificados necesarios en un solo lugar, su trabajo sería mucho más sencillo.”
El experimentado agente de aduana Alan Smith, quien encabeza la Asociación Nacional de Agentes de Aduana (ANAGENA), también cree que el sistema de ventanilla única mejorará los procedimientos que sostiene -a veces y para algunos productos específicos- pueden ser una pesadilla burocrática.
Sin embargo, destaca que el sistema SICEX, como está diseñado actualmente, no incorpora empresas privadas tales como agentes de carga, compañías navieras, terminales portuarios, depósitos de aduana, inspectores de seguro y firmas locales de transporte. Aún si estas compañías se incluyeran en una etapa posterior, Smith tiene dudas de que todas ellas puedan reunirse exitosamente bajo el amparo de un sistema.
“El problema con todos estos actores privados de la cadena de logística es que cada uno tiene sus propios procedimientos y diferentes costos de servicio”, indica Smith. “No hay ninguna autoridad que pueda regular este aspecto de los servicios, de modo que no creemos que esto cambiará fácilmente”.
Pero hay otras formas de acelerar el proceso aduanero. Una característica del actual sistema de importación permite una autorización avanzada hasta una semana antes de arribar a puerto, reduciendo potencialmente días al tiempo que demora salir de aduanas. Dados tales disposiciones de ahorro de tiempo, Smith rebate que el promedio de los procedimientos de autorización estén cerca de los 21 días, como indica el Banco Mundial.
“Estimamos que la cantidad se ubica entre 10 y 14 días”, afirma. Cerca del 80% de toda la carga ha dejado el muelle antes de 48 horas de haber arribado, mientras que otro 20% -usualmente productos agrícolas- requieren inspección adicional, pero el tiempo promedio para que esa carga reciba la autorización es de 3 a 4 días.
En general, los exportadores de artículos perecibles tienen pocas quejas sobre los procedimientos aduaneros, los que incluyen la inspección del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). La serie de documentos que se requieren ocasionalmente causan “algunas demoras menores cuando la demanda es alta”, según Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile (ASOEX), pero nada que no se pueda arreglar con un pequeño cambio.
Sin embargo, en la realidad hay otros obstáculos que las empresas enfrentan para lograr procedimientos de exportación e importación más fáciles, lo que una ventanilla única no puede arreglar.
Embotellamiento de Infraestructura
Los desafíos enfrentados por los exportadores de fruta son bastantes representativos de las limitaciones de infraestructura del país. El Ministerio de Agricultura recientemente informó que más del 90% de todas las frutas y verduras que se producen en el país se exportan desde los puertos de San Antonio y Valparaíso. De hecho, cerca del 70% de todas las exportaciones e importaciones transitan por estos dos puertos, lo que crea un embotellamiento y problemas ocasionales con el movimiento de la mercancía.
Si bien ha habido esfuerzos por desarrollar los puertos de Iquique y Punta Arenas, el hecho es que Chile tiene una geografía complicada.
Sin embargo, más allá de esto, las instituciones de Chile necesitan modernizarse, afirma Perales de AACCLA.
En la última década, mientras el país suscribía afanosamente tratados de libre comercio, el más destacado en el 2003 con Estados Unidos, modernizar sus procedimientos aduaneros e infraestructura portuaria no se consideraban una parte necesaria de las negociaciones, porque ya había un muy buen sistema en marcha: las importaciones se habían procesado de manera electrónica desde 1997 y las exportaciones comenzaron a hacerlo poco después en el año 2000. Desde entonces, Estados Unidos ha suscrito tratados con Perú y Colombia además de con países de América Central, todos los cuales contienen compromisos para abordar la facilitación del comercio.
“Una de las cosas que Chile no tiene con Estados Unidos que los países de América Central sí, es un capítulo sobre las capacidades para modernizar las aduanas y permitir el movimiento más rápido de los bienes”, destaca Perales. “Parte de eso se debe a que Chile fue el primero, pero parte de ello fue porque los chilenos ya se habían esforzado mucho antes de que el acuerdo entrara en vigencia, y en las mentes de los negociadores chilenos y estadounidenses Chile no tenía una necesidad de desarrollar sus instituciones”.
No obstante, las industrias basadas en la exportación tienen altas expectativas de que un sistema de ventanilla única resolverá sus problemas. La industria del salmón se desarrolló casi por completo para la exportación y cerca de 400.000 toneladas de salmón fresco y congelado se envían anualmente a mercados en Japón, la Unión Europea, Brasil y Estados Unidos. Dada la diversidad de sus mercados, Odebret de SalmonChile sostiene que la integración de los servicios de aduana y la tecnología bajo un sistema unificado es la mejor manera de simplificar el proceso de exportación.
“Esperamos que esto reduzca de manera considerable la cantidad de papeleo que se requiere para exportar”, sostuvo Odebret. “Es inconcebible que el salmón fresco pueda demorar 12 días en exportarse, si lo hiciera, no sería fresco”.
Aaron Nelson trabaja como periodista freelance en Santiago
Long before farm-raised salmon in Patagonian waters are processed, packaged and shipped to markets across the globe, companies must first comply with a myriad of logistical requirements, including approval by Chile’s fishing regulator Sernapesca, customs certification and an out of the way trip to the Port of Valparaiso for embarkation.
The sheer volume of paperwork and distances involved make the process of exporting goods unnecessarily burdensome, particularly for an industry that exports 95% of its production, says Carlos Odebret, CEO of SalmonChile, the country’s largest salmon trade organization.
“We’re an industry dedicated to looking beyond our borders, and so the role of customs is tremendously important,” he said.
Chile sees itself as a business leader and model of economic stability in the region, but this image is belied by unwieldy customs procedures. Development agencies are fond of using Chile as a benchmark in Latin America for trade facilitation initiatives. And yet, according to a recent World Bank report, Chile’s clearance procedures “remain time consuming and cumbersome”.
Overall, Chile ranks 14th in the Global Enabling Trade Index 2012, up four positions from 2010 and top in the region. But the report says it takes 21 days to export goods from the country versus an average 18 days in Latin America and the Caribbean, 10.9 days in the OECD, and just six days in the United States.
According to World Bank estimates, a day's delay reduces exports by around 1%. Therefore, given that Chile’s goods exports reached US$80.6 billion in 2011, every additional day of delay entails costs of some US$806 million. Halving the clearance time could, in theory, save the country around US$8 billion annually.
The report notes that, in spite of these problems, Chile has made significant strides toward modernizing its customs regime, including efficient procedures and little corruption, but clearly there is more to be done.
Jose Raúl Perales, executive director of the Association of American Chambers of Commerce in Latin America (AACCLA), says Chile stands out among its peers in terms of its customs management and port facilities.
As part of the Pathways to Prosperity in the Americas initiative launched by the United States last year, member countries have been divided into subgroups including one concerned with promoting trade facilitation that is co-chaired by Chile and Costa Rica.
Chile has also achieved an advanced system of customs management aimed at simplifying procedures. In fact, Chile has reduced tariffs on almost all its imports and is considering a bill that would gradually eliminate the general import duty by 2015, which would be a tremendous incentive for trade.
Yet, despite these advances, considerable challenges remain. When compared to the developed economies of the OECD, Chile ranks near the bottom in terms of the expediency of moving merchandise. And there are still difficulties and limitations with the digitalization of procedures, as well as occasionally poor coordination between the various ministries, private agencies and the Armed Forces, says Perales.
“You may have a situation where you’re bringing in a good that appears on the Armed Forces control list,” Perales explained, “and they can detain that good without being fully cognizant of the rules and regulations in the Free Trade Agreement.”
Single window system
To avoid these types of messy entanglements and reduce red tape, Chile is working on a single window system, known as the Integrated Trade System (Sistema Integrado de Comercio Exterior, or SICEX), which is designed to halve the average number of days required to clear customs.
The idea behind this, explained Alejandra Arriaza, technical manager at Chile’s National Customs Service in Valparaiso, is to provide government agencies, exporters and importers with an online process for coordinating the movement of goods in and out of the country.
Chile has been working on an electronic trade facilitation system since 2004. It integrated some customs agencies in 2006 and created a website to provide information for exporters in 2008, but the government of President Sebastián Piñera has made the single window system a priority.
A presidential advisory committee was created to study this in November 2010 and, a year later, an international bidding process was launched for the design and implementation of SICEX. The winning bidder of the contract, announced in March this year, was a consortium comprised of the Spanish consulting firm Everis and eTrade services provider CrimsonLogic Panama.
In its first stage, the new system will incorporate 18 different government agencies by the end of this year, capping the export clearance procedure at 14 days. The second phase, scheduled to be up and running by mid-2013, will incorporate importers, and in 2014, the system will attempt to bring transport and logistics companies into the fold, a feat that Arriza says would reduce clearance times by several more days.
“The absence of a unified system is a problem because it involves physically going to several different places before a product can be exported or imported,” said Paulina Nazal, head of Market Access at the Foreign Ministry’s Department of International Economic Affairs (Direcon).
“Exporters and importers tell us all the time that if there was an integrated system where they could get all the necessary certificates in one place, it would make their job much easier.”
Seasoned customs broker Alan Smith, who heads the National Association of Customs Brokers (ANAGENA), also believes the single window system will improve procedures that he says can, at times and for some specific products, be a bureaucratic nightmare.
However, he points out that the SICEX system, as it is currently designed, does not incorporate private companies such as freight forwarders, shipping lines, port terminals, customs warehouses, insurance surveyors and local trucking firms. Even if these companies were included in the system at a later date, he is dubious that they can all be successfully brought under the umbrella of one system.
“The problem with all these private actors in the logistics chain is that each has its own procedures and different costs for services,” Smith said. “There is no authority that can regulate this aspect of services, so we don’t think this will change easily.”
But there are other ways to speed up the customs process. One feature of the current import system allows for advance clearance up to a week before arriving at port, shaving potentially days off the time it takes to clear customs. Given such time-saving devices, Smith disputes that clearance procedures average anywhere near 21 days, as the World Bank indicates.
“We estimate the number to be somewhere between 10 and 14 days,” he said. Around 80% of all cargo has left the pier within 48 hours of arrival, while another 20% - usually agricultural products - requires additional inspection, but the average time for that cargo to clear is between 3 to 4 days.
In general, exporters of perishable items have few complaints about customs procedures, which include inspection by the Agriculture and Livestock Service (SAG). The paper trail occasionally causes “some minor delays when demand is high,” according to Ronald Bown, president of the Chilean Association of Fruit Exporters (ASOEX), but nothing that can’t be fixed with a little tweaking.
In reality, however, there are other obstacles that companies face in achieving smoother import and export procedures, which a single window can’t fix.
Infrastructure bottleneck
The challenges faced by fruit exporters are fairly representative of the country’s infrastructure limitations. The Ministry of Agriculture recently reported that more than 90% of all produce is exported from the ports of San Antonio and Valparaiso. In fact, around 70% of all exports and imports move through these two ports, creating a bottleneck and occasional issues with the movement of merchandise.
While there have been efforts to develop ports in Iquique and Punta Arenas, the fact remains that Chile has a complicated geography.
Beyond this, however, Chile’s institutions need updating, says AACCLA’s Perales.
Over the past decade, while the country was busily signing free trade agreements, notably with the United States in 2003, modernizing its customs procedures and port infrastructure wasn’t considered a necessary part of negotiations because there was already a very good system in place – imports had been electronically processed since 1997 and exports followed shortly after in 2000. Since then, the US has penned free trade agreements with Peru and Colombia as well as Central American countries, all of which contain commitments addressing trade facilitation.
“One of the things Chile doesn’t have with the United States that countries in Central America do is a chapter on capacities to modernize customs and allow for the faster movement of goods,” noted Perales. “Part of that was because Chile came first, but part of it was the Chileans had already done a lot of the leg work before the agreement was in place, and in the minds of US and Chilean negotiators Chile did not have a need to develop its institutions.”
Nevertheless, export-based industries have high hopes that a single window system will solve many of their problems. The salmon industry was developed almost entirely for export with nearly 400,000 tons of frozen and fresh salmon sent annually to markets in Japan, the European Union, Brazil and the United States. Given the diversity of its markets, SalmonChile’s Odebret says the incorporation of customs services and technology under a unified system is the best way to simplify the export process.
“We expect this will considerably reduce the amount of paperwork required to export,” Odebret said. “It’s inconceivable that fresh salmon could take 12 days to export, if it did it wouldn’t be fresh.”
Aaron Nelson is a freelance journalist based in Santiago