Siguiendo al ColectivoFollow the Crowd

26 Junio 2013

José Antonio Berríos y Alejandro Pérez, cofundadores del sitio chileno de financiamiento colectivo Broota.com, saben por experiencia que comenzar un negocio no es fácil. Uno de los mayores desafíos en las primeras etapas de cualquier nueva empresa es levantar capital cuando el flujo de efectivo es ajustado. Broota (pronunciado brota, literalmente de brotar) ha sobrevivido gracias a una mezcla de financiamiento público y privado, pero otras empresas emergentes a menudo tienen dificultades para financiarse. Berríos y Pérez dicen que su sitio ayudará a llenar este vacío.

La compañía comenzó a comienzos del 2012 cuando un amigo les contó acerca del sitio estadounidense de financiamiento colectivo Kickstarter. En ese entonces Pérez estaba en Noruega y Berríos estaba viviendo en El Congo, pero los ex compañeros de curso acordaron reunirse en Chile para desarrollar su idea. Primero pensaron en desarrollar una plataforma para el sitio holandés de financiamiento colectivo Symbid.com, pero cuando se dieron cuenta de que no era posible decidieron iniciar su propio sitio.

Tras formar una alianza con Austral Incuba, la incubadora de la Universidad Austral de Chile, recibieron US$20.000 en capital semilla de la Corporación de Fomento de la Producción de Chile (CORFO). También encontraron varios inversionistas privados y formaron un consejo de asesores de cinco miembros encabezado por Juan Pablo Swett, presidente de la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH).

Hoy en día, operan su negocio desde dos habitaciones en la casa de Pérez en Providencia. “Esta solía ser mi habitación”, dice Pérez mientras despeja un escritorio lleno de computadores portátiles y tazas de café. Pero las apariencias pueden ser engañosas. Tras lanzar el sitio el 3 de mayo, los socios planean contratar seis empleados más para sumar a los dos de su nómina y están buscando nuevas oficinas.

A nivel global, el financiamiento colectivo, que mueve cerca de US$3.000 millones al año, es un concepto relativamente nuevo. Las plataformas de financiamiento colectivo en base a inversión más exitosas -tales como Symbid, Seedrs.com y Crowdcube.com- tienen su sede en Europa, específicamente en Holanda y Reino Unido.

Parte de la razón por la que se ha demorado en despegar en otros países, incluido Chile, son los obstáculos de carácter regulatorio. Hay varios modelos diferentes de financiamiento colectivo. Estos incluyen sitios que reciben donaciones para financiar proyectos sociales, como Kickstarter que ofrece a los inversionistas una recompensa como una muestra gratis del producto, y sitios como Cumplo.cl de Chile que presta dinero a emprendedores.

Sin embargo, recientemente este último modelo ha sido criticado por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras de Chile (SBIF). Si bien Cumplo sigue adelante, el regulador ha cuestionado su legitimidad y los desarrolladores de operaciones similares de préstamos de igual a igual han recibido advertencias.

Pero el modelo de Broota es harina de otro costal. Por ley, la Superintendencia de Valores y Seguros de Chile (SVS) debe aprobar ofertas públicas de acciones, lo que puede ser un proceso largo y costoso. No obstante, hay algunas excepciones en las que una oferta pública no requiere la aprobación. Una de estas, explica Pérez, es cuando los inversionistas se solicitan de manera individual. Broota ha aprovechado este vacío, lo que significa que solo inversionistas invitados por una de las empresas emergentes del sitio pueden participar.

“Desafortunadamente nuestra plataforma no puede estar abierta a todos”, indica Pérez.

Esto limita el grupo de potenciales inversionistas, pero también crea lo que Berríos llama una “comunidad” de inversionistas que pueden participar en cualquier proyecto en el sitio. “Transformamos una limitante en algo positivo”.

El modelo de negocios de Broota es simple. Cobra al inversionista una comisión del 2,5% y al emprendedor una comisión del 5% si la oferta es exitosa. Además tiene un acuerdo con el chileno Banco Internacional para gestionar todos los pagos en el sitio web.

Para los inversionistas, registrarse en el sitio es fácil: uno ingresa su dirección de correo electrónico, selecciona un alias y una clave secreta e instantáneamente tiene acceso a información sobre todas las empresas emergentes en el sitio.

El atractivo para los inversionistas, explica Pérez, es que con una inversión mínima de 30.000 pesos, cerca de US$60, pueden hacer una diferencia. “Con poco dinero realmente se puede hacer un cambio, uno se siente parte de la empresa”, sostiene.

Dado que solo una de cada 10 empresas emergentes tiene éxito, hay una alta probabilidad de que los inversionistas pierdan “la totalidad o parte de su dinero”, admite Berríos, pero se informa a los inversionistas sobre el riesgo cuando se inscriben o reciben un correo electrónico.

Los emprendedores también asumen un riesgo. Publican cuánto capital quieren recaudar (mínimo US$30.000) y qué porcentaje de acciones están dispuestos a entregar a cambio. Tienen un plazo de 60 días para alcanzar su objetivo. Si no lo hacen, no reciben nada y los inversionistas tienen la opción de un reembolso o de reinvertir su dinero en otro proyecto.

Pero no se trata solo de dinero. A través de Broota, los emprendedores no solo reciben acceso a potenciales inversionistas sino que además consiguen una mayor visibilidad. Tome como ejemplo a Guayacán, una cervecería del valle de Elqui en el norte de Chile. En junio, la compañía se convirtió en la primera empresa en ser financiada a través de Broota, al alcanzar su meta de 68 millones de pesos (alrededor de US$140.000).

Guayacán planea utilizar el dinero para ayudar a financiar una nueva planta y equipamiento para ampliar su producción, señala Andrés Toro, gerente general de la compañía.

De manera clave, Broota también dio a Guayacán acceso a una red de contactos que le han dado feedback, indica Toro. “Nos diferencia como una empresa innovadora dado que somos la primera compañía en obtener financiamiento colectivo en base a inversión en América Latina”, añade.

Guayacán fue fundada en el 2009, pero no todas las empresas emergentes tienen un historial similar. Para cargar un nuevo proyecto en el sitio de Broota, los emprendedores deben entregar un plan de negocios e información financiera. Broota analiza los nuevos proyectos revisando los números para asegurar que sus valuaciones de capital sean razonables. Más de 20 proyectos han postulado online desde que se lanzó el sitio, asevera Pérez.

“Nuestra estrategia era comenzar con cinco [proyectos], pero en cuanto tengamos más inversionistas subiremos más proyectos”, dice. Por ahora, aparecer en el sitio es gratis, pero más adelante Broota cobrará una comisión por este servicio.

Por supuesto, no todas las empresas que logren inscribirse recibirán financiamiento. Si no consiguen su objetivo, ya sea porque son muy caras o porque su idea es defectuosa, lo sabrán rápidamente. “El colectivo funciona como un filtro”, explica Berríos.

No obstante, es poco probable que encontrar nuevos proyectos sea un desafío. Una nueva legislación en Chile que permite a los emprendedores crear compañías en un día a costo cero implica que pronto habrá más emprendedores haciendo fila para probar el financiamiento colectivo, predice Berríos.

Por ahora el grupo de potenciales inversionistas de Broota es pequeño, pero con el tiempo la idea es abrir el sitio al público. Otros países, como Estados Unidos, han tomado medidas para flexibilizar regulaciones para el financiamiento colectivo, destaca Pérez. La Ley para Reactivar Nuestra Creación de Empresas (JOBS, por su sigla en inglés), que aprobó el Congreso de Estados Unidos el año pasado, permitirá que las pequeñas empresas recauden hasta US$1 millón al año de manos de inversionistas no acreditados.

Chile podría tomar una dirección similar, comenta Pérez. “Queremos mostrar que este modelo funciona y que el emprendimiento genera valor para la sociedad”.

Si el financiamiento colectivo se vuelve popular en Chile, Broota pronto podría enfrentar competencia. En el futuro, las empresas podrían crear plataformas para ciertos segmentos de mercado, tales como alimentos y bebidas, y expandirse dentro de la región para permitir que los inversionistas inviertan en proyectos en otros países, señala Pérez.

“Somos los primeros en hacer esto en América Latina, estamos abriendo el camino, pero hay un largo camino por recorrer”, sostiene.

Julian Dowling es editor de Business CHILE

José Antonio Berríos and Alejandro Pérez, co-founders of the Chilean crowdfunding site Broota.com, know from experience that starting a business isn’t easy. One of the biggest challenges in the early stages of any new enterprise is raising capital when cash flow is tight. Broota (pronouncedbrota, literally to sprout) has survived thanks to a mix of public and private funding, but other startups often struggle to get funded. Berríos and Pérez say their site will help to fill this gap.

It started in early 2012 when a friend told them about US crowdfunding site Kickstarter. At the time Pérez was in Norway and Berríos was living in the Congo, but the former classmates agreed to meet back in Chile to develop their idea. At first they thought of building a platform for Dutch crowdfunding site Symbid.com, but when they realized it wasn’t possible they decided to start out on their own.

After forming a partnership with Austral Incuba, the business incubator of the Austral University of Chile, they received US$20,000 in seed money from the Chilean Economic Development Agency, CORFO. They also found several private investors and formed a five-member Board of Advisors led by Juan Pablo Swett, president of the Chilean Association of Entrepreneurs (ASECH).

Today, they run their business out of two rooms in the Pérez family home in Providencia. “This used to be my bedroom,” says Pérez as he clears space on a desk crowded with laptops and coffee cups. But looks can be deceiving. After launching the site on May 3, the partners plan to hire six more employees in addition to the two on the payroll, and they are looking for new digs.

Globally, crowdfunding, which moves about US$3 billion annually, is a relatively new concept. The most successful equity crowdfunding platforms, such as Symbid, Seedrs.com and Crowdcube.com, are based in Europe, namely Holland and the UK.

Part of the reason it has been slow to take off in other countries, including Chile, are the regulatory obstacles. There are several different models of crowdfunding. These include sites that receive donations to fund social projects, sites like Kickstarter that offer investors a reward such as a free sample of the product, and sites like Chile’s Cumplo.cl that loan money to entrepreneurs.

Recently, however, this last model has come under attack from Chile’s banking regulator, SBIF. Although Cumplo is pushing ahead, the regulator has questioned its legality and developers of similar peer-to-peer lending businesses have been warned.

But Broota’s model is a different kettle of fish. By law the Chilean securities regulator (SVS) must approve public share offerings, which can be a long and costly process. But there are some exceptions when a public offering does not require approval. One of these, explains Pérez, is when investors are solicited individually. Broota has taken advantage of this loophole, which means that only investors invited by one of the startups on the site can participate.

“Unfortunately our platform can’t be open to everyone,” said Pérez.

This limits the pool of potential investors, but it also creates what Berríos calls a “community” of investors who can participate in any project on the site. “We transformed a limitation into something positive.”

Broota’s business model is simple. It charges the investor a 2.5% commission and the entrepreneur a 5% fee if the offering is successful. It also has an agreement with Chilean bank Banco Internacional to handle all payments on the website.

For investors, registering on the site is easy – you enter your email address, select an alias and a password, and you instantly have access to information about all the startups on the site.

The attraction for investors, explains Pérez, is that with a minimum investment of 30,000 pesos, about US$60, they can make a difference. “With a little money you can really make a change, you feel part of the enterprise,” he says.

Given that only one out of ten startups is successful, there is a high probability that investors will lose “all or part of their money”, Berríos admits, but investors are informed about the risk when they sign up or receive an email.

Entrepreneurs also take a risk. They publish how much capital they want to raise (minimum US$30,000) and what percentage of equity they are willing to give up in return. They have 60 days to reach their target. If they don’t, they get nothing and investors have the option of a refund or reinvesting their money in another project.

But it’s not just about the money. Through Broota, entrepreneurs don’t just get access to potential investors they also obtain greater visibility. Take Guayacán, a brewery in the Elquí Valley of northern Chile. In June, the company became the first company to be funded through Broota, reaching its goal of 68 million pesos (about US$140,000).

Guayacán plans to use the money to help fund a new plant and equipment to expand its production, says Andrés Toro, the company’s CEO.

Crucially, Broota has also given Guayacán access to a network of contacts that have provided feedback, says Toro. “It sets us apart as an innovative company since we are the first company to obtain equity crowdfunding in Latin America,” he said.

Guayacán was founded in 2009 but not all startups have a similar track record. To upload a new project on Broota, entrepreneurs must provide a business plan and financial information. Broota screens new projects by running the numbers to ensure their equity valuations are reasonable. Over 20 projects have applied online since the site was launched, says Pérez.

“Our strategy was to start with five (projects), but as soon as we get more investors we will upload more projects,” he said. For now, appearing on the site is free, but later Broota will charge a fee for this service.

Of course, not all enterprises that get listed will receive funding. If they don’t reach their target, either because they are too expensive or their idea is flawed, they will find out quickly. “The crowd works as a filter”, explains Berríos.

But finding new projects is not likely to be a challenge. A new law in Chile that allows entrepreneurs to create companies in one day and at zero cost means there will soon be more entrepreneurs lining up to try crowdfunding, predicts Berríos.

For now Broota’s pool of potential investors is small, but eventually the idea is to open the site to the public. Other countries, like the US, have taken steps to ease regulations for crowdfunding, points out Pérez. The Jumpstart Our Business Startups (JOBS) Act, which was passed by the US Congress last year, will allow small businesses to raise up to US$1 million a year from non-accredited investors.

Chile could take a similar direction, says Pérez. “We want to show that this model works and that entrepreneurship generates value for society.”

If equity crowdfunding catches on in Chile, Broota could soon face competition. In the future, companies could create platforms for certain market segments, such as food and beverages, and expand within the region to allow investors to invest in projects in other countries, says Pérez.

“We are the first ones to do this in Latin America, we are opening the road but there is a long way to go,” he said.

Julian Dowling is Editor of Business CHILE

Compartir