[:es]Revista Business Chile Oportunidades digitales: las claves para acelerar la competitividad[:]

08 Agosto 2019
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Chile lleva la delantera en la región en indicadores que son motores para el desarrollo, por iniciativas de transformación digital del mundo privado y las agendas públicas, que han puesto el foco en esta área. El reto está en la educación, innovación y en alianzas entre academia y empresas para que el país se inserte en la economía del conocimiento.

Por Airam Fernández

Un laboratorio natural bajo los privilegiados cielos del norte de Chile, donde hoy se concentra el 50% de las observaciones astronómicas del mundo y que en diez años llegará al 70%. Una infraestructura sostenida sobre Watson, la inteligencia artificial (IA) desarrollada por IBM, que en su versión de Internet de las Cosas (IoT) presta servicios al Observatorio La Silla y sus 18 telescopios, en La Higuera.

“Curie”, un cable de fibra óptica financiado por Google, capaz de conectar a nuestro país con Estados Unidos gracias a una autopista submarina de datos de 10.000 kilómetros, que va de Valparaíso hasta California. Un centro de distribución construido en Santiago, en el que Falabella invirtió más de US$ 100 millones para incorporar 264 robots que agilicen la distribución de los productos comprados vía online.

La experiencia de NotCo, firma chilena tras la popular NotMayo, que usa algoritmos e IA para crear alimentos –mayonesa, leche o queso– con ingredientes de origen vegetal y cuya propuesta innovadora llamó la atención del fundador de Amazon, Jeff Bezos, para inyectarle US$ 30 millones.

Se trata sólo de algunas de las oportunidades detectadas a partir de los avances tecnológicos, que están siendo aprovechadas en el país y que bien podrían replicarse masivamente en otras industrias, coinciden expertos, para darle un empujón en la empinada carrera global por la competitividad y productividad. Indicadores en los que Chile lleva la delantera frente al promedio regional, en parte gracias a este tipo de iniciativas pero también, como destaca el ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Andrés Couve, por las agendas digitales de los últimos gobiernos, que han incluido avances como Chile Atiende; la modernización del Servicio de Impuestos Internos (SII); la inversión pública en infraestructura para la conectividad, a través de proyectos como la Fibra Óptica Austral; programas como Becas Chile, con foco en las tecnologías de la información (TI) o beneficios como la Visa Tech.

Son políticas públicas “para insertarse en la economía del conocimiento”, observa Couve. Sin embargo, los esfuerzos no han sido suficientes si medimos nuestra productividad y competitividad con países desarrollados. Por ejemplo, el “Reporte de Economía y Desarrollo: Instituciones para la productividad” del Banco de Desarrollo de América Latina, sugiere que en condiciones óptimas, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita local debería ser del 75% en relación al de EE.UU., pero sólo llega al 34%.

Y aunque en el último ranking de competitividad del Foro Económico Mundial, publicado a fines de 2018, Chile se ubicó en un buen puesto -33 de entre 140 economías-, y pese a que se destaca el avance en capacidad de innovación y adopción de TI, todavía son pilares “muy débiles” en relación a otras economías desarrolladas.

La brecha en infraestructura y los bajos índices de inversión en I+D están entre las principales razones del porqué algunos países son menos productivos y competitivos que otros, explica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su “Compendio de Indicadores de Productividad 2019”. Chile es de los miembros que menos invierte en esta área (0,36% del PIB), muy por debajo de Israel, que lidera con el 4,2%. Además, el informe advierte sobre la “elevadísima” proporción de trabajadores poco cualificados que tenemos. Dos puntos que son clave para avanzar hacia lo que se espera de las economías del futuro. De hecho, el ministro Couve ya había planteado, incluso antes de asumir como secretario de Estado, que Chile necesita llegar al 1% de inversión en I+D del PIB, y que administrar la relación academia-empresa, una de sus tareas al frente de la cartera creada el año pasado, también es crucial para dar un salto.

Nuevos negocios

Según un estudio de 2018 de Accenture y el Oxford Economics, la economía digital representa el 22,2% del PIB de Chile. Eso significa que posee un índice de Valoración Económica Digital (VED) de 33,1, que lo deja como el mejor posicionado en la región en ese aspecto, pero muy lejos de EE.UU., por ejemplo, cuyo índice VED es de 71,4. Ese escenario plantea, no obstante, una serie de oportunidades que pueden ser aprovechadas especialmente por aquellos sectores que poseen gran cantidad de clientes y oferentes, como el retail, salud, educación y turismo, sostiene el director de Desarrollo Digital de Fundación País Digital, Marco Terán.

“Muchas de las soluciones de la ‘economía gig’, aquella cuyas contrataciones profesionales o necesidades de recursos son por un tiempo determinado y para tareas acotadas, provienen de esos sectores”, explica. A su juicio, las industrias creativas, como las de animación y gaming, también son “dignas candidatas a convertirse en oportunidades de negocios”, al seguir las tecnologías de blockchain y experiencia inmersiva.



Las FinTech también entran en este escenario, dice Terán. Muestra de ello está en el aterrizaje que alista en Chile la japonesa SoftBank, una de las líderes mundiales en finanzas y tecnología, que prepara una muy probable inversión en 15 proyectos locales, principalmente en este sector, para inyectar al menos US$ 20 millones en cada uno. Transformar los hábitos financieros con la tecnología como habilitante, es uno de los objetivos de MercadoLibre, dice Alan Meyer, director de la compañía en Chile que, tras consolidarse como un marketplace que vende hasta propiedades, ahora avanza con MercadoPago, solución que llegará a Chile durante las próximas semanas, en línea con la realidad de China o de EE.UU., país donde las gigantes tecnológicas han apostado por billeteras electrónicas.

Así, el desarrollo de sistemas inteligentes, el reconocimiento facial, la prevención de fraude y la automatización para operaciones más rápidas, precisas y eficientes -fundamentalmente en el e-commerce-, son algunas de las oportunidades que se abren con la nueva ola tecnológica, apunta el gerente regional de DXC Technology, Ricardo Ferreira.

Y en Google están evaluando “casos muy interesantes” para la aplicación de IA en industrias clave, como la de alimentación, pero en aristas no tan exploradas, considerando las características locales, precisa Edgardo Frías, country manager del gigante tecnológico en Chile.

Los espacios vinculados a energías renovables, biotecnología y agroindustria también son idóneos para el desarrollo de soluciones que den pie a negocios de base tecnológica, “escalables globalmente y que puedan ayudarnos a dar el salto”, observa el general manager de Nisum Latam, Martin Lewit.

En otro ámbito, el director ejecutivo del Centro de Estudios del Futuro de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), Juan Luis Núñez, apunta que aunque somos líderes mundiales en producción minera, de cobre especialmente, “podríamos ser grandes exportadores de servicios y tecnología minera”.

Un escenario que potenciaría más al sector norte, que recibe la mayor cantidad de radiación solar del mundo, y cuya cercanía a las zonas mineras “lo convierten en laboratorio natural para crear nuevas tecnologías y en un lugar atractivo para invertir, posibilitando que podamos transformarnos en líderes mundiales de tecnología solar”, estima.

El potencial de los datos

A partir del Big Data y Analytics se pueden obtener insights de negocios quizás más atractivos y de mayor peso por su capacidad de disrupción, añade Ricardo Ferreira. Como el proyecto Data Observatory, donde participan los ministerios de Economía y Ciencia, el Observatorio Europeo Austral (ESO), ALMA, Amazon Web Services y la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

Se trata de “un esfuerzo por contribuir a posicionar nuestro país como un hub global de datos”, dice el ministro Couve, debido a que el gran volumen de información astronómica de los observatorios que operan en el país ha sido subutilizada. Y porque se prevé que esa data se multiplique exponencialmente con la puesta en marcha durante la próxima década de los telescopios LSST, GMT y ELT, el más grande del mundo.

“La iniciativa nos permite aprovechar las condiciones habilitantes de las que disponemos: conectividad global, red de tratados, infraestructura de data centers, relación con los observatorios astronómicos y obtención de datos de otras fuentes donde tenemos ventajas comparativas, como laboratorios naturales y áreas de desarrollo comercial”, explica Couve, añadiendo que desde el Ministerio de Ciencia están analizando el potencial de las zonas de altas latitudes, como los océanos australes, la región subantártica y la Patagonia, “para el desarrollo de proyectos de similar naturaleza que pueden ser de utilidad e interés para el mundo”.

Sector privado

Si de generar un verdadero impacto en la competitividad y productividad se trata, Juan Luis Núñez, de la Usach, propone más apoyo a la “diversificación y sofisticación” de la estructura productiva, a través de incentivos “que generen conocimiento y agreguen valor” en áreas donde Chile tiene ventajas y reales oportunidades de mercado. Martin Lewit, de Nisum Latam, añade que es necesario extender y profundizar el conocimiento de economía digital con cada uno de los líderes, “no sólo desde el aspecto tecnológico, sino principalmente desde el cultural y de negocios”.

El ministro Couve, biólogo de profesión y especialista en neurociencia, que desde siempre soñó con expandir la ciencia por el país, afirma que conectar la investigación científica con el desarrollo tecnológico y la innovación, es uno de los principales retos pues a pesar de los esfuerzos de Corfo, con los hubs de innovación, el programa Ingeniería 2030 o el financiamiento de fondos de inversión, “aún tenemos espacios para seguir trabajando”. Sobre todo en integración. “Si queremos ir hacia una economía del conocimiento, debemos vincular al mundo empresarial, donde hay una importante brecha en innovación que es necesario saldar”, subraya.

En esa línea, Meyer sostiene que el talento 2.0 debe trascender las habilidades del conocimiento en una materia determinada, para responder a lo que necesita el mercado: profesionales capaces de innovar, tomar riesgos, trabajar en equipo, que entiendan que son parte de un contexto “muy cambiante”. Al respecto, sostiene que los equipos que entienden que no se puede lanzar un proyecto sin bugs o errores, son los más eficientes y productivos, y que las empresas que buscan mantener su posición en el futuro serán las que se conviertan en su propia disrupción y puedan competir con éxito en la economía del futuro.

Las nuevas competencias

El ministro Couve advierte un punto clave: la necesidad de una mayor vinculación con el sector educativo. “La generación de profesionales en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) es un desafío relevante”, sostiene, adelantando que desde la unidad Agenda Futuro están estudiando mecanismos concretos al respecto, que serán anunciados durante este semestre.

En opinión de Núñez, aumentar el número de startups científicas y tecnológicas, fomentar las plataformas de innovación abierta y la investigación aplicada, pero sobre todo, desarrollar capital humano especializado, es una de las tareas que sigue pendiente, en un contexto donde el gerente de Tecnología de IBM Chile, Ignacio Chanes, dice que existe una alta demanda de científicos de datos en IA, desarrolladores de aplicaciones, DevOps, Chief Data Officers, arquitectos cloud de infraestructura, plataforma, multicloud, expertos en ciberseguridad, ingenieros en robótica, y especialistas en RPA (Robotic Process Automation).

“Son roles que no existían en el pasado cercano”, enfatiza el ejecutivo de esta empresa que en el marco de su 90º aniversario en el país, puso a disposición horas gratuitas de capacitación en formato online a profesionales de la industria de TI sobre Analytics, cloud, e-commerce, mobile, ciberseguridad, sistemas y Watson.

Al respecto, el director de Marketing Estratégico de Equifax para Chile, Perú y Ecuador, Guillermo Salazar, advierte que “si se observa la oferta educativa actual en Chile, no hay carreras con foco en la transformación digital. Si a eso sumamos que la OCDE identificó que el 42% de los chilenos en edad de trabajar carece de la preparación básica para la economía digital, se tiene una ecuación que limita un avance”.

Para él, es “esencial” que el país genere una educación en estos temas, y que vincule las ofertas formativas con las demandas laborales del sector productivo “para que los tomadores de decisiones del futuro puedan estar mejor preparados”.

En ese sentido, Núñez propone una política pública que sería “de las más transformadoras para el país”: incluir una asignatura obligatoria que dé cuenta de las habilidades que requiere el ciudadano del siglo XXI, con la digitalización como una de las materias esenciales.

Coincide con el diagnóstico el decano de Ingeniería y Ciencias de la UAI, Carlos Jerez, acotando que por eso, recientemente presentaron la StartUp School, un nuevo proyecto de la facultad para “transformar ideas en negocios”, o lo que en el mundo académico se conoce como spin-off. La idea, explica, es contar con mentores del mundo del emprendimiento de Chile y otros países como EE.UU. o Israel, a fin de “cambiar la forma de pensar de los alumnos para que sean capaces de expresarse como agentes de cambio”.

Materias como programación, herramientas de IA y data science son sólo algunas de las habilidades que ya debieran ser parte de la formación, según el country manager de Google Chile. Y no sólo de los estudiantes del segmento terciario, sino que de educación primaria.

La academia “ya tomó nota” y entendió la magnitud del impacto que genera la incorporación tecnológica, dice el analista de Software de IDC Chile, Jonathan Namuncura. “Por eso es que las carreras tradicionales de TI están actualizando contenidos y siendo más empáticas con los desafíos del mercado actual”, comenta.

Pero advierte que, en términos generales, es necesario crear conciencia de que los cambios irán cada vez más rápido y ante ello, uno de los requerimientos más importantes en los profesionales es la búsqueda de la “plasticidad del conocimiento”: que más allá de dominar tecnologías en concreto, la búsqueda constante de conocimiento sea lo que importe realmente.

Salud digital: esfuerzos locales y experiencias internacionales

“La tecnología impacta directamente en la vida de los ciudadanos, en los procesos y en la manera de prestar servicios. El sector salud también está realizando cambios relevantes en su modelo de atención, conforme las innovaciones tecnológicas van apareciendo”, señala Federico Burgos, director de Sanidad de Minsait en Chile, compañía de Indra. La integración entre sistemas informáticos clínicos y de apoyo en una misma red asistencial; la implementación de un modelo de gestión de información integrada entre las subsecretarías de Redes Asistenciales y de Salud Pública; el Hospital Digital como “motor de modernización de la salud pública del país”, y la historia clínica unificada, hoy en marcha, son algunas de las iniciativas que han ido modernizando al sector público en el país, destaca.

El camino, dice, continúa hacia la interoperabilidad, junto a la importancia del dato en salud y su análisis “para ser predictivos”. Precisamente ahí apunta la “Estrategia de Inteligencia Artificial para Chile”, en la que trabajan parlamentarios de la Comisión Desafíos del Futuro, tras reconocerla como una tecnología clave: su incorporación masiva podría agregar US$ 63 mil millones al Valor Agregado Bruto (VAB) de Chile hacia 2035 y podría acelerar el crecimiento en salud, del 2,2% al 3,4%, generando US$ 461 mil millones al VAB adicional en EE.UU., Japón y algunos países de Europa, según un estudio de Accenture.

Su potencial quedó de manifiesto en 2011, cuando Watson, el sistema de IA de IBM, venció a dos humanos en Jeopardy, programa estadounidense basado en concursos sobre el conocimiento. Hoy, la medicina es una de las áreas que mejor aprovecha sus habilidades y ya asesora a médicos de EE.UU., México, Tailandia, India, Eslovaquia y Corea.[:]
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