[:es]Reportaje: Chile, de cara al progreso tecnológico[:]

19 Julio 2018
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La Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, Big Data y Machine Learning son los nuevos protagonistas de la economía actual y, más allá de la promesa de aumentar la productividad y competitividad del sector productivo con su incorporación, plantea desafíos no menores a la fuerza laboral de los países. ¿Estamos preparados para enfrentar la ola de la Industria 4.0?

Por Airam Fernández

No hay conductores en los trenes ni boleterías atendidas por personal humano. En lugar de los torniquetes, los acrílicos dispuestos como puertas de entrada se abren al pasar la tarjeta Bip! Y al salir, gracias a un sensor, vuelven a abrirse ante la presencia de los pasajeros. Todo automatizado.

Así funciona la nueva línea 6 del Metro de Santiago, uno de los desarrollos tecnológicos y productivos que están cambiando la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Quizás, el ejemplo más claro de los recientes efectos que la cuarta revolución industrial ya causa en Chile.

En este “tsunami digital” que los expertos han llamado Industria 4.0, la Inteligencia Artificial (IA), Internet de las Cosas (IoT), Big Data y Machine Learning son los nuevos protagonistas de la economía.

Y ante el impacto de la ola, las empresas locales están planteándose estrategias para poder remontar una corriente que modificará muchos empleos, además de crear otros totalmente nuevos. Como un contador que en el futuro no hará contabilidad, sino análisis contable a partir de procesos automatizados, ejemplifica el rector del Instituto Profesional AIEP, Fernando Martínez.

Para estos empleos del futuro, el mercado ya está necesitando profesionales con características y habilidades específicas. En Corfo, por ejemplo, crearon el Comité de Transformación Digital (CTD) para incorporar nuevas metodologías y tecnologías en los procesos productivos y de servicios, como la herramienta BIM, que busca reducir costos y plazos de la construcción y que sólo es utilizada por el 27,8% de las empresas que actualmente operan en el sector, señala el director del CTD, Rodrigo Sachs.

En este contexto, el caso del Metro no es el único. La automatización ya está en call centers, cajeros de bancos, supermercados, peajes o counter de aeropuertos locales, en un escenario que sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse, como varias veces ha sugerido la OCDE, al estimar que 14% de los trabajadores corre un alto riesgo de tener la mayoría de sus tareas automatizada en los próximos 15 años, y que otro 30% enfrentará cambios importantes en las tareas diarias.

En 2017, McKinsey Global Institute, luego de estudiar el panorama en Chile y en otros 53 países, proyectó que dentro de 30 años, 3,2 millones de empleos podrán ser automatizados en el país. Esto es, la mitad de los trabajos que realizan los chilenos será ejecutada por máquinas y robots, siendo la manufactura y minería los sectores con mayor potencial de automatización, con 601 mil trabajos (64%) y 57 mil empleos (52%), respectivamente.

Y aunque el estudio establece que los robots pueden penetrar prácticamente cualquier área de la economía, su impacto será más bajo en naciones desarrolladas como Estados Unidos, donde los cálculos se acercan al 46% del empleo actual. Un país donde, por ejemplo, si alguien va al McDonald’s de la Plaza Kenmore, en Boston, puede apretar un botón y pedir lo que desee a una máquina que entrega hamburguesas y papas fritas.

Ese tipo de cambios, prevé el estudio, aumentará la productividad entre 0,8% y 1,4% por año, permitiendo a las empresas mejorar sus resultados, la calidad de sus productos y la velocidad con que los hacen.

Empresas que se adaptan

Quizás dentro de 10 años, los primeros vehículos autónomos que veremos en forma masiva posiblemente no serán automóviles particulares, sino vehículos de carga y reparto, buses de transporte público y taxis, opina el director del Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional de la Universidad Católica, Jorge Vera. Lo dice pensando en Uber, como una de las tantas compañías que están trabajando en esto. O IBM y su sistema Watson, que ya opera en diagnósticos médicos.

La tecnología no eliminará de un día para otro todos los puestos de trabajo en la Industria 4.0. Pero las máquinas y los programas sí cambiarán las lógicas y procedimientos de sectores productivos completos.

Un progreso tecnológico paulatino al que se van adecuando las organizaciones y cuyo pilar fundamental es el capital humano. Si bien existe incertidumbre sobre la velocidad de estos cambios, lo cierto es que cada vez habrá menos espacio para trabajos de baja calificación para pasar a otros de mayor calificación, donde el uso de tecnologías es central para la aplicación de procesos y análisis de datos, resalta el gerente de Desarrollo Competitivo de Corfo, Claudio Valenzuela. Para eso, las nuevas habilidades y conocimientos serán una necesidad permanente a lo largo de la vida laboral. Y en este sentido, la capacitación continua se convierte en una práctica crucial para enfrentar esta revolución.

Así lo han asumido las empresas al promover estrategias para que su personal técnico esté constantemente actualizado y a la altura de los retos del futuro. Walmart Chile, por ejemplo, da capacitación tanto para sus colaboradores de las áreas de tecnología como para el resto de la organización, señala Eli Senerman, Chief Digital Officer de la compañía. Así, han implementado una Academia Digital para formar en marketing digital, metodologías centradas en las personas y sus Agile; y expertos en seguridad TI y datos de la información, con formación complementaria y certificaciones. En ese orden.

En Walmart Chile, como en la mayoría de las empresas, buscan profesionales que, por un lado, puedan operar maquinarias innovadoras y analizar la mayor cantidad posible de datos desde ellas y, por otro, que entiendan y se adapten a los cambios digitales, que promuevan un cambio cultural con miras hacia un futuro “cada vez más tecnologizado, sin descuidar la eficiencia y la agilidad”, señala Senerman.

Y además, que sean bilingües o tengan la intención de serlo. “Es un tema muy necesario porque el nivel de inglés de ejecutivos y profesionales chilenos es, en general, bajísimo. En un país que se está abriendo cada vez más a los mercados internacionales”, dice Nicolás Ortega, director regional de Open English, una de las plataformas online más demandadas para aprender inglés y que en Chile sólo trabaja con empresas, para capacitar a su personal.

La formación

En educación, los ajustes hechos ante las nuevas demandas son “tímidos”, dice Fernando Martínez, de AIEP. Un plantel que trabaja junto a un comité integrado por varias compañías aliadas para actualizar las mallas curriculares cada tres años y que, tal como están haciendo otros institutos y universidades, está apuntando al rediseño del enfoque educativo, la reestructuración en las mallas de algunas carreras y la oferta de otras nuevas. Como Ingeniería en Ciberseguridad, en su caso.

Misma carrera que impulsara Inacap tres meses antes de que una banda de ciberpiratas de Hong Kong robara US$ 10 millones al Banco de Chile con tan solo un click, recuerda Gonzalo Vargas Otte, rector de este instituto que tiene alianzas con la State University of New York o la California State University, que se suman al plan de incorporar en sus carreras la plataforma AWS Educate, una iniciativa global de Amazon para proveer a los estudiantes de recursos integrales y capacitarlos en tecnología de nube.

Alianzas con Cisco, Oracle, Microsoft, CompTIA y Red Hat, completan la estrategia de formación de Inacap, cuyo rector, sin embargo pone el acento en el atraso del país en políticas públicas en este campo, diciendo que “el gran defecto” suele ser la coordinación del sistema.

“Sí, se están haciendo cosas. Pero mientras nosotros discutimos la gratuidad –un tema fundamental también–, China, Estados Unidos, casi toda Europa, Singapur o Corea están debatiendo cosas del siglo XXI, pero desde el siglo XX”, sostiene.

En Duoc UC, donde han estado trabajando con la industria en actualizar sus contenidos –relación que consideran “clave” –, las carreras de informática se arman a través de módulos de formación en diversos focos tecnológicos propios del área y, además de diplomados en Seguridad Informática y cursos de Ethical Hacking, algunas de sus carreras cuentan, en sus etapas finales de formación, con diplomados en gestión de proyectos TI, Data Science y calidad de software, explica la vicerrectora académica, Carmen Gloria López. Agrega que han debido cambiar las mallas de salud, ingeniería y recursos naturales para incorporar elementos del área de informática.

Las universidades, por su parte, también han hecho algunos cambios. La Universidad Mayor ha incorporado diplomados, talleres y cursos de especializaciones, como los de sus dos Centros de Simulación para la Salud para aportar a un área históricamente “muy conservadora” en materia formativa, opina el rector Rubén Covarrubias.

Y en la Universidad Adolfo Ibáñez, en el marco del programa de Corfo, Nueva Ingeniería para el 2030, lanzaron un diplomado en IA que fue sobrevendido en pocas horas, asegura el rector Harald Beyer, añadiendo que los últimos cambios hechos a sus ingenierías en 2016, ocurrieron tras largas discusiones con su Consejo Permanente de Empleadores, en función de lo que el mercado requería a largo plazo.

Todos estos esfuerzos están bien, pero “no son suficientes”, considera Jorge Vera, de la Universidad Católica, advirtiendo que en el futuro cercano, los trabajadores deberán descansar cada vez más en tecnologías que son “una extensión de sus mentes”, por lo que el foco no debe estar necesariamente limitado a incorporar cursos de tecnologías específicas, sino a desarrollar la capacidad de pensar, analizar problemas complejos y crear cosas nuevas.

El impulso del Gobierno

Actualmente, en Chile hay 321 mil jóvenes matriculados en carreras de Tecnología. De esa cifra, más de la mitad cursa programas en los Centros de Formación Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP), según cifras del Ministerio de Educación. Y aunque el área ha sido líder en matrícula en 2018, en los últimos años ha caído 6%, revela Mónica Brevis, jefa de la Unidad de Formación Técnico Profesional de la División de Educación Superior (Divesup) de la cartera.

“Esto preocupa ya que el país necesita dar el siguiente paso hacia una economía desarrollada y para eso necesitamos técnicos en diversas áreas, entre ellas, las TIC”, sostiene.

Aumentar la cantidad de profesionales en este campo e impulsar una educación técnico-profesional (TP) más competitiva y atractiva para los jóvenes es uno de los desafíos, reconoce. Y en esa línea, han enfocado el trabajo de educación media TP en involucrar no sólo a las instituciones de formación, sino también al sector productivo, promoviendo la colaboración público-privada. Por eso que, en el marco de la Ley de Educación Superior, trabajan en el desarrollo de un Piloto Marco de Cualificaciones TP para el sector TI.

“Será un avance para que, en una primera etapa, la formación del sector técnico responda a las necesidades de la industria”, dice Brevis, destacando el proyecto de ley que busca ampliar la gratuidad en los CFT e IP.


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