Como parte del plan del Gobierno para financiar la reconstrucción, la República de Chile colocó en julio US$ 1.500 millones en bonos a 10 años en los mercados internacionales denominados en dólares y en pesos a tasas altamente competitivas. Esto indica que los inversionistas mundiales perciben un nivel de riesgo relativamente bajo al comprar bonos chilenos.
La percepción de riesgo de Chile ha disminuido en las últimas décadas lo que refleja la exitosa implementación por parte del país de políticas macroeconómicas consistentes y efectivas. Como el riesgo ha disminuido, la recompensa por parte de los inversionistas en la forma de diferenciales de tasas de interés también se ha reducido. Se ha logrado un ajuste efectivo del equilibrio riesgo-recompensa.
La política económica de Chile durante las últimas décadas también ha generado cambios a nivel interno, lo que incluye el mayor acceso al crédito, empresas más globalizadas y nuevos requerimientos respecto de la educación y la capacitación. Se deben desarrollar nuevas empresas con el fin de añadir valor en base a los recursos naturales del país, generando nuevos y mejores empleos para la creciente población.
¿Qué significa todo esto para el equilibrio interno riesgo-recompensa de Chile?
Claramente, se requieren ajustes para alinear las nuevas oportunidades Con los recursos tanto humanos como de capital. La edición de este mes de bUSiness CHILE revisa algunas de las áreas clave donde estos cambios son de la mayor urgencia, incluidas las de educación y financiamiento para pequeñas y medianas empresas.
El Gobierno del Presidente Sebastián Piñera está trabajando en estos desafíos con un enfoque incisivo. Los encargados de política monetaria están concientes de que es necesario que existan las recompensas apropiadas para los riesgos que Chile necesita asumir con el fin de que el país alcance su pleno potencial. Los riesgos que eran necesarios para llevar a Chile a la estabilidad económica no son los mismos riesgos para alcanzar el estado de país desarrollado. El mercado ha ayudado a ajustar el equilibrio riesgo-recompensa; pero se requiere el activo establecimiento de políticas, en especial en áreas sujetas a regulación y que involucren el bien público.
Por ejemplo, en educación ya no es suficiente mejorar las tasas de alfabetismo: Chile ya alcanzó estándares internacionales muy altos. Lo que se necesita es una mejor educación, en particular en matemáticas y ciencia, la cual se concentre en un compromiso de larga data con el aprendizaje. Esto significa que los profesores deben estar mejor preparados y ser mejor remunerados: una estrategia que debería atraer a los mejores y más brillantes, y motivar a algunos de los jóvenes más prometedores a convertirse en educadores.
Con respecto a las pequeñas y medianas empresas, el financiamiento tiene que estar orientado a la innovación, lo que significa aquellas empresas con mayores niveles de riesgo y mayor potencial de altos retornos. Sin embargo, tal como está, los intermediarios necesarios para financiar tales empresas y los administradores necesarios para operarlas tienen diferentes parámetros de riesgo/recompensa que los que existen hoy en día. Pero el Gobierno está trabajando para facilitar esta transición a través de distintos medios: la reevaluación y el rediseño de los programas de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO); la reorientación de las iniciativas de ProChile; el desarrollo de la reforma Mercado de Capitales Bicentenario que se espera para más adelante este año; y la promoción del emprendimiento a través del programa “Start-Up Chile” del Ministerio de Economía. El cambio en el enfoque político está yendo a la par de un disciplinado enfoque para establecer metas bien definidas y asegurar continuas mediciones de los resultados.
El enfoque, por lo tanto, pasó de la macroeconomía a la microeconomía. Este es un cambio muy importante y estratégico en las políticas económicas de Chile; un cambio que es necesario para aumentar la productividad y llevar a Chile al próximo nivel de desarrollo de la manera más rápida y efectiva posible.
En AmCham aplaudimos los planes del Gobierno y estamos comprometidos para alinear nuestros programas con el fin de ayudar a acelerar el proceso de mejoras a la productividad. Creemos firmemente que la mayor inversión entre Estados Unidos y Chile, y una relación comercial aún más profunda contribuirán a ajustar el equilibrio riesgo-recompensa en favor de la mayor productividad y una tasa de desarrollo más rápida. Y nuestro compromiso con esta meta se muestra a través del programa de capacitación de AmCham para las Pymes en el sector de alimentos de valor agregado y en nuestros planes para organizar una misión comercial de alto nivel a California
durante el mes de septiembre de este año.
As part of the government’s plan to finance the reconstruction, the Republic of Chile issued US$1.5 billion in 10-year bonds on international markets in dollars, as well as in pesos, in July at highly competitive rates. This indicates that global investors perceive a relatively low level of risk when purchasing Chilean bonds.
Chile’s risk perception has been reduced over several decades reflecting the country’s successful implementation of consistent and effective macroeconomic policies. As risk has fallen, investor rewards in the form of interest rate spreads have been correspondingly reduced. An effective adjustment to the risk-reward balance has been made.
Chile’s economic policy over the last few decades has also produced changes internally including easier availability of credit, more globalized businesses and new requirements with respect to education and training. New businesses must be developed to add value to the country’s natural resource base and to generate new and better jobs for a growing population.
What does all this mean for the internal risk-reward balance in Chile?
Clearly, adjustments are needed to align both human and capital resources with new opportunities. This month’s bUSiness CHILE issue reviews some of the key areas where these changes are most urgent – including education and funding for small and medium-sized businesses.
The government of President Sebastian Piñera is working on these challenges with razor-sharp focus. Policymakers are aware that appropriate rewards need to exist for the risks that Chile needs to assume in order for the country to reach its full potential. The risks that were necessary to bring Chile to economic stability are not the same risks the country must take to reach developed country status. The market has helped to adjust the risk-reward balance; but active policymaking is required, especially in areas subject to regulation and which involve the public good.
For example, in education it is no longer sufficient to improve rates of literacy – Chile has already reached very high international standards. What is needed is better education, particularly in math and science, which focuses on a lifetime commitment to learning. This means teachers must be better prepared and better paid – a strategy which should attract the best and the brightest, motivating some of the most promising young people to become teachers.
With respect to small and medium-sized businesses, financing has to be oriented more towards innovation, which means those businesses with higher levels of risk and greater potential for higher returns. As it stands, however, the intermediaries needed to finance such businesses and the managers needed to run them have different risk/reward parameters than those existing today. But the government is working to facilitate this transition through various means: reassessment and redesign of state development agency CORFO’s programs; refocusing ProChile’s efforts; the development of a Bicentennial Capital Markets Reform expected later this year; and the promotion of entrepreneurship through the Economy Ministry’s “Start-Up Chile” program. The shift in policy focus is being accompanied by a disciplined approach to establishing clear-cut goals and ensuring ongoing measurement of results.
The focus has, therefore, moved from macro to microeconomics. This is a very important and strategic shift in Chile’s economic policies and one that is necessary to increase productivity and take Chile to the next level of development as quickly and effectively as possible.
We at Amcham applaud the government’s plans and are committed to aligning our programs to assist in accelerating the process of improving productivity.
We firmly believe that increased investment between the U.S. and Chile and an even deeper trade relationship will contribute to adjusting the risk-reward balance in favor of higher productivity and a more rapid rate of development. Our commitment to this goal is shown through AmCham’s training program for SMEs in the value-added food sector and our plans to organize a high-level business mission to California later this year.