Reconstrucción para el CrecimientoRebuilding for Growth

31 Mayo 2010

Aún antes del terremoto del 27 de febrero, el Ministerio de Economía enfrentaba un tremendo desafío. Antes de asumir el mando de Chile el 11 de marzo, el ahora presidente Sebastián Piñera le había asignado la tarea de revitalizar el crecimientoeconómico del país


Pero, luego, vino el terremoto y su destrucción de un patrimonio ganado con esfuerzo. Según el subsecretario de Economía, Tomás Flores, eso generó dos preguntas: ¿hasta qué punto el daño había comprometido la promesa del presidente Piñera de registrar un crecimiento anual promedio del 6% durante sus cuatro años de mandato? y, en segundo lugar, ¿cómo construir de forma tal de hacer que el país fuera más productivo que antes?.


Las estimaciones sobre el daño varían, pero Flores dijo a los asistentes a un desayuno de AmCham celebrado el 18 de mayo, que el costo de reemplazo probablemente alcanzara una cifra cercana a los US$ 21.000 millones, o en torno al 3% de la masa de capital total del país. En otras palabras, en sólo cuestión de minutos, Chile vio que su potencial de crecimiento se redujo en cerca de un punto porcentual.


Sin embargo, eso no es insuperable, aseguró Flores. “Sólo significa que, si antes necesitábamos crecer a un 6%, ahora necesitamos hacerlo en una o dos décimas de punto más”.


El truco será convertir el terremoto en “destrucción creativa”, declaró a los miembros de AmCham y sus invitados. Para las empresas, eso significa aprovechar la oportunidad de repensar su estrategia, quizás de reconstruir de una manera diferente o incluso en un lugar distinto y, para las empresas y emprendedores de pequeña envergadura, quizás cambiarse a una línea de negocios más rentable.


Los contratos de concesión que el Gobierno planea ofrecer para reconstruir las escuelas y hospitales públicos son “una gran oportunidad para la inversión privada”, sostuvo Flores, y ya han atraído el interés internacional. Como resultado del terremoto, las empresas chilenas podrían descubrir también nuevas ventajas comparativas, añadió.


Tome como ejemplo la construcción en madera. Es mucho menos común en Chile de lo que es en Estados Unidos, destacó Flores, pero recibirá un importante impulso a partir del terremoto, lo que podría ser la semilla de una nueva industria de exportación, sugirió.


No obstante, el desafío subyacente -aún antes del terremoto- era la productividad. El crecimiento de la productividad laboral, o la tasa de producción por hora trabajada, ha estado disminuyendo en los últimos años y ahora se ubica cerca del 0%, según Flores. La inversión, en torno al 22% del PIB, es demasiado baja para sustentar un mayor crecimiento y, a juicio de Flores, necesita aumentar al 28%.


La reconstrucción tras el terremoto ayudará en eso, pero Chile también tiene que abordar desafíos de más largo plazo. Uno de ellos es modernizar el Estado. Si se incluyen las empresas estatales, este gasta más del 38% del ingreso nacional, destacó Flores, y es necesario que lo haga “bien”.


Asimismo se requiere aumentar la diversificación de las exportaciones, argumentó. Las exportaciones totales han estado creciendo a buen ritmo, pero eso se debe principalmente a la minería, mientras que -como porcentaje del PIB- otras exportaciones han mostrado pocos cambios en los últimos 10 años.


Losestándares educacionales son otro cuello de botella. Desde el año 1990, la cobertura ha aumentado de manera pronunciada y ahora es prácticamente universal, pero el desempeño académico a nivel de las escuelas primarias y secundarias sigue siendo decepcionante. Gobiernos anteriores intentaron enfrentar este problema, pero con pocos resultados visibles hasta ahora.


Una de las prioridades del Ministerio de Economía serán las pequeñas y medianas empresas (Pymes) del país, aseveró Flores. Ellas representan el 60% de los puestos de trabajo, pero sólo el 18% de las ventas y un magro 3% de las exportaciones de Chile, subrayó.


El Ministerio intentará además facilitar la creación de nuevas empresas. “El emprendimiento es el motor del crecimiento y Chile ha perdido competitividad ahí”, advirtió Flores.


Parte de la ayuda será financiera -subsidios, garantías de créditos e incentivos tributarios- pero también implicará dar un empujoncito a las pequeñas empresas mediante la simplificación de los trámites burocráticos. El objetivo final es crear un sistema único para todos los permisos oficiales y otros trámites, señaló Flores, y acortar así los tiempos de inicio de actividad de proyectos de inversión y de nuevas empresas mientras reducen sus costos.


Flores confesó además un anhelo. El subsecretario no quiere ver a los emprendedores haciendo filas en su oficina o, de hecho, en cualquier otra oficina de Gobierno, reveló en el desayuno. “Lo que realmente quisiera es que ellos pudieran hacer todos los trámites de inicio de actividad desde sus teléfonos celulares”.


Puede que haya mucho trabajo por hacer, pero -pese a la agitación financiera del último tiempo- el mundo está del lado de Chile, comentó, destacando el sólido crecimiento de Asia y los altos precios de las principales exportaciones del país. Y Chile tiene la ventaja de contar con sólidos indicadores macroeconómicos, incluidos un bajo nivel de deuda pública y una inflación controlada.


Ello entrega sólidos cimientos para una reconstrucción creativa, dijo el subsecretario Flores en el desayuno. Y, siempre y cuando la desgracia del terremoto pueda transformarse en algo bueno, no debería representar un retraso significativo para el objetivo del presidente Piñera de poner a Chile en vías de convertirse en un país desarrolladohacia el 2018, concluyó.


Ruth Bradley es corresponsal en Santiago de The Economist.

Even before the earthquake of February 27, the Economy Ministry faced a daunting challenge. Ahead of taking office, Sebastián Piñera, Chile’s president since March 11, had assigned it the task of revitalizing the country’s economic growth.


But, then, there was the earthquake and its destruction of hard-earned wealth. According to Undersecretary for Economy Tomás Flores, that raised two questions: to what extent the damage had compromised President Piñera’s promise of average annual 6% growth over his four-year term and, secondly, how to rebuild in such a way as to make the country more productive than it was before.


Estimates of the damage differ, but Flores told an AmCham breakfast on May 18 that the replacement cost will probably reach around US$21 billion, or some 3% of the country’s total capital stock. In other words, in just a matter of minutes, Chile saw its potential growth cut by around one percentage point.


But that is not insurmountable, reassured Flores. “It just means that, if before we needed to grow by 6%, we now need to do so by one or two-tenths of a point more.”


The catch will be to turn the earthquake into “creative destruction,” he told AmCham members and their guests. For businesses, that means seizing the opportunity to rethink their strategy, perhaps rebuilding in a different way or even in a different place, and, for small enterprises and entrepreneurs, maybe switching to a more profitable line of business.


The concessions contracts that the government plans to offer for rebuilding public hospitals and schools are “a great opportunity for private investment,” said Flores, and have already attracted international interest. As a result of the earthquake, Chilean companies could also discover new comparative advantages, he added.


Take, for example, building in wood. That’s far less common in Chile than in the United States, pointed out Flores, but will get an important boost from the earthquake that could, he suggested, be the seed of a new export industry.


But the underlying challenge, even before the earthquake, was productivity. The growth of labor productivity, or output per hour of work, has been slowing in recent years and is now close to 0%, reported Flores. Investment, at around 22% of GDP, is too low to sustain higher growth and, according to Flores, needs to increase to 28%.


Earthquake reconstruction will help there, but Chile also has to address longer-term challenges. One of those is to modernize the state. Including state enterprises, it spends over 38% of national income, pointed out Flores, and it needs to do this “well.”


Export diversification also needs to increase, he argued. Total exports have been growing nicely but that’s mostly because of mining while, as a percentage of GDP, other exports have shown little change over the past ten years.


Educational standards are another bottleneck. Since 1990, coverage has increased sharply and is now virtually universal but academic performance at the primary and secondary school level remains disappointing. Previous governments have attempted to grapple with this problem but with few visible results so far.


One of the priorities for the Economy Ministry will be the country’s small and mid-sized enterprises (SMEs), reported Flores. They account for 60% of jobs, but only 18% of sales and a mere 3% of Chile’s exports, he noted.


The Ministry will, in addition, look to facilitate the creation of new businesses. “Entrepreneurship is the motor of growth and Chile has lost competitiveness there,” Flores warned.


Some help will be financial - subsidies, loan guarantees and tax breaks - but it will also involve helping small businesses to help themselves by simplifying bureaucratic red tape. The ultimate aim, said Flores, is to create a system of “one-stop shopping” for official permits and other formalities, thereby shortening the start-up time for investment projects and new businesses while reducing their cost.


Flores also confessed to a dream. He doesn’t want to see entrepreneurs queuing up in his office or, indeed, any other government office, he told the breakfast. “What I’d really like is for them to be able to do all start-up formalities from their mobile phone.”


There may be a lot of work to do but, despite recent financial turbulence, the world is on Chile’s side, he said, pointing to strong growth in Asia and high prices for the country’s main exports. And Chile has the advantage of strong macroeconomic fundamentals, including low public debt and controlled inflation.


That provides a strong foundation for creative rebuilding, Undersecretary Flores told the breakfast. And, providing the misfortune of the earthquake can be turned to good account, it ought not, he concluded, represent a significant setback for President Piñera’s aim of putting Chile on course to become a developed country by 2018.


Ruth Bradley is the Santiago correspondent of The Economist.

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