Por su actualidad e interés, a continuación reproducimos una entrevista publicada el miércoles 26 de julio por El Diario a Alejandro Jara, Director Adjunto de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en la que se analiza el crítico momento por el que atraviesa la organización internacional a raíz del quiebre de las negociaciones de la Ronda de Doha:
Quiebre en Ronda Doha: “La credibilidad de la OMC ha sufrido”
Alejandro jara evalúa crítico momento que enfrenta el organismo multilateral
El director adjunto de la entidad advierte que la suspensión de las negociaciones va a provocar una proliferación de acuerdos bilaterales, lo que aumentará los desequilibrios comerciales.
Renato García Jiménez
La suspensión de las negociaciones para un acuerdo global de comercio, el lunes, representan un grave retroceso en los esfuerzos de liberalización, reconoce el director adjunto de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Alejandro Jara. Resulta imposible ya alcanzar un acuerdo antes de diciembre y considerando que el presidente de Estados Unidos perderá en julio su autoridad negociadora, las perspectivas resultan sombrías.
El personero reconoce que el organismo perderá credibilidad como foro para buscar una mayor apertura y advierte que la crisis llevará a la proliferación de acuerdos bilaterales. “Esto ya está ocurriendo y el problema es que, con ello, va a aumentar la discriminación en el comercio” mundial.
- ¿Es efectivo que la suspensión de las negociaciones retrazará un acuerdo en tres años?
- En estos momentos, no se sabe a ciencia cierta lo que va a pasar. Lo que quedó relativamente claro es que será prácticamente imposible llegar a un acuerdo antes de diciembre, y ello implica que no vamos a estar dentro de los plazos permitidos por la ley de Estados Unidos, que dice que la notificación al Congreso para negociar un acuerdo comercial debe entregarse seis meses antes de que termine la Autoridad de Promoción Comercial.
Por lo tanto, aún teniendo una gran convergencia en agricultura, en septiembre ya no existe el tiempo para avanzar todo lo que falta en extensas áreas para terminar en diciembre. Eso nos obligaría a continuar las negociaciones no sé durante cuánto tiempo ni en qué condiciones, porque obviamente Estados Unidos negociando sin la autoridad del Congreso representa una dificultad mayor.
- ¿Dónde estuvo la falla?
- Hubo muchas cosas que se podrían haber hecho mejor, pero al final del día no creo que hubiera cambiado dramáticamente la situación y que se debe principalmente a las limitaciones que tienen los distintos gobiernos en sus propias políticas internas.
- ¿Qué significa esto para la OMC? ¿Tendrá que replantearse su misión?
- La misión de la OMC, como foro para liberalizar el comercio, realmente no ha tenido mucho éxito. En este sentido, su credibilidad ha sufrido y podría cuestionarse qué tanto va a creer el sector privado que esta es la vía para liberalizar el comercio, a diferencia de los acuerdos bilaterales.
Pero la OMC cumple también otras funciones básicas. Aporta, además, un conjunto de reglas a las que deben atenerse los gobiernos y que siguen vigentes. La organización seguirá proporcionando asistencia técnica y mecanismos de vigilancia y monitoreo para garantizar la gobernabilidad. En esas funciones su credibilidad sigue siendo la misma.
- ¿Existe el riesgo de que los gobiernos ahora se vuelquen a acuerdos bilaterales y terminen enredando más las reglas del comercio internacional?
- Sí, creo que ese fenómeno ya se está dando y podría continuar independientemente de lo que suceda aquí. El problema está en que sin resultados en la OMC el grado de discriminación que producen estos acuerdos, que ya es bastante grande, va a ser mayor.
- ¿Discriminación en qué sentido?
- En el sentido de que un país que no participa en un acuerdo en particular, paga mucho más por entrar a un mercado; mientras que otro qué sí participa, no paga nada. Si hubiera existido Doha igual pagaría, pero menos. El grado de discriminación disminuye y hace menos relevante el acuerdo bilateral. Pero la discriminación se sigue dando y se va a dar hacia países que no estén en estas redes de acuerdos bilaterales.
- ¿Hubo alguna de las partes que fuera especialmente intransigente o que haya tenido más responsabilidad que otra en el fracaso de las negociaciones?
- Como lo dijo el director de la OMC, Pascal Lamy, aquí no hay ningún ganador, todos son perdedores, pero los que más pierden son los más pobres y, por lo tanto, habrá que buscar algún mecanismo para mantener esto a flote.
En cuanto a las responsabilidades, no me corresponde a mí decir quién es el más responsable. Al final, hay responsabilidades compartidas. Los países del G-6 estaban más directamente involucrados y, por eso, tenían mayor responsabilidad, pero no creo que ayude que yo aparezca diciendo quién es el más responsable.
- ¿Cree que la ronda de Doha fue excesivamente ambiciosa? ¿Habría que haber buscado una Doha “light”?
- No, porque cuando uno baja el nivel de ambición, se crean desequilibrios tan grandes que políticamente se hace inalcanzable un acuerdo. La idea es que los resultados de un acuerdo sean más cercano para los países en desarrollos lo que requiere un alto nivel de avance. Sino no es buen negocio.