Pura Patagonia en una Botella Pure Patagonia in a Bottle

25 Septiembre 2012

Para Juan Enrique Benítez, el agua es más que un pensamiento tardío, que la humilde copa para acompañar el paso del plato principal. Benítez cree que el agua tiene memoria, trayendo consigo no solo sus minerales, sino que también la energía emocional que la rodea cuando es capturada, almacenada y consumida. Esta creencia, compartida por muchos en Chile y el extranjero, dirige el proceso de embotellado de Aguas Glaciar, el productor del agua patagónica súper premium Ice Swan, firma de la que Benítez es gerente general y socio.

Aguas Glaciar es una de las pocas empresas chilenas que apunta a comercializar las limpias y abundantes aguas de la Patagonia al mundo. Como las aguas Aonni, Crevasse y Puyehue, Ice Swan se beneficia de la geografía única de las lluviosas y sureñas latitudes de la Patagonia. Glaciares y selvas tropicales templadas similares se pueden encontrar en Alaska y Columbia Británica, por ejemplo, pero los consumidores preocupados por la contaminación atómica e industrial a veces prefieren el agua austral, y mientras más antigua mejor.

La planta de embotellado de Ice Swan, cuyo costo de construcción fue de US$3 millones, se encuentra en Puyuhuapi, al norte de Coyhaique en la Región de Aysén. La construcción requirió transportar equipos y materiales por barco para evitar la construcción en la Carretera Austral. Eso puede haber duplicado los costos de construcción, señala Benítez. La recompensa es que la planta está a un kilómetro de una cascada llena de glaciar recién derretido a 200 kilómetros de la ciudad más cercana. El agua, sostiene, tiene un muy bajo contenido mineral y se ha almacenado en el glaciar por 40.000 años.

Desde las cascadas, un tubo plástico de 2,5 pulgadas sirve como sifón de gravedad y lleva el agua a la planta de embotellado. La planta misma es un cubo de vidrio extremadamente negro que refleja los bosques circundantes. En su interior, nueve empleados operan las máquinas que rellenan y tapan las características botellas de vidrio de la compañía.

El agua se recibe en la planta con música de piano clásica del compositor chileno Joakin Bello, sostiene Benítez. "Es embotellada con mucho cuidado de modo de mantener su estructura molecular sin expandirla, sin estrés. Es la única planta en el mundo con este proceso".

El arribo de Ice Swan al mercado pondrá a prueba la demanda de agua que cumple con los principios de Masaru Emoto, autor japonés que sostiene que la estructura molecular del agua se ve afectada por las emociones, la música e incluso por las palabras impresas. Quienes creen en ello ponen las botellas cerca de sonidos armónicos, como carrillones.

Benítez tiene cuidado de no hacer afirmaciones de salud específicas basadas en la música y señala solo que eso hace que el agua sea más relajante y satisfactoria.

La respuesta en Chile ha sido positiva, dice Benítez. Aquí Está Coco, uno de los restaurantes más exclusivos de Santiago, señala que vende hasta 30 botellas por día. Coquinaria, el emporio de alimentos ubicado en el subsuelo del Hotel W de Santiago, vende una botella de 750 ml de Ice Swan por 3.950 pesos (cerca de US$8), casi el mismo precio que una botella de vino de rango medio.

La planta puede llenar un máximo de 1.200 botellas por hora, pero las ventas aún están en gran medida en modo de inicio: apenas 400 cajas por mes.

"No estamos en los supermercados porque no queremos estar ahí ni tampoco queremos estar en ningún lugar viejo", afirma Benítez. "Es un producto para un público particular".

Por ahora, esos consumidores están en su totalidad dentro de Chile. Aguas Glaciar aún está en el proceso de certificación de Buenas Prácticas de Manufacturas (GMP, por su sigla en inglés) y del Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP, por su sigla en inglés) de seguridad alimentaria, los que le darán acceso a los mercados internacionales. Benítez indica que espera obtener la certificación antes de fines de septiembre.

Algunas personas critican al agua glacial por su contenido muy bajo de minerales, señalando que carece de sabor. Y en algunas partes del mundo, se ha puesto más de moda beber agua de la llave por razones ambientales. Benítez no toma ni un poco de ella. En cuanto a los minerales, afirma que obtenemos muchos de ellos en nuestros alimentos y que hay algo excepcionalmente refrescante en el agua glacial.

Y ¿la demanda del mercado? Benítez sostiene que consiguió una respuesta positiva en la feria Washington Summer Fancy Food Show realizada en junio y que otros compradores del Medio Oriente, Japón y China han manifestado interés. Un cliente chino solicitó 400 cajas solo como muestra, afirma. El mercado ahí podría devorar la producción completa de la compañía. En cambio, dice estar tratando de restringir las ventas a las ubicaciones más exclusivas y apuntar a ventas de 100.000 cajas por año.

"Nuestro enfoque en estos momentos está puesto fundamentalmente en Estados Unidos y China", indica.

Hasta ahora, Benítez ha dependido de conferencias y de recomendaciones boca a boca para el marketing. Si bien él es director de videos publicitarios y trabajó previamente con clientes que incluyeron al presidente Sebastián Piñera, sostiene que la empresa "no tiene una estrategia de comunicaciones”.

Cuando Roger Waters, bajista y cantante del grupo rock setentero Pink Floyd, estuvo de gira en Santiago a comienzos de este año, Benítez se sintió complacido de que aceptara varias cajas de Ice Swan y la bebiera mientras respondía las preguntas de la prensa. La canción de Pink Floyd “Brain Damage” es el ring-tone del teléfono de Benítez.

De profesión documentalista y productor de televisión, Benítez trabajó con agua antes: agua salada. En el 2007, encabezó un intento para reflotar el primer submarino de Chile, una embarcación de hierro del siglo XIX que se hundió en Valparaíso en 1866. Se unió a él en la expedición de buceo Sebastián Piñera, quien en ese entonces estaba entre campañas presidenciales. Benítez también hizo un documental publicitario sobre la vida privada del presidente Piñera.

El presidente Piñera exhibió una botella de Ice Swan en Aysén tras poner fin a una revuelta regional ahí este año. La llamó "agua de Aysén, agua pura, agua cristalina". Sirvió una copa y la bebió ante las cámaras.

Steven Bodzin trabaja como periodista freelance en Santiago

For Juan Enrique Benítez, water is more than an afterthought, the humble cup to wash down the main course. He believes water has memory, carrying not just its minerals but the emotional energy that surrounds it as it is captured, stored and consumed. This belief, shared by many in Chile and abroad, drives the bottling process at Aguas Glaciar, the maker of Ice Swan super-premium Patagonian water where Benítez is CEO and partner.

Aguas Glaciar is one of the few Chilean companies aiming to market the clean, plentiful waters of Patagonia to the world. Like Aonni, Crevasse and Puyehue waters, Ice Swan benefits from the unique geography of Patagonia’s rainy southern latitudes. Similar temperate rainforests and glaciers can be found in Alaska and British Colombia, for example, but consumers concerned about industrial and atomic pollution sometimes prefer austral water — and the older the better.

The Ice Swan bottling plant, which cost US$3 million to build, is in Puyuhuapi, north of Coyhaique in the Aysén Region. Construction required hauling equipment and materials by barge to avoid construction on the Austral Highway. That may have doubled construction costs, Benítez says. The payoff is that the plant is a kilometer from a waterfall loaded with fresh glacial melt, 200 km from the nearest city. The water, he says, has a very low mineral content and has been stored in the glacier for as long as 40,000 years.

From the falls, a 2.5-inch plastic tube serves as a gravity siphon, carrying the water to the bottling plant. The plant itself is a cube of stark black glass that reflects the surrounding forests. Inside, nine employees operate the machines that fill and cap the company's distinctive glass bottles.

Water is received in the plant with classical piano music by Chilean composer Joakin Bello, Benítez says. "It's bottled with a lot of care so as to maintain its molecular structure without stretching, without stress. It's the only plant in the world with this process."

The arrival of Ice Swan in the market will test the demand for water that complies with the principles of Masaru Emoto, a Japanese author who says that water's molecular structure is affected by emotions, music, and even printed words. Believers put bottles of water near harmonious sounds, such as chimes.

Benítez is careful not to make specific health claims based on the music, saying only that it makes the water more relaxing and satisfying.

The response in Chile has been positive, Benítez says. Aqui Está Coco, one of Santiago's most exclusive restaurants, says it sells up to 30 bottles a day. Coquinaria, the food emporium in the basement of the W Santiago Hotel, sells a 750 ml bottle of Ice Swan for 3,950 pesos (about US$8) — about the same price as a mid-range bottle of wine.

The plant can fill a maximum 1,200 bottles an hour, but sales are still very much in startup mode — just 400 cases a month.

"We're not in the supermarkets because we don't want to be there, nor do we want to be in any old place," Benítez says. "It's a product for a particular public."

For now, those consumers are entirely within Chile. Aguas Glaciar is still getting certified for Good Manufacturing Practices (GMP) and the food safety system Hazard Analysis and Critical Control Points (HACCP), which will give it access to international markets. Benítez says he expects certification before the end of September.

Some people critique glacial water for its very low mineral content,
saying it lacks flavor. And in some parts of the world, it has become
trendier to drink from the tap for environmental reasons. Benítez is
having none of it. As for the minerals, he says we get plenty of them in
our food, and there is something uniquely refreshing about glacial water.

And the market demand? Benítez says he got a positive response at the Washington Summer Fancy Food Show in June and that other buyers in the Middle East, Japan and China have expressed interest. A Chinese customer requested 400 cases just as a sample, he says. The market there could devour the company's entire output. Instead, he says he is trying to restrict sales to the most exclusive locations and is aiming for sales of 100,000 cases a year.

"Our focus at the moment is fundamentally on the U.S. and China," he says.

So far, Benítez has relied on conferences and word of mouth for marketing. Although he is a director of publicity videos who has previously worked with clients including President Sebastian Piñera, he says the company has "no communications strategy”.

When Roger Waters, bassist and singer of the 1970s rock group Pink Floyd, came to Santiago on tour earlier this year, Benítez was gratified that he accepted several cases of Ice Swan and drank it while taking questions from the press. The ring-tone on Benítez's phone is the Pink Floyd song “Brain Damage”.

Benítez, who by profession is a documentary maker and television producer, worked with water before — salt water. In 2007, he led an attempt to refloat Chile's first submarine, a 19th-century iron hulk that sank off Valparaiso in 1866. He was joined in the diving expedition by Sebastian Piñera, who at the time was between presidential campaigns. Benítez also made a publicity documentary about President Piñera's private life.

President Piñera showed off an Ice Swan bottle in Aysén after ending the regional rebellion there earlier this year. He called it "Aysén water, pure water, crystalline water". He poured a cup and drank it for the cameras.

Steven Bodzin is a freelance journalist based in Santiago

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