Piñera Se Va a la SeguraPiñera Plays it Safe

04 Mayo 2010

Pocas semanas antes de la Cumbre de Seguridad Nuclear del 2010 celebrada en abril en Washington DC, Chile envió los 18 kilogramos que le quedaban de uranio altamente enriquecido a Estados Unidos para disponerlos de manera segura como parte de un acuerdo bilateral destinado a eliminar todo material de ese tipo del suelo chileno.


La Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) convirtió sus reactores de investigación emplazados en las comunas de La Reina y Lo Aguirre en Santiago, que producen materiales radioactivos para aplicaciones médicas y de otra índole, de manera que en cambio utilizaran uranio poco enriquecido, el que no puede convertirse en un arma nuclear.


En su primera visita oficial a Estados Unidos tras asumir el mando de la nación en marzo, el Presidente Piñera señaló que ello era un “ejemplo de cómo un país pequeño puede ayudar con medidas concretas a hacer de este un mundo más seguro”.


El gesto fue elogiado en la cumbre, que se concentró en cómo salvaguardar mejor el uranio y plutonio apto para armas con el fin de evitar el terrorismo nuclear. El presidente Obama invitó a más de 40 naciones a participar, las que representan a una diversa gama de regiones y varios niveles de experiencia técnica, energía y materiales nucleares.


Piñera aprovechó la ocasión para reiterar que Chile, un cercano aliado de Estados Unidos, continuará siendo un defensor internacional de la seguridad nuclear. Y, de manera paralela a la cumbre, Piñera se reunió con líderes mundiales, incluido el propio presidente Obama, para analizar los planes de reconstrucción luego del terremoto que remeció al país.


“Tenemos intereses globales (…) participamos (en la Cumbre) desde la perspectiva de nuestro compromiso con la seguridad internacional, que es un esfuerzo colectivo y también un objetivo nacional”, sostiene Alfredo Labbé, director de Seguridad Internacional y Humana del Ministerio de Relaciones Exteriores.


Chile es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de 1968 y está participando en la conferencia de revisión del tratado en Nueva York, la que se extiende hasta el 28 de mayo. El tratado da a Chile derecho al uso pacífico de materiales nucleares para aplicaciones científicas, médicas y mineras, entre otros usos.


En consecuencia, fortalecer a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y las convenciones internacionales que rigen el uso de materiales nucleares es lo mejor para Chile y el mundo.


Chile aún no ha tomado una decisión sobre la energía nuclear, pero la comisión Zanelli, convocada por el Gobierno de Michelle Bachelet en el 2007, continúa estudiando su factibilidad y el nuevo Gobierno está “considerando seriamente” esta opción, señala Labbé.


El enorme terremoto de febrero ha generado dudas sobre la construcción de una planta de energía nuclear en un país sísmico, pero Japón, que también es propenso a terremotos, ha demostrado que esto no es ningún obstáculo.


“Japón es un país altamente sísmico, pero tiene cierta cantidad de reactores y planea aumentar dicho número en el futuro (…). No hay ninguna razón técnica para abstenerse de construir reactores nucleares sobre la base de fundamentos sísmicos”, afirma Labbé.


De hecho, se espera que la cantidad de centrales de energía nuclear en el mundo proliferen en los próximos 50 años y, si Chile con el tiempo opta por la energía nuclear, el sector privado necesita un ambiente internacional seguro para obtener los materiales y el personal necesarios para construir y operar una planta nuclear.


“Hay muy poco riesgo de actividad terrorista en Chile, pero tenemos la obligación de participar para ayudar a crear una cultura de seguridad nuclear en el mundo”, indica Labbé.


Puede que Chile no sea una potencia nuclear, pero ha estado activo en los acuerdos multilaterales de no proliferación y desarme desde su incorporación como miembro de la Liga de Naciones en la década de los 20. “Tenemos una reputación que garantiza que se nos tome en serio en los foros multilaterales”, afirma Labbé.


Y la “entusiasta” participación de Piñera en la Cumbre de Seguridad Nuclear es una señal de que el nuevo Gobierno apunta a continuar con esa política de compromiso.


“La participación multilateral de Chile es parte de una rica herencia diplomática y será parte integrante de esta administración”, asevera Labbé.


De modo similar a otras “potencias medias” parecidas tales como Nueva Zelanda, Australia, Irlanda y Noruega, Chile se ha dado cuenta de los beneficios del compromiso internacional en campos como la seguridad nuclear.


“Ser reconocido como un socio confiable y responsable en la comunidad internacional es una certificación importante, como lo es ser miembro de la OCDE”, señala Labbé.

A few weeks before the 2010 Nuclear Security Summit held in Washington DC in April, Chile shipped its remaining 18kg of highly enriched uranium to the United States for safe disposal as part of a bilateral agreement to remove all such material from Chilean soil.


The Chilean Nuclear Energy Commission (CCHEN) has converted its La Reina and Lo Aguirre research reactors, which produce radioactive materials for medical and other applications, to use low-enriched uranium instead, which cannot be made into a nuclear weapon.


“This is an example of how a small country can help with concrete actions to make this a safer world,” said President Piñera in his first official visit to the United States after taking office in March.


Chile’s gesture was praised at the Summit, which focused on how to better safeguard weapons-grade plutonium and uranium to prevent nuclear terrorism. President Obama invited over 40 nations to participate, representing a diverse set of regions and various levels of nuclear materials, energy, and expertise.


Piñera used the occasion to reaffirm that Chile, a close ally of the U.S., will continue to be an international advocate for nuclear security. And, in parallel to the Summit, Piñera met with world leaders, including President Obama, to discuss reconstruction plans after the earthquake.


“We do have global interests… we participated [in the Summit] from the point of view of our commitment to international security which is a collective endeavor and also a national objective,” said Alfredo Labbé, Director of International and Human Security at the Ministry of Foreign Affairs.


Chile is signatory of the 1968 Treaty on the Non-Proliferation of Nuclear Weapons (NPT), and is currently participating in the treaty review conference in New York which lasts through May 28. The treaty gives Chile the right to the peaceful use of nuclear materials for scientific, medical and mining applications amongst other uses.


Therefore, strengthening the International Atomic Energy Agency (IAEA) and international conventions governing the use of nuclear materials is in Chile’s and the world’s best interests.


Chile has not made a decision yet on nuclear energy, but the Zanelli commission, convened by the Bachelet government in 2007, continues to study its feasibility and the new government is “seriously considering” this option, said Labbé.


February’s massive earthquake has raised doubts about building a nuclear power plant in a seismic country, but Japan, which is also prone to earthquakes, has shown this is no obstacle.


“Japan is a highly seismic country but it has a number of reactors and plans to increase that number in the future…. There is no technical reason to abstain from the construction of nuclear reactors on seismic grounds,” said Labbé.


Indeed, the number of nuclear power plants in the world is expected to mushroom in the next 50 years and, if Chile does eventually opt for nuclear energy, the private sector needs a secure international environment to obtain the materials and personnel needed to build and operate a nuclear plant.


“There is very low risk of terrorist activity in Chile but we have the obligation to participate in helping create a nuclear security culture in the world,” said Labbé.


Chile may not be a nuclear power, but it has been active in multilateral non-proliferation and disarmament agreements since its membership in the League of Nations in the 1920s. “We have a good reputation that ensures we are taken seriously in multilateral forums,” said Labbé.


And Piñera’s “enthusiastic” participation in the Nuclear Security Summit is a sign that the new government aims to continue this policy of engagement.


“Chile’s multilateral involvement is part of a rich diplomatic heritage and will be a fixture of this administration,” said Labbé.


Similar to other like-minded “middle powers” such as New Zealand, Australia, Ireland and Norway, Chile has realized the benefits of international engagement in fields such as nuclear security.


“Being recognized as a reliable, responsible partner in the international community is an important certification, like being a member of the OECD,” said Labbé.

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