Piñera Comienza a Reconstruir

20 Abril 2010

Al tiempo que el Presidente Piñera llegaba a Valparaíso el 11 de marzo para recibir la banda presidencial de manos de Michelle Bachelet, los presidentes y dignatarios extranjeros reunidos para la ocasión lucían asustados. Y con justa razón dado que el mayor cambio político de Chile en dos décadas estuvo acompañado de varias y fuertes réplicas que remecieron a los chilenos que ya tenían los pelos de punta luego del terremoto del 27 de febrero que cobró la vidas de más de 400 personas, destruyó 200.000 viviendas y generó miles de millones de dólares en daños a la infraestructura.


Pese a una alerta de tsunami que obligó a los curiosos a huir a los cerros, la ceremonia de investidura siguió adelante según el cronograma y el Presidente Piñera se convirtió en el 48º mandatario de Chile. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para disfrutar la gloria o para incluso tener un almuerzo con sus invitados. Su primer día al mando de la nación incluyó un recorrido en helicóptero por algunas de las zonas más afectadas y un discurso a la nación sobre los desafíos futuros.


Y los desafíos son muchos. Gran parte de la segunda mayor ciudad de Chile –Concepción- yace en ruinas y reconstruir la devastada infraestructura que incluye escuelas, hospitales y carreteras será costoso y requerirá mucho tiempo.


En su discurso inaugural, Piñera señaló que la naturaleza asestó un duro golpe al país, pero que Chile es una nación que sabe cómo enfrentar la adversidad. “Vamos a reconstruir Chile todos juntos, piedra por piedra, ladrillo por ladrillo. Y no sólo lo vamos a reconstruir, lo vamos a reconstruir mejor”, aseveró el Presidente desde el balcón del palacio de Gobierno.


No es exactamente lo que Piñera tenía en mente tras ser elegido a mediados de enero, pero el momento en que azotó el terremoto -al término del Gobierno de Bachelet y justo 12 días antes del traspaso de mando- fue a lo menos propicio.


Piñera eludió las críticas a la respuesta inmediata del anterior Gobierno, incluida su demora en enviar tropas a Concepción, y tendrá una luna de miel política más larga de la que habría disfrutado sin el sismo.


“Piñera tiene una excelente coartada, si nada funciona puede echarle la culpa al terremoto”, afirma Patricio Navia, profesor de cátedra de Estudios Liberales en la Universidad de Nueva York.


La reconstrucción también se ajusta a las fortalezas de Piñera adquiridas a partir de décadas de gerente de empresas como LAN Airlines, las que incluyen un énfasis en la eficiencia, la productividad y una limitada tolerancia a la burocracia.


“El terremoto arrinconó a Piñera (…) pero si se va a preocupar él preferiría estar en el rincón de la eficiencia y la productividad, que es el que mejor conoce”, afirma Navia.


Y Piñera salió listo para dar la pelea, al anunciar un subsidio especial de 40.000 pesos (cerca de US$ 80) por hijo para las familias de bajos ingresos y al prometer que se crearán 60.000 nuevos empleos en las áreas más afectadas por la catástrofe.


El empleo y la inclusión social eran dos de los pilares del programa de Piñera antes del terremoto –el tercero era la productividad-, pero la reconstrucción y el cómo pagar por ella sin socavar las cifras macroeconómicas básicas se convirtieron en el nuevo centro de atención inmediato del recién investido Gobierno.


Pagando por los Arreglos


El Gobierno ha estimado el costo total de los daños del terremoto en US$ 30.000 millones, incluidos US$ 20.900 millones en costos de infraestructura, los que se dividen de manera equitativa entre los sectores público y privado (vea el artículo de esta edición Contabilizando los Costos del Terremoto).


El nuevo ministro de Hacienda, Felipe Larraín, ha señalado que el porcentaje del costo para el Estados que no está cubierto por seguros –cerca de US$ 9.400 millones- se financiará mediante la reorganización del presupuesto, donaciones privadas, emisión de deuda tanto nacional como externa, adjudicación de concesiones, venta de algunos activos fiscales y alzas a los impuestos, entre otras medidas.


El Gobierno de Piñera creó un fondo de reconstrucción y elaboró una nueva Ley de Donaciones que permitirá a las empresas privadas donar dinero a proyectos específicos.


Chile claramente tiene una serie de opciones de financiamiento, pero la nación debe ser selectiva.


“Estamos estudiando una fórmula mixta de financiamiento, pero tenemos que definirla con mucho cuidado, porque no queremos que cambios en la tasa de cambio o la tasa de interés causen problemas en sectores ya devastados por el terremoto”, afirma Rodrigo Álvarez, subsecretario de Hacienda.


Desde el terremoto, Chile ha recibido una ola de ofertas de financiamiento de instituciones internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo. “El problema aquí no es una falta de recursos, y estamos agradecidos por esas ofertas, pero tenemos que lograr un delicado equilibrio”, señala Álvarez.


Un flujo del mercado con dólares de instituciones extranjeras o del Fondo de Estabilización Económico y Social de Chile debilitaría al dólar e impulsaría la inflación, justo cuando los exportadores están comenzando a recuperarse de la reciente crisis económica.


Sin embargo, Álvarez admite que el gasto público se incrementará en el corto plazo y, a medida que el tamaño de la catástrofe se vuelve más claro, Piñera enfrentará la presión de la oposición y de facciones al interior de su propia coalición de Gobierno para aumentar el gasto fiscal.


Larraín, amigo de Piñera, se ha comprometido a mantener la disciplina fiscal siguiendo el ejemplo de su popular antecesor, Andrés Velasco, pero Navia predice que el mandatario se verá presionado por miembros del partido conservador Unión Demócrata Independiente (UDI) para aumentar el gasto.


Del lado positivo, Piñera había hablado sobre formar un Gobierno de “unidad nacional” en enero, pero el terremoto unificó a todo el espectro político de una forma en que ni siquiera él podría haber previsto.


“La Concertación llamó a una tregua en pro de la unidad nacional lo que es positivo para Piñera, pero puede que él tenga problemas por el lado de la disciplina fiscal, porque necesita mayores niveles de aprobación”, indica Navia.


Piñera no es el primer Presidente chileno en asumir el mando tras un importante cambio político con el respaldo de un gobierno de coalición tras él.


El primer Gobierno de la Concertación encabezado por Patricio Aylwin, quien gobernó Chile entre 1990 y 1994 luego que Pinochet se hiciera a un lado, aumentó el gasto público en infraestructura lo que trajo como resultado una mayor inflación, pero también un mayor empleo, crecimiento económico y productividad.


“Piñera probablemente asumirá un enfoque similar al de Aylwin, lo que significará una mayor inflación este año, pero también más crecimiento”, señala Navia.


Analistas concuerdan en que el crecimiento económico se desacelerará en los próximos meses debido a la menor demanda de consumo, pero el crecimiento debiera repuntar de manera pronunciada en el segundo semestre del año a medida que el empleo repunta.


Las estimaciones sobre el efecto del terremoto varían, pero el Banco Central de Chile rebajó su proyección para el crecimiento del 2010 a entre un 4,25% y un 5,25%, mientras que se espera que la inflación anual aumente al 3%.


Pese al impacto negativo del terremoto, Piñera aún espera lograr un crecimiento promedio anual del PIB del 6% durante sus cuatro años de mandato. No obstante, el desafío será aumentar la productividad en medio de un mayor gasto público.


Impulsando la Productividad


Pese al estable crecimiento económico que ha registrado Chile en las últimas dos décadas, la productividad ha declinado de manera drástica desde un máximo en torno a un crecimiento anual del 3% a comienzos de la década de los 90 a una caída promedio anual del 0,5% durante el Gobierno de Bachelet entre el 2006 y el 2010.


“Chile ha ido perdiendo liderazgo económico en los últimos 20 años debido a una disminución de la productividad”, sostiene Ricardo Matte, director del Programa Económico del Centro de Estudios Libertad y Desarrollo, con sede en Santiago, lugar desde donde salieron varios ministros del Gabinete de Piñera.


Pese al mayor gasto de los sucesivos gobiernos de la Concertación en áreas como salud y educación, el que fue financiado con los ingresos obtenidos a partir de las exportaciones de cobre, la productividad no ha mejorado.


“Si se invierten más recursos y no se obtienen resultados, se trata de un tema de productividad”, comenta Matte.
Piñera apunta a cambiar eso. Uno de los compromisos clave de su campaña fue aumentar el crecimiento de la productividad anual al 1,5% para el 2014.


Del lado positivo, la unidad política que se ha generado tras el terremoto es una oportunidad para acelerar la legislación destinada a impulsar la productividad y a mejorar la eficiencia, afirma Matte.


“Esta es una oportunidad para incrementar la productividad y la innovación”, asevera Matte.


Por ejemplo, el Gobierno podría respaldar la formación de clusters de tecnología y de clusters para pequeñas viñas en áreas como el valle de Colchagua, cerca de Santiago, así como también fomentar las alianzas con universidades locales.


“La innovación es como una bola de nieve, sólo necesita un pequeño empujón”, sentencia Matte.


Pero el mayor gasto público no es conducente a una mejorada eficiencia. “Es más difícil mejorar la eficiencia cuando se incrementa el gasto fiscal, no se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo”, afirma Navia.


Piñera puede estar arrinconado, como dice Navia, pero tiene tiempo a su favor. Y hay distintas maneras de reconstruir. Una reconstrucción más lenta, pero con estándares más altos, podría tener un efecto positivo en el crecimiento de la productividad a largo plazo.


Empleos y Viviendas


Los astilleros, plantas de papel y celulosa, y viñas de Chile concentrados en las regiones del Maule y del Bío Bío cerca del epicentro del terremoto fueron devastados y muchos no volverán a estar operativos durante meses, sies que no años.


En consecuencia, miles de personas perdieron sus empleos y algunas empresas han aprovechado una cláusula de la legislación laboral que les permite declarar fuerza mayor como una razón para despedir trabajadores sin pagar indemnización.


“Nos vamos a asegurar de que no se haga un mal uso de las normas laborales en estos casos y además crearemos nuevos empleos mediante la oferta de incentivos a la contratación y la capacitación laboral”, indica Álvarez.


Se prevé que el empleo repunte a medida que estos incentivos entren en vigencia y Piñera apunta a crear 200.000 nuevos empleos durante los próximos cuatro años, pero un desafío más inmediato es poner un techo sobre las cabezas de quienes se quedaron sin casa producto del terremoto.


El plan de vivienda del Gobierno, Chile unido reconstruye mejor, está dividido en dos etapas. La primera, que entrega viviendas de emergencia y carpas a miles de chilenos antes de que llegue el invierno en el hemisferio sur, está en pleno desarrollo.


No obstante, las carpas se pasan y al menos una municipalidad en la provincia de Arauco –que fue gravemente dañada por el sismo- rechazó las mediaguas, estructuras básicas prefabricadas que no cuentan con cocina o baño.


“Existe la percepción de que las mediaguas no son muy buenas (…) la gente preferiría mucho más esperar y tener una solución permanente que una temporal”, señala Navia.


Piñera podría pagar un precio político este invierno si la gente aún no tiene una vivienda cuando comiencen las lluvias, pero esperar por soluciones de vivienda más permanentes beneficiará al país en el largo plazo, sostiene Navia.


La segunda etapa del programa de Piñera apunta exactamente a eso. “No sólo vamos a reconstruir lo que se cayó, sino que vamos a reconstruirlo mejor con nuevas tecnologías, con diseño más amable para la gente y también más respetuoso del medio ambiente y más eficiente desde el punto de vista energético”, señaló Piñera.


Por supuesto, esto cuesta dinero y el Gobierno anunció la inversión de US$ 2.500 millones para reconstruir 134.000 viviendas y entregar subsidios para reparar otras 62.000 durante los próximos dos años.


“El Gobierno no puede comenzar simplemente a despilfarrar (…) al final todos nos beneficiaremos si la reconstrucción se realiza de manera adecuada, pero esto demora más tiempo”, indica Matte.


Y no son sólo viviendas lo que necesita reconstruirse: cientos de caminos, puentes, puertos, hospitales y escuelas yacen en ruinas en las regiones del Maule y del Bio Bío.


Si bien los estándares de construcción de Chile son altos, como demuestran los limitados daños que sufrió Santiago, estos pueden mejorarse. “El terremoto es una oportunidad para mejorar la calidad de la infraestructura de Chile”, afirma Matte.


El Gobierno planea licitar parte de las obras como concesiones de construcción, operación y transferencia, lo que permitirá que Chile atraiga a empresas extranjeras con la última tecnología, materiales y experiencia técnica.


“Chile debiera fortalecer el esquema de concesiones dado que este reduce la carga financiera para el Gobierno”, comenta Navia.


Pero fortalecer el cortafuegos entre empresas y políticos es clave para asegurar una competencia justa. Si bien Piñera vendió sus acciones en LAN Airlines en marzo, rompió una promesa de campaña al no hacerlo antes de asumir el mando del país y aún posee participaciones en el canal de televisión Chilevisión y en el club de fútbol Colo Colo.


Los intereses de los negocios personales de Piñera pueden no estar directamente relacionados con la reconstrucción, pero licitaciones públicas asegurarían que los nuevos contratos se adjudiquen de manera justa. “Piñera tiene que demostrar que es más pro mercado que pro empresa”, señala Navia.



Oportunidades
de las Ruinas


A medida que Chile comienza a reconstruir, hay muchas oportunidades para que empresas chilenas y estadounidenses propongan soluciones innovadoras.


“Chile necesita empresas y soluciones creativas que ayuden en el proceso de reconstrucción con tecnología como viviendas prefabricadas”, comenta Susan Segal, presidenta y directora ejecutiva de la Americas Society and Council of the Americas en Nueva York.


Por ejemplo, la empresa canadiense-chilena Tecno Fast Atco, que proporciona soluciones modulares para la industria minera, donó un colegio a la localidad costera de Iloca -que fue azotada por el maremoto- y planea construir más escuelas en las áreas afectadas.


Empresas estadounidenses también podrían contribuir con su experiencia y mayores economías de escala para ayudar a pequeñas empresas chilenas a encontrar soluciones en áreas nicho, sostiene Segal.


“Hay una importante oportunidad para que las empresas de Estados Unidos y Chile trabajen juntas con el fin de reconstruir el país e implementar nuevos procesos y tecnología”, afirma Segal.


Chile no tiene que demostrar nada –es el único país sudamericano que ha sido invitado a unirse a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)- pero la reconstrucción es una oportunidad para mejorar la productividad y construir un país más competitivo, señala Segal.


Pese a tener un comienzo agitado, Piñera dice que está a la altura del desafío. Tiene cuatro años, pero hay mucho trabajo por hacer, que requerirá los esfuerzos conjuntos de los sectores público y privado.


Es demasiado pronto para juzgar el desempeño del nuevo Gobierno, pero Segal se muestra optimista en cuanto a que Chile, como en el pasado, se pondrá de pie rápidamente.


“Chile es un país muy resistente y no tengo ninguna duda de que emergerá más fuerte a consecuencia de esto”.


Julian Dowling, editor de bUSiness CHILE

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