Optimismo en el BicentenarioOptimism in the Bicentennial

04 Junio 2010

Pese a los numerosos museos y monumentos que se construyeron para conmemorar el Centenario de Chile en 1910, el evento estuvo marcado por un aire general de pesimismo y la publicación de libros con títulos como “Nuestra Inferioridad Económica” de Francisco Encina y “La Crisis Moral de la República” de Enrique MacIver.


Cien años más tarde, sin embargo, Chile es un país diferente. Y si bien se están recuperando de un devastador terremoto, los chilenos están optimistas y unidos por su creencia común en el progreso.


“Como chilenos, creemos -más que cualquier otro país latinoamericano- en nuestro potencial para mejorar a través del trabajo arduo”, dijo Cristián Larroulet, ministro Secretario General de la Presidencia, a los miembros de la AmCham y sus invitados en un desayuno celebrado el 27 de mayo.


Esta confianza en sí mismos, señala Larroulet, es la razón por la que una mayoría de los chilenos votaron por Sebastián Piñera el 17 de enero y le dieron un claro mandato “consolidar el proceso de 20 años de reconstrucción de nuestra democracia y construir un país desarrollado”.


El programa del presidente Piñera para lograr esta meta tuvo que afinarse a consecuencia del terremoto, admitió Larroulet, pero en su esencia se basa en los mismos tres pilares: crear más oportunidades, en especial para las pequeñas y medianas empresas; ampliar la seguridad social; y fortalecer los valores morales.


Como una especie de analogía, si Chile es una carpa de circo, entonces el trabajo del Gobierno de Piñera es levantar el techo para dejar que los trapecistas -que incluyen a los dueños de pequeñas empresas y a los emprendedores- vuelen más alto.


“Los trapecistas darán un mejor espectáculo si subimos el techo, pero necesitan un nivel mínimo de seguridad para presentarse”, indicó Larroulet. Esta red de seguridad consiste en una combinación de buenas políticas públicas en las áreas de educación, salud y seguridad por nombrar algunas, añadió.


Por supuesto, los postes de la carpa se remecieron el 27 de febrero cuando Chile perdió el 10% de su stock de capital en apenas unos minutos, pero esto no ha cambiado la “misión” de Piñera de convertir a Chile en un país desarrollado para fines de la década, destacó Larroulet.


Sin embargo, la evaluación de los daños y el diseño de un plan de reconstrucción ha entregado al equipo de Piñera una carga de trabajo mucho mayor en los últimos meses de lo que podrían haber imaginado antes del terremoto.


El Gobierno de Piñera no es el primer Gobierno de centro-derecha en enfrentar un desafío como este. Un enorme terremoto en 1960 destruyó el 5% del stock de capital de Chile en ese entonces y el Gobierno de Jorge Alessandri invirtió fuertemente en la reconstrucción, pero ello condujo a problemas macroeconómicos que incluyeron deuda y una creciente inflación.


“Quisimos evitar cometer el mismo error esta vez de manera que idear un plan de reconstrucción fue complicado”, manifestó Larroulet, quien añadió que los fondos provendrán de una variedad de fuentes que incluyen reasignaciones presupuestarias, emisiones de deuda, un aumento temporal de los impuestos corporativos y donaciones privadas.


El plan, que tendrá un costo de US$ 8.400 millones hasta el 2013, ya ha conseguido importantes resultados como permitir que 1,25 millones de estudiantes en las áreas más afectadas por el terremoto vuelvan a clases, reubicar 2.900 camas en la atención de salud y construir 50.000 viviendas de emergencia.


“El invierno se acerca y la vivienda es una prioridad, pero en 75 días hemos superado nuestra meta de construir 40.000 viviendas en alianza con Un Techo Para Chile”, sostuvo Larroulet.


No obstante, pese a la atención puesta en la reconstrucción, Piñera no ha perdido de vista los siete pilares originales de su programa, que reiteró en su cuenta pública a la nación del 21 de mayo: empleo, crecimiento económico, salud, educación, reducción de la pobreza, seguridad y democracia.


Activar la economía es, por cierto, un pilar clave. Pese a la pérdida del stock de capital en el terremoto, Piñera aún aspira a lograr un crecimiento económico anual promedio del 6% en sus cuatro años de mandato, en parte mediante la reducción de los impuestos a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) para estimular la innovación.


“Cambiaremos radicalmente el sistema tributario de manera que las Pymes con ventas anuales de hasta US$ 2 millones no tengan que pagar impuestos a la renta por las ganancias que se reinviertan”, declaró el ministro.


Chile ocupa un lugar mediocre (el puesto Nº 69 de 183 economías) en la categoría Apertura de un Negocio del informe Doing Business 2010, pero Piñera aspira a cambiar esto mediante la reducción del papeleo y del costo que implica iniciar un nuevo negocio, lo que debería servir como un incentivo para el emprendimiento, sostuvo Larroulet.


El Gobierno también está preparando una nueva legislación para mejorar la flexibilidad del mercado laboral en términos de horas laborales y el sistema de seguro de desempleo, los que el sector privado considera retrasados.


En definitiva, el éxito del programa de Piñera se medirá por la recién creada “Unidad de Delivery”, que sigue el modelo de la Delivery Unit que el gobierno británico lanzo en el 2001. “Esta asegurará que el programa logre los resultados deseados a tiempo y que haya responsabilidad”, señaló Larroulet.


Las buenas intenciones son una cosa, pero los resultados son lo que más le importa al Gobierno de Piñera. De hecho, si bien el terremoto es una “tragedia” también es una “oportunidad”, dijo el Ministro, quien añadió que las encuestas de opinión muestran que una mayoría de los chilenos aprueban a Piñera y su equipo.


“Hay mucho por hacer, pero Chile está unido en esta tarea, lo que me da esperanzas”, comentó.


Puede que algunos critiquen la falta de proyectos emblemáticos para marcar el Bicentenario, pero el Gobierno tiene otras prioridades. De cualquier manera, “es mejor estar construyendo escuelas y viviendas de emergencia que elefantes blancos que sólo unos pocos usarán”, concluyó Larroulet.


Julian Dowling es editor de bUSiness CHILE

Despite the lavish museums and monuments built to commemorate Chile’s Centennial in 1910, the event was marked by a general air of pessimism and the publication of books with titles like Francisco Encina’s “Our Economic Inferiority” and Enrique MacIver’s “The Moral Crisis of the Republic.”


One hundred years later, however, and Chile is a different country. Although recovering from a devastating earthquake, Chileans are optimistic and united by their shared belief in progress.


“As Chileans, we believe in our potential to improve ourselves through hard work more than any other Latin American country,” Cristián Larroulet, Minister of Policy Coordination, told AmCham members and their guests at a breakfast on May 27.


This self-confidence, says Larroulet, is the reason a majority of Chileans voted for Sebastián Piñera on January 17th, giving him a clear mandate to “consolidate a 20-year process of rebuilding our democracy and building a developed country.”


President Piñera’s program to achieve this goal has had to be fine-tuned as a result of the earthquake, admits Larroulet, but at its core it is based on the same three pillars: creating more opportunities, especially for small and mid-size businesses, expanding the social security net and strengthening moral values.


By way of analogy, if Chile is a circus tent, then the job of Piñera’s government is to raise the roof to let the trapeze artists, which include small business owners and entrepreneurs, fly higher.


“The trapeze artists will put on a better show if we raise the ceiling, but they need a minimum level of safety to perform,” said Larroulet. This safety net consists of a combination of good public policies in the education, health and security areas to name a few, he added.


Of course, the tent poles were shaken on February 27 when Chile lost 10% of its capital stock in just a few minutes, but this has not changed Piñera’s “mission” to make Chile a developed country by the end of the decade, noted Larroulet.


Assessing the damage and designing a reconstruction plan has, however, given Piñera’s team a much greater workload in the last few months than they might have imagined before the quake.


Piñera’s is not the first center-right government to face such a challenge. A huge earthquake in 1960 destroyed 5% of Chile’s capital stock at that time and the government of Jorge Alessandri invested heavily in rebuilding but this led to macroeconomic problems including debt and rising inflation.


“We wanted to avoid the same mistake this time so devising a reconstruction plan was complicated,” said Larroulet, adding funds will come from a variety of sources including budgetary reassignments, debt issuances, a temporary increase in corporate taxes and private donations.


The plan, which will cost US$ 8.4 billion through 2013, has already achieved important results like allowing 1.25 million students in the areas worst affected by the quake to return to school, relocating 2,900 hospital beds and building 50,000 emergency shelters.


“Winter is coming and housing is a priority, but in 75 days we have exceeded our goal of building 40,000 shelters in partnership with Un Techo Para Chile,” said Larroulet.


But despite the focus on reconstruction, Piñera has not lost sight of the original seven pillars of his program, which he restated in his May 21st address to the nation: employment, economic growth, health, education, poverty reduction, security and democracy.


Jumpstarting the economy is, of course, a key pillar. Despite the loss of capital stock in the earthquake, Piñera still aims to achieve 6% average annual economic growth in his four-year term, partly by reducing taxes for small and mid-size companies (SMEs) to stimulate innovation.


“We will radically change the tax system so that SMEs with annual sales up to US$2 million do not have to pay income tax on profits that are reinvested,” said the Minister.


Chile ranks poorly (69th out of 183 economies) in the Starting a Business category of the Doing Business 2010 report, but Piñera aims to change this by reducing the paperwork and cost of starting a new business, which should act as an incentive for entrepreneurship, said Larroulet.


The government is also preparing new legislation to improve labor market flexibility in terms of working hours and to improve the unemployment insurance system, both considered long overdue by the private sector.


Ultimately, the success of Piñera’s program will be measured by a newly created “Delivery Unit”, modeled after the British government’s Delivery Unit launched in 2001. “This will ensure the program achieves the desired results on time and that there is accountability,” said Larroulet.


Good intentions are one thing, but results are what matter most in Piñera’s government. Indeed, while the earthquake is a “tragedy” it is also an “opportunity,” said the Minister, adding opinion polls show a majority of Chileans approve of Piñera and his team.


“There is much to do but Chile is united in this task which makes me hopeful,” he said.


Some may criticize the lack of emblematic projects to mark the Bicentennial, but the government has other priorities. At any rate, “it’s better to be building schools and emergency houses than white elephants that only a few will use,” concluded Larroulet.


Julian Dowling is Editor of bUSiness CHILE

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