Manejar los Flujos de Capital Managing Capital Flows

01 Diciembre 2010

América Latina es una región heterogénea en términos de desempeño económico y del enfoque de la política general. El grupo de países que persiguen políticas convencionales y ortodoxas -Brasil, Chile, Colombia, México y Perú- no sólo atravesó la crisis financiera mundial del 2008 y el 2009 bastante bien sino que también emergió de ella tempranamente y con un significativo vigor. Sin embargo, los países que continúan persiguiendo experimentos populistas y heterodoxos, a saber Ecuador y Venezuela, aún se enfrentan a una prolongada recesión o a dinámicas de crecimiento muy lentas.


En general, los sólidos indicadores fundamentales externos y fiscales previos a la crisis, en conjunto con políticas monetarias y fiscales contracíclicas, permitieron a la mayoría de las economías reducir el efecto del menor crecimiento e intercambio comercial a nivel global además del consiguiente aumento de la aversión al riesgo. A partir del segundo semestre del 2009, la mayoría de los países de la región experimentó una amplia recuperación cíclica no inflacionaria. Este repunte se ha visto incrementado en el 2010 por poderosos motores externos; una significativa recuperación en los precios de los bienes básicos y condiciones monetarias excepcionalmente acomodaticias en las economías desarrolladas.


En la mayor parte de las economías desarrolladas las tasas de interés permanecen en niveles excepcionalmente bajos, el desempeño del sector real sigue lento y los balances gubernamentales muestran un excesivo apalancamiento debido a enormes deudas. No obstante, en América Latina, muchas economías entregan una historia de crecimiento constructivo y en algunos casos, como el de Brasil, atractivos rendimientos. Por lo tanto, es natural que los flujos de capital hacia América Latina se hayan acelerado de manera significativa durante el 2010, un hecho que ha generado una importante presión apreciativa sobre las divisas locales respecto del dólar estadounidense.


La respuesta política de las autoridades a la apreciación de las divisas ha sido notoriamente diversa. Países como Chile, Colombia y México, que registran significativos beneficios de una moneda con libre flotación y consideran costosa la intervención, se han resistido a la tentación de adoptar medidas contundentes para restringir el libre flujo de capital. Sin embargo, otros países, como Brasil, han asumido una postura más activa en la arena cambiaria y se apresuraron en adoptar controles de capital para desalentar el ingreso de los mismos.


No compartimos la visión de que las recientes presiones de apreciación cambiaria son parte de una “guerra global de divisas”, donde las economías desarrolladas se suman al estímulo monetario existente con el fin de debilitar sus monedas. Por el contrario, consideramos los recientes movimientos en las tasas de cambio como una parte de la necesaria corrección global de los desequilibrios de cuenta corriente y, en esencia, simplemente como un reflejo de sólidos indicadores fundamentales y exuberantes condiciones de demanda interna en la mayoría de las economías emergentes.


Esperamos que la recuperación cíclica observada en el 2010 madure en el 2011. La mayoría de las economías continuarán creciendo a niveles relativamente altos, en particular cuando se las compara con el mundo desarrollado, pero es posible que no con la intensidad observada este año. Es más, el mundo posiblemente continuará invitando a América Latina a apalancarse a medida que los flujos de capital se ven atraídos por el constructivo panorama ofrecido por la región. Esto mantendrá a la mayoría de las divisas bajo presión para que se fortalezcan, lo que significa que el desafío que enfrentan las autoridades es adoptar las políticas correctas para ayudar a la economía a digerir/absorber los ingresos de capital sin crear distorsiones macroeconómicas.


Dado que la mayor parte de las economías seguirán creciendo por sobre a tendencia, quizás el instrumento más poderoso para evitar la excesiva apreciación de las divisas es ajustar la política fiscal mediante una desaceleración del gasto y adoptar reformas estructurales que mejoren la productividad con el fin de incrementar la competitividad de los sectores exportadores. Hacer que la política fiscal sea realmente contracíclica, lo que significa un mayor superávit primario, permitirá que algunas economías eviten un sobrecalentamiento de las condiciones de demanda. Esto también mantendrá las presiones inflacionarias bajo control y permitirá que los bancos centrales calibren su política monetaria a un nivel menos restrictivo, lo que entonces reducirá el incentivo para que el capital extranjero ingrese al país. Además, la mayor consolidación fiscal también ayudará a incrementar la tasa de ahorros internos y a impulsar las deterioradas posiciones de cuenta corriente.


Finalmente, no creemos que estemos frente a una burbuja en los mercados emergentes en términos de precios de activos debido a que los recientes desplazamientos reflejan dinámicas de crecimiento constructivo, como un entorno externo que brinda soporte, y sólidos indicadores fundamentales macroeconómicos. Sin embargo, las autoridades tendrán que ponerse a la altura de las circunstancias para manejar las oportunidades presentadas por el favorable entorno externo y crear la base de un crecimiento equilibrado sustentable en los próximos años.


Alberto Ramos es director gerente y copresidente de economía latinoamericana de Goldman Sachs en Nueva York.

Latin America is a heterogeneous region in terms of economic performance and overall policy approach. The group of countries pursuing conventional, orthodox policies - Brazil, Chile, Colombia, Mexico and Peru - have not only navigated the 2008-09 global financial crisis quite well but have also emerged from it early and with significant vigor. However, the countries that continue to pursue heterodox populist experiments, namely Ecuador and Venezuela, are still grappling with a protracted recession or very sluggish growth dynamics.


In general, solid pre-crisis fiscal and external fundamentals, combined with countercyclical fiscal and monetary policies, allowed most economies to cushion the impact of declining global growth and trade as well as the ensuing increase in risk aversion. Since the second half of 2009, most countries in the region have experienced a broad non-inflationary cyclical recovery. This recovery has been magnified in 2010 by powerful external drivers; a significant recovery in commodity prices and exceptionally accommodative monetary conditions in developed economies.


In most developed economies interest rates remain exceptionally low, the real sector performance remains sluggish, and government balance sheets show excessive leverage due to large debt. But in Latin America, many economies offer a constructive growth story and in some cases, such as that of Brazil, attractive yields. Therefore, it is natural that international capital flows to Latin America have accelerated significantly throughout 2010, a development that has generated significant appreciation pressure on local currencies against the U.S. dollar.


The authorities’ policy response to currency appreciation has been notoriously diverse. Countries such as Chile, Colombia, and Mexico, which see significant benefits in a free-floating currency and view intervention as costly, have resisted the temptation to adopt forceful measures to restrict the free flow of capital. However, other countries, such as Brazil, have been more active in the foreign exchange arena and were quick to adopt capital controls to discourage inflows.


We do not subscribe to the view that the recent currency appreciation pressures are part of a “global currency war” where developed economies add to the prevailing monetary stimulus in order to weaken their currencies. On the contrary, we see the recent movements in exchange rates as part of a necessary global correction of current account imbalances and, in essence, simply a reflection of strong fundamentals and exuberant domestic demand conditions in most emerging economies.


We expect the cyclical recovery seen in 2010 to mature in 2011. Most economies will continue to grow at relatively high levels, particularly when compared with the developed world, but likely not with the intensity seen this year. Furthermore, the world will likely continue to invite Latin America to lever up as capital flows are attracted by the constructive outlook offered by the region. This will keep most currencies under pressure to appreciate, which means the challenge facing authorities is to adopt the right policies to help the economy digest/absorb capital inflows without creating macro distortions.


As most economies will continue to grow above trend, perhaps the most powerful instrument to prevent excessive currency appreciation is to tighten fiscal policy by slowing spending and to adopt productivity enhancing structural reforms in order to increase the competiveness of export sectors. Making fiscal policy truly counter-cyclical, which means a higher primary surplus, would allow some economies to avoid overheating demand conditions. This would also keep inflationary pressures under control and allow central banks to calibrate monetary policy at a less restrictive level, which would then reduce the incentive for foreign capital to move onshore. In addition, further fiscal consolidation would also help to increase the domestic savings rate and bolster deteriorating current account positions.


Finally, we do not believe we are observing a bubble in emerging markets in terms of asset prices as the recent movements reflect constructive growth dynamics, a supportive external backdrop, and solid macro fundamentals. However, the authorities will have to rise to the occasion to manage the opportunities presented by the favorable external environment and create the basis for sustainable balanced growth in the years to come.


Alberto Ramos is managing director and co-head of Latin American economics at Goldman Sachs in New York.



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