Los Precios del Cobre y la Industria MineraCopper Prices and the Mining Industry

01 Diciembre 2008
Las mineras no son ajenas a los altibajos de los ciclos de precio y, por supuesto, sabían que el auge de los últimos tres años no duraría por siempre. Pero no esperaban que terminara justo ahora ni tampoco que su aterrizaje fuera de esta dureza nunca antes vista.


Pero, entre mediados de septiembre y mediados de noviembre, los precios del cobre se redujeron a la mitad, generando lo que Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo del independiente Centro de Estudios del Cobre y la Minería (CESCO), califica de “un cambio muy radical en las condiciones comerciales”.


Esas son malas noticias no sólo para las empresas mineras, sino también para la economía chilena. Entre el 2004 y el 2007, las exportaciones del país se duplicaron a US$ 67.600 millones debido a que las ventas del cobre escalaron de US$ 14.700 millones US$ 37.600 millones, y, para el 2007, el ingreso fiscal generado por el cobre -correspondiente a las ganancias de Codelco, el productor estatal de cobre, y los impuestos gravados a las empresas mineras privadas- representaron casi un tercio del ingreso total del Gobierno.


También es posible que se vea afectada la inversión, uno de los factores clave del crecimiento económico de Chile durante los últimos dos años. A comienzos de este año, la Corporación de Bienes de Capital (CBC) -organización que sondea los planes de inversión de las empresas- estimó que en Chile se desarrollarían proyectos avaluados en cerca de US$ 51.000 millones durante los próximos cinco años y que el sector minero correspondería a casi un cuarto de esa cantidad.


Es poco probable que los proyectos mineros que ya están en construcción se vean afectados. Sin embargo, las grandes empresas mineras señalan que, en el actual contexto de incertidumbre, los proyectos que aún deben recibir su aprobación final posiblemente se posterguen.


Una razón para hacer una pausa en la toma de decisiones es que el costo de los proyectos está comenzando a caer a medida que descienden los precios de los insumos, como el acero. Y eso puede hacer una gran diferencia.


Si BHP Billiton hubiera construido su mina Spence, que comenzó a operar en el norte de Chile el 2006, en el punto más alto de los precios del cobre, quizás habría gastado el doble de los US$1.000 millones que costó la mina en realidad, afirma Mauro Valdés, vicepresidente de asuntos corporativos de BHP Billiton Base Metals, la empresa que también controla la empresa Minera Escondida.


La otra razón para la postergación es que los mercados financieros están más ajustados y el costo de los préstamos es mayor. Es un mito, señala Valdés, que los bolsillos de las grandes empresas mineras aún están abultados con las ganancias de los altos precios del cobre. Las empresas habían calculado sus necesidades de flujo de capital, incluidos sus dividendos, sobre la base de una caída mucho más lenta de los precios del cobre, afirma.


Reacción a la Conmoción de los Precios


En cualquier caso, las mentes de las empresas cupríferas están concentradas ahora en otro problema: cómo reducir los costos. "Hasta hace apenas unos meses, todo estaba enfocado simplemente en producir cuanto cobre fuera posible, ahora todo se trata del control de costos", afirma Valdés.


Afortunadamente, la caída de los precios del cobre ayudará por sí misma a este punto. A comienzos de este año, el precio del ácido sulfúrico, usado para lixiviar óxidos de cobre, se disparó a US$ 180 la tonelada, casi tres veces el nivel del 2007, pero desde entonces ha registrado una pronunciada baja. Lo mismo ha ocurrido con el petróleo, que ha ayudado a reducir los costos de la energía.


A un precio del cobre en torno a los US$ 1,60 la libra -su nivel a fines de noviembre- entre un 10% y 15% de la producción mundial tendrá una rentabilidad negativa, según Guajardo. Sin embargo, debido a que Chile aún es un productor con costos relativamente bajos, la cifra será levemente menor, sostiene.


Son las minas pequeñas del país las más vulnerables. En Calama, en el norte de Chile, se ha informado que un 30% de los pequeños productores ha cerrado y, en el puerto de Tocopilla, las estimaciones sugieren una cifra más cerca al 80%.


Durante los últimos años, el norte de Chile ha experimentado una “fiebre del cobre” a medida que pequeños inversionistas -muchos de los cuales no son mineros de tradición- intentaban obtener dinero rápido comprando o arrendando una mina. Desafortunadamente, algunos de ellos también compraron equipos a crédito sólo para darse cuenta que, a los actuales precios, ya no son viables.


Pero aún dejando a un lado a estos frustrados buscadores de fortuna, las pequeñas minas tienen costos de operación mucho más altos que sus competidores de mayor tamaño, lo que refleja su falta de economías de escala. Según Alberto Salas, vicepresidente de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), que representa a las pequeñas y medianas mineras, los costos promedio de producción de las minas pequeñas -aún si se considera la reciente caída de los precios de los insumos y la apreciación del peso frente al dólar- se ubican en un rango entre US$ 1,70 y 1,80 la libra, o en otras palabras sobre el precio que registraba el cobre a fines de noviembre.


Más aún, las minas pequeñas tienen menos espacio que los grandes productores para reducir costos. Si bien los costos financieros son importantes en las grandes empresas mineras -y pueden reducirse mediante la postergación de proyectos o la renegociación del vencimiento de sus obligaciones- los costos de las minas pequeñas son mucho mayores en materia de mano de obra e insumos y, por tanto, están vinculados más estrechamente a la producción, señala Salas.


Como resultado, el sector está presionando al Gobierno para reactivar un mecanismo de estabilización de precios, usado durante la anterior baja de los precios del cobre a fines de los años 90 y comienzos de esta década, que consistía en créditos a ser pagados una vez que los precios mejoraran. De hecho, los US$ 30 millones prestados a las pequeñas mineras entre los años 1998 y 2003 se habían pagado totalmente y con intereses para comienzos de este año, destaca Salas.


Los costos de producción en las minas de mediano tamaño -de las cuales Chile tiene cerca de 30- son levemente inferiores a los de las minas pequeñas, afirma Salas. Pero aún son vulnerables.


A fines de octubre, por ejemplo, la australiana Tamaya Resources, que controla la mina de cobre y oro Punitaqui en la Región de Coquimbo, en el norte de Chile, anunció que había solicitado un síndico, porque -con la baja de los precios del cobre- “no es posible para Tamaya pagar deudas a los acreedores y operar de manera ordenada”.


También hay preocupación en cuanto a que otras minas de mediano tamaño puedan cerrar a medida que los márgenes se contraen. “Ganaron tanto dinero durante los últimos tres años que en lugar de luchar por operar a los costos de hoy en día, bien podrían ir a Hawaii por un rato”, sugirió una fuente de la industria.


Un Mercado Impredecible


Una de las razones por las que ahora es tan difícil predecir el futuro del cobre es que el mercado internacional ha cambiado a medida que la demanda se ha diversificado. “Hace unas décadas, todo se trataba de Estados Unidos, Europa y Japón; ahora está China y otros países como Brasil, Turquía y Vietnam que también hay que considerar”, destaca Guajardo del CESCO.


A fines de noviembre, CESCO, de hecho, aún tenía que publicar su proyección para los precios del cobre en 2009. “¿Es esta una crisis mundial? Esa sigue siendo la pregunta sin responder”, señala Guajardo.


Por supuesto, todos los ojos están puestos en China. Ahora corresponde a un cuarto de la demanda internacional y “sin China, los precios nunca habrían subido tanto”, indica Eduardo Titelman, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Chilena del Cobre (COCHILCO), una agencia gubernamental.


Para el próximo año, COCHILCO proyecta un precio promedio del cobre de US$ 1,60 la libra, basado en las proyecciones para el desempeño económico de los países compradores de cobre que elaboró la firma británica Consensus Economics. No obstante, hay mucha incertidumbre, admite Titelman.


Un factor a favor de los precios del cobre es que, como indican los bajísimos niveles de los inventarios internacionales, la oferta mostró ser inelástica de cara al reciente auge de los precios. Mientras la producción mundial de molibdeno se incrementó en un 41% entre el 2002 y el 2007 en respuesta a los altos precios, el aumento de la producción de cobre en el mismo período fue de sólo un 14%, señala Guajardo.


Los bajos precios del cobre en los años previos al reciente auge deprimieron tanto las expectativas de crecimiento que las empresas invirtieron menos de lo necesario en exploración y equipamiento, sostiene. Y entonces, cuando los precios comenzaron a subir, la demanda aumentó tan rápidamente que los proveedores de equipos y contratistas no pudieron mantener el ritmo, poniendo una camisa de fuerza a la expansión de la producción.


Según Guajardo, un signo de que los productores han estado operando al límite de su capacidad es el anuncio de Escondida respecto a que su producción caerá en un 10% entre junio del 2008 y junio del 2009 debido a una falla en el molino de su planta concentradora Laguna Seca. Otras empresas incluidas la mina Collahuasi, en la que tanto Xstrata como Anglo American poseen una participación del 44%, también ha experimentado problemas similares, añade.


De hecho, la producción de cobre de Chile ha subido sólo lentamente. Desde 5,4 millones de toneladas en el 2004, cayó en 2005 y en 2006 antes de subir a 5,6 millones de toneladas en el 2007. Pero en el 2008, pese al inicio de operaciones de la mina Gabriela Mistral de Codelco, se espera que caiga nuevamente a una cifra levemente inferior a los 5,4 millones de toneladas, antes de recuperarse a 5,6 millones de toneladas en el 2009.


El Futuro del Cobre de Chile


Una vez que comience a disiparse la incertidumbre, las empresas mineras privadas de Chile tienen muchos proyectos listos para avanzar. Escondida, por ejemplo, recientemente presentó estudios de impacto ambiental para la construcción de una nueva planta concentradora y una planta de desalinización, y también está evaluando una serie de depósitos descubiertos durante exploraciones recientes.


Antofagasta Minerals, la rama minera del grupo industrial local Luksic, también está analizando la construcción de la nueva mina Esperanza y una expansión de su actual mina Los Pelambres, mientras que Anglo American tiene planes para expandir su mina Los Bronces y Xstrata está evaluando la construcción de la nueva mina El Morro.


Chile, después de todo, tiene un 30% de las reservas conocidas de cobre del mundo, destaca Titelman. Aún así, afirma, su participación del mercado internacional del cobre caerá en los próximos cinco a diez años. De hecho, Valdés de BHP Billiton estima que caerá de su actual nivel a cerca de un 35% o un 30% en un lapso de 10 años.


Según un sondeo anual de las empresas mineras realizado por el canadiense Fraser Institute, Chile es el sexto lugar más atractivo para la inversión minera en términos de su marco político, infraestructura, seguridad y otros factores similares, y el tercero en lo relativo a potencial minero, dada la actual regulación y las restricciones de uso de suelo. Sin embargo, esa “condición” es una importante advertencia. Bajo el supuesto de que todos los países aplican las mejores prácticas industriales y que no hay restricciones de uso de suelo -o, en otras palabras, al medir sólo el potencial minero “puro”- Chile cae al lugar número 31.


Con su estabilidad política, la experiencia técnica minera, altos estándares de infraestructura y minas que, debido a su forma geografía, nunca están lejos de un puerto, Chile claramente sigue siendo muy atractivo. Pero ya no tiene el potencial que tenía en la década de los 90 y ya no es considerado como un emergente país minero, dice Guajardo.


De hecho, su leyes minerales -que, según COCHILCO, ahora promedian entre un 0,6% y un 0,7%- son muy inferiores a las que se encontrarán en países emergentes -si bien más peligrosos- como el Congo, donde se estima llegan a entre un 3% y un 5%. Y, luego -debido a que la mayor parte de la minería se lleva a cabo en el desierto de Atacama, en el norte de Chile- está el problema del agua.


Hay tecnología -como la desalinazación -para resolver ese problema, destaca Valdés. No obstante, añade costos significativos y puede inclinar el balance en contra de proyectos que de lo contrario habrían sido rentables.


Pero, según las empresas mineras privadas, el actual crecimiento de la industria minera de Chile enfrenta otro cuello de botella: Codelco. La atención se ha concentrado en sus altos costos.


Si se excluyen los ingresos obtenidos a partir el molibdeno -un subproducto del cobre del que Codelco es el mayor proveedor del mundo- sus costos de producción de cobre llegaron a US$ 1,81 la libra en el tercer trimestre del 2008, un alza frente a los US$ 1,35 la libra de un año antes. Si se incorporan los ingresos obtenidos a partir del molibdeno a esos costos hace que la cifra caiga a US$ 1,11 la libra, pero el precio del molibdeno también ha registrado una fuerte baja, lo que sugiere que Codelco -la vaca lechera de los ingresos fiscales durante los últimos tres años- podría verse muy presionada para ser rentable el próximo año.



No obstante, a juicio de las empresas mineras privadas, ese no es el principal problema. Su queja es que Codelco -que no estuvo disponible para ser entrevistada por bUSiness CHILE- está como los perros escondiendo los huesos en términos de administración.


Según CESCO, la empresa estatal posee el 20% de las concesiones mineras del país -o, en otras palabras, las áreas de mayor interés mineral- mientras que BHP Billiton, por ejemplo, posee un magro 6%. Y Codelco no está haciendo mucho con ellas.


En el 2007, destinó un estimado de US$ 24 millones para exploración, señala Guajardo, mientras que BHP Billiton -con un tercio de sus concesiones- gastó US$ 20 millones y Xstrata gastó US$ 29 millones. Incluso la brasileña Vale desembolsó US$ 25 millones en exploración en Chile, comenta Guajardo.


Más aún, si bien Codelco está invirtiendo en proyectos de expansión, están diseñados principalmente para contrarrestar las menores leyes minerales de sus minas más antiguas. Como resultado, se sugiere que, en el 2020, su producción podría ser muy similar a la de hoy en día.


En otras palabras, aun cuando Chile enfrenta la posibilidad de una mayor competencia para la inversión de dólares por parte de países productores de cobre emergentes, no está haciendo todo lo que puede a futuro por desarrollar uno de sus activos más preciados. Difícilmente esa es una buena receta cuprífera para un futuro brillante.


Ruth Bradley es la editora general de bUSiness CHILE. Además trabaja como corresponsal en Santiago de The Economist.



What do you do when the market price of your only product halves in a matter of weeks? That is the question with which Chile’s copper miners are grappling.

Miners are no strangers to the ups and downs of price cycles and, of course, they knew the boom of the last three years wouldn’t last for ever. But they didn’t expect it to end just yet nor that it would have such an unprecedentedly hard landing.

But, between mid-September and mid-November, copper prices halved, producing what Juan Carlos Guajardo, executive director of the Centro de Estudios del Cobre y la Minería (CESCO), an independent think-tank, describes as “a very radical change in business conditions”.

That is bad news not only for mining companies, but also for the Chilean economy. Between 2004 and 2007, the country’s exports doubled to US$ 67.6 billion as copper sales climbed from US$ 14.7 billion to US$ 37.6 billion, and, by 2007, fiscal income from copper - in the form of the earnings of Codelco, the state copper producer, and taxes levied on private mining companies - accounted for almost a third of total government revenues.

Investment, one of the key drivers of Chile’s economic growth over the last couple of years, is also likely to suffer. Earlier this year, the Corporación de Bienes de Capital (CBC), an organization that surveys company investment plans, estimated that new projects worth some US$ 51 billion would be developed in Chile over the next five years, with the mining sector accounting for almost a quarter of that amount.

Mining projects that are already under construction are unlikely to be affected. However, large mining companies report that, in the present context of uncertainty, projects that still have to get their final go-ahead are likely to be delayed.

One reason for taking a decision-making breather is that the cost of projects is starting to drop as the price of inputs, like steel, falls. And that can make a big difference.

If BHP Billiton had built its Spence mine, which started operations in northern Chile in 2006, at the peak of copper prices, it would have spent perhaps twice the US$ 1 billion the mine actually cost, says Mauro Valdés, vice-president for corporate affairs at BHP Billiton Base Metals, the company which also controls the Escondida mining company.

The other reason for delaying is tighter financial markets and the increased cost of borrowing. It's a myth, says Valdés, that the pockets of big mining companies are still bulging with the proceeds of high copper prices. Companies had calculated their cash flow needs, including their dividends, on the basis of a much slower drop in copper prices, he says.

Price shock reaction

In any case, the minds of copper companies are now focused on another problem - how to cut costs. "Until just a couple of months ago, everything was geared to simply producing as much copper as possible, now it's all about control of costs," says Valdés.

Fortunately, the drop in copper prices will itself help there. Earlier this year, the price of sulfuric acid, used to leach copper oxides, skyrocketed to US$ 180/tonne, almost three times its level 2007, but has since dropped sharply. So has oil, helping to reduce energy costs.

At a copper price of around US$ 1.60/lb - its level at the end of November - 10%-15% of world output is cash negative, according to Guajardo. However, because Chile is still a relatively low-cost producer, the figure there is slightly lower, he says.

It is the country’s small mines that are most vulnerable. In Calama, in the north of Chile, 30% of small producers are reported to have closed and, in the port of Tocopilla, estimates suggest a figure closer to 80%.

Over the last few years, the north of Chile has seen a “copper rush” as small investors - many of them not traditionally miners - sought to make fast money by buying or renting a mine. Unfortunately, some of them also bought equipment on credit only to find that, at today’s prices, they are no longer viable.

But even setting aside these frustrated fortune seekers, small mines have much higher operating costs than their larger competitors, reflecting their lack of scale economies. According to Alberto Salas, vice-president of the National Mining Society (SONAMI), which represents small and mid-sized mining companies, the average production costs of small mines - even allowing for the recent drop in the price of inputs and the appreciation of the peso against the dollar - is in the range of US$ 1.70-1.80/lb - or, in other words, above the price of copper at the end of November.

Moreover, small mines have less room than big producers to cut costs. While financial costs are important in large mining companies - and can be reduced by postponing projects or renegotiating the maturity of liabilities - the costs of small mines are far heavier on labor and inputs and, therefore, more closely tied to output, says Salas.

As a result, the sector is pressing the government to reactivate a price stabilization mechanism, used during the previous copper price low at the end of the 1990s and beginning of this decade, which took the form of credits to be repaid once prices improved. Indeed, the US$ 30 million lent to small miners between 1998 and 2003 had been fully repaid with interest by the beginning of this year, notes Salas.

Production costs at mid-sized mines - of which Chile has around 30 - are slightly lower than at small mines, says Salas. But they are still vulnerable.

At the end of October, for example, Australia’s Tamaya Resources, which controls the Punitaqui copper and gold mine in the Coquimbo Region of northern Chile, announced that it had placed itself under voluntary administration because, with the drop in copper prices, “it is not possible for Tamaya to repay debts to lenders and operate in an orderly fashion”.

There is also concern that other mid-sized mines may close as margins shrink. “They’ve made so much money over the last three years that they might as well go off to Hawaii for a while rather than struggling to operate at today’s costs,” suggested one industry source.

An unpredictable market

One of the reasons why it is now so difficult to predict the future of copper prices is that the international market has changed as demand has diversified. “A few decades ago, it was all about the U.S., Europe and Japan; now there’s China and other countries like Brazil, Turkey and Vietnam to take into account as well,” points out CESCO’s Guajardo.

As of late November, CESCO, in fact, had yet to issue its forecast for copper prices in 2009. “Is this a global crisis? That’s the still unanswered question,” says Guajardo.

All eyes are, of course, on China. It now accounts for a quarter of international demand and “without China, prices would never have gone so high,” says Eduardo Titelman, executive vice-president of the Chilean Copper Commission (COCHILCO), a government agency.

For next year, COCHILCO is projecting an average copper price of US$1.60/lb, based on forecasts for the economic performance of copper-buying countries from UK-based Consensus Economics. But there is a lot of uncertainty, admits Titelman.

One factor in favor of copper prices is that, as the very low level of international stocks indicates, supply proved inelastic in the face of the recent price boom. While world output of molybdenum increased by 41% between 2002 and 2007 in response to high prices, the increase in copper output over the same period was only 14%, says Guajardo.

Low copper prices in the years before the recent boom so depressed growth expectations that companies underinvested in exploration and equipment, he says. And then, when prices started to rise, demand increased so quickly that equipment suppliers and contractors couldn’t keep pace, straitjacketing the expansion of output.

According to Guajardo, one sign of the fact that producers have been operating at the limit of their capacity is the announcement by Escondida that its output will drop by 10% between June 2008 and June 2009 due to a mill failure at its Laguna Seca concentrator plant. Other companies including the Collahuasi mine, in which both Xstrata and Anglo American hold a 44% stake, have also suffered similar problems, he adds.

Indeed, Chile’s copper output has increased only slowly. From 5.4 million tonnes in 2004, it dropped in 2005 and 2006 before rising to 5.6 million tonnes in 2007. But in 2008, despite the start of operations at Codelco’s Gabriela Mistral mine, it is again expected to drop to slightly below 5.4 million tonnes, before recovering to 5.6 million tonnes in 2009.

Chile’s copper future

Once uncertainty begins to dissipate, Chile's private mining companies have plenty of mining projects poised for the go-ahead. Escondida, for example, has recently presented environmental impact studies for the construction of a new concentrator plant and a desalination plant, and is also evaluating several deposits discovered during recent explorations.

Antofagasta Minerals, the mining arm of the local Luksic industrial group, is also looking at the construction of the new Esperanza mine and at an expansion of its existing Los Pelambres mine, while Anglo American has plans to expand its Los Bronces mine and Xstrata is looking at the construction of the new El Morro mine.

Chile, after all, has 30% of the world's known copper reserves, points out Titelman. Still, he says, its share of the international copper market will drop over the next five to ten years. Indeed, BHP Billiton's Valdés estimates that it will fall from its present level of close to 35% to 30% in ten years' time.

According to an annual survey of mining companies by Canada’s Fraser Institute, Chile is the 6th most attractive place for mining investment in terms of its policy framework, infrastructure, safety and other similar factors, and 3rd as regards mineral potential, given current regulation and land use restrictions. But that ‘given’ is an important caveat. If all countries are assumed to apply best industry practices and no land use restrictions - or, in other words, only ‘pure’ mineral potential is measured - Chile drops to 31st.

With its political stability, mining expertise, high-standard infrastructure and mines that, because of its string-bean geography, are never far from a port, Chile is clearly still very attractive. But it no longer has the potential it had in the 1990s and is no longer considered an emerging mining country, says Guajardo.

Indeed, its ore grades - which, according to COCHILCO, now average 0.6%-0.7% - are well below those to be found in emerging - if more dangerous - countries like the Congo where they reportedly reach 3%-5%. And, then, because most mining takes place in the Atacama Desert of northern Chile, there is the problem of water.

Technology, like desalination, exists to solve that problem, points out Valdés. But it adds substantially to costs and can tip the balance against projects that would otherwise have been profitable.

But, according to private mining companies, the ongoing growth of Chile’s mining industry faces another bottleneck in the form of Codelco. Attention has focused on its rising costs.

Excluding income from molybdenum - a by-product of copper of which Codelco is the world’s largest supplier - its copper production costs reached US$ 1.81/lb in the third quarter of 2008, up from US$ 1.35/lb a year earlier. Setting revenues from molybdenum against those costs brings the figure down to US$ 1.11/lb, but the price of molybdenum has also dropped sharply, suggesting that Codelco - the cash cow of fiscal revenues for the past three years - may be hard pressed to turn in a profit next year.

But, say private mining companies, that is not the main problem. Their complaint is that Codelco - which was not available to be interviewed by bUSiness CHILE - is playing dog in the manager.

According to CESCO, it holds 20% of the country's mining concessions - or, in other words, the areas of greatest mineral interest - whereas BHP Billiton, for example, holds a mere 6%. And Codelco isn't doing much with them.

In 2007, it devoted an estimated US$ 24 million to exploration, says Guajardo, while BHP Billiton - with a third of its concessions - spent US$ 20 million and Xstrata spent US$ 29 million. Even Brazil's Vale spent US$ 25 million on exploration in Chile, says Guajardo.

Moreover, although Codelco is investing in expansion projects, they are mostly designed to counteract the falling ore grades of its ageing mines. As a result, it is suggested that, in 2020, its output may still be much the same as today.

In other words, even as Chile faces the prospect of increasing competition for investment dollars from emerging copper producer countries, it is not putting its best foot forward in developing one of its most valuable assets. Hardly a copper-bottomed recipe for a brighter future.

Ruth Bradley is general editor of bUSiness CHILE. She is also the Santiago correspondent for The Economist.
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