En el año 2024, las entidades financieras en Chile se enfrentan a un panorama regulatorio y de mercado en constante cambio. Este entorno no solo exige adaptaciones legales y operativas, sino también un enfoque estratégico, especialmente en un sector donde la tecnología está redefiniendo las reglas del juego. Y, en este contexto, acelerar el ritmo de la digitalización es un factor clave para que las empresas organicen mejor sus datos y generen nuevos negocios de vanguardia en el sector financiero.
Como parámetro, según el Informe de Sistema de Pago del Banco Central del 2023, los pagos digitales ascendieron un 110% del PIB anualmente, de los cuales un 68% corresponden a Transferencias Electrónicas de Fondos.
Es decir que, adicionalmente al cambio de hábito de los ciudadanos, quienes utilizan mayormente aplicaciones para realizar sus gestiones, las instituciones financieras locales enfrentan el desafío de implementar la Ley Fintech durante este año. Esta legislación promueve la inclusión financiera a través de la disponibilidad de información, para que cualquier institución financiera (tradicional Neobancos o Fintechs) pueda ayudar al cliente final a financiarse de manera óptima y con la menor fricción posible, aumentando la competencia en el mercado.
Además, el 2024 será un año en el que se deberán enfrentar desafíos nuevos que demandan soluciones de largo plazo, como la ciberseguridad y el cambio climático, entre otros. Ante este escenario, es clave que las entidades financieras se reinventen y aprovechen las tecnologías emergentes que no solo cumplirán con las nuevas normativas, sino que también podrán mejorar su posición y rendimiento en el mercado.
La adopción de soluciones digitales innovadoras es fundamental para mantener la competitividad, responder a las expectativas de los consumidores y ofrecer experiencias mejoradas a los clientes. El uso de tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), Blockchain y arquitecturas API son fundamentales para poder brindar experiencias financieras diferenciadas. Estas herramientas mejoran la eficiencia operativa y permiten el desarrollo de productos y servicios innovadores, esenciales para los ecosistemas basados en plataformas, maximizando la ventaja competitiva de las entidades financieras.
En paralelo, las recientes regulaciones y la consecuente implementación de nuevas tecnologías implican inversiones considerables. Las entidades financieras deben actualizar sistemas y políticas, lo que involucra costos significativos, especialmente para las instituciones más pequeñas que disponen de recursos limitados. La capacitación del personal es crucial en este proceso de cambio, donde los colaboradores deben estar preparados para manejar las nuevas tecnologías y comprender las regulaciones vigentes. Organizar y garantizar la calidad de los datos, ejecutar los controles y la gobernanza adecuados, garantizar la gestión de riesgos y, finalmente, implementar la IA para que sea efectiva y responsable, es el camino por seguir, además de velar por la seguridad y protección de los datos.
A pesar de los desafíos del contexto regulatorio, las nuevas tecnologías presentan oportunidades significativas. La adaptación estratégica, que incluye la digitalización y el aprovechamiento de la tecnología emergente, es la clave para el éxito. Como así también, es fundamental integrar la práctica de "zero trust" para garantizar una estrategia de seguridad y resiliencia siempre actualizada. En síntesis, las organizaciones que logren transformarse estarán más cercanas de cumplir con sus obligaciones regulatorias, y también fortalecerán su posición en un sector financiero dinámico y en constante evolución, ofreciendo experiencias innovadoras y seguras a sus usuarios.