Lorenzo Constans en Desayuno con AmCham: recuperar las confianzas es básicoLorenzo Constans en Desayuno con AmCham: recuperar las confianzas es básico

18 Agosto 2011
"El problema consiste en un déficit de esa capacidad de los individuos de trabajar junto a otros para alcanzar objetivos comunes",

El presidente de la CPC se refirió al momento económico, político y social que vive el país, sin eludir los temas que acaparan la contingencia. Primero realizó un recuento de las últimas cifras económicas, todas que hablan de un país cuyo desempeño económico aparece mucho mejor que sus pares de la región y que incluso países del hemisferio norte, hoy azotados por crisis e incertidumbres. Destacó también cómo la solidez del sistema financiero ha ayudado a morigerar los efectos de esta crisis mundial.

Luego pasó a analizar la contingencia, destacando que la falta de confianza entre instituciones, estamentos y gremios en pos de perseguir un objetivo común es uno de los componentes que hoy está dañando la convivencia nacional. Si bien destacó la responsabilidad social del empresariado y las múltiples iniciativas en el campo educacional de manera de mejorar las competencias y posibilidades de la población, también hizo hincapié en la necesidad de que éste actúe conforme a principios éticos y valóricos que favorezcan esta conductas.

Al término de su exposición, los asistentes le consultaron sobre la cómo fortalecer la competitividad, sobre la inequid
ad y sobre el rol y peso de la dirigencia empresarial en este momento.

Lea su discurso a continuación.

Discurso del Presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, Lorenzo Constans

Muy buenos días. Para mí es honor compartir esta mañana con ustedes, con los socios de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio, un actor tan importante y valioso que tanto ha contribuido a incrementar el comercio, las inversiones y el desarrollo de nuevos negocios entre Chile y Estados Unidos.

Hoy me gustaría revisar con ustedes algunos aspectos de nuestra economía que vale la pena destacar, para luego analizar qué nos está haciendo falta como país para no dejar pasar esta oportunidad que se nos presenta de lograr ser un país desarrollado en los próximos años.

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Y en lo económico, qué mejor que echar un vistazo al último informe del Fondo Monetario Internacional. Al dar a conocer las conclusiones sobre nuestro país, la entidad corrigió su proyección para el PIB 2011 desde 6,0% a 6,5%, y sostuvo que la demanda interna aumentará 7,8% en 2011 y 6,0% en 2012, luego que el consumo muestre variaciones de 6,6% y 5,9% en cada año; y la inversión, de 11,0% y 6,4%.

En tanto, las exportaciones subirían 5,4% este año y 3,4% el próximo, y las
importaciones, 8,5% y 6,2%. Indicó también que la inflación cerrará en 4,0% en 2011 y en 3,2% en 2012, mientras que la tasa promedio de desocupación nacional será de 7,2% en cada año.

Cito textual al FMI: "La economía chilena se ha recuperado rápidamente de la crisis financiera global y del terremoto del 27 de febrero de 2010. Su capacidad de recuperación se basó en un marco de políticas sólido (que incluye una regla fiscal, la meta de inflación y la flexibilidad cambiaria), un sistema bancario sólido y una fuerte respuesta de política".

f3Además, resaltó que los indicadores de solidez financiera son favorables. De hecho, los bancos están bien capitalizados, líquidos y altamente rentables. "A pesar del reciente aumento del endeudamiento externo, la financiación externa de los bancos chilenos sigue siendo moderada, y no hay descalce de monedas importantes en el sector bancario y en el sector empresarial", apuntó el FMI.

Realmente son buenas noticias… A lo que podemos agregar otros datos: tenemos más de 15 mil dólares de ingreso per cápita, el más alto de América Latina; Chile se ubica entre las veinte economías con mayor inversión extranjera, captando el año pasado recursos por 15 mil millones de dólares, lo que implicó un crecimiento de 17% respecto de 2009; y los distintos sectores productivos proyectan un auspicioso cierre de año y optimismo para 2012.

Pero a nivel internacional -y ustedes lo saben mejor que nadie-, nos enfrentamos a una incertidumbre marcada especialmente por las turbulencias externas que provienen de que el crecimiento mundial ha recibido bastantes shock durante el año, primero desde el Medio Oriente, el terremoto en Japón, muchos ruidos en el sistema financiero y

el mal manejo de la crisis de la deuda en Europa y Estados Unidos. El no saber cómo termina esto, naturalmente repercute en nuestro país. Porque aunque la economía chilena está creciendo fuertemente, tengamos una deuda pública menor al 10% y hay una mayor expectativa de inversión -lo que constituyen importantes ventajas-, estamos plenamente insertos en la economía global.

Y aquí permítanme detenerme un minuto en el tema de la internacionalización de nuestra economía. Como todos sabemos, a partir de la década de los 70 Chile dio inicio a un proceso de apertura de su economía, el cual inicialmente tuvo un carácter unilateral y posteriormente fue acompañado, durante los 90, por una activa política de negociación de acuerdos comerciales, en el marco de lo que hemos denominado "regionalismo abierto". Las exportaciones, que hace diecisiete años eran de 8,4 mil millones de dólares, hoy superan los 70 mil millones de dólares, proyectándose un sólido crecimiento para los próximos años.

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En este contexto, la suscripción de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos fue un objetivo tenazmente buscado por Chile desde 1990. Con la entrada en vigencia el 1° de enero de 2004, nuestro país consolidó y amplió el acceso de sus productos a la -en ese entonces- mayor economía del mundo y su mayor y más importante socio comercial.

Las cifras son conocidas para ustedes: en 2010, EEUU fue nuestro tercer socio comercial, con 6.700 millones de dólares de exportaciones (porque hubo una crisis), pero en 2009 era por lejos el primero. Respecto de las importaciones, EEUU sí ocupa el lugar número uno, con 9.000 millones el año pasado.

Pero volvamos a nuestro país…

La velocidad de crecimiento que registrará la economía nacional el próximo año, ha dado para diferentes pronósticos los últimos días. Pero sí hay coincidencia y preocupación respecto de una incipiente desaceleración respecto al resultado previsto para 2011. Y en esta línea, el cuadro para 2012 establece un desafío mayor para la agenda y coordinación del equipo económico, en especial cuando hay un compromiso de concluir los cuatro años de gobierno con un PIB promedio de 6%. Dese ya, el contexto internacional plantea más dudas que certezas, y si bien el mundo emergente aún se ve pujante, la incógnita es qué tanto podría compensar la menor actividad de los países desarrollados.

Dado lo anterior, nuestro país no debe ni puede perder el foco en el crecimiento, y para esto, las medidas pro competitividad y un sector exportador más diversificado, se vuelven cruciales para no disminuir el ritmo. Porque el crecimiento es la principal fuente de incremento de los recursos de un país y es la base, junto al empleo y la educación, para la mejor distribución del ingreso.

Si bien valoramos y consideramos un avance necesario en el camino al desarrollo la implementación de las reformas sociales que está llevando a cabo el gobierno (en educación, salud, previsión, mujeres), es fundamental un actuar conservador y responsable por parte del Fisco en materia de gasto público. Destacamos el hecho que el Ministro haya reafirmado públicamente el compromiso del gobierno con la responsabilidad fiscal, a través de la convergencia del balance estructural a -1% del PIB en 2014, y un crecimiento del gasto público inferior al PIB.

Pero más allá de estas consideraciones económicas, de las interrogantes que se puedan abrir en el horizonte, y de las oportunidades que sabemos que tenemos como país de avanzar hacia el desarrollo, debemos tener en cuenta otros factores, relacionados con las personas y sus interrelaciones en la sociedad.

En otras palabras, el desafío de mantener un ritmo acelerado de crecimiento, debe ir acompañado de un factor, que inevitablemente debe hoy estar presente en el discurso económico de nuestro país. Me refiero al concepto de la confianza, la confianza en las instituciones, la confianza en el gobierno, la confianza en la economía, la confianza en las personas.

Los investigadores que analizan el desarrollo, han mostrado que algunos países y comunidades utilizan todos sus recursos productivos (capital humano, físico y natural) de manera mucho más eficiente que otros y, por lo tanto, obtiene mejores resultados. ¿Cómo se explica esa diferencia? Se explica por la existencia o carencia de un factor crucial para el desarrollo de cualquier sociedad: el capital social, es decir, la forma en que la gente interactúa, coopera y resuelve sus problemas.

Porque más allá de las oportunidades económicas que tiene un país, cuando hay una incapacidad de integración comunitaria porque escasea la confianza, las naciones se ven impedidas de explotar en todo su potencial esas oportunidades. El problema consiste en un déficit de capital social, de esa capacidad de los individuos de trabajar junto a otros, en grupos y organizaciones, para alcanzar objetivos comunes.

El capital social que representa la confianza será tan importante como cualquier capital físico. Y esto es lo que Chile no se puede farrear; somos la punta de lanza entre los países latinoamericanos en lo que a desarrollo se refiere, pero para lograr el crecimiento que esto exige, no nos podemos dejar estar ni en la estabilidad macroeconómica, ni en las reformas micro pro competitividad, ni en el aumento de la inversión, ni en el fortalecimiento del capital social.

La adquisición del capital social exige asumir las normas morales, compartir un lenguaje común y adquirir virtudes como lealtad, honestidad y confiabilidad. Precisamente a través de esos valores compartidos, nace la confianza, y la confianza tiene un valor económico amplio y medible. De hecho, las organizaciones más eficientes son aquellas en que sus integrantes comparten valores éticos, porque el consenso moral provee a los miembros del grupo de una base de confianza mutua. Se puede trabajar en equipo, con los demás y no contra ellos; codo a codo y no a codazos.

Y creo que justamente aquí, Chile presenta hoy una carencia, que le puede hacer perder grandes oportunidades. Lo que nos hace falta es trabajar con más altura de miras, poniendo el bien general del país por sobre el interés particular o partidista, buscando puentes y puntos de encuentro para restablecer un diálogo constructivo que nos permitan seguir avanzando a paso firme en la senda del desarrollo.

La generación de confianza, en el marco de respeto a la institucionalidad que nosotros mismos nos hemos dado, es responsabilidad de todos los miembros de la sociedad. Con generosidad, tolerancia, cumplimiento de nuestros deberes y ejercicio de nuestros derechos, creo que Chile logrará la unidad y la fuerza que hoy se requiere para salir de esta compleja situación.

En este contexto, las empresas tienen un rol fundamental en la sociedad, y ejercen un liderazgo basado precisamente en la confianza y la colaboración. En la mayoría de los casos, la conducción de las empresas de hoy se caracteriza por la integración de valores y por la colaboración estrecha entre empresarios y trabajadores, que luchan por un proyecto común.

Pero lamentablemente, hemos visto este último tiempo, algunos casos que condenamos enérgicamente, pues corresponden a prácticas empresariales reñidas con la ética, y que además de haber perjudicado a tantas personas, han afectado la fe pública.

Como CPC, hacemos un fuerte llamado a todos los empresarios del país para que sigan actuando cada día con mayor celo, responsabilidad y respeto en las relaciones con sus trabajadores, clientes, proveedores y con la comunidad en general, para seguir contribuyendo de manera decidida al fortalecimiento de la transparencia y de las confianzas, que la libre iniciativa requiere para crecer y ser sustentable en el tiempo.

Pienso que si todos los actores sociales damos la debida importancia y dedicación al fortalecimiento de este capital social fundado en los valores, la ética y la confianza, podremos aprovechar en su total magnitud las oportunidades económicas que hoy se nos presentan a pesar de la incertidumbre, y así continuar con el crecimiento alto y sostenido que requerimos para alcanzar la meta del desarrollo. Pero insisto, tampoco podemos descuidar la competitividad, que incluye temas tan importantes como diversificar y aumentar la capacidad de la matriz energética chilena, realizar las mejoras en la productividad, avanzar en un mercado laboral moderno, y concretar las reformas necesarias en el Estado.

Una especial mención merecen en este momento, la educación y la capacitación, las cuales deberían recibir múltiples impulsos, pues constituyen la mejor manera de perfeccionar las habilidades de las personas, con todo el círculo virtuoso que ello trae en más oportunidades, mejores empleos y una calidad de vida superior.

Tenemos el gran reto de acercar la educación al mundo de la empresa y al mercado del trabajo, de modo que las habilidades adquiridas sean concordantes con las necesidades del mercado laboral. Para eso, necesitamos más instancias de coordinación y retroalimentación entre el mundo de la empresa y el mundo de la educación, junto con avanzar en consolidar un sistema de aprendizaje a lo largo de la vida, que asegure acceso, calidad y pertinencia en la formación.

El sector privado tiene toda la disposición a colaborar e involucrarse activamente en el logro de estos objetivos. Ponemos nuestra experiencia al servicio del país.

El futuro de Chile está lleno de oportunidades. No dejemos que las incertidumbres ni las desconfianzas nos alejen de nuestro camino hacia una sociedad más inclusiva, más humana, con más oportunidades y mejor calidad de vida para todos.

Muchas gracias.
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