Las exportaciones de servicios de Chile, si bien aún son pequeñas en comparación con los ingresos que entran a raudales por las exportaciones de bienes, están creciendo a un ritmo bueno. Según el Banco Central de Chile, se han duplicado en los últimos seis años, pasando de los US$4.400 millones registrados en el 2002 a US$8.800 millones en el 2007.
Difícilmente sorprenda, tomando al creciente comercio de bienes de Chile, que el transporte corresponda a más de la mitad de esas exportaciones. De hecho, en el 2007, las navieras chilenas por sí solas anotaron US$3.200 millones en ingresos y, dado que más y más chilenos están viajando al extranjero, el transporte aéreo de pasajeros correspondió otros US$717 millones, mientras que los turistas que ingresaron al país aportaron US$1.400 millones.
Pero, aún si se excluyen estos sectores de rápido crecimiento, las exportaciones de servicios se han estado expandiendo a una tasa del 7% anual en la última década, y de un 10% en el caso de los servicios empresariales, señala Joaquín Piña, secretario técnico de la Coalición de Exportadores de Servicios (CES), entidad formada en 1997 por distintas asociaciones industriales con el fin de promover el comercio de servicios.
Y, si se incluyen los servicios de filiales de empresas chilenas en el extranjero, la cifra total bordea los US$14.000 millones, o cerca de un quinto del valor de las exportaciones de bienes de Chile, estima Piña. “Tradicionalmente hemos exportado bienes, en su mayoría productos primarios como cobre, y el desarrollo de las exportaciones de servicio es una verdadera revolución”, afirma.
Sin embargo, medir el intercambio comercial de servicios, dejando de lado su facilitación, es mucho más complejo que en el caso de los bienes. Después de todo, a menudo se hace referencia a los servicios como exportaciones “invisibles” y la definición de qué constituye un servicio puede ser vaga.
En teoría, cualquier servicio vendido a un comprador extranjero por un profesional o una empresa chilena es una exportación. Además de los ítems que se pueden reconocer más fácilmente tales como el transporte, esto puede incluir ítems tan diversos como diseño de ingeniería, seguros, software y tecnologías de la información, investigación de mercado, inversión y externalización de procesos empresariales.
El problema se complica aún más por las distintas opiniones respecto de si un ítem es o no un servicio; los software, por ejemplo, se contabilizan como un bien en algunos países y como un servicio en otros. Y tampoco ayuda que muchos servicios se exporten a través de Internet o por correo electrónico, lo que hace que recabar la información sea todavía más complicado.
Como resultado de ello, en parte, es poco lo que se sabe realmente en detalle de las exportaciones de servicios en Chile y, de hecho, existe la percepción generalizada de que las cifras que entrega el Banco Central subestiman significativamente el crecimiento y la actividad del sector. Ésa es una razón por la que el Gobierno no ha dado al sector de servicios la prioridad que se merece, afirma Piña.
“Como país recién estamos comenzando a pensar en términos de exportación de servicios; es algo muy nuevo”, sostiene Ana Novik, jefa del Departamento de Servicios, Inversiones y Transporte Aéreo de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon) del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Realmente no sabemos cuántos servicios estamos exportando y éste es un enorme problema”, admite.
Pero eso debiera cambiar cuando dentro de poco se publiquen los resultados de un nuevo estudio financiado con fondos públicos. En cooperación con ProChile, la agencia gubernamental de promoción de las exportaciones, y el Banco Central de Chile, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) encuestó a 3.100 empresas a nivel nacional y, aprovechando un ofrecimiento de Estados Unidos para compartir su experiencia en este campo, pronto viajará una delegación a Washington D.C. para recibir ayuda con el análisis de los resultados.
El estudio proveerá información sobre qué empresas de servicios están exportando, en qué sectores y a qué mercados. Piña está optimista en cuanto a que “una vez que el Gobierno vea los resultados del estudio, se dará cuenta de cuán dinámico es el sector y le dará más prioridad”.
Abriendo Fronteras
Los Tratados de Libre Comercio (TLC) que Chile ha suscrito durante los últimos 15 años han ayudado a abrir nuevos mercados para su sector de servicios. No obstante, no han conseguido tanto como en el sector de bienes.
La mayoría de los TLC incluyen capítulos sobre servicios, pero éstos a menudo se negocian con posterioridad y, debido a que están lejos de ser integrales, usualmente son sólo un primer paso hacia la apertura de los mercados para el intercambio comercial de servicios, afirma Novik. Los exportadores de servicio tal como sus contrapartes de bienes también darían la bienvenida a más tratados que eviten la doble tributación incluyendo -fundamentalmente- a Estados Unidos, afirman.
Como se destaca en un artículo de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la página 24 de esta revista, liberalizar los servicios es visto cada vez más como un desafío clave en la tarea más amplia de reducir el costo del comercio internacional de bienes. Por cierto, algunos países están más dispuestos a abrir sus mercados que otros. Los TLC de Chile con Canadá y Estados Unidos abrieron la mayor parte de los mercados de servicios, pero los países asiáticos, como China y Malasia, prefieren un modelo que implica la apertura de sólo algunos sectores específicos de servicio, señala Novik.
Tras su acuerdo sobre el comercio de bienes que entró en vigencia en octubre del 2006, Chile y China completaron recientemente la negociación de un acuerdo hermano sobre el comercio de servicios. En el 2007, China correspondió a menos de un 1% de las exportaciones de servicio de Chile, pero es visto como una posible puerta de entrada al mercado de servicios de Asia.
En tanto, según el Servicio Nacional de Aduanas, América Latina -liderada por Argentina y Perú- sigue siendo el principal destino para las exportaciones de servicios de Chile, correspondiendo al 60% del total, seguido por Estados Unidos con un 17%.
Esta concentración en Latinoamérica es una consecuencia lógica de compartir el mismo lenguaje y una cultura similar. Pero, según Piña, también refleja una falta de competitividad en otros mercados.
En la actualidad, América Latina corresponde a menos del 5% del comercio mundial de servicios, pero esto podría cambiar tras la creación en febrero de la Asociación Latinoamericana de Exportadores de Servicios (ALES) en Guatemala. Asociaciones del sector privado de 15 países, incluido Chile, suscribieron el acuerdo diseñado para “generar sinergias entre empresas” y mejorar la competitividad internacional de las exportaciones de servicios, señala Piña.
Esta nueva oportunidad para formar empresas de riesgo compartido debiera incrementar la competitividad de las empresas chilenas, sugiere. El sector de tecnologías de la información, por ejemplo, está creciendo en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay, pero las empresas podrían tener más éxito en mercados como Norteamérica si trabajan en conjunto, argumenta.
No obstante, de vuelta en casa, también hay trabajo por hacer. Constantemente, Chile figura entre los mejores países de la región para hacer negocios, pero el Gobierno falla en lo que respecta a los exportadores de servicios, sugiere Novik. “No hay muchos incentivos para las exportaciones de servicios y no alentamos las exportaciones de servicios como una política”, admite.
Los exportadores, sobre todo, quisieran ver un marco regulador más claro, que reduzca la incertidumbre y confusión que es un peligro particularmente costoso para las empresas más pequeñas, sostienen. Parte del problema -que está lejos de ser exclusivo de Chile- es que no hay una sola institución a cargo de regular y promover los servicios.
“Aduanas, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Cámara de Comercio de Santiago y ProChile, todos están haciendo distintas cosas y necesitamos trabajar juntos en esta área”, insta Novik.
Sin embargo, el Gobierno ha escuchado las demandas de los exportadores del sector de tecnologías de la información. Ha tomado medidas para ayudarlos reduciendo los impuestos a licencias importadas de software y permitiéndoles recuperar parte de su inversión en Investigación y Desarrollo. Pero podría hacer más, comenta Raúl Ciudad, presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de Información (ACTI).
La industria exportó US$250 millones en servicios a Norteamérica, Europa y Latinoamérica en el 2007, un alza frente a los US$170 millones del 2006, y tiene potencial para crecer a US$1.000 millones hacia el 2010, dice Ciudad. No obstante, para llegar a esa meta es necesario que el Gobierno ayude reduciendo aún más los impuestos, mejorando la protección a la propiedad intelectual y ofreciendo a las empresas chilenas los mismos incentivos que entrega a las compañías extranjeras, señala.
En el sector de la construcción, Chile es reconocido por sus calificados ingenieros, que han diseñado estructuras en Perú, España y Estados Unidos. No obstante, el Gobierno podría hacer más para simplificarles la vida, comenta Diego Varas, presidente de la Comisión de exportación, servicios y productos de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC).
“El Gobierno debiera promover la exportación de servicios como una política, dándole la importancia que merece, en especial si se considera nuestra desventaja geográfica”, sostiene. Por ejemplo, incorporar el reconocimiento de las calificaciones de profesionales chilenos a los acuerdos comerciales ayudaría a los exportadores a evitar problemas con las visas de trabajo en países extranjeros, afirma.
Competir de Manera Exitosa
El Offshoring -actividad mediante la cual las empresas, usando Internet, externalizan sus operaciones a países en desarrollo para aprovechar sus menores costos- está incrementando parte del comercio mundial en materia de servicios. India y China son los principales destinos en el mundo para actividades de offshoring, pero las empresa de servicios financieros y tecnológicos también están mirando cada vez más hacia América Latina.
Un estudio sobre el atractivo de 50 ubicaciones distintas para offshoring alrededor del mundo, publicado por la consultora estadounidense A.T. Kearney en el 2007, concluyó que los países latinoamericanos han logrado los mayores avances en competitividad si se les compara con el 2006. En el Global Services Location Index [Índice Global de Ubicaciones de Servicios], Brasil subió al quinto lugar, Chile al séptimo y México al décimo.
“Los Gobiernos en la región han comenzado a reconocer el potencial del sector de servicios de exportación”, destacó el estudio. Y, si bien se ubica debajo de Brasil en la categoría de “habilidades y disponibilidad de gente”, se identificó a Chile como el país que ofrece el mejor ambiente para hacer negocios y la mejor estructura tributaria de la región.
En una apuesta por atraer empresas de offshoring, se creó en noviembre un consejo de carácter público privado para promover el desarrollo de la industria. Además, la Corporación de Fomento (CORFO) de Chile invertirá US$13 millones en este campo en el 2008, incluidos US$3 millones para enseñar inglés a 1.000 trabajadores.
Una empresa que ha aprovechado los incentivos disponibles es Evalueserve, firma india de externalización de procesos de conocimiento (KPO, por su sigla en inglés) que provee servicios de investigación y análisis a clientes en Norteamérica y Europa desde oficinas en China e India, y que ahora también entrega estos servicios desde la ciudad portuaria de Valparaíso en Chile, donde a mediados del 2007 instaló su centro latinoamericano.
La lejanía geográfica de Chile es irrelevante gracias a Internet y, el estar en la misma zona horaria de Nueva York permite que la compañía entregue soporte a sus clientes durante las 24 horas del día, señala el gerente país Mohit Srivastava. “Chile es atractivo debido a su estabilidad y buen clima para hacer negocios”, destaca.
También ayuda que CORFO haya entregado a Evalueserve arriendos de oficinas subsidiados y capacitación para sus trabajadores, añade Srivastava, quien predice que Chile corresponderá al 10% de los ingresos mundiales de la empresa para el 2010.
Si bien los salarios en Chile están creciendo, siguen siendo menores a los de Estados Unidos y cada año las universidades del país sacan al mercado una gran cantidad de posibles candidatos para que sean contratados por empresas como Evalueserve. Sin embargo, según Srivastava, se requiere más capacitación de posgrado.
Los graduados chilenos por lo general carecen de exposición a los mercados financieros internacionales y las herramientas de inversión, comenta, y Evalueserve ha tenido que importar gerentes con experiencia desde Estados Unidos., Europa o Asia. Las universidades locales podrían ayudar en esta materia introduciendo más programas de postgrado en colaboración con las universidades internacionales, sugiere.
Complican aún más las cosas las restricciones impuestas a la cantidad de empleados extranjeros que puede tener una empresa en Chile. “Levantar estas restricciones haría que Chile fuera más atractivo como destino para la inversión extranjera y generaría un efecto dominó en otros sectores tales como vivienda y venta minorista”, argumenta Srivastava.
Y, luego, está el ingles. Si bien esto está mejorando, la dificultad para contratar personal calificado que sea competente en inglés sigue siendo un importante cuello de botella para posibles inversionistas de offshoring.
Y no sólo se necesita inglés. “Si pudiéramos preparar una buena cantidad de profesionales que hablen mandarín, quizás podríamos hacer algo, pero lo veo difícil, aunque no imposible”, sugiere Raúl Ciudad de la ACTI.
Otra área para realizar mejoras, según las empresas, es la regulación laboral. Por definición, las empresas de offshoring necesitan trabajar con horarios flexibles. “Es necesario que las regulaciones se sintonicen con las necesidades de las empresas de servicio, con leyes más flexibles que permitan la existencia de distintos tipos de contrato”, argumenta Srivastava.
Y, luego también, está la apreciación del peso frente al dólar. La debilidad del dólar, por cierto, afecta a todos los países exportadores, pero el peso se ha apreciado más en el 2008 que la mayoría de las demás divisas del mundo, y el desafío para el sector de servicios de Chile radica en seguir siendo competitivo pese a los menores ingresos en pesos.
“En los próximos meses, [la debilidad del dólar] de seguro generará una mayor dificultad de las empresas chilenas para competir contra India, México y otros países europeos como Estonia, por los mayores costos en dólares (más dólares de costo por cada hora hombre de servicio)”, prevé Ciudad.
Esto también es una advertencia de que, si bien la economía abierta de Chile, el positivo clima de negocios y los salarios aún competitivos han creado un entorno atractivo para los exportadores de servicios, otros países también tienen estas ventajas y Chile no puede darse el lujo de dormirse en los laureles. De lo contrario, no sólo se quedará atrás respecto de otros países en lo que a atraer nuevos inversionistas se refiere, sino que también podría enfrentar la pérdida de empresas como Evalueserve a manos de mejores climas, llevándose consigo puestos de trabajo y conocimiento técnico.
En el panorama más amplio, la capacidad de Chile para establecerse como una plataforma para servicios podría determinar si sigue el camino de exitosas economías basadas en servicios o sigue dependiendo de las exportaciones de bienes básicos. “Chile es mejor que la mayoría de los países de América Latina, pero ¿podría ser mejor? De todas maneras”, concluye Srivastava.
Julian Dowling trabaja como periodista freelance en Santiago.