La Ronda de Doha Vista Desde AdentroDoha from the Inside
Durante un desayuno realizado para los socios de AmCham, Alejandro Jara, abogado chileno y ex embajador de ese país ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) -quien hoy es uno de los cuatro directores generales adjuntos de dicho organismo- dio a conocer el estado en el que se encuentran actualmente las negociaciones multilaterales de comercio de la Ronda de Doha.
Y habló sin rodeos. La Ronda de Doha, que se inició en el 2001 y se suspendió definitivamente en Julio, “fracasó”. Si bien se consiguieron avances valiosos y los contactos informales continúan, es poco probable que el punto muerto en que se encuentran se supere en el corto plazo, reconoció Jara.
Eso se debe, en parte, a que la Autoridad para la Promoción del Comercio, otorgada por el Congreso de Estados Unidos al Presidente Bush, termina a mediados del próximo año y con el fin de calificar dentro de este sistema -que implica que el Congreso puede aceptar o rechazar, pero no modificar un acuerdo comercial- la Ronda de Doha tendría que llegar a una exitosa conclusión hacia Diciembre, una meta imposible. Y la posibilidad de que el Congreso de Estados Unidos pudiera modificar las condiciones de cualquier acuerdo hace que sea mucho más difícil de lograr, añadió Jara.
El asunto, por cierto, es qué falló. “No es falta de interés en un acuerdo de libre comercio”, dijo Jara, “porque en el mismo período, se han suscrito una serie de acuerdos bilaterales de comercio y avanzaron mucho más, en sus condiciones, de lo que lo hizo Doha”.
Hubo algunos incidentes desafortunados en el camino. La Quinta Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en Cancún, México, en septiembre del 2003, que produjo resentimiento, no avance, fue organizada deficientemente, recordó Jara. Pero, indicó en el desayuno, el problema clave es la agricultura.
Aunque representa sólo una pequeña fracción del comercio internacional, la agricultura es de importancia superior para los países en desarrollo, cuyas esperanzas de un mejor acceso a mercados de países ricos se han basado sobre la ronda de Doha. También es el área de comercio en la que hay mayores distorsiones y se ha convertido en el ‘Nudo Gordiano’ de Doha.
Estas distorsiones surgen tanto de los subsidios directos a las exportaciones como de los subsidios locales, algunos de los cuales se entregan en una forma indirecta como apoyo para investigación y desarrollo. En cuanto a los subsidios para las exportaciones, el principal ofensor es la Unión Europea, aunque ha manifestado su voluntad para eliminarlos en el mediano plazo, pero el director general adjunto de la OMC fue claro en su visión de que la principal barrera para progresar en lo que respecta a la agricultura es Estados Unidos.
“Lo que ha ofrecido Estados Unidos implicaría cierto cambio en su política agrícola”, reconoció Jara, “pero no reducirá efectivamente su gasto en esta área”.
Cuando Estados Unidos manifestó, en Julio, que no mostraría sus cartas sobre el apoyo a la agricultura sin conocer lo que los países en desarrollo estaban dispuestos a ofrecer, en términos del acceso a sus mercados para los exportadores estadounidenses, terminó de sepultar las negociaciones, indicó Jara. Es imposible, reconoció, que el gobierno de Estados Unidos acuda al Congreso con una propuesta para reducir los subsidios agrícolas sin tener algo significativo que mostrar a cambio.
Chile siempre ha desempeñado un papel constructivo en las negociaciones y es considerado como “un amigo del sistema multilateral”, destacó Jara, instando a los empresarios chilenos a seguir respaldando la ronda de Doha. No obstante, a menos que el tema agrícola pueda resolverse, será difícil conseguir nuevos avances, insistió.
La alternativa, predijo, es una proliferación de tratados de comercio bilateral. Ello hubiera ocurrido de todos modos, indicó, pero en ausencia de una conclusión exitosa de las negociaciones de Doha, es probable que se aceleren.
“La OMC no tiene nada en contra de ello”, observó. Sin embargo, argumentó que, aunque los acuerdos bilaterales son más baratos y rápidos de negociar, no son la forma más eficiente de liberalizar el comercio internacional, porque las distorsiones se mantendrán. Temas clave, incluidos no sólo los subsidios agrícolas, sino también el uso de mecanismos antidumping -“la forma más perversa de proteccionismo”, según Jara-, sólo pueden resolverse multilateralmente, argumentó.
El desafío ahora, si la Ronda de Doha ha de sobrevivir, es generar la voluntad política para avanzar y limitar las expectativas, dijo Jara. “De otro modo, las negociaciones no van a ninguna parte”, sostuvo. Y no es sólo cuestión de tiempo, añadió en respuesta a una pregunta de los asistentes. “El trabajo técnico está hecho; lo que necesitamos ahora es decisión política, liderazgo de las principales potencias del mundo y una medida de generosidad”, concluyó.
Alejandro Jara, a Chilean lawyer and the country’s former ambassador to the World Trade Organization (WTO), is now one of the WTO’s four deputy directors-general. From that perspective, he was able to give AmCham members and their guests at a recent breakfast an inside view of prospects for the Doha round of multilateral trade talks.
And he made no bones about it. The Doha round, which started in 2001 and was suspended indefinitely in July, has “collapsed”. Although valuable progress was achieved and informal contacts continue, the deadlock is unlikely to be broken in the short term, recognized Jara.
That is partly because the Trade Promotion Authority, granted by the U.S. Congress to President Bush, expires in the middle of next year and in order to qualify under this system - which means that Congress can accept or reject, but not modify a trade agreement - the Doha round would have to reach a successful conclusion by December, an impossible goal. And the prospect that the U.S. Congress could modify the terms of any agreement makes it so much more difficult to achieve, added Jara.
The question, of course, is what went wrong. “It’s not lack of interest in free trade,” said Jara, “because in the same period, any number of bilateral free trade agreements have been signed…and they go much further [in their terms] than Doha would.”
There were some unfortunate incidents along the way. The Fifth WTO Ministerial Conference, held in Cancún, Mexico in September 2003, which produced acrimony, not progress, was poorly organized, recalled Jara. But the key problem, he told the breakfast, is agriculture.
Although it represents only a small fraction of international trade, agriculture is of paramount importance for developing countries, whose hopes for improved market access to rich countries have been pinned on the Doha round. It is also the area of trade in which distortions are greatest, and has emerged as Doha’s Gordian knot.
The distortions arise both from direct export subsidies and domestic subsidies, some of which take an indirect form such as support for research and development. On export subsidies, the main offender is the European Union, although it has indicated its willingness to eliminate them in the medium term, but the WTO deputy director-general was clear in his view that the principal barrier to progress on agriculture is the United States.
“What the United States has offered would mean some change in its agricultural policy,” recognized Jara, “but it wouldn’t effectively cut its spending in this area.”
When, in July, the United States indicated that it would not reveal its cards on agricultural support without knowing what developing countries were prepared to offer in terms of access to their markets for U.S. exporters, that was the last nail in the talks’ coffin, reported Jara. It is impossible, he recognized, for the U.S. administration to go to Congress with a proposal to reduce agricultural subsidies without something significant to show in return.
Chile has always played a constructive role in the talks and is regarded as “a friend of the multilateral system,” noted Jara, calling on Chilean businesspeople to continue to support the Doha round. But, unless the agricultural issue can be resolved, further progress will be difficult to achieve, he insisted.
The alternative, he predicted, is a proliferation of bilateral trade agreements. That would have happened anyway, he said, but in the absence of a successful conclusion to the Doha talks, it is likely to accelerate.
“The WTO has nothing against that,” he observed. However, he argued that, although bilateral agreements are cheaper and faster to negotiate, they are not the most efficient way to liberalize international trade because distortions will persist. Key issues, including not only agricultural subsidies, but also the use of anti-dumping mechanisms - “the most perverse form of protectionism,” according to Jara - can only be resolved multilaterally, he argued.
The challenge now, if the Doha round is to survive, is to generate the political will to advance and, said Jara, to limit expectations. “Otherwise, the talks are going nowhere,” he stated. And it is not, he added in answer to a question from the floor, just a matter of time. “The technical work is done; what we need now is political decision, leadership from the world’s main powers, and a measure of generosity,” he concluded.