La Papeleta VerdeThe Green Ballot

19 Diciembre 2013

El 17 de noviembre, la idea era representar al electorado chileno mejor que nunca. Las urnas se volvieron más coloridas, con el debut de un nuevo voto verde junto con los tradicionales tonos blanco, azul y beige para las papeletas para la presidencia y los legisladores. La papeleta permitió a los votantes elegir, por primera vez, a sus representantes locales conocidos como Consejeros Regionales(CORE), quienes son responsables, entre otras cosas, de decidir cómo se gastan los ingresos tributarios en sus comunidades.

“Este es el cambio más importante en materia de descentralización en los últimos 20 años”, señala Miguel Flores, subsecretario de desarrollo regional dependiente del Ministerio del Interior.

Tras el retorno de Chile a la democracia en 1990, se crearon los consejeros regionales para descentralizar el gobierno. Estos son presididos por el Intendente, quien es designado por el presidente de la República. Los consejeros regionales, quienes hasta este año eran designados por los consejeros municipales, o concejales, son responsables de aprobar proyectos como sistemas de alcantarillado, alumbrado público, reparaciones viales y actividades culturales. Sin embargo, pocos chilenos saben quiénes son.

Pero eso está cambiando. El gobierno del presidente Sebastián Piñera respaldó una iniciativa no partidista para modificar el sistema de representación en medio de las demandas de mayor inversión regional. En junio, el presidente Piñera cumplió una promesa de campaña al promulgar una ley que empodera a los ciudadanos para elegir a los CORE de manera directa. La prueba del nuevo sistema fue la elección de noviembre.

“Lo que busca la descentralización es asegurar que las decisiones se tomen tan cerca de la fuente del tema como sea posible”, afirma Flores.

Basado en un nuevo método de repartición de los distritos electorales, 278 consejeros representarán a las 15 regiones de Chile. Cada región está conformada por hasta ocho provincias, a cada una de las cuales se les garantiza a lo menos dos representantes. El tamaño de la población de una región determina cuántos consejeros elegirá. Las regiones con más de 4 millones de habitantes, tales como la Región Metropolitana de Santiago, tienen consejos regionales más grandes compuestos por 34 CORE y las provincias altamente pobladas pueden tener más de dos representantes. Por el contrario, las regiones más pequeñas de Chile dependerán de 14 consejeros para representar hasta 400.000 habitantes.

Los consejeros son elegidos para un período de cuatro años y pueden ser reelectos. Sus labores incluyen decidir cómo se gasta el dinero recibido del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), monitorear las acciones del intendente y aprobar las estrategias de desarrollo regional.

Gasto Regional

En el 2014, los consejeros regionales administrarán cerca de US$2.200 millones en financiamiento, cifra superior a los US$1.600 millones del 2012, incremento que Flores elogia como histórico. Pero los críticos se quejan de que el monto es una parte ínfima del gasto nacional total.

La parte de la inversión pública anual por la que las regiones fueron responsables promedió apenas el 13% en la última década. Pero el nivel de inversión fiscalizado por las regiones ha estado en alza desde que el presidente Piñera asumió el mando de la nación tras el terremoto de 2010, que requirió considerables fondos para la reconstrucción. Aún así, el gobierno central se ha reservado el derecho de tomar la mayor parte de las decisiones del gasto público.

“Hay gente que dice que incluso si el gobierno ofrece más recursos a las regiones, no cuentan con los profesionales ni la capacidad de gestión adecuada para hacer buenos proyectos y gastar de una manera eficiente”, afirma Jorge Rodríguez, analista de políticas públicas de CIEPLAN, centro de estudios con sede en Santiago.

No obstante, sostiene que sin más dinero y responsabilidad no serán capaces de desarrollar esa capacidad. “Es un círculo vicioso y ambos aspectos deben abordarse simultáneamente”, asevera Rodríguez.

No interpreta el reciente incremento en el gasto durante el gobierno de Piñera como un cambio de fondo. “La descentralización se da cuando se comparte el poder”, comenta. “Básicamente, aquellos que tienen el poder no quieren compartir”.

A Rodríguez le gustaría ver que el Estado aumente la participación regional al 30% del presupuesto dentro del primer período de los nuevos consejeros.

“Como país, tenemos el desafío más bien grande de descentralizar y elegir democráticamente a los consejeros regionales es un avance”, dice. “Pero hay que asumir un enfoque amplio e integral”.

Influencia Española

Si bien Chile recientemente celebró 200 años de la independencia de España, la influencia colonial no se ha retirado totalmente del continente.

“Chile es un país centralizado, culturalmente hablando”, indica Flores. “Las instituciones españolas se expandieron por toda América Latina y Chile, en particular, y estas instituciones fueron muy centralistas”.

Si el desarrollo latinoamericano se caracteriza por el crecimiento urbano, Chile puede calificarse de tradicional. Los recursos tienden a concentrarse en Santiago, que alberga a cerca de un tercio de la población del país.

Los indicadores económicos nacionales sugieren que los chilenos están consiguiendo salarios competitivos a nivel global, derribando la pobreza, logrando avances en educación y manteniendo el ritmo de muchos estándares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la que Chile se unió en el 2010.

Sin embargo, muchas de estas calificaciones no reflejan el estándar de vida en regiones fuera de Santiago.

Daniel Sandoval, quien fue electo consejero regional por el Partido por la Democracia (PPD), señala que la visión desde la Región de la Araucanía, en el sur de Chile, es bastante diferente. Algunas de las principales preocupaciones del ex asesor senatorial se relacionan con los electores que no tienen acceso a agua limpia y educación básica.

“Los consejeros regionales responden a los partidos políticos y no al ciudadano”, afirma Sandoval. “El desarrollo regional es una farsa: no está ligado a los intereses de esta región, sino que a otros intereses que no nos sirven”.

Los residentes de la región, que es conocida por su fuerte herencia mapuche, han salido a las calles para exigir una mayor soberanía de manera regular.

“Desde el año 1993, ha habido una fracaso de parte de los consejeros regionales en entender las principales demandas territoriales concernientes [a la población indígena]”, sostiene Sandoval.

Para la Araucanía, la descentralización podría significar más financiamiento para la preservación cultural.

“Esta es una votación muy significativa para el desarrollo regional y local, pero desafortunadamente vemos que no hay ningún esfuerzo por tratar de informar a los ciudadanos”, sentencia Sandoval.

¿Qué es un CORE?

La campaña del gobierno, con el eslogan “La descentralización comienza por ti”, recurrió a rostros famosos para asegurar que los votantes supieran del cambio. Pero la papeleta verde atrajo poca atención antes de la elección.

“No creo que mucha gente sepa que existen los CORE”, señala Patricio Navia, profesor chileno de ciencia política en la Universidad de Nueva York. “Mi sospecha es que la gente no se siente representada por ellos”.

La nueva representación no significó necesariamente nuevas caras. Muchos de los candidatos tuvieron puestos de gobierno en el pasado y el Gobierno estimó que el 40% de los candidatos había participado previamente en un consejo regional.

Hasta hace una década, los alcaldes locales tenían una opinión importante en la composición de los consejos regionales debido a la manera en que eran elegidos los concejales. Pero, en el 2004, una reforma electoral creó una papeleta aparte para los concejales y significó que los CORE con lealtades diferentes podrían ser elegidos. No obstante, siguió siendo la antigua maquinaria partidista en acción, señala Navia.

“En su mayoría, los CORE han sido miembros de partidos, gente que ha desarrollado una carrera política dentro del partido”, comenta Navia, quien añade que los viejos estándares permitían que los consejeros también tuvieran puestos remunerados en el gobierno.

En lo primero no habrá muchos cambios, afirma. Como los candidatos presidenciales, quienes han acaparado firmemente la atención de los medios de comunicación este año, muchos de los candidatos a CORE se alinearon con partidos nacionales establecidos.

“Los partidos ahora controlan el proceso de nominación y la gente votará mayoritariamente por adhesión partidaria a nivel de CORE”, indica Navia. Además, las principales autoridades regionales, los intendentes, seguirán siendo designados por el gobierno central, añade.

Considerando la escasez de información antes del día de la elección, otros expertos concuerdan en que los votantes simplemente podrían elegir al candidato a CORE de su partido.

Futuros Desafíos

Al final, y pese a haber cerca de 1.400 candidatos a CORE para elegir a nivel nacional, los resultados de la elección preliminar mostraron que los chilenos votaron principalmente acorde con las líneas partidistas.

Según el Servicio Electoral de Chile (Servel), 17 de los consejeros electos no representaban a ninguna de las dos principales coaliciones políticas de Chile: la Alianza o la Nueva Mayoría, que se quedaron con 103 y 156 escaños de los CORE, respectivamente. Estos representan a coaliciones más pequeñas como Todos A La Moneda y Si Tú Quieres, Chile Cambia, encabezadas por los ex candidatos presidenciales Marcel Claude y Marco Enríquez-Ominami, respectivamente.

Sin embargo, a menos que el Congreso afloje las riendas de las regiones, Rodríguez no está convencido de que las elecciones de los CORE sean un salto tan “radical” hacia una mayor descentralización.

“La pregunta es qué nuevas funciones, recursos, responsabilidades deberían tener [los CORE]”, afirma.

Pero al menos, la democracia chilena evidentemente maduró este año. La esperanza es que en el futuro la gente comprenderá mejor la función de los CORE y por qué es tan importante monitorear cómo gastan los limitados recursos de la región, afirma Flores.

Santiago puede ser el pulso económico de Chile -extrayendo casi la mitad del PIB anual del país- pero el potencial de inversión se expande de punta a cabo del diverso paisaje de la nación.

“Chile nunca será un país desarrollado si no aumenta su nivel de descentralización”, asevera Flores.

Kalynne Dakin trabaja como periodista freelance antes desde Santiago y ahora desde Washington, DC.

On November 17, the idea was to represent the Chilean electorate better than ever. The polls got more colorful, debuting a new green ballot alongside the standard white, blue and beige hues for the presidential and congressional tickets. The ballot allowed voters to choose, for the first time ever, their local representatives known asConsejeros Regionales(COREs), or regional councilors, who are responsible for, among other things, deciding how tax revenues are spent in their communities.

“This is the most important change regarding decentralization in 20 years,” said Miguel Flores, the Interior Ministry’s Undersecretary for Regional Development.

Following Chile’s return to democracy in 1990, regional councils were created to decentralize governance. These are chaired by a regional governor, orIntendente, who is appointed by the President. The councilors, who until this year were appointed by municipal councilors, orConcejales, are responsible for approving projects such as sewage systems, street lighting, road repairs and cultural activities. Yet few Chileans know who they are.

But that is changing. The government of President Sebastián Piñera backed a non-partisan push to modify the system of representation amid demands for greater regional investment. In June President Piñera made good on a campaign promise by signing a law that empowers citizens to elect the COREs directly. The trial run for the new system was the November election.

“What decentralization seeks to do is ensure that decisions are made as close to the source of the issue as possible,” said Flores.

Based on a new method of divvying electoral districts, 278 councilors will represent Chile’s 15 regions. Each region is comprised of up to eight provinces, each of which is guaranteed at least two representatives. The size of a region’s population determines how many councilors it will elect. Regions with over 4 million inhabitants, such as the Santiago Metropolitan Region, have larger regional councils made up of 34 COREs and highly populated provinces can have more than two representatives. Chile’s smallest regions, by contrast, will rely on 14 councilors to represent up to 400,000 inhabitants.

Councilors are elected for a four-year term and can be reelected. Their tasks include deciding how to spend money received from the National Fund for Regional Development (FNDR), monitoring the actions of the governor, and approving regional development strategies.

Regional spending

In 2014, the regional councils will manage about US$2.2 billion in funding, up from US$1.6 billion in 2012, an increase that Flores lauds as historic. But critics complain the amount is a measly slice of total national spending.

The portion of annual public investment for which the regions were responsible averaged just 13% in the last decade. But the level of investment overseen by the regions has been on the rise since President Piñera took office in the aftermath of the 2010 earthquake, which required considerable funds for reconstruction. Even so, the central government has reserved the right to make the better portion of public spending decisions.

“There are people who say that even if the government offers more resources to the regions, they don’t have the professionals nor adequate management capacity to do good projects and spend in an efficient manner,” said Jorge Rodríguez, a public policy analyst at Santiago think-tank CIEPLAN.

But he said that without more money and responsibility they will not be able to develop that capacity. “It’s a vicious circle, and both aspects must be addressed at once,” said Rodríguez.

He does not interpret the recent increase in spending during the Piñera government to a change in heart. “Decentralization happens by sharing power,” he said. “Basically, those who have the power don’t want to share.”

Rodríguez would like to see the state raise the regional share to 30% of the budget within the new councilors’ first term.

“As a country, we have the rather sizable challenge to decentralize, and democratically electing the regional councilors is a step forward,” he said. “But you have to take a broad and integral approach.”

Spanish influence

Although Chile recently celebrated 200 years of independence from Spain, colonial influence has not entirely retreated from the continent.

“Chile is a centralized country, culturally speaking,” said Flores. “Spanish institutions extended throughout Latin America and Chile, in particular, and these institutions were very centralist.”

If Latin American development is characterized by urban growth, Chile can call itself traditional. Resources tend to concentrate in Santiago, which is home to around a third of the country’s population.

National economic indicators suggest that Chileans are making globally competitive wages, demolishing poverty, making gains in education and keeping pace with many standards of the Organization for Economic Cooperation and Development (OECD), which Chile joined in 2010.

However, many of these scores do not reflect the living standard in regions beyond Santiago.

Daniel Sandoval, who was elected as a CORE representing the Party for Democracy (PPD), said the view from the Araucanía Region in southern Chile is quite different. Some of the former Senate adviser’s main concerns are for constituents who lack access to clean water and basic education.

“The regional councils respond to political parties and not to the citizen,” Sandoval said. “Regional development is a farce — it isn’t bound to the interests of this region, but to other interests that don’t serve us.”

Residents in the region, which is known for its strong Mapuche heritage, have taken to the streets to demand greater sovereignty on a regular basis.

“Since 1993, there has been a failure of understanding by the regional councils concerning [the indigenous population’s] main territorial demands,” said Sandoval.

For the Araucanía, decentralization could mean more funding for cultural preservation.

“This is a very significant vote for local and regional development, but unfortunately we see that there isn’t any effort to try to inform citizens,” said Sandoval.

What’s a CORE?

The government’s campaign, with the slogan “Decentralization starts with you”, employed famous faces to ensure that voters knew about the change. But the green ballot attracted little attention before the election.

“I don’t think most people know that the COREs exist,” said Patricio Navia, a Chilean professor of political science at New York University. “My suspicion is that people don’t feel represented by them.”

New representation did not necessarily mean fresh faces. Many of the candidates had held government office in the past, and the government estimated that 40% of candidates had previously participated on a regional council.

Until a decade ago, local mayors had an important say in the composition of regional councils because of the way municipal councilors were elected. But, in 2004, an electoral reform created a separate ballot for councilors, and meant that COREs with different loyalties could be appointed. But it was still the old party machine at work, said Navia.

“For the most part, COREs have been party insiders, people who build a political career within the party,” Navia said, adding that old standards allowed councilors to also hold paid government positions.

In the first respect there won’t be much change, he said. Like the presidential candidates, who had an uncompromised hold on the media spotlight this year, many of the CORE hopefuls aligned themselves with established national parties.

“The parties now control the nomination process and people will mostly vote for party affiliation at the CORE level,” Navia said. In addition, the main regional authorities, the Intendentes, will still be appointed by the central government, he added.

Considering the dearth of information ahead of Election Day, other experts agreed that voters might simply select the CORE candidate affiliated with their party.

Future challenges

In the event, and despite having nearly 1,400 CORE candidates to choose from at a national level, preliminary election results showed that Chileans voted mainly along party lines.

According to Chile’s Electoral Service (Servel), 17 of the councilors elected did not represent either of Chile’s two main political coalitions: the Alianza or Nueva Mayoría, which won 103 and 156 CORE seats, respectively. These represent smaller coalitions such as Todos A La Moneda and Si Tú Quieres, Chile Cambia, led by former presidential candidates Marcel Claude and Marco Enríquez-Ominami, respectively.

Unless Congress loosens its grip on the regions, however, Rodríguez is not convinced that the CORE elections are such a “radical” leap toward greater decentralization.

“The question is, what new functions, resources, responsibilities should [the COREs] have,” he said.

But at the very least, Chilean democracy evidently matured this year. The hope is that in the future people will better understand the function of COREs and why it is so important to monitor how they spend the region’s limited resources, said Flores.

Santiago may be Chile’s economic pulse — pumping out nearly half the country’s annual GDP — but investment potential spans from tip to tip of the diverse landscape.

“Chile will never be a developed country if it doesn’t increase its level of decentralization,” said Flores.

Kalynne Dakin is a freelance journalist formerly based in Santiago and currently working in Washington, DC.

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