La Industria Forestal de ChileChile’s Forestry Industry

01 Septiembre 2009


Como la mayoría de los negocios latinoamericanos que se basan en la exportación de materias primas, la industria forestal de Chile disfrutó de un auge extraordinario durante la mayor parte de esta década. En apenas cinco años, el valor de sus exportaciones de madera y celulosa se duplicó con creces de los US$ 2.500 millones del 2003 a un récord de US$ 5.600 millones en el 2008.


Pero la crisis financiera mundial la ha afectado. Las exportaciones de madera
se han reducido y, en agosto, los precios del mercado para la celulosa aún estaban cerca de un 25% por debajo del precio que registraban un año antes.


En consecuencia, los ingresos por exportación de productos forestales cayeron en un 28% en el primer semestre de este año, lo que se compara con los primeros seis meses del 2008. Esa fue la mayor caída interanual en más de una década y la Corporación Chilena de la Madera (CORMA), que representa a más de 200 empresas forestales, prevé que para todo el año, los ingresos por exportaciones bordeen los US$ 4.300millones, una caída de US$ 1.300 millones respecto del 2008.


En términos de volúmen, las ventas de celulosa se han mantenido bastante estables, en gran medida porque los costos de producción en Chile son menores que en otras partes. No obstante, la fuerte caída de los precios ha significado que, aún cuando Chile está exportando casi la misma cantidad de celulosa, está ganando mucho menos por ella.


Respecto al lado maderero del negocio, el panorama es aún más sombrío. Las ventas de tableros de densidad media (o MDF, por su sigla en inglés), madera aserrada y paneles, todas han caído, lo que ha obligado a que muchos aserraderos cierren o reduzcan la producción, y hasta que la construcción de viviendas no repunte es muy probable que se mantengan bajas.


“En celulosa de madera, hemos visto una fuerte caída en los precios, pero no en los volúmenes, no así en el caso de la madera donde hemos visto una fuerte caída en ambos”, señala José Rafael Campino, presidente de CORMA. “La única señal positiva es que la caída parece haberse detenido, pero aún estamos muy lejos de poder hablar de una recuperación.”


Pero, pese a las dificultades del año pasado, la industria está llena de potencial. Las grandes empresas forestales de Chile se están expandiendo a nivel regional, estableciéndose en países que son relativamente nuevos para las empresas como Uruguay.


Y a medida que el calentamiento global escala posiciones en la agenda política, están evolucionando para cumplir con los llamados a emplear fuentes de energía más limpia. Muchas de ellas ya utilizan productos de desecho de sus operaciones para la electricidad de sus propias instalaciones y podría no pasar mucho tiempo antes de que también comiencen a plantar árboles específicamente como combustible.


Árboles, Árboles, Árboles


Conduzca por la zona centro sur de Chile y se hará alguna idea de la importancia de la actividad forestal para la economía del país. Una cubierta de copas de árboles se extiende hasta donde la vista ya no alcanza y los camiones cargados con troncos llenan los caminos desde las plantaciones hasta las plantas de celulosa.


En total, Chile cuenta con 16,2 millones de hectáreas de bosques, más del 21% de la superficie del país, según el gubernamental Instituto Forestal (INFOR). La Región del Bío Bío es el centro de la industria, zona en que los árboles cubren más del 40% de su superficie total, seguida por las vecinas regiones de La Araucanía y El Maule, con una cobertura cercana al 20% en cada caso.


Del total, la vasta mayoría -casi 14 millones de hectáreas- corresponde a bosque nativo, rico en coihue, lenga, ñirre y otras especies. Sólo 2,3 millones de hectáreas están plantadas con pino y eucalipto, las dos principales especies no nativas plantadas en Chile.


Sin embargo, son estas plantaciones las que proveen gran parte de los ingresos de la industria. A escala mundial, las plantaciones corresponden apenas a cerca del 5% de los bosques del mundo, pero entregan casi un tercio de sus productos de madera.


Las dos principales empresas forestales de Chile -Arauco, que forma parte del grupo industrial Angelini, y Empresas CMPC del grupo Matte- están entre las más grandes del mundo. La celulosa de madera ha demostrado ser particularmente rentable y hoy en día Chile corresponde a cerca del 6% de la producción global y, aunque su participación en el mercado maderero es más pequeña, también es significativa.


Geográficamente, China es ahora el mayor mercado para las exportaciones chilenas y correspondió al 14,4% del total el año pasado. El mercado de Estados Unidos, fuertemente afectado por la brusca caída del sector de la construcción, correspondió a un 13,3%, mientras que Japón, México y Corea del Sur también fueron compradores importantes.


A medida que la industria se ha ido expandiendo, las principales empresas han comenzado a mirar fuera de Chile en busca de crecimiento futuro. Eso no se debe a que haya una escasez de tierras en Chile. De hecho, CORMA estima que hay espacio para expandir los actuales 2,3 millones de hectáreas de plantaciones de pino y eucalipto a unos 5 millones de hectáreas.


Sin embargo, parte de esa tierra adicional es de baja calidad. Además, los precios de las tierras han subido en Chile, lo que ha impulsado a las empresas forestales a escudriñar en el resto de América Latina en busca de alternativas más baratas.


El denominado “conflicto mapuche” es otra razón por la que las empresas forestales de Chile se están volcando al suelo extranjero. Los activistas mapuches, aduciendo a derechos ancestrales sobre las tierras ahora ocupadas por las plantaciones, han atacado las instalaciones forestales, quemado camiones y robado madera tanto en la Región del Bío Bío como en La Araucanía.


Pero quizás la principal razón por la que las empresas forestales se están expandiendo al extranjero es la economía de escala. “Esta es una industria en la que el tamaño es muy importante”, destaca Gonzalo García, secretario general de Empresas CMPC.


Expansión Regional


Para comienzos de este año, Arauco tenía 125.000 hectáreas de bosque en Argentina, 65.000 en Brasil y 27.000 en Uruguay, y estos tres países correspondían al 28% de sus plantaciones totales. Desde entonces la empresa anunció una alianza con la empresa forestal escandinava Stora Enso para combinar sus activos en Uruguay y, además, la compra de las plantaciones uruguayas de la española Ence.


“Habíamos logrado alcanzar una masa forestal de unas 27.000 hectáreas en Uruguay, pero para que una planta de celulosa sea eficiente en términos de costos se necesitan al menos 100.000 o 150.000 hectáreas”, señala Charles Kimber, gerente de asuntos corporativos y comerciales de Arauco.


“Habría sido difícil crecer orgánicamente de manera que teníamos tres alternativas: vender, comprar o unir fuerzas con alguien”. A través de su empresa conjunta, Arauco y Stora Enso ahora poseen más de 250.000 hectáreas de bosque uruguayo para talar, lo que hizo que la planta propuesta fuera viable.


La creciente estabilidad política y económica de América Latina también ha estado tras la decisión de emprender en otras partes del continente. “El marco de tiempo para un retorno sobre la inversión en una planta de celulosa de madera es muy largo en comparación con otras industrias”, destaca García de CMPC. “De modo que cosas como un buen clima de negocios, estabilidad económica y respeto por las condiciones de los contratos son factores clave en cualquier decisión de inversión”.


Kimber de Arauco afirma que, en muchas partes de América Latina, hay “una efervescencia en la comunidad de negocios” sobre el desarrollo de una industria forestal. “En Uruguay, por ejemplo, mucha gente ha estado plantando”, comenta, “y hay un ánimo similar al que había en Chile a mediados de la década de los 80”.


Brasil, además de tener una sólida tradición forestal, tiene un gran mercado local que lo vuelve particularmente atractivo. En abril, Empresas CMPC anunció que había logrado un acuerdo para adquirir Melhoramentos Papéis, uno de los mayores productores de papel tisú del país, y en agosto, Arauco le siguió con la compra de Tafisa Brasil, un fabricante de madera aglomerada.


Mejores Árboles


Pero la expansión de la industria forestal no tiene que ver sólo con plantar más árboles; también tiene que ver con plantar mejores árboles. Las empresas forestales están inyectando millones de dólares en investigación y desarrollo (I+D) en una apuesta por mejorar la productividad de sus plantaciones.


Campino de CORMA califica a la I+D del sector forestal chileno como de “clase mundial” y entrega dos ejemplos de cómo ésta ha ayudado a la industria.


El primero es el desarrollo de una nueva cepa de eucalyptus globulus, una de las especies de eucalipto plantadas más comúnmente en el mundo. Esta se adecua mejor a climas mediterráneos, pero la nueva cepa se adapta mejor a los climas más fríos del sur de Chile.


El segundo ejemplo que entrega el presidente de CORMA es el desarrollo de pino que crece más derecho que los árboles tradicionales. Esto permite a los silvicultores aprovechar más la madera y reducir los desechos.


En CMPC, García destaca la investigación sobre las ventajas de plantar eucalyptus nitens en Chile. Esta especie también es resistente al frío y se desarrolla bien en los faldeos de la cordillera de los Andes.


Su otra ventaja es que produce celulosa de alta calidad que puede emplearse para papel de escribir o para papel tisú. “Es más resistente que otras celulosas de fibra corta y no necesita mucha refinación para sacar lo mejor de ella, lo que significa que permite que nuestros clientes productores de papel ahorren en costos de energía”, informa García.


No son sólo los chilenos quienes están participando en investigación de este tipo. La Agencia para la Cooperación Internacional de Japón, por ejemplo, está involucrada actualmente en un proyecto para plantar cerca de 500 hectáreas de pinus ponderosa en la Región de Aysén, en el extremo sur de Chile.


Gran parte de esa tierra fue devastada por incendios y la idea del proyecto es regenerar el suelo y permitir a los silvicultores ganar dinero no sólo a partir de la venta de madera, sino también de la venta de bonos de carbono.


Energía Maderera


Sin embargo, gran parte de la I+D del sector está dirigida al uso de la madera como una fuente alternativa de energía. Se estima que cerca del 60% de la madera talada en el mundo ya se usa para producir energía ya sea mediante su quema directa o como carbón vegetal, pélets o residuos de licor negro de las plantas de celulosa.


La biomasa generada a partir de chips de madera y subproductos de la celulosa, por ejemplo, puede usarse para producir electricidad y esto es lo que Arauco ya está haciendo en siete centrales eléctricas de Chile. La firma emplea la mayor parte de la electricidad en sus propias instalaciones, pero vende un superávit cercano al 30% -suficiente para entregar electricidad a una ciudad de medio millón de personas- al sistema interconectado.


También hay otras opciones para la producción de energía. Una es mezclar biomasa con carbón en centrales termoeléctricas o fabricar pélets que pueden quemarse para calefacción residencial. Otra opción, es usar lignocelulosa, materia prima derivada de la biomasa, para fabricar etanol.


Uno de los consorcios que está trabajando en esta área es Bioenercel, una iniciativa de carácter público privada que reúne a Arauco y CMPC con Masisa -otra empresa forestal- y al instituto de transferencia tecnológica Fundación Chile además de la Universidad de Concepción y la Universidad Católica de Valparaíso. Con un presupuesto de US$ 10 millones y un cronograma de cinco años, Bioenercel pretende construir una planta piloto el próximo año donde experimentará con varios métodos para usar árboles, en lugar de caña de azúcar o maíz, para producir etanol.


El etanol de celulosa es una alternativa a los combustibles fósiles que no involucraría el uso de tierras en las que de otra forma se podrían producir alimentos, destaca Jaime Baeza, coordinador de Bioenercel. Sin embargo, reconoce que aún hay problemas tales como el alto costo de producir enzimas que puedan descomponer la lignocelulosa en azúcares que fermenten para producir etanol.


No obstante, eso podría cambiar a medida que la tecnología mejore y no resulta inconcebible que algún día las empresas forestales de Chile plantarán árboles específicamente para su uso como combustible. Sin embargo, Kimber de Arauco advierte que ese día aún está un poco lejos, al menos para su empresa.


“No estamos en posición de decir que la energía superará a otras áreas y se convertirá en un negocio”, sostiene. “Sin embargo, la energía es ciertamente más que sólo un subproducto; la hemos definido como una operación estratégica y vamos a estar realizando inversiones en ella a futuro”.


Mientras comienza a ver la luz al final de la recesión internacional, la industria forestal de Chile también cuenta con muchas otras oportunidades de inversión y parece que también con la energía para desarrollarlas.


Gideon Long se desempeña como periodista freelance en Santiago y además trabaja para la BBC.



After years of brisk growth, Chile’s forestry industry has been hit hard by the global economic downturn but, in the medium term, is rich in opportunities for diversification and innovation.

Like most Latin American businesses based on the export of raw materials, Chile’s forestry industry has enjoyed an extraordinary boom for much of this decade. In just five years, the value of its wood and wood pulp exports more than doubled from US$ 2.5 billion in 2003 to a record US$ 5.6 billion in 2008.

But the global financial crisis has taken its toll. Timber exports have dwindled and, in August, market prices for wood pulp were still around 25% down on a year earlier.

As a result, export revenues from forestry products fell 28% in the first half of this year compared to the first six months of 2008. That was the biggest year-on-year decline in over a decade and the Chilean Wood Corporation (CORMA), which represents over 200 forestry companies, predicts that for the full year, export revenues be around US$ 4.3 billion, down by US$ 1.3 billion on 2008.

In volume terms, sales of wood pulp have remained fairly steady, largely because production costs in Chile are lower than elsewhere. But the sharp decline in prices means that, even though Chile is exporting roughly the same amount of pulp, it’s earning much less for it.

On the timber side of the business, the picture is bleaker still. Sales of medium-density fiberboard (MDF), sawn timber and panel board have all dropped, forcing many sawmills to close or reduce output, and, until house building picks up again, they are likely to remain in the doldrums.

“In wood pulp, we’ve seen a sharp fall in prices but not in volumes, but in timber we’ve seen a sharp drop in both,” reports José Rafael Campino, president of CORMA. “The only positive sign is that the decline seems to have stopped but we’re still a long way from being able to talk about a recovery.”

But, despite the difficulties of the past year, the industry is ripe with potential. Chile’s big forestry firms are expanding regionally, establishing themselves in countries that are relatively new to the business like Uruguay.

And as global warming pushes its way up the political agenda, they are evolving to meet calls for cleaner sources of energy. Many of them already use waste products from their business to power their own facilities, and it might not be too long before they also start growing trees specifically as sources of fuel.

Trees, trees, trees

Drive through south-central Chile and you get some idea of the importance of forestry to the country’s economy. A canopy of treetops stretches as far as the eye can see and trucks loaded with logs ply the roads from plantations to pulp mills.

In all, Chile boasts 16.2 million hectares of woodland - more than 21% of the country’s surface area, according to the government’s Forestry Institute (INFOR). The Bío Bío Region is the center of the industry, with trees covering more than 40% of its total surface area, followed by the neighboring Araucanía and Maule Regions with around 20% coverage apiece.

Of the total, the vast majority - nearly 14 million hectares - is native woodland, rich in coihue, lenga, ñirre and other species. Only 2.3 million hectares are planted with pine and eucalyptus, the two principal non-native species grown in Chile.

But it is these plantations that provide much of the industry’s income. Globally, plantations account for only 5% of the world’s forests but provide around a third of its wood products.

Chile’s two main forestry companies - Arauco, which forms part of the Angelini industrial group, and the Matte group’s Empresas CMPC - are among the largest in the world. Wood pulp has proved particularly profitable and these days Chile accounts for around 6% of global output and, although its market share for timber is smaller, it is also significant.

Geographically, China is now the biggest market for Chilean forestry exports, accounting for 14.4% of the total last year. The U.S. market, badly hit by the slump in the construction industry, accounted for 13.3%, while Japan, Mexico and South Korea were also big importers.

As the industry has expanded, the main companies have started to look outside Chile for future growth. This is not because there is a shortage of land in Chile. Indeed, CORMA estimates that there is room to expand the current 2.3 million hectares of pine and eucalyptus plantations to around 5 million hectares.

However, some of that extra land is of poor quality. Also, land prices have risen in Chile, prompting forestry companies to scour the rest of Latin America for cheaper alternatives.

The so-called ‘Mapuche conflict’ is another reason why Chile’s forestry companies are turning to foreign soil. Mapuche activists, claiming ancestral rights to land now occupied by plantations, have attacked forestry facilities, burned trucks and stolen timber in both the Bío Bío and Araucanía Regions.

But perhaps the main reason why Chilean forestry companies are expanding abroad is economy of scale. “This is an industry in which size is very important,” notes Gonzalo García, secretary-general of Empresas CMPC.

Regional expansion

By the beginning of this year, Arauco owned 125,000 hectares of forest in Argentina, 65,000 in Brazil and 27,000 in Uruguay, with these three countries accounting for 28% of its total plantations. It has since also announced a partnership with Scandinavian forestry giant Stora Enso to combine their assets in Uruguay and, in addition, to buy the Uruguayan plantations of Spain’s Ence.

“We had managed to reach a forestry mass of about 27,000 hectares in Uruguay but for a pulp mill to be cost effective you need at least 100,000 or 150,000 hectares,” says Charles Kimber, Arauco’s manager for corporate affairs and marketing.

“It would have been difficult to grow organically so we had three alternatives: to sell, to buy or to join forces with someone.” Through their joint venture, Arauco and Stora Enso now have over 250,000 hectares of Uruguayan forest to harvest, making the proposed mill viable.

Latin America’s growing political and economic stability has also been behind the decision to venture into other parts of the continent. “The timeframe for a return on investment in a wood pulp plant is very long compared to other industries,” points out CMPC’s García. “So things like a good business climate, economic stability and respect for the terms of contracts are key factors in any decision to invest.”

Arauco’s Kimber says that, in many parts of Latin America, there is “an excitement in the business community” about developing a forestry industry. “In Uruguay, for example, a lot of people have been planting,” he says, “and there’s a mood similar to that in Chile in the mid-1980s.”

Brazil, as well as having a strong forestry tradition, has a large domestic market which makes it particularly attractive. In April, Empresas CMPC announced that it had agreed to acquire Melhoramentos Papéis, one of the country’s largest tissue producers, and in August, Arauco went on to acquire Tafisa Brasil, a fiberboard manufacturer.

Better trees

But the expansion of the forestry industry is not just about planting more trees; it’s also about planting better ones. Forestry companies are plowing millions of dollars into research and development (R&D) in a bid to improve the productivity of their plantations.

CORMA president Campino describes R&D in the Chilean forestry sector as “world-class” and gives two examples of how it has helped the industry.

The first is the development of a new strain of eucalyptus globules, one of the world’s most commonly grown eucalyptus species. It is best suited to Mediterranean climates but the new strain is better adapted to the cooler climes of southern Chile.

The second example Campino gives is the development of a pine tree that grows straighter than traditional pines. This allows foresters to use more of the wood and cut down on waste.

At CMPC, García highlights research into the advantages of planting eucalyptus nitens in Chile. This species is also resistant to cold and grows well in the foothills of the Andes.

Its other advantage is that it produces high-quality pulp that can be used for writing paper and fine tissue. “It’s more resistant than other short-fiber wood pulps and it doesn’t need much refining to bring out the best in it, which means it allows our paper-making customers to save on energy costs,” reports García.

It’s not only Chileans who are involved in such research. Japan’s Agency for International Cooperation, for example, is currently involved in a project to plant nearly 500 hectares of pinus ponderosa in the Aysén Region of the far south.

Much of that land was devastated by fires and the idea of the project is to regenerate the soil and allow foresters to make money not only from selling timber but also from the sale of carbon credits.

Wood energy

Much of the R&D in the sector is, however, directed at the use of wood as an alternative source of energy. An estimated 60% of harvested wood in the world is already used to produce energy either by being burnt directly or in the form of charcoal, pellets or the black-liquor residues of pulp mills.

Biomass from wood chippings and pulp by-products can, for example, be used to produce electricity and this is what Arauco is already doing at seven power plants in Chile. It uses most of the electricity to power its own facilities but sells around a 30% surplus - enough to power a city of half a million people - to the national grid.

There are other options for energy production too. One is to mix biomass with coal in thermal power plants or to make pellets that can be burned for household heating. Another is to use lignocellulose, a raw material derived from biomass, to make ethanol.

One of the consortia working in this area is Bioenercel, a public-private initiative bringing together Arauco and CMPC with Masisa, another forestry company, and Fundación Chile, a technology transfer institute, as well as the University of Concepción and the Catholic University of Valparaíso. With a US$ 10 million budget and a five-year timeframe, Bioenercel plans to build a pilot plant next year where it will experiment with various methods of using trees, as opposed to sugarcane or corn, to produce ethanol.

Cellulosic ethanol is an alternative to fossil fuels that wouldn’t involve using land on which food could otherwise be produced, points out Jaime Baeza, coordinator of Bioenercel. He accepts, however, that there are still problems such as the high cost of producing enzymes that can break down lignocellulose into sugars for fermenting to make ethanol.

But that could change as technology improves, and it’s not inconceivable that one day Chile’s forestry companies will cultivate trees specifically for use as fuel. However, Arauco’s Kimber warns that the day is still some way off, at least for his company.

“We’re not in a position to say that energy will overtake other areas and become our core business,” he says. “However, energy is certainly more than just a by-product; we’ve defined it as a strategic business and we will be making investments in it in the future.”

In the meantime, however, as it begins to see light at the end of international recession, Chile’s forestry industry also has plenty of other opportunities for investments - and it seems the energy to develop them.

Gideon Long is a freelance journalist based in Santiago. He also works for the BBC.
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