Si hay algo en lo que hoy existe consenso es en reconocer que Chile necesita urgentemente buscar nuevas fuentes de energía y optimizar el uso de los recursos. Todo un desafío, dicen los expertos, cuando revisan cifras vinculadas al crecimiento de la demanda energética que, según el Balance Nacional de Energía 2011, registró un aumento de 122% del consumo final de energía entre 1991 y 2011. Por eso no es extraño que hoy estemos hablando de una Agenda de Energía y aspiremos a un desarrollo más sustentable, tal como lo han venido haciendo los países industrializados desde hace 40 años.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), entre 1974 y 2010, destacó a la Eficiencia Energética (EE) como la mayor fuente de energía -como uso evitado de energía- en un subconjunto de 11 países de la AIE, evitándose así el consumo de 32 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Tep).
En Reino Unido, Japón o Estados Unidos, la EE se considera una fuente de energía más; en Chile, no. La escasez de los hidrocarburos, la demanda de energía a nivel mundial y el hecho de que importemos el 60% de la energía primaria –Balance Nacional de Energía (BNE), 2012-, nos ha convertido en un país subordinado a la inestabilidad de los precios y a las restricciones de abastecimiento producidas por fenómenos políticos, climáticos o de mercado.
Ante esto, la Agenda de Energía propuso medidas que, entre otras materias, permitirán, de aquí a 2025, reducir el consumo energético del país en 20% respecto al consumo esperado.
Según William Phillips, ex director ejecutivo de la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (AChEE), la mejor energía es justamente la eficiencia energética. Recuerda que, durante el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, se instaló este tema gracias a la creación de la agencia que él dirigió, pero también a otras acciones como, por ejemplo, la certificación de industrias con la norma ISO 50.001, la aplicación de conducción eficiente en empresas transportistas y la implementación de tecnología eficiente y sistemas de gestión de la energía en mineras. En el sector público se creó un comité interministerial para aunar esfuerzos, y se trabajó en hospitales, ministerios y reparticiones públicas con el fin de disminuir el consumo energético.
“Se hicieron muchas cosas, pero espero que ahora se hagan más”, añade Phillips, señalando que la eficiencia energética es una política de Estado. Lo cierto es que para la Presidenta Bachelet la eficiencia energética, como tema país, no es nuevo, asegura Ignacio Santelices, jefe de la división de Eficiencia Energética del Ministerio de Energía. En su primer mandato creó el Programa País de Eficiencia Energética (PPEE) que impulsó la aplicación de etiquetados, campañas de comunicación y de información en el currículo escolar. “Por ello, ahora es el momento de dar un salto importante y
-como ha expresado la Presidenta-, queremos que la eficiencia energética sea la regla y no la excepción”, asevera.
Una meta ambiciosa, sin duda, de ahí que entre los planes del Gobierno está el ingresar al Congreso, el próximo año, un proyecto de Ley de Eficiencia Energética que abordará los desafíos de industriales y mineros; las empresas de distribución eléctrica y su rol en promover un consumo eficiente de los clientes regulados; y la eficiencia energética en el sector público y fuerzas armadas. Durante el segundo semestre de este año, se recogerán sugerencias para incluirlas en este proyecto de ley. Además, el Gobierno ha seguido con interés dos referentes internacionales: Japón y Estados Unidos. El primero, por contar con una ley de eficiencia energética que abarca todos los sectores de consumo y, el segundo, por la experiencia del estado de California. Santelices, comenta que en ese estado se han implementado políticas de EE, como por ejemplo, el incentivo para que las empresas distribuidoras de energía generen planes de eficiencia energética a sus clientes. Premian el menor consumo de energía, pues las firmas obtienen sus ingresos por la cantidad de energía que son capaces de ahorrar.
En general, los diversos actores coinciden en la necesidad de avanzar en eficiencia energética, las diferencias están en el cómo hacerlo. De ahí, que comienza a tomar cuerpo una discusión en torno a los modelos y contenidos de una política energética para el país Desde el sector privado, por ejemplo, algunos argumentan que faltan incentivos agresivos, especialmente para el sector industrial, y herramientas de información que aclaren, hasta qué punto, tiene retorno la inversión en este ámbito, como indica Rodrigo Castillo, director ejecutivo de la Asociación Gremial de Empresas Eléctricas. Otros, como William Phillips, van un paso más allá y sostienen que en la medida que se realice lo mismo con menos energía “estaremos siendo más eficientes y desde ese momento somos más productivos y rentables”.
Cambio de “switch”
Desde los años 70 que los países desarrollados iniciaron la discusión sobre eficiencia energética, a diferencia de Chile, explica Phillips, que sólo lo hizo hace cinco años. En este contexto, sin duda el desafío más difícil es lograr que la sociedad entienda que el consumo eficiente de energía es una fuente de energía más, como se ha dicho.
Como ejemplifica Nicolás Caussade, gerente de energía de Antofagasta Minerals (AMSA), la escasez energética y el alza de los precios son dos buenas razones para que el país comience a pensar en estrategias para hacer más eficiente el consumo energético.
En ese sentido, la Agenda de Energía presentada por el Gobierno advierte que velarán para que no se desperdicie energía, para lo cual crearán un marco legal que garantice que la EE sea una política de Estado. El documento contempla la creación de un encargado de energía capaz de desarrollar un sistema de gestión energética en la industria y en la minería. A nivel del sector público y fuerzas armadas, también habrá un encargado de energía, en tanto que para las pequeñas industrias y hogares, se desacoplarán los ingresos de las empresas de distribución de sus ventas de electricidad, haciendo que éstas implementen programas de eficiencia energética para sus clientes.
De igual modo, se incorporará el concepto de cogeneración eficiente a los reglamentos correspondientes y nuevos etiquetados en artefactos eléctricos. En materia de vivienda, se entregarán subsidios para acondicionamiento térmico; se fortalecerá el programa de ahorro en edificios públicos y de las fuerzas armadas; y se incrementarán las actuales exigencias térmicas para la construcción. Se cambiarán luminarias del alumbrado público y se difundirán campañas masivas y programas educacionales sobre EE.
En general, los actores señalan que la Agenda, en lo que respecta a eficiencia energética, involucra un cambio de “switch”, un cambio cultural que para Fernando Alvear, gerente general de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), implica introducir modificaciones en los procesos productivos o en los diseños de los equipos que se emplean. “Son decisiones que toman un tiempo y se deben realizar cuando las posibilidades económicas así lo permitan”, señala. Por ello, añade que son las empresas las llamadas a tomar conciencia de que la EE permite un ahorro de costos y una mejora en la productividad.
Para lograr que la eficiencia energética sea una política de Estado, es crucial que los distintos actores se sienten a la mesa a conversar. Por una parte, sobre cómo lograr el necesario cambio de “switch”, tanto a nivel empresarial, como ciudadano. Y por otra, a debatir en torno a los modelos y diferentes incentivos que podrían aplicarse de acuerdo a los requerimientos de cada rubro, así como también a cada región. Lo cierto, como explica Pablo Díaz, secretario ejecutivo del Campo Sustentable de la Universidad Austral, no hay que olvidar que cada zona del país tiene sus propios desafíos, por ello, “cuando entendamos que la eficiencia energética es (tema) país, vamos a poder dar un salto importante”.
Visión de AmCham
Conscientes del reto que enfrenta Chile en materia energética, AmCham ha querido contribuir generando espacios para el debate de estos temas y traer expertos desde Estados Unidos para que den a conocer sus experiencias de manera de enriquecer el diálogo. “Aún más, esperamos traer a Chile empresas con nuevas tecnologías relacionadas con la eficiencia energética, ya sean potenciales inversionistas y/o proveedores de soluciones en este ámbito”, comenta Kathleen Barclay, presidenta de AmCham.
Son muchos los estados del país del norte que han enfrentado desafíos similares a los que hoy vive Chile. Por ello, AmCham ha trabajado de cerca con Massachusetts y California, con quienes Chile ha firmado tratados específicos de mutua cooperación.
Ambos, explica Barclay, han implementado estrategias de eficiencia energética y han desarrollado innovaciones tecnológicas que también pueden ser de interés para el país y para las empresas a la hora de implementar el programa de eficiencia.
Ejemplos concretos son los incentivos a las distribuidoras de California, de manera que éstas promuevan programas de eficiencia energética, ya sea al proveer financiamiento para reacondicionamiento de edificios o reembolsando parcialmente compras de aparatos eléctricos más eficientes. En el caso de Massachusetts, existe la implementación del building energy code strategy (código estratégico de energía para la construcción) que contempla la elaboración de códigos, fiscalización y evaluación.
If there is only one area in which consensus exists today, it is in the recognition of Chile’s urgent need to seek new sources of energy and the optimization of its use of resources. Experts agree that this is a real challenge, given the figures relating to growth in the demand for energy. According to the 2011 National Energy Balance, total energy consumption rose by 122% between 1991 and 2011. It is therefore no surprise that discussions are being held on an Energy Agenda and that Chile is aspiring to a more sustainable form of development, similar to what industrialized nations have been doing for the last 40 years.
According the International Energy Agency (IEA), between 1974 and 2010 the largest source of energy among 11 member states was energy efficiency – i.e. the saving of energy being used. During this period, Energy Efficiency (EE) accounted for savings amounting to 32 million tonnes of oil equivalent (TOE).
In the United Kingdom, Japan or the United States, EE is conceived of as another source of energy; but not in Chile. The shortage of hydrocarbons, the global demand for energy and the fact that Chile imports 60% of its primary energy – 2012 National Energy Balance (BNE) – means the country is dependent on the instability of prices and supply restrictions which are the result of political, climatic or other market phenomena.
As a consequence, the Energy Agenda proposes measures, among other issues, that will ensure the reduction of national energy consumption, based on anticipated levels, by 20% from now until 2025.
According to William Phillips, ex-Director of the Chilean Energy Efficiency Agency (AChEE), the best energy is precisely energy efficiency. He recalls how this issue was introduced by AChEE, which was established under the Government of President Sebastián Piñera. Other relevant initiatives this government helped to create include industrial certification using the ISO 50001 standard, applying efficient management practices in transport companies and implementing efficient technology and energy management systems in the mining industry. In the public sector, Phillips created an inter-Ministerial committee for encouraging joint efforts. He also worked in public hospitals, ministries and departments to help reduce their energy consumption.
“Many things have been done in the past, but I hope even more is done now”, says Phillips, pointing to current discussions of energy efficiency as a potential State policy. What is certain, according to Ignacio Santelices, head of the Energy Efficiency division of the Ministry of Energy, is that for President Bachelet, energy efficiency as a nationwide issue is nothing new. During her first term in Government she created the Nationwide Energy Efficiency Program (PPEE), which fostered the use of references as well as communication and information campaigns as part of the school curriculum.
“Now is the time to take an important step and, as the President has said, we want energy efficiency to be the rule and not the exception to the rule”, he asserts.
This is an ambitious goal, undoubtedly. The Government’s plans include introducing an Energy Efficiency Bill to Congress next year. The Bill will address the following areas: the challenges facing industry and mining; electrical power distribution companies and their role in promoting efficient consumption among regulated customers; and energy efficiency in the public sector and the military. During the second half of 2014, advice will be gathered for its inclusion within the Bill. In addition, the Government has maintained an interest in two international points of reference: Japan and the United States. The interest in Japan stems from its energy efficiency law covering all consumer sectors. Interest in the United States is largely due to the experience of the state of California. Santelices notes that California has successfully implemented numerous EE policies, such as incentives for distribution companies to devise energy efficiency guidelines for their customers. These firms reward low energy consumption, because their revenue depends on the amount of energy they are able to save.
Generally, different actors agree on the need to make progress on EE: the main differences lie in how this should be achieved. As a result, a discussion has arisen relating to the models and content of an energy policy for Chile. For example, Rodrigo Castillo, executive director of the Association of Electrical Companies, notes how some argue that aggressive incentives are lacking in the private sector. This is especially the case for the industrial sector, in which there is also a lack of information for clarifying the extent of the return on investment in energy. Others, like William Phillips, go a step further, arguing that to the extent the same can be done with less energy, “we will be more efficient and from that point onwards, more productive and profitable”.
Flipping the switch
Developed countries began discussing EE in the 1970s, whereas in Chile the debate only started five years ago, notes Phillips. Undoubtedly, the most difficult challenge is making society understand that energy efficiency is just another source of energy, as noted previously.
As Nicolás Caussade, Head of Energy at Antofagasta Minerals (AMSA), points out, the energy shortage and rise in prices are two good reasons for the country to start thinking about strategies for making energy consumption more efficient.
As such, the Energy Agenda presented by the Government declares that energy will not be wasted, and that a legal framework will be drawn up as a response, guaranteeing that EE becomes a State policy. The document proposes creating a new position responsible for developing an energy management system for the industrial and mining sectors. At the public sector and military level, there will be another position in charge of energy. Regarding smaller industries and homes, income from the electricity sales of distribution companies will be separated, meaning these firms will have to implement energy efficiency programs for their customers.
Similarly, the concept of efficient cogeneration will be incorporated within the corresponding regulations, as well as new labeling guidelines for electrical appliances. In terms of housing, subsidies will be provided for thermal retrofitting; energy savings programs in public buildings and the military will be improved; and current thermal requirements in the construction industry will be strengthened. Public lighting will be modified and wide-scale campaigns and educational programs will be disseminated about EE.
Generally, actors in the sector indicate that the Agenda, regarding energy efficiency, involves a ‘flipping of the switch’. This cultural change, according to Fernando Alvear, General Manager of the Confederation for Production and Commerce (CPC), means introducing changes to production processes or in the designs of the equipment currently in use. “These decisions take time and must be undertaken when the economic opportunities allow it”, he says. Alvear adds that businesses themselves that must realize how EE will allow them to save costs and improve productivity.
In order for energy efficiency to become a State policy, it is essential for different actors to come together and engage in discussions. On one hand, this involves how to ‘flip the switch’ for businesses as well as the general public. On the other, debate must be held on the type of models and different incentives that might be applied in line with the requirements of each individual area, as well as in each Region of the country. One issue that must not be ignored, as explained by Pablo Díaz, Executive Secretary of Sustainability at the Austral University, is that every area of the country is confronted with its own challenges. “When we fully understand that energy efficiency is a nationwide issue, we’ll be able to take a big step in the right direction”, he says.
AmCham’s vision
Conscious of the challenge facing Chile in terms of energy efficiency, AmCham has wanted to contribute to generating spaces in which these issues can be discussed and in which experts from the United States can share their experiences. It believes that such spaces will contribute to enriching the conversation. As Kathleen Barclay, AmCham President says, “Even more than this, we hope to bring businesses with new technologies relating to energy efficiency to Chile, whether potential investors and/or problem solvers”.
There are many states in the US that have confronted challenges similar to those in Chile today. That is why AmCham has worked so closely with Massachusetts and California, signing treaties with them relating specifically to mutual cooperation.
Both these states have implemented energy efficiency strategies, explains Barclay. They have also developed technological innovations which may be of interest to Chile and to businesses implementing energy efficiency programs in the country.
Concrete examples include the incentives for distribution companies in California. These encourage energy efficiency programs, whether through the provision of financing for retrofitting buildings or partially refunding purchases of more efficient electrical appliances. In the case of Massachusetts, one area of interest has been the implementation of the Building Energy Code Strategy which relates to devising codes, supervision and evaluation practices.