La Desaceleración de Brasil: Lo que Significa para ChileBrazil’s Slowdown: What it Means for Chile

17 Julio 2012

El crecimiento económico de Brasil se ha desacelerado de manera drástica en torno a los últimos 12 meses, al pasar del 7,5% en el 2010 al 2,7% el año pasado. Economistas esperan que alcance apenas el 2,5% este año. Eso tiene importantes implicancias para Chile. Brasil es el cuarto mayor socio comercial de la nación y corresponden al 41% de las exportaciones chilenas a Latinoamérica. El intercambio comercial entre los dos países alcanzó un récord de US$11.000 millones en el 2011.

Michael Reid es el editor para las Américas de The Economist y un observador veterano de América Latina. En abril, su análisis de las protestas sociales en Chile, publicado en The Economist, causaron conmoción en Santiago y la molestia al interior del gobierno del presidente Sebastián Piñera.

En su último libro, “El Continente Olvidado: La Batalla por el Alma de América Latina” (publicado en el 2008), Reid examinó la batalla, que a su juicio, se da entre autócratas populistas y demócratas reformistas. En su siguiente libro, vuelca su atención a Brasil, donde anteriormente trabajó como jefe de la oficina de The Economist. En este artículo, Reid conversa con bUSiness CHILE sobre la desaceleración económica de Brasil y lo que significa tanto para Chile como para la región.

¿Qué salió mal con la economía de Brasil?

Se ha estancado desde mediados del año pasado tras un período de sobrecalentamiento y se ha estancado por un período más largo de lo que el Gobierno esperaba. Eso apunta a ciertas debilidades estructurales. El acelerado crecimiento de los 15 años previos fue el resultado de varias fuerzas: las reformas implementadas por el ex presidente Fernando Cardoso, la apertura de la economía, la privatización, el impulso generado por el alza de los precios de los bienes básicos, una mejora en términos del comercio, los beneficios de la redistribución de la riqueza y el crecimiento del PIB. Todas estas fuerzas ahora se están agotando.

Existe un creciente consenso entre los economistas independientes en Brasil de que la tasa de tendencia a la que el país puede crecer sin arriesgarse a la inflación ahora ha caído a cerca del 3,5%. Ello apunta a la necesidad de otra serie de reformas estructurales.

Dicho esto, el país no se dirige a un desastre; tiene muchas fortalezas. Destacaría la agricultura, que es muy productiva y muy eficiente, y el petróleo y la energía, donde las oportunidades son sólidas y reales. Brasil seguirá creciendo, pero la pregunta es si crecerá tan rápidamente como podría.

¿Cuál es el posible impacto de la desaceleración en Chile?

En los últimos años, realmente se empezó a sentir la fuerza del motor económico brasileño en lugares como Chile y Perú. Ha habido un creciente intercambio comercial e inversión extranjera directa en ambas direcciones. Sin lugar a dudas, el motor comenzará a sentirse menos ahora.

Usted estuvo recientemente en Brasil investigando para su libro. ¿Ha cambiado el clima como resultado de la desaceleración?

Creo que es la visión del país desde afuera la que ha cambiado. El mundo exterior se demoró en despertar al potencial de Brasil y una vez que lo hizo, las expectativas se exageraron. Ahora existe el riesgo de que se exageren en la otra dirección. El clima al interior del país realmente no ha cambiado, en gran parte porque la demanda de consumo ha seguido creciendo, gran parte de ella satisfecha por las importaciones. Creo que el clima podría deteriorarse durante el próximo año más o menos, porque es posible que la tasa de inflación aumente. Si uno combina eso con el bajo crecimiento económico, existe un riesgo de que la percepción al interior del país se vuelva negativa.

¿Qué piensa de la presidenta Dilma Rousseff y su gobierno?

En muchos sentidos ella ha sido una presidenta impresionante. Ha tratado de reducir el padrinazgo en la política en Brasilia. Cada vez que ha enfrentado denuncias creíbles de abusos de dinero público por parte de ministros, ha actuado y eso es bueno. Muchas de sus prioridades son sólidas, como eliminar la extrema pobreza, mejorar la educación y fomentar la inversión privada en infraestructura.

Mi pregunta sobre Dilma es si ella será lo suficientemente radical. Creo que el nuevo régimen petrolero, diseñado para supervisar la explotación de las nuevas reservas costa afuera, es un error. Es demasiado nacionalista y coloca una carga demasiado grande en la petrolera estatal Petrobras. Implica que los costos serán más altos de lo que deberían. La carga tributaria de Brasil sigue siendo demasiado alta y es un lugar muy caro para hacer negocios. No me queda claro que Dilma sea tan audaz como para abordar estos temas.

Los productores de vino de Brasil recientemente solicitaron medidas proteccionistas para limitar las importaciones de vino chileno. ¿Está en aumento el proteccionismo en Brasil?

Sí, ha habido un notable incremento de las medidas proteccionistas en los últimos años. Se debe principalmente al temor a China y al enorme incremento de las importaciones de bienes manufacturados en esa nación. Brasil cuenta con una industria fabril significativa y el gran temor es la desindustrialización. La respuesta de corto plazo del Gobierno ha sido elevar los aranceles comerciales.

Brasil tiene vastos campos petroleros nuevos y años de experiencia en biocombustibles. ¿Podría desempeñar un papel en la resolución de los problemas energéticos de Chile?

Ciertamente es posible que se convierta en un exportador más importante de etanol producido a base de caña de azúcar en los próximos años, y pronto tendrá un significativo superávit de petróleo exportable. Eso es bueno para los consumidores de petróleo en todas partes, incluidos los de Chile. Para Chile, la tragedia es que Argentina no es un socio energético confiable. El descubrimiento de grandes yacimientos de gas esquisto en el sur de Argentina debería ser una solución para parte de los problemas energéticos de Chile, pero dudo que lo sea.

Los puertos del norte de Chile están en la misma latitud que el corazón industrial del sur de Brasil. ¿Podrían operar como la salida en el Pacífico para las exportaciones brasileñas a Asia?

El principal desarrollo acá ha sido el término de una carretera pavimentada que conecta a Mato Grosso con el puerto de Ilo en Perú, de modo que la cosecha de soya pueda llegar al Pacífico a través de esa ruta. El problema para Chile es Bolivia. Cualquier ruta que conecte a Brasil con los puertos del norte de Chile pasaría por Bolivia y, aparte de los obstáculos geográficos involucrados, que son considerables, hay obstáculos políticos que superar.

Chile acaba de formar la Alianza del Pacífico con Colombia, México y Perú. ¿Es esa una señal de que Chile se está distanciando de Brasil y el Mercosur?

Creo que Chile se distanció del Mercosur cuando el ex presidente Ricardo Lagos decidió negociar un tratado de libre comercio con Estados Unidos [suscrito en el 2003]. Y tuvo razón en hacerlo. Lamentablemente, tras un comienzo promisorio, el Mercosur se ha estancado. Argentina se ha vuelto cada vez más proteccionista y Brasil, erradamente a mi juicio, ha optado por acompañar a Argentina en lugar de cuestionarla. El Mercosur parece cada vez más un acuerdo defensivo de alto costo, y los países del Pacífico han sacado sus propias conclusiones a partir de eso.

La formación de la Alianza del Pacífico es extremadamente interesante. Cuando menos, envía un mensaje al mundo de que en América Latina hay un proyecto alternativo a Brasil. No un proyecto hostil, sino que uno alternativo. Eso debe actuar como un desafío saludable para Brasil y uno espera que así sea.

Cuénteme más de su próximo libro…

Es una interpretación de Brasil, analizando por qué es como es y si su ascenso en la escena mundial es sustentable. Será publicado por Yale University Press y debería estar en librerías antes de la Copa Mundial [de la FIFA] de Brasil en el 2014.

Brazil’s economic growth has slowed dramatically in the past 12 months or so, from 7.5% in 2010 to 2.7% last year. Economists expect it to reach just 2.5% this year. That has major implications for Chile. Brazil is Chile’s fourth largest trading partner, accounting for 41% of Chilean exports to Latin America. Trade between the two countries hit a record US$11 billion in 2011.

Michael Reid is the Americas Editor of The Economist and a veteran observer of Latin America. In April, his analysis of the social protests in Chile, published in The Economist, caused a stir in Santiago and ruffled feathers within the Piñera government.

In his last book, ‘Forgotten Continent’ (published in 2008), Reid examined ‘the battle for Latin America’s soul’ – a battle, in his view, between populist autocrats and reformist democrats. In his next, he turns his attention to Brazil, where he previously worked as bureau chief for The Economist. Here, he talks to bUSiness CHILE about Brazil’s economic slowdown and what it means for Chile and the region.

What’s gone wrong with the Brazilian economy?

It has stalled since the middle of last year after a period of overheating, and it’s stalled for longer than the government expected. That points to some structural weaknesses. The accelerated growth of the previous 15 years was the result of several forces – the reforms implemented by former President Fernando Cardoso, the opening up of the economy, privatization, a boost from the rise in commodities prices, an improvement in terms of trade, the benefits of wealth redistribution and growth of GDP. All of these forces are now exhausting themselves.

There is a growing consensus among independent economists in Brazil that the trend rate at which the country can grow without risking inflation has now fallen to around 3.5%. That points to the need for another round of structural reform.

That said, the country is not heading for disaster - it has many strengths. I would highlight agriculture, which is very productive and very efficient, and oil and energy where the opportunities are strong and real. Brazil will carry on growing, but the question is whether it will grow as fast as it could.

What’s the likely impact of the slowdown on Chile?

In the last few years, you’ve really started to feel the strength of the Brazilian economic motor in places like Chile and Peru. There’s been increasing trade and foreign direct investment in both directions. You will undoubtedly start to feel that motor less now.

You were in Brazil recently researching your book. Has the atmosphere changed as a result of the slowdown?

I think it’s the view of the country from outside that’s changed. The outside world was slow to wake up to Brazil’s potential and once it did, expectations were exaggerated. There’s now a risk that they’ll be exaggerated in the other direction. The atmosphere inside the country hasn’t really changed, largely because consumer demand has continued to grow, much of it satisfied by imports. I think the atmosphere might deteriorate over the next year or so because inflation is likely to rise. If you combine that with low economic growth, there’s a risk that sentiment inside the country will turn negative.

What do you think of President Dilma Rousseff and her government?

In many ways she’s been an impressive president. She’s tried to reduce the patronage of politics in Brasilia. Every time she’s faced credible denunciations of abuse of public money by ministers she’s acted, and that’s good. Many of her priorities are sound, like eliminating extreme poverty, improving education and encouraging private investment in infrastructure.

My question about Dilma is whether she will be radical enough. I think the new oil regime, designed to oversee the exploitation of the new offshore reserves, is a mistake. It’s too nationalistic and it places too big a burden on state-controlled Petrobras. It means costs will be higher than they should be. Brazil’s tax burden remains too high and it’s a very expensive place to do business. It’s not clear to me that Dilma will be bold enough in tackling those issues.

Brazil’s wine producers recently called for protectionist measures to curb imports of Chilean wine. Is protectionism on the rise in Brazil?

Yes, there’s been a noticeable increase in protectionist measures in recent years. It’s due largely to a fear of China and the huge increase in imports of Chinese manufactured goods. Brazil has a significant manufacturing industry and the big fear is deindustrialization. The government’s short-term response has been to increase trade tariffs.

Brazil has vast new oil fields and years of experience in biofuels. Could it play a role in solving Chile’s energy problems?

It’s certainly likely to become a more important exporter of sugarcane-derived ethanol in the coming years, and it will soon have a significant exportable oil surplus. That’s good for oil consumers everywhere, including in Chile. For Chile, the tragedy is that Argentina is not a reliable energy partner. The discovery of large shale gas deposits in southern Argentina ought to be a solution to some of Chile’s energy problems but I doubt it will be.

The ports of northern Chile are on the same latitude as the industrial heartland of southern Brazil. Could they serve as a Pacific exit for Brazilian exports to Asia?

The main development here has been the completion of a paved highway linking Mato Grosso to the port of Ilo in Peru, so the soya crop can reach the Pacific via that route. The problem for Chile is Bolivia. Any road linking Brazil to Chile’s northern ports would pass through Bolivia and, apart from the geographical obstacles involved, which are considerable, there are political obstacles to overcome.

Chile has just formed the Pacific Alliance with Colombia, Mexico and Peru. Is that a sign Chile is distancing itself from Brazil and Mercosur?

I think Chile distanced itself from Mercosur when former President Ricardo Lagos decided to negotiate a free trade agreement with the United States [signed in 2003]. And he was right to do so. Sadly, after a promising start, Mercosur has stagnated. Argentina has become increasingly protectionist and Brazil, mistakenly in my view, has opted to accompany Argentina rather than question it. Mercosur increasingly looks like a defensive high-cost arrangement, and the Pacific countries have drawn their own conclusions from that.

The formation of the Pacific Alliance is extremely interesting. If nothing else, it sends a statement to the world that in Latin America there is an alternative project to Brazil. Not a hostile project, but an alternative one. That ought to act as a healthy challenge to Brazil, and one hopes it will.

Tell me more about your next book…

It’s an interpretation of Brazil, looking at why it is the way it is and whether its rise on the world stage is sustainable. It will be published by Yale University Press and should be out before the [FIFA] World Cup comes to Brazil in 2014.

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