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Desde Corfo están impulsando la creación de una Plataforma que dé un norte estratégico al sector y agrupe de forma ordenada todas las iniciativas que hoy se están llevando a cabo de forma aislada.
Por Alejandra Maturana
“No sólo queremos desarrollar con la biotecnología nuestras industrias basadas en recursos naturales, sino que también crear industrias complementarias asociadas a mayor cantidad de empresas de servicios y conocimiento. Queremos rentabilizar la inversión pública que se ha hecho en los últimos diez años en nuestro sistema de innovación, sacar eso de los anaqueles de la ciencia y transportarlo a su aplicación industrial”. Con dicha frase el pasado 16 de noviembre la Subsecretaria de Economía, Katia Trusich, abría la Biolatam 2015, la feria de biotecnología más importante de la región que se realizaba por primera vez en territorio nacional.
La elección de Chile como país anfitrión de este evento no fue al azar. Nombres como el del reconocido bioquímico Pablo Valenzuela ya lo habían hecho sonar en la palestra del sector a nivel mundial tras su exitosa participación en la creación de la vacuna contra el virus de la hepatitis B, a la que le siguieron otra serie de investigaciones y descubrimientos en el campo de la ciencia. El también empresario hoy es un referente en el ámbito de la biotecnología gracias a la presencia de su marca sectorial ChileBiotech en diferentes ferias y eventos alrededor del globo.
Sin embargo, a pesar de su gran potencial, el país sigue presentando desafíos para el desarrollo de la biotecnología. Por eso, desde Corfo están trabajando en la creación de una Plataforma Biotecnológica que dé un norte estratégico a la industria, cuya hoja de ruta comenzará a construirse en 2016 y estará a cargo del científico chileno y académico de la Universidad de Arizona, Fernando Martínez.
“La biotecnología puede tener un impacto importante en la diversificación y sofisticación de la minería, salmonicultura, fruticultura y forestal, que son los sectores exportadores más grandes de Chile. También podemos desarrollar la biomedicina, aprovechando que más de 25% de la investigación básica que se realiza en el país responde a ese campo”, señala el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran.
Apunta que se trata de un ámbito que no es específico del país y que es altamente competitivo a nivel mundial, pues es justamente donde grandes jugadores como Estados Unidos e Inglaterra están concentrando sus inversiones. Por eso, señala, sólo pocos grupos de excelencia con claras posibilidades de hacer contribuciones reales serán apoyados. “Un ejemplo concreto es el proyecto sobre el cáncer de Ciencias Para la Vida de Pablo Valenzuela, que es el más avanzado y con mayor potencial a nivel global”, ejemplifica.
El surgimiento de la plataforma
Desde inicios del año 2000, Corfo y la Comisión Nacional de investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) han entregado fondos para diversos proyectos biotecnológicos, entre ellos, el mejoramiento genético y de condiciones de postcosecha de distintas variedades frutales y hortícolas, la creación de vacunas para salmones, el desarrollo de tecnología clonal para especies forestales, la obtención de biocombustible a partir de microalgas y el proyecto que en 2002 dio origen a BioSigma (firma biotecnológica enfocada en procesos mineros ligada a Codelco).
Asimismo, Corfo apoyó el surgimiento de dos fondos de capital de riesgo especializados (Aurus Bios y Austral Capital) con cerca de US$32 millones, el aterrizaje en Chile de los centros internacionales de Pfizer y Fraunhofer, y las operaciones de la incubadora Austral Incuba y el espacio de
cowork Santiago Lab Space, además de UDD Ventures e Incuba UC, que si bien no sólo atienden a
startups vinculadas a este sector, tienen una fuerte inclinación hacia él. Incluso, el programa Start-Up Chile ha presentado últimamente especial interés por los desarrollos biotecnológicos, y ya ha apoyado a 58 emprendimientos de este tipo con más de $ 1.120 millones.
Sin embargo, como señala el presidente del directorio científico de la futura Plataforma Biotecnológica, Fernando Martínez, todos estos no son más que proyectos dispersos sin un norte estratégico.
“De la primera cosa que me di cuenta volviendo a Chile es que aunque existen muchas iniciativas, no hay una idea clara de qué es lo que hay, cuál es el valor que tiene, cuáles son sus objetivos, ni con quién están colaborando. Por eso, lo primero que haremos será una evaluación para saber exactamente con qué capacidades contamos para el desarrollo de biotecnología aplicada, y a partir de eso diseñar un plan estratégico que considere los recursos humanos y tecnológicos existentes”, indica.
Una vez obtenida esta información, se definirán ciertas áreas de prioridad estratégica, dos o tres según estima Martínez, pues hay que entender que la biotecnología no puede ser tratada de manera dispersa, sino que debe ser concentrada. A ello se suma que el país no cuenta con los recursos económicos para desarrollarla estratégicamente sobre todos sus sectores productivos.
“Todo lo que existe en Chile como modelo de desarrollo de la bioindustria es ´federado´, es decir, el Estado pregunta a científicos y empresas en qué invertir, y en base a criterios de concurso que se sustentan en la calidad relativa de este tipo de propuestas, se destinan los recursos. Por eso, todo lo que se hace es muy disperso y a pequeña escala, lo que es letal en la biotecnología, pues necesita todo lo contrario”, sostiene.
EE.UU. como modelo y aliado
Cuando se habla de biomedicina es casi imposible no pensar en Boston, Estados Unidos. En esta ciudad, desde 1980, el sector comenzó a desarrollarse con especial fuerza de la mano de esfuerzos públicos y privados, pero también desde la filantropía. De hecho, el súper
clúster de ciencias de la vida de Massachusetts cuenta con 122 universidades, 400 firmas de tecnología médica, 550 compañías de biofarma, 6 de los mejores diez hospitales de investigación y ocupa el primer lugar de fondos de capital de riesgo per cápita en Estados Unidos, en la atracción de fondos federales de investigación y en nivel educacional de la fuerza de trabajo, además de la mayor concentración de
spin out per cápita nacidos en instituciones de investigación.
Así lo explica Lorena Palomo, chief operating officer de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio, AmCham Chile, quien en octubre lideró la Misión Biotecnológica en el Sector Salud: Una Mirada en 360°, realizada en el marco de la alianza entre Chile y el estado de Massachusetts, y que también contó con colaboración de la Embajada de Chile en Estados Unidos, Corfo y Pfizer, además del auspicio de Fundación Imagen de Chile.
“Visitamos distintos lugares en Washington D.C. y Boston, con un equipo de lo más variado en el que participaron investigadores, académicos y representantes del ámbito público-privado, los que conocieron distintos modelos de trabajo en el área de la biomedicina”, cuenta la ejecutiva, señalando que la experiencia buscaba mostrar el funcionamiento del ecosistema biotecnológico estadounidense in situ y con fuentes directas tanto en temas de financiamiento, modelos de trabajo, transferencia tecnológica y de propiedad intelectual.
En esa línea, la ejecutiva destacó que la misión no sólo sirvió para que los asistentes aprendieran del caso de éxito del clúster biotecnológico de Massachusetts, sino que para que también visualizaran experiencias replicables en Chile y nuevas formas de cooperación. “Por ejemplo, el equipo pudo conocer distintas capacidades y servicios, y darse cuenta de que no estamos tan lejanos a la experiencia de Boston en cuanto al coworking. Un ejemplo de ello es el trabajo liderado por Santiago LabSpace”, explica.
El director ejecutivo de LabSpace, Ignacio Brescia, fue uno de los integrantes de la misión de AmCham. Durante su estadía en Estados Unidos pudo constatar la estructura del ámbito biotecnológico en dicho país: “Me pareció sumamente interesante que allá todo ocurre centralizadamente. El MIT, Pfizer, Novartis, Janssen, universidades, empresas, centros de investigación, inversionistas… todo está en un mismo lugar y eso agiliza mucho los procesos. De hecho, basta con que un científico llame por celular a un inversionista para que en cinco minutos estén ambos hablando de negocios en el Starbucks que queda cruzando la calle, y no con la disposición que hay acá, para nada, sino que con un `¡hagámoslo ya!`”.
Para el ejecutivo, aprender del modelo estadounidense y saber aprovechar sus capacidades presenta una gran oportunidad para Chile y sus empresas enfocadas en ciencias de la vida. De hecho, sin ir más allá, adelanta que ellos mismos están constituyendo una nueva empresa (Research to Business Catalyst-R2B Catalyst) con el centro de excelencia de la Universidad de California, UC Davis Chile.
“Chile cuenta con científicos y emprendedores con mucha visión para resolver problemáticas, y queremos aprovechar su gran conocimiento tratando de facilitarles el camino para el desarrollo de una nueva tecnología”, apunta Pablo Zamora, director científico de UC Davis Chile. Es así que R2B Catalyst contará con dos tipos de infraestructura: sus laboratorios del centro UC Davis LabSpace en Providencia para desarrollos de biología celular, molecular o microbiología, y el Patagonia LabSpace de Puerto Montt para quienes están en proceso de escalamiento o desarrollo de prototipado; y, adicionalmente, las
startups apoyadas podrán acceder a todo el conocimiento y las redes de la Universidad de California, aumentando sus posibilidades de llegar al mercado exitosamente.
“Chile tiene bastantes posibilidades en el campo de la biotecnología. Sin embargo, mientras no exista una visión de querer estar en la frontera del desarrollo de la innovación, sólo seremos un vehículo para levantar recursos y luego esas tecnologías partirán a otros lados para sus mejoras productivas”, enfatiza.
Si bien la biotecnología ha dado pasos importantes desde hace al menos una década, habrá que esperar el próximo año para conocer la hoja de ruta que trazará Corfo para estimar el potencial de una industria que cada vez tiene más proyectos, pero que por ahora requiere mayores recursos e investigadores dedicados al desarrollo de este ámbito en Chile.[:en]
Corfo is driving the creation of a platform that will help devise a strategic roadmap for the sector and centralize all initiatives currently pursued on an isolated basis
By Alejandra Maturana
“Not only do we wish to develop our natural resource-based industries with biotechnology, but also to develop complementary industries associated with an increased number of service companies and additional expertise. We want to secure the maximum return on the public investment made in our innovation system over the last decade, removing it from the scientific side and giving it an industrial application”. With these words, on 16 November 2015, Katia Trusich, Undersecretary of Economy, opened Biolatam, the most important biotechnology conference in the region, which, for the first time, was held in Chile.
The choice of Chile as host of the conference was not by chance. Individuals, such as renowned biochemist Pablo Valenzuela, had already made themselves known in the sector on the global level. In the case of Valenzuela, his recognition comes from his successful participation in developing the vaccine against the Hepatitis B virus, followed by a further series of investigations and discoveries in the field of science. Valenzuela, who is also a businessman, is a leading figure in the field of biotechnology, thanks to the solid positioning of his ChileBiotech brand in different fairs and events around the world.
Nevertheless, and despite its huge potential, Chile still faces certain challenges in terms of biotechnology development. That is why Corfo, the Chilean economic development agency, is currently creating a biotechnology platform that will help devise a strategic roadmap for the sector. It will begin to take shape in 2016, under the charge of Chilean scientist and academic from the University of Arizona, Fernando Martínez.
“Biotechnology can have a significant impact on the diversification and sophistication of the mining, salmon aquaculture, fruit farming and forestry sectors, which represent the largest export sectors in Chile. We can also develop biomedicine, by taking advantage of more than 25% of the basic research undertaken in the country in this field”, says Eduardo Bitran, executive vice president of Corfo.
Bitran points out that this is not an area specific to Chile and that it is a highly competitive sector at the global level; one on which large players like the United States and the United Kingdom are concentrating their investments. Accordingly, Bitran states that only a select few groups of excellence with clear possibilities of making genuine contributions will be supported: “one concrete example is Pablo Valenzuela’s Ciencia Para la Vida cancer project, which is one of the most advanced and potentially beneficial in the world”.
The growth of the platform
Since the beginning of the 2000s, Corfo and the National Commission for Scientific and Technological Research (Conicyt) have provided funding for a number of different biotechnology projects. These include the improvement and genetic enhancement of the postharvest conditions of different fruit and vegetable varieties; the creation of vaccines for salmon; the development of clone technology for forestry species; obtaining biofuel from microalgae; and the project which, in 2002, led to the creation of BioStigma, the biotechnology firm specializing in mining processes and which is associated to Codelco, the Chilean national copper corporation.
Likewise, Corfo has sponsored a number of additional projects, including: the emergence of two specialist venture capital funds (Aurus Bios and Austral Capital), with almost US$32 million; the arrival in Chile of the international centers of Pfizer and Fraunhofer; the business incubator Austral Incuba, in the co-work space of Santiago Lab Space; and, similarly, UDD Ventures, from the Universidad de Desarrollo, and Incuba UC, from the Pontificia Universidad Católica de Chile, which, despite neither working exclusively with start-ups in the industry, are both strongly linked to the area. Moreover, the Start-Up Chile program has recently shown growing interest in biotechnology developments, having already sponsored 58 business ventures of this type with more than US$1.12 billion.
However, as Fernando Martínez, the chairman of the scientific board of the future biotechnology platform, says, these projects are nothing more than a scattered group if they lack a strategic focus.
He recalls that, “one of the first things I noticed on my return to Chile was that, despite the number of initiatives, there is no clear idea of what exactly is available, what value there is, what the strategic objectives are, or with whom these projects are collaborating. That’s why the first thing we’ll do is conduct a thorough evaluation, to gauge exactly what abilities we have for developing applied biotechnology, and from there, design a strategic plan which includes the human and technological resources available”.
Once this information has been gathered, certain areas of strategic priority will be defined; two or three, according to Martínez. He stresses the importance of addressing biotechnology in a centralized manner, rather than, as it is at present, on a dispersed basis. He also claims that Chile is lacking in financial resources to develop the area strategically across all productive levels.
“Everything that exists in Chile as a development model for the bioindustry is “federalized”, i.e., the State asks scientists and businesses in what to invest, and, based on the tender criteria determined by the relative quality of these types of projects, resources are allocated. That’s why everything that happens is so scattered and on such a small scale, which is lethal in biotechnology, which needs precisely the opposite (approach)”, he explains.
The United States as both model and ally
When reference is made to biomedicine, it is almost impossible not to recall Boston, in the United States. Since 1980, the city has overseen the development of the sector, with particular assistance from public and private initiatives, as well as philanthropy. In fact, the super-cluster of life sciences at Massachusetts includes: 122 universities, 400 medical technology firms; 550 biofarming companies; six of the nation’s best ten research hospitals; and first place on the list of venture capital funds per capita in the country, in terms of attracting federal research funding, as well as first position regarding the overall educational level of the workforce. It also has the greatest per capita concentration of spin-out companies from new research institutions.
Palomo notes: “We visited different places in Washington D.C. and Boston with a mixed team composed of researchers, academics and representatives of the public-private sphere, gaining exposure to a varied mix of working models from the area of biomedicine”. She explains that the aim of the mission was to experience how the US biotechnology ecosystem works on the ground, and to better understand the issues of financing, working models, technology transfer and intellectual property.
Accordingly, Palomo stresses that the mission not only benefited the participating delegates in terms of learning about the Massachusetts biotechnology cluster, but that it also allowed them to visualize practices and new forms of cooperation which can be replicated in Chile. “For example, the team learned about different capabilities and services, and came to realize that we in Chile are not so far off the Boston experience in terms of co-working. One example of this is the initiative led by Santiago LabSpace”, she notes.
The executive director of LabSpace, Ignacio Brescia, was one of the participating delegates on the AmCham Chile mission. During his time in the United States, he was able to gauge the structure of the biotechnology sphere in the country. He explains that, “it was particularly interesting to see that everything happens on a centralized basis. MIT, Pfizer, Novartis, Janssen, universities, companies, research centers, investors… they are all in the same place, which greatly streamlines the processes. In fact, a scientist can just phone an investor to arrange a meeting in the Starbucks across the street, and in five minutes time they’ll be talking about business. It’s a ‘let’s just do it’ attitude, in contrast to the way things work here (in Chile)”.
“Chile has scientists and entrepreneurs with great problem-solving abilities, and we want to maximize their extensive knowledge by trying to facilitate their path to developing new technology”, says Pablo Zamora, scientific director at UC Davis Chile. This approach means that R2B Catalyst will have two types of infrastructure: UC Davis LabSpace laboratories in Providencia, in Santiago, for developing cellular, molecular and microbial biology; and Patagonia LabSpace in Puerto Montt, for the process of scaling or developing prototypes. In addition, the benefitting start-ups will gain access to all the knowledge and networks of the University of California, thereby enhancing their chances of successfully reaching the market.
“Chile has excellent opportunities in the biotechnology field. However, until there is a vision which outlines the desire to be at the forefront of innovation development, we will simply be a fund-raising vehicle, and these technologies will just move on to other places for their production improvement”, says Zamora.
Biotechnology has taken great strides over the last decade. However, interested parties must wait for the publication, in 2016, of the road map being devised by Corfo to judge the potential of the industry: an industry which, despite generating an increasing number of projects, still requires additional resources and greater numbers of researchers dedicated to the development of the sector in Chile.[:]