Incrementando el Crecimiento de ChileGrowing Chile’s Growth

01 Septiembre 2009


Doctorado de la Universidad de Harvard, Felipe Larraín es profesor de economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, asesor de varias organizaciones internacionales y multilaterales además de director de una serie de empresas locales. Pero -lo que es de mayor relevancia de cara a la elección presidencial de diciembre- también es uno de los principales asesores económicos del candidato de la oposición Sebastián Piñera.


En la primera de una serie de entrevistas previas a las elecciones, bUSiness CHILE conversó con Larraín acerca del programa económico de Piñera y cómo el candidato cumplirá su promesa de hacer que Chile vuelva a las altas tasas de crecimiento de las que disfrutó en la década de los 90, pero que desde entonces han demostrado ser esquivas.


¿Dobló Chile la esquina de la recesión? ¿Cuánto espera que se contraiga el PIB este año?


Chile se está recuperando lentamente tras cuatro trimestres de recesión que comenzaron en el tercer trimestre del 2008. Hay signos de que la actividad económica se está estabilizando y probablemente crezca en el tercer trimestre. Sin embargo, durante todo el año, la contracción será del orden del 1,2% al 1,8%.


Mirando a futuro, Sebastián Piñera está prometiendo que, de ser elegido, hará que la tasa de crecimiento de Chile vuelva al 6%, ¿cómo lo logrará?


En primer lugar, la recesión de este año implica capacidad ociosa que puede ponerse a producir nuevamente una vez que la economía internacional se recupere. Para el 2010, el Fondo Monetario Internacional está proyectando un crecimiento mundial del 2,5% y eso ayudará a la economía chilena. Además de eso, el programa de Piñera impulsará la inversión y el empleo, y permitirá una importante mejora en la productividad.


Las proyecciones de consenso a nivel local todavía sugieren un crecimiento del PIB de sólo un 3% en Chile el próximo año; ello requeriría un crecimiento bastante importante en el período 2011-2013 para alcanzar un promedio del 6% durante el período de cuatro años.


El crecimiento posiblemente se acercará al 4,5% el próximo año; los requerimientos para el período 2011-2013 son exigentes, pero factibles. El programa económico de Piñera contempla la creación de 200.000 empleos al año -en otras palabras, el doble de la cantidad creada entre el 2006 y el 2009- así como también la erradicación de la extrema pobreza para el 2014. Esas son metas ambiciosas, pero están respaldas por una serie de políticas poderosas.


Hay un ciclo virtuoso entre el crecimiento, el empleo y la reducción de la pobreza. Con el fin de crear 200.000 empleos al año, necesitamos crecer mucho más rápidamente de lo que lo hemos hecho desde 1998 cuando la economía chilena entró en un letargo. A su vez, la mayor creación de empleo estimulará el crecimiento debido a que esos nuevos trabajadores demandarán bienes y servicios.


¿Qué hay de la regla del superávit fiscal estructural? Por definición e intención, eso reduce los peaks de crecimiento de la economía además de limitar su contracción durante las crisis.


Piñera está totalmente comprometido para mantener una regla fiscal contracíclica. Como toda regla política, está sujeta a mejoras y, tal como está ahora, necesita una transparencia significativamente mayor. La inflación también podría repuntar. ¿Cuánto le preocupa eso? La inflación ciertamente repuntará desde los niveles negativos acumulados en lo que va de este año. Sin embargo, tenemos un banco central autónomo que está acondicionado para ver que ella converja a la meta del 3% en el mediano plazo.


De ser presidente, ¿cómo impulsaría Piñera exactamente la creación de empleo?


El mayor crecimiento generará más empleos, pero eso no es suficiente. Es necesario mejorar el acceso al empleo. Eso significa facilitar el trabajo desde la casa y hacer que el pre- y posnatal sean más flexibles. Eso es vital con el fin de permitir que las mujeres logren un equilibrio entre trabajo y familia.


El programa económico de Piñera también incluye una serie de otras propuestas tales como la incorporación de jornadas laborales flexibles en los contratos negociados de manera colectiva, la extensión de los subsidios al empleo para otros sectores vulnerables, vouchers de capacitación que le permitan a los trabajadores elegir dónde y cómo se capacitan, y la promoción de contratos de aprendizaje de manera que las empresas inviertan en sus trabajadores.


Sin embargo, para que Chile crezca a una tasa del 6%, también necesitamos impulsar la inversión. El objetivo de Piñera es aumentar la inversión, medida en precios actuales, desde el 21% del PIB -el nivel que probablemente registre este año- a un 28% en el 2013.


¿Cómo lograría eso?


El círculo virtuoso que existe entre la inversión y el crecimiento ayudará, pero también se requerirán medidas adicionales, tales como un incentivo tributario temporal que emplea la depreciación acelerada. En circunstancias más normales, eso quizás no sería necesario, pero -dada la caída del 15% en la inversión que se prevé para este año- es vital.


El programa también contempla medidas específicas para las pequeñas y medianas empresas, incluidas iniciativas para incrementar su acceso al financiamiento. Como presidente, Piñera también reactivaría el programa de concesiones públicas de Chile usándolo no sólo para hacer las mejoras necesarias en infraestructura, sino también para ampliarlas a áreas tales como la salud y la educación.


¿Qué pasa con los impuestos en general? ¿Habrá algún cambio en esta materia?


Como hemos dicho a menudo, no habrá un cambio en el nivel general de impuestos, o en otras palabras, en la carga tributaria. En la actualidad, está bastante bien para un país con el nivel de ingresos de Chile. Sin embargo, el programa sí contempla ajustes a algunos impuestos con el fin de estimular el crecimiento y el empleo.


No es el problema de fondo que, después de un aumento en la década de los 90, ¿la productividad se ha estancado?


Es peor que eso. Las cifras duras y las proyecciones oficiales muestran que la productividad ha caído año tras año entre el 2006 y el 2009 a un promedio anual cercano al 0,5%. La mayor inversión y el aumento del empleo no son suficientes si además no usamos mejor esos recursos y capital humano.


El crecimiento anual de la productividad en torno a un 1,5% es perfectamente factible. Hay que recordar que eso sería sólo la mitad de la tasa a la que crecimos entre los años 1986 y 1997.


Lo que se requiere es reformar al Estado, llenando más cargos de manera competitiva basándose en el mérito, y mejoras al sistema de evaluación del retorno social sobre la inversión pública. También será necesario modernizar las empresas públicas. El Sistema de Empresas Públicas (SEP), que es responsable de supervisar a este tipo de compañías, necesita dé autonomía y hasta un 20% tanto de Codelco como de Enap podría venderse, de preferencia a las administradoras privadas de fondos de pensiones (AFP) de modo que los trabajadores chilenos puedan tener una participación en estas empresas.


El actual incentivo tributario para la investigación y el desarrollo también debería simplificarse y ampliarse para impulsar la ciencia y la innovación. Las barreras al emprendimiento, como la burocracia y el tiempo necesario para iniciar un negocio, tienen que reducirse, además se necesita una reforma de la ley de quiebras. Otros desafíos incluyen fomentar la competencia de mercado y, de manera crucial, elevar la calidad de la educación.


Esa es una lista larga…


Sí, pero dejando a un lado las medidas, es la actitud lo que hace la diferencia. Necesitamos recuperar nuestro entusiasmo por hacer las cosas bien, por valorar el mérito y la capacidad más que la lealtad política. Debemos procurar ofrecer a los chilenos más y mejores oportunidades, con protección social para los menos afortunados. Ese es el camino que deberíamos estar recorriendo.


Ruth Bradley es la editora general de bUSiness CHILE además de corresponsal en Santiago de The Economist.



With a PhD from Harvard University, Felipe Larraín is a professor of economics at the Catholic University in Chile, a consultant to many international and multilateral organizations and a director of a number of local companies. But - more to the point in the run-up to the December presidential election - he is also one of the main economic advisors to opposition candidate Sebastián Piñera.

In the first of a series of pre-election interviews, bUSiness CHILE talked to Larraín about Piñera’s economic program and how he would fulfill his promise to give Chile back the high growth rates it enjoyed in the 1990s, but which have since proved elusive.

Has Chile turned the corner of the recession? How much do you expect GDP to contract this year?

Chile is slowly recovering after four quarters of recession that started in the third quarter of 2008. There are signs that economic activity is stabilizing and probably edged up in the third quarter. However, over the whole year, the contraction will be of the order of 1.2% to 1.8%.

Looking ahead, Sebastián Piñera is promising that, if elected, he would take Chile’s growth rate back to 6%? How would he achieve that?

First of all, this year’s recession means idle capacity that can be brought back into production once the international economy recovers. For 2010, the International Monetary Fund is forecasting global growth of 2.5% and that will help the Chilean economy. Other than that, Piñera’s program will boost investment and employment and would allow for a major improvement in productivity.

Consensus local forecasts still only suggest GDP growth of 3% in Chile next year; that would need pretty massive growth in 2011-2013 to give an average of 6% over the four-year period.

Growth will likely be closer to 4.5% next year; the requirements for 2011-2013 are demanding, but feasible. Piñera’s economic program envisages the creation of 200,000 jobs each year - in other words, twice the number created between 2006 and 2009 - as well as the eradication of extreme poverty by 2014. Those are ambitious goals but they’re backed by a set of powerful policies.

There’s a virtuous circle between growth, employment and the reduction of poverty. In order to create 200,000 jobs a year, we need to grow much faster than we have since 1998 when the Chilean economy dropped into lethargy. In turn, higher job creation will stimulate growth because those new workers will demand goods and services.

What about the structural fiscal surplus rule? By definition and intention, that reduces the economy’s growth peaks as well as limiting its contraction during downturns.

Piñera is totally committed to maintaining a countercyclical fiscal rule. As with every policy rule, it is subject to improvement and, as it now stands, needs significantly more transparency.

Inflation could also rebound. How concerned are you about that?

Inflation will certainly rebound from the negative levels accumulated so far this year. However, we have an autonomous Central Bank that is equipped to see that it converges to the 3% target over the medium term.

As president, how exactly would Piñera boost job creation?

Higher growth will generate more jobs, but that is not enough. Access to employment needs to be improved. That means facilitating work from home and making maternity leave more flexible. That’s vital in order to allow women to achieve a balance between work and family.

Piñera’s economic program also includes a number of other proposals such as the incorporation of flexible working hours into collectively-negotiated contracts, the extension of employment subsidies to other vulnerable sectors, training vouchers to allow workers to choose where and how they train, and the promotion of apprenticeship contracts so that companies invest in their workers.

But, for Chile to grow at 6%, we also need to boost investment. Piñera’s aim is to increase investment, measured at current prices, from 21% of GDP - its likely level this year - to 28% in 2013.

How would he achieve that?

The virtuous circle that exists between investment and growth would help but additional measures would also be required, such as a temporary tax incentive using accelerated depreciation. In more normal circumstances, that perhaps wouldn’t be necessary but, given the 15% drop in investment expected this year, it’s vital.

The program also envisages specific measures for small and mid-sized enterprises, including initiatives to increase their access to financing. As president, Piñera also would reactivate Chile’s public works concessions program, not only using it to make necessary improvements in infrastructure but also extending it to areas such as education and health.

What about taxes in general? Would there be any changes there?

As we’ve often stated, there wouldn’t be a change in the overall level of taxes - in other words, the tax burden. That’s currently about right for a country with Chile’s income level. However, the program does envisage adjustments to some taxes in order to stimulate growth and employment.

Isn’t the underlying problem that, after a surge in the 1990s, productivity has stagnated?

It’s worse than that. Hard data and official forecasts show productivity dropping every year between 2006 and 2009 at an average annual rate of around 0.5%. Higher investment and more jobs aren’t enough if we don’t also make better use of those resources and human capital.

Annual growth of productivity of around 1.5% is perfectly feasible. You have to remember that it would only be half the rate at which it grew between 1986 and 1997.

What’s required is reform of the state, with more posts filled competitively on merit, and improvements to the system for evaluating the social return on public investment. Public enterprises also need to be modernized. The System of Public Companies (SEP), which is responsible for supervising the latter, needs to be given autonomy and up to 20% of both Codelco and Enap could be sold, preferably to the private pension funds (AFPs) so that Chilean workers can hold a stake in these companies.

The existing tax incentive for research and development should also be simplified and broadened to boost science and innovation. Barriers to entrepreneurship, like the bureaucracy and time required to open a business, need to be reduced, along with a reform of the bankruptcy law. Other challenges include fostering market competition and, crucially, raising the quality of education.

That’s a long list…

Yes, but measures apart, it is attitude that makes the difference. We need to recover our enthusiasm for doing things well, for valuing merit and ability rather than political loyalty. We must strive to offer Chileans more and better opportunities, with social protection for those who aren’t successful. That’s the road we should be treading.

Ruth Bradley is general editor of bUSiness CHILE. She is also the Santiago correspondent for The Economist.
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