Gas No Convencional: ¿Combustible para el Futuro?Unconventional Gas: Fuel for the Future?

27 Agosto 2013

Para las firmas chilenas en los mercados globales altamente competitivos de hoy en día, los elevados costos de la energía pueden provocar un corto circuito en las nuevas empresas. Cuando los empresarios se reúnen para analizar los desafíos que enfrentan sus compañías, la energía –tanto el suministro de esta como sus crecientes costos– a menudo es uno de los primeros temas que surge. Las cuentas de electricidad en Chile están entre las más altas de la región y, dado que los nuevos proyectos de generación han enfrentando demoras en la obtención de sus aprobaciones, no parece haber alivio a la vista. ¿O lo hay?


La bonanza del gas de esquisto en Estados Unidos prácticamente ha vuelto autosuficiente al país en materia de gas barato. Según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por su sigla en inglés), la producción de gas de esquisto correspondió al 40% de la producción total de gas natural estadounidense en el 2012, lo que se compara con la casi nula producción de hace una década.


Esto se ha reflejado en los precios. Desde cerca de US$13 por millón de BTU hace cinco años, el precio Henry Hub a la vista para el gas en Estados Unidos cayó a poco menos de US$4 en julio, si bien los precios se han recuperado desde que el año pasado alcanzaran su nivel más bajo.


A medida que la producción de gas de esquisto aumenta, y dada la cercana relación comercial de Chile con Estados Unidos, la posibilidad de que al menos parte de este gas pueda terminar en Chile está creciendo.


“Estamos viendo claras señales de que estamos ingresando a una era en donde tendremos oportunidades para comprar gas natural licuado a precios mucho más baratos”, dijo el ministro de Energía de Chile, Jorge Bunster, en un seminario celebrado el año pasado.


La producción de gas “no convencional” en Estados Unidos -incluido el gas de arenas compactas (tight gas) y el metano de capas de carbón- no es nueva. Tampoco lo es la fracturación hidráulica (o fracking), técnica usada para liberar el gas atrapado en las rocas bajo tierra. Pero el descubrimiento a mediados de la década pasada de que el fracking puede usarse en pozos horizontales para romper las formaciones de esquisto ha revolucionado a la industria.


Entre el 2005 y el 2010, la producción estadounidense de gas de esquisto creció a una tasa anual de más del 45%, según la EIA. Si bien gran parte de la zona oriental de Estados Unidos se asienta sobre gas no convencional, la mayor parte de este incremento ha provenido de la enorme formación de esquisto Marcellus en Pensilvania.


Esto ha traído significativos beneficios para los consumidores. “El costo relativamente bajo del gas ha reducido los costos de la energía para los consumidores [en Estados Unidos] en más de un 40% en los últimos cuatro años”, señala David Yoxtheimer, investigador del Marcellus Center de la Penn State University.


El gas natural además es más limpio que la quema de carbón. A medida que el gas ha desplazado la generación eléctrica a carbón, las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos han caído en un 12% desde el 2007, según el Departamento de Energía de Estados Unidos, y se encuentran en sus menores niveles desde el año 1994.


“Estos mismos impactos podrían materializarse en cierto nivel en Chile, reduciendo los costos de la energía al tiempo que aumenta la competitividad global en el mercado”, afirma Yoxtheimer.


No obstante, esto probablemente esté lejos por ahora. Las compañías estadounidenses de energía, que hasta hace unos años estaban invirtiendo millones en terminales de regasificación de gas natural licuado (GNL), se precipitan a convertirlos en terminales de licuefacción. Pero también necesitan conseguir permisos para exportar gas y eso puede demorar.


Sacar el Gas de Estados Unidos


Ni una sola molécula de gas ha dejado aún Estados Unidos. Si bien el gobierno autorizó envíos de gas a países que tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos, incluido Chile, el debate sobre los méritos de exportar gas continúa.


No es de sorprender que dados los bajos precios del gas natural, la demanda de gas estadounidense esté aumentando y no sólo para generación de energía: la industria petroquímica también está sacando partido. De hecho, el productor canadiense de metanol Methanex está trasladando dos de sus cuatro trenes desde la Región de Magallanes en Chile a Louisiana en parte por los bajos precios del gas.


Quienes se oponen a las exportaciones afirman que el gas de esquisto estadounidense debería conservarse para los ciudadanos de ese país, pero Estados Unidos está avanzando con los planes de exportar al menos algo de gas. El Departamento de Energía ha otorgado permisos de exportación a los terminales Sabine Pass de Cheniere y Lake Charles de BG, ambos en Louisiana, así como también al terminal Quintana Island de Freeport LNG en Texas.


El más avanzado de estos, Sabine Pass, podría comenzar a exportar ya en el 2015. Otros cinco proyectos -incluido el proyecto Corpus Christi LNG que Cheniere tiene en Texas– esperan la aprobación del Departamento de Energía.


En este escenario, representantes de Cheniere y ExxonMobil visitaron recientemente Chile para evaluar la demanda. “ExxonMobil se encuentra en las etapas iniciales de evaluación de las opciones de oferta de gas natural licuado a Chile”, indicó la compañía en un comunicado.


Aún así, según fuentes de la industria nadie ha ofrecido gas en Chile antes del 2018.


La principal razón para esta demora es la limitada capacidad de licuefacción en Estados Unidos y la falta de permisos de exportación, señala Ricardo Inostroza, director comercial de la generadora eléctrica chilena AES Gener.


“No está claro si Estados Unidos entregará más permisos de exportación y a qué precio llegará el gas a Chile”, sostiene Inostroza.


Otro posible obstáculo es la demanda de gas relativamente pequeña de Chile. “A las compañías les atrae Chile, porque es un país serio y un buen lugar para hacer negocios, pero nuestro tamaño es un problema”, señala.


Llevar el Gas a Chile


Para Chile, falto de energía, la posibilidad de importar gas barato desde Estados Unidos parece demasiado buena para ser cierta.


“Como uno de los pocos compradores de GNL que tiene un tratado de libre comercio con Estados Unidos, Chile tiene una importante ventaja”, afirma Alejandro Palma, gerente general de GNL Chile, el consorcio que opera el terminal GNL Quintero en la zona central de Chile.


Los socios de GNL Chile –la firma estatal de petróleo y gas Enap, la generadora Endesa y distribuidor de gas Metrogas– tienen un contrato de suministro de GNL a 21 años con BG Group por 10 millones de metros cúbicos por día (Mm3/d). Si bien el precio no se ha publicado, el precio de mercado para el GNL, que usualmente está vinculado al precio del petróleo, es de entre US$15 y US$16 por millón de BTU.


Si se incluyen los costos de transporte y regasificación, a los precios de hoy en día, el GNL estadounidense en teoría podría venderse a un valor de US$7 a US$8 por millón de BTU, lo que representa un ahorro considerable. Sin embargo, Palma dice que aún queda por ver si el GNL estadounidense será competitivo a largo plazo.


Dependiendo del volumen de las importaciones, otras compañías también podrían beneficiarse con el gas de esquisto. Para generadoras como Colbún y AES Gener, que en la actualidad compran el gas excedente de GNL Quintero, el gas natural barato traído desde Estados Unidos les permitiría reactivar centrales eléctricas de ciclo combinado que han estado ociosas por falta de gas, comenta Ricardo Inostroza.


El carbón es la opción más barata para las generadoras chilenas a los precios actuales, en especial dado que Estados Unidos está exportando más de él, principalmente a Europa, pero también a Chile. Sin embargo, con normas de emisión más estrictas y nuevos proyectos de carbón en el norte retrasados en la obtención de las aprobaciones ambientales, las generadoras junto con las compañías mineras en Chile podrían optar por el gas, señala Inostroza.


Una de esas compañías es la gigante minera BHP Billiton, que planea reactivar su proyecto Kellar de 540 megavatios en la Región de Antofagasta, el que quemaría gas natural del terminal de GNL Mejillones. En una reciente entrevista, el presidente ejecutivo de BHP Billiton, Andrew Mackenzie, indicó que es “perfectamente posible” que parte del suministro de Kellar provenga de Estados Unidos.


El gas de esquisto estadounidense también podría llegar al sur de Chile. Cheniere asumió una participación del 50% en el proyecto GNL Octopus, un terminal flotante de regasificación que está desarrollando la chilena Austalis Power, cerca de la ciudad de Concepción. Según Cheniere, el terminal prestará servicios a un nuevo proyecto de generación, además de atender a la demanda residencial de gas en la Región del Bío Bío.


Una Solución no Convencional


En la búsqueda de Chile por una mayor seguridad energética, la nación se subió al tren del gas no convencional.


Sus reservas de gas de esquisto son minúsculas comparadas con las de Estados Unidos, pero -según la EIA- Chile tiene los sextos mayores recursos recuperables técnicamente de Sudamérica. Estos se concentran en la Región de Magallanes, donde Chile otorgó a empresas de petróleo y gas contratos especiales de operación petrolera (CEOP), licencias especiales de exploración.


Este año, Enap comenzó a producir gas de arenas compactas en Tierra del Fuego. La compañía ha perforado cinco pozos, todos los cuales han tenido éxito. Por ahora la producción ayudará a satisfacer la demanda comercial y residencial en la cercana ciudad de Punta Arenas, sostiene Hesketh Streeter, gerente de exploración y producción de Enap. 


El próximo año Enap planea comenzar a perforar pozos horizontales que podrían acceder a fracturas de gas de esquisto, pero aún está en pañales. “No es solo gas, también hay algunos líquidos y petróleo de esquisto, y eso es una gran ayuda para los aspectos económicos”, afirma Streeter.


Enap ha convocado a expertos en gas de Estados Unidos, quienes comprenden la geología de las formaciones de esquisto, a fin de analizar muestras de testigo y modelar potenciales fracturaciones.


Pero aún si hay tanto gas no convencional como espera Enap, transportarlo al alejado Santiago es un desafío logístico. Una opción es un ducto, pero una “mini” terminal de exportación de GNL en Magallanes podría justificarse si la actual exploración resulta exitosa, añade Streeter.


“Estamos al comienzo de un viaje en Magallanes”, dice Streeter. “El resultado es muy alentador”.


Respertar las Reglas (de Oro)


A medida que Enap desarrolla el gas no convencional de Chile, Streeter dice que educar a las comunidades locales sobre el proceso de fracking es importante. En Estados Unidos, las preocupaciones ambientales sobre el gas de esquisto tienen que ver principalmente con el agua.


El agua es clave para el proceso de fracking, porque -junto con químicos y arena- se inyecta a las rocas para crear fracturas que permitan que el gas salga. Un riesgo es la contaminación de los acuíferos cercanos, pero una preocupación más generalizada es la competencia por los recursos hídricos. Esto último se convierte en un problema en estados como Texas, que planea bombear agua salada para su uso en la fracturación hidráulica.


Cómo Estados Unidos maneje estos temas podría tener un impacto significativo en el ritmo de desarrollo de recursos de gas no convencional en otras partes del mundo, señaló la Agencia Internacional de Energía (AIE) en su informe de 2012 “Reglas de Oro para la Era Dorada del Gas”.


Otros países, incluido Chile, están mirando a Estados Unidos en busca de “evidencia de que los riesgos sociales y ambientales se pueden manejar exitosamente, en parte con la regulación apropiada”, se lee en el informe.


Funcionarios de Estados Unidos visitaron recientemente Chile, así como Brasil y otros países de la región, para compartir su experiencia en materia de gas de esquisto. La AIE también recomienda una serie de “Reglas de Oro” para el desarrollo de recursos de gas no convencional, las que incluyen comprometer a la comunidad local, elegir los sitios para los pozos con cuidado y usar el agua de manera responsable.


Si se siguen estas normas, la AIE afirma que los productores podrían obtener lo que se denomina una “licencia social para operar”. En el mejor de los casos, esto podría traer como resultado una mayor producción de gas con beneficios para productores y consumidores por igual.


“El proceso general de desarrollo del gas de esquisto será un nuevo espacio donde ocurra, sin embargo, están disponibles las mejores prácticas de gestión y tecnologías para minimizar los riesgos”, afirma David Yoxtheimer de Marcellus Center.


¿Se Puede Replicar la Experiencia de Estados Unidos?


Pese al prometedor comienzo en Magallanes y las grandes reservas de gas de esquisto en otros países de la región incluidos Argentina y Brasil, Streeter afirma que es prácticamente “imposible” replicar la experiencia de Estados Unidos en América Latina.


Primero que todo, los terratenientes estadounidenses poseen los derechos a los minerales que se encuentran bajo la superficie y pueden otorgar acceso a cambio de un montón de regalías. Registros geológicos abiertos también facilitan saber quién posee qué y persuadir a un terrateniente para vender. En América Latina, ello usualmente no es así. En Chile, por ejemplo, los registros de tierras pueden ser difíciles de conseguir y las compañías necesitan permiso del gobierno para perforar.


“El catalizador para hacer negocios es completamente diferente”, señala Streeter.


Otra razón es que la industria de petróleo y gas de Estados Unidos cuenta con la infraestructura y la capacidad para adaptarse rápidamente al mercado. “Se ve eso en el cambio de gas de esquisto a petróleo de esquisto”, indica Streeter. “No hay ningún otro lugar donde uno se pueda mover tan rápidamente como en Estados Unidos”.


En comparación, desarrollar nuevos recursos de energía en países latinoamericanos es mucho más lento en parte debido a los obstáculos de carácter regulatorio. “Desarrollar recursos no convencionales en Colombia, Venezuela o Chile tiene un lapso de tiempo diferente”, asevera Streeter.


El único país que podría replicar la experiencia de Estados Unidos es China, indica. China tiene casi el doble de los recursos de gas de esquisto técnicamente recuperables de Estados Unidos y el potencial para convertirse en un importante productor. “Puede que uno esté mirando 10 años más adelante, pero 10 años en nuestra industria es bastante cerca”, afirma Streeter.


Eso podría reducir los precios del gas a nivel mundial, pero no significa necesariamente que China comenzará a exportar gas. “Más que exportar gas, China exportará tecnología y cuándo eso ocurra dejará de ser un comprador de gas”, comenta Inostroza.


En tanto, las empresas de energía de Chile tienen que evaluar todas sus opciones y, dado el estado de la industria, importar gas de esquisto estadounidense podría ser una buena alternativa. Si el gas de Magallanes es una opción competidora o complementaria depende de los aspectos económicos del desarrollo de petróleo y gas de esquisto en Chile.


En el escenario más probable, que es que la producción de gas no convencional en Magallanes sea de pequeña escala, Chile necesitará seguir importando gas para satisfacer su demanda de energía.


Para las empresas chilenas cargadas por altas cuentas de energía, la posibilidad de gas de bajo costo desde Estados Unidos es emocionante. Tendrán que ser pacientes, y depende en parte de las regulaciones en Estados Unidos, pero la llama de la esperanza se ha encendido.


Julian Dowling es editor de bUSiness CHILE

For Chilean companies in today’s highly competitive global markets, soaring energy costs can short-circuit new ventures. When businesspeople gather to discuss the challenges facing their companies, energy – both its supply and rising cost – is often one of the first subjects raised. Power bills in Chile are amongst the highest in the region and, with new generation projects facing delays in obtaining approvals, there appears to be no relief in sight. Or is there?

The shale gas bonanza in the US has made it all but self-sufficient in cheap gas. According to the US-based Energy Information Administration (EIA), production of shale gas accounted for 40% of total US natural gas production in 2012, up from nearly nothing a decade ago.

This has been reflected in prices. From nearly US$13 per million BTUs five years ago, the Henry Hub spot price for gas in the US dropped to just under US$4 in July, although prices have recovered since bottoming out last year.

With production of shale gas surging, and given Chile’s close trade relationship with the US, the possibility that at least some of this gas could end up in Chile is growing.

“We are seeing clear signs that we are entering an era where we will have opportunities to buy liquefied natural gas at much cheaper prices,” said Chile’s Energy Minister Jorge Bunster at a seminar last year.

Production of “unconventional” gas in the US, including tight gas and coal bed methane is not new. Nor is hydraulic fracturing (orfracking), a technique used to free trapped gas from rocks underground. But the discovery in the mid-2000s that fracking can be used in horizontal wells to break up shale formations has revolutionized the industry.

Between 2005 and 2010, US shale gas production grew at more than 45% annually, according to the EIA. Although much of the eastern United States is sitting on unconventional gas, most of this increase has come from the massive Marcellus shale play in Pennsylvania.

This has brought significant benefits for consumers. “The relatively low cost of gas has reduced power costs to consumers [in the US] by upward of 40% in the last four years,” said David Yoxtheimer, a researcher at Penn State University’s Marcellus Center.

Natural gas is also cleaner burning than coal. As gas has displaced coal in power generation, greenhouse gas emissions in the US have fallen by 12% since 2007, according to the US Department of Energy, and are at the lowest level since 1994.

“These same impacts could be realized on some level for Chile, reducing energy costs while increasing global competiveness in the market place,” said Yoxtheimer.

But this will likely be a way off yet. US energy companies, which until a few years were investing millions in LNG regasification terminals, are rushing to convert them into liquefaction terminals. But they also need to get permission to export gas and that can take time.

Getting gas out of the US

Not one molecule of gas has left the US yet. Although the government has authorized gas shipments to countries that have free trade agreements with the US, including Chile, the debate about the merits of exporting gas continues.

Unsurprisingly given the low price of natural gas, US gas demand is surging and not just for power generation – the petrochemicals industry is also taking advantage. In fact, Canadian methanol producer Methanex is moving two of its four trains from Chile’s Magallanes Region to Louisiana partly because of low gas prices.

Those who oppose exports say US shale gas should be kept for Americans, but the US is moving ahead with plans to export at least some gas. The Department of Energy has granted export permits to Cheniere’s Sabine Pass and BG’s Lake Charles terminals, both in Louisiana, as well as Freeport LNG's Quintana Island terminal in Texas.

The most advanced of these, Sabine Pass, could be exporting as soon as 2015. A further five projects – including Cheniere’s Corpus Christi LNG project in Texas – await Department of Energy approval.

In this scenario, representatives from Cheniere and ExxonMobil recently visited Chile to size up demand. “ExxonMobil is in the early stages of assessing LNG supply options to Chile,” the company said in a statement.

Even so, according to industry sources no one has offered gas in Chile before 2018.

The main reason for this delay is the limited liquefaction capacity in the US and a lack of export permits, said Ricardo Inostroza, Market Director at Chilean power generator AES Gener.

“It’s not clear if the US will grant more export permits and at what price the gas will arrive in Chile,” said Inostroza.

Another potential obstacle is Chile’s relatively small gas demand. “Companies are attracted to Chile because it’s a serious country and a good place to do business, but our size is a problem,” he said.

Getting gas into Chile

For energy-strapped Chile the potential for cheap gas imports from the US seems almost too good to be true.

“As one of the few LNG buyers that has a free trade agreement with the US, Chile has an important advantage,” said Alejandro Palma, CEO of GNL Chile, the consortium that operates the Quinteros LNG terminal in central Chile.

GNL Chile’s partners – state-owned oil and gas company Enap, generator Endesa and gas distributor Metrogas – have a 21-year LNG supply contract with BG Group for 10 million cubic meters a day (Mm3/d). Although the price has not been published, the market price for LNG, which is usually linked to the oil price, is between US$15 and US$16 per million BTU.

Including transport and regasification costs, at today’s prices US LNG could theoretically be sold in Chile for between US$7 and US$8 per million BTU, which is a considerable savings. However, Palma says it remains to be seen if US LNG will be competitive in the long term.

Depending on the volume of imports, other companies could also benefit from shale gas. For generators like Colbún and AES Gener, which currently buy surplus gas from Quinteros, cheap natural gas from the US would allow them to reactivate combined cycle power plants that have been idle for lack of gas, said Ricardo Inostroza.

Coal is still the cheapest option for Chilean generators at current prices, especially since the US is exporting more of it, mainly to Europe but also to Chile. But with stricter emissions norms and new coal projects in the north facing delays in obtaining environmental approvals, generators and mining companies in Chile may opt for gas, said Inostroza.

One such company is mining giant BHP Billiton, which is planning to reactivate its 540MW Kellar project in the Antofagasta Region that will burn natural gas from the Mejillones LNG terminal. In a recent interview, BHP Billiton CEO Andrew Mackenzie said it is “perfectly possible” that part of the supply for Kellar will come from the US.

US shale gas could also reach southern Chile. Cheniere has taken a 50% stake in the Octopus LNG project, a floating regasification terminal being developed by Chile’s Austalis Power near the city of Concepción. According to Cheniere, the terminal would service a new power generation project, along with residential gas demand in the Bío Bío Region.

An unconventional solution

In Chile’s quest for greater energy security, it has jumped on the unconventional gas bus.

Its reserves of shale gas are miniscule compared to the US but, according to the EIA, Chile has the sixth highest technically recoverable resources in South America. These are concentrated in the Magallanes Region where Chile has awarded special exploration licenses, known as CEOPs, to oil and gas companies.

Earlier this year, Enap began producing tight gas in Tierra del Fuego. It has drilled five wells that have all been successful. For now the production will help meet commercial and residential demand in the nearby city of Punta Arenas, says Hesketh Streeter, Exploration Manager at Enap.

Next year Enap plans to start drilling horizontal wells that could access shale gas fractures, but it is early days yet. “It’s not just gas, there are also some liquids and shale oil, and that’s a big help for the economics,” said Streeter.

Enap has called on US-based gas experts, who understand the geology of shale formations, to analyze core samples and model potential fracks.

But even if there is as much unconventional gas as Enap hopes, transporting it to far away Santiago is a logistical challenge. One option is a pipeline, but a “mini” LNG export terminal in Magallanes could be justified if the current exploration is successful, said Streeter.

“We are on the beginning of a journey in Magallanes,” said Streeter. “The bottom line is it’s very encouraging.”

Playing by the (Golden) rules

As Enap develops Chile’s unconventional gas, Streeter says educating local communities about the fracking process is important. In the US, the environmental concerns about shale gas mainly have to do with water.

Water is key to the fracking process because, along with chemicals and sand, it is pumped into the rocks to create cracks that allow the gas to flow. One risk is the contamination of nearby aquifers, but a wider concern is competition over water resources. This last has become an issue in states like Texas, which is planning to pump seawater for use in fracking.

How the US manages these issues could have a significant impact on the pace of development of unconventional gas resources in other parts of the world, said the International Energy Agency (IEA) in its 2012 reportGolden Rules for a Golden Age of Gas.

Other countries, including Chile, are looking to the United States “for evidence that social and environmental risks can be managed successfully, in part with appropriate regulation,” said the report.

US officials have recently visited Chile, as well as Brazil and other countries in the region, to share their experience with shale gas. The IEA also recommends a set of “Golden Rules” for developing unconventional gas resources that include engaging the local community, choosing well sites carefully and using water responsibly.

If these rules are followed, the IEA says producers could earn what it calls a “social license to operate”. In the best-case scenario, this could result in higher gas production with benefits for producers and consumers alike.

“The overall process of shale gas development will be a new footprint where it occurs, however the best management practices and technologies are available to minimize the risks,” said David Yoxtheimer at the Marcellus Center.

Can the US experience be replicated?

Despite the promising start in Magallanes and the large reserves of shale gas in other countries of the region including Argentina and Brazil, Streeter says it is practically “impossible” to replicate the US experience in Latin America.

First off, US landowners own the rights to minerals below the surface and can grant access in return for a stream of royalties. Open geological records also make it easy to know who owns what and persuade a farmer to sell. In Latin America, that’s usually not the case. In Chile, for example, land records can be difficult to obtain and companies need permission from the government to drill.

“The catalyst to do business is completely different,” said Streeter.

Another reason is that the US oil and gas industry has the infrastructure and ability to adapt quickly to the market. “You’ve seen that in the shift from shale gas to shale oil,” said Streeter. “There’s nowhere else where you can move as quickly as in the US.”

By comparison, developing new energy resources in Latin American countries is much slower partly due to regulatory obstacles. “Developing unconventional resources in Colombia, Venezuela or Chile has a different time span,” said Streeter.

The one country that could replicate the US experience, he says, is China. China has nearly double the technically recoverable shale gas resources of the United States and the potential to become a major producer. “You might be looking 10 years down the road, but 10 years in our industry is quite close,” said Streeter.

That could lower gas prices globally, but it does not necessarily mean China will start exporting gas. “More than exporting gas, China will export the technology and when that happens it still stop being a gas buyer,” said Inostroza.

Meanwhile, power companies in Chile have to evaluate all their options and, given the state of the industry, importing US shale gas could be a good one. Whether gas from Magallanes is a competing or a complementary option depends on the economics of developing shale gas and oil in Chile.

In the most likely scenario, which is that unconventional gas production in Magallanes is on a small scale, Chile will need to continue importing gas to meet its rising energy demand.

For Chilean companies burdened by steep energy bills, the prospect of low-cost gas from the United States is exciting. They will have to be patient, and it depends in part on regulations in the US, but the flare of hope has been lit.

Julian Dowling is Editor of bUSiness CHILE

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