Gran parte de la edición de este mes de bUSiness CHILE aborda directa o indirectamente los desarrollos en materia de recursos de gas de esquisto o de otros gases no convencionales principalmente en Estados Unidos, pero también en Brasil, Argentina y -en el último tiempo- en el propio Chile.
En la actualidad Chile depende fuertemente del carbón para sus suministros de energíabase load(que opera 24 horas al día los siete días de la semana) y de otros hidrocarburos importados, incluido el diésel y el gas natural licuado, para satisfacer la demanda máxima. Como resultado, los costos de la energía en Chile se encuentran entre los más altos de la región, lo que afecta su competitividad y representa lo que probablemente sea el mayor desafío individual que enfrenta la nación en la actualidad.
El proceso de fracturación hidráulica, conocido comofracking ydesarrollado principalmente en Estados Unidos, ha hecho posible extraer grandes cantidades de gas no convencional a un valor relativamente bajo. En América Latina, se han identificado reservas de esta fuente de energía en Brasil y Argentina y, en menor medida, en Chile. Pero con la exploración aún en una etapa bastante incipiente en estos países, podría pasar mucho tiempo antes de que estas reservas se conviertan en alternativas viables.
Sin embargo, Estados Unidos ha avanzado muy rápidamente en la última década y está en vías de volverse autosuficiente en cuanto a suministros de gas. Esto también podría implicar superávits de gas disponibles para exportación, aunque se necesitan permisos de exportación e inversiones adicionales en infraestructura en Estados Unidos para hacer que esta fuente de energía esté disponible más ampliamente. En cualquier caso, una mayor producción de gas de esquisto en Estados Unidos ha afectado los precios de la energía a nivel mundial, lo que hace necesario que Chile desarrolle una estrategia para lidiar con lo que es en esencia una revolución energética global a fin de mantener la competitividad.
La posible mayor disponibilidad de una fuente competitiva y relativamente limpia de energía debería ser de gran interés para Chile. Estados Unidos ha indicado que cuando este gas se exporte, se dará preferencia a aquellos países con los que tiene tratados de libre comercio. Dado que Estados Unidos y Chile suscribieron en el 2003 lo que se ha convertido en un tratado de libre comercio tremendamente éxito, Chile claramente es candidato para los envíos de esta fuente de combustible potencialmente competitiva.
De cara al alto costo de la energía en Chile hoy en día y la dependencia del país de combustibles importados, es necesario evaluar con seriedad la importación de gas de esquisto estadounidense. Como mínimo, el impacto del auge del gas de esquisto sobre el precio relativo de los hidrocarburos tiene que considerarse al evaluar la estrategia energética de Chile a futuro. Por sí solo, es improbable que el gas de esquisto resuelva el dilema energético de Chile, pero podría ser una pieza importante en el desarrollo de una estrategia sustentable de energía que mejore la competitividad general del país.
AmCham Chile, a través del Consejo Empresarial Chile-EEUU sobre Energía, está comprometida a ayudar en este proceso. La reciente visita de ejecutivos del sector energético chileno a la formación de esquisto Marcellus en Pensilvania, misión que fue organizada por el Consejo de Energía y es el tema de la sección Enfoque de la edición de este mes, demuestra la atención que presta AmCham a impulsar alianzas mutuamente beneficiosas que contribuyan a la seguridad energética de Chile en el largo plazo.
Much of this issue of bUSiness CHILE touches directly or indirectly on developments of shale and other unconventional gas resources mainly in the United States, but also in Brazil, Argentina, and most recently Chile itself.
At present Chile depends heavily on coal for its base load energy supplies and on other imported hydrocarbons, including diesel and LNG, to meet peak demand. As a result, Chile’s energy costs are amongst the highest in the region, which hinders the country’s competitiveness and represents what is probably the largest single economic challenge currently facing the country.
The process of hydraulic fracturing, known asfracking, developed principally in the United States, has made it possible to extract large quantities of unconventional gas relatively cheaply. In Latin America, reserves of this energy source have been identified in Brazil and Argentina and, to a lesser extent, in Chile. But with exploration still at a generally early stage in these countries, much time could pass before they become viable alternatives.
The United States, however, has moved ahead very quickly in the last decade, and is on track to become self-sufficient in gas supplies. This may also imply surpluses of gas available for export, although export permits and additional investments in infrastructure in the US are needed to make this energy source more broadly available. In any case, increased shale gas production in the US has affected energy prices worldwide, making it necessary for Chile to develop a strategy to deal with what is essentially a global energy revolution in order to maintain competitiveness.
The increased potential availability of a competitive and relatively clean source of energy should be of great interest to Chile. The US has indicated that when this gas is exported preference will be given to those countries with which it has free trade agreements. Since the United States and Chile signed what has become a highly successful Free Trade Agreement in 2003, Chile is clearly a candidate for shipments of this potentially competitive fuel source.
In light of the high cost of energy in Chile today and the country’s dependence on imported fuel, the import of US shale gas needs to be seriously evaluated. At a bare minimum, the impact of the shale gas boom on the relative price of hydrocarbons needs to be taken into consideration in assessing Chile’s energy strategy going forward. On its own, shale gas is unlikely to solve Chile’s energy dilemma, but it may be an important piece in developing a sustainable energy strategy that will enhance the country’s overall competitiveness.
AmCham Chile, through the US-Chile Energy Council, is committed to assisting in this process. The recent visit by Chilean energy executives to the Marcellus shale formation in Pennsylvania, which was organized by the Energy Council and is the subject of this month’s Spotlight, demonstrates AmCham’s focus on fostering mutually beneficial partnerships that contribute to Chile’s long-term energy security.