Arturo Valenzuela es Master y Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia. Ha sido profesor visitante en diversas universidades, tales como Oxford o Firenze y en nuestro país en la Universidad de Chile y en la Universidad Católica. Por sus contribuciones académicas y diplomáticas ha sido investido con los más altos honores por los presidentes de Brasil y Colombia y figura en Who’s Who in America y Who’s Who in American Higher Education.
Fue Asesor Especial del Presidente Bill Clinton para asuntos de Seguridad Nacional. También bajo el mandato de Clinton ocupó el cargo de Subsecretario de Estado Adjunto para asuntos Interamericanos en el Departamento de Estado. Se ha desempeñado como consultor de fundaciones y empresas del sector privado, en Estados Unidos y en América Latina.
Hoy es profesor titular de Ciencias Políticas y Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown en Washington D.C.
¨Muchas gracias, es un placer estar devuelta en Chile, mi país natal.
En el tema de la parte positiva de América, cuando uno lo mira de una óptica global, acordémonos de un factor muy importante. Y es que América es el único continente del mundo donde no existen las políticas irredentistas, es decir, donde sectores étnicos, culturales y religiosos estén buscando conformar un estado nación con esa identidad particular. Obviamente lo que esta desgarrando a muchos continentes del mundo. La única excepción a la fecha en las Américas es el caso de Canada con Québec. No se ha conformado por ejemplo una identidad Maya, que podría ser extremadamente complicada si llegásemos a eso.
Lo que quisiera hacer es redondear el tema de porqué es tan complicada la integración en América Latina y en América en general.
Yo creo que hay que partir de un facto estructural brutal. Y este factor es que en América hay dos potencias: Estados Unidos que es la mega potencia y en Brasil en el Cono Sur que es también otra potencia y un futuro país que va a tener un papel muy importante también para el 2050-2025. Y es este esquema es difícil pensar en un sistema de integración, ciertamente con Estados Unidos. La realidad brutal es que Estados Unidos es un 76% del producto del hemisferio occidental. Si se le agrega Canadá y México llegamos a un 85%, y el otro 15% ¿qué es? La mitad es Brasil y la otra mitad todo lo demás. Y si nos remitimos solamente al Cono Sur, Brasil es el 50%.
Cuando se acaban de juntar los países latinoamericanos con los europeos, en la Cumbre iberoamericana, donde los europeos pusieron en la mesa de que nos pueden asesorar en un proceso de integración, los latinoamericanos miraron a los europeos y dijeron no queremos eso, la verdad es que se quedaron impresionados los europeos de esta reticencia latinoamericana. Pero el factor estructural este, es un facto decisivo, importantísimo que no hay que perder de vista. La integración europea se hizo con países más o menos del mismo tamaño, obviamente con diferencias culturales, étnicas, religiosas, lingüísticas, históricas. En América Latina no tenemos las condiciones. Eso qué significa: que en el fondo se fragmenta, América Latina no es una. De Panamá hacia el norte, Hernán Felipe menciona la ausencia de México hasta cierto punto que ya esta en otra, la integración desde un punto de vista estructural económico, social, poblacional es también extraordinaria. Un 80% de las exportaciones de México son para Estados Unidos. Estados Unidos tiene un producto geográfico bruto un poquito más arriba de Brasil, que es una gran potencia, la doceava en el mundo. Un 80% de sus exportaciones son con Estados Unidos y el 80% de ellas son transferencias intrafirma. ¡Qué integración más brutal!
Y Centroamérica está ahí. La vedad es que la integración que se esta viendo ahora son flujos poblacionales. Y las remesas de los trabajadores es hoy día superior a toda la ayuda externa de Estados Unidos para todo el mundo, por dos veces. La ayuda externa de Estados Unidos para todo el mundo donde se concentra también Egipto, Israel, son U$20 mil millones. Las remesas están ahora en U$54 mil millones.
¿Y qué pasa con eso? Que países como El Salvador, ahora viven de remesas, y no es un factor necesariamente positivo. Es terriblemente negativo también, porque se sabe toda la gente que puede trabajar, quedan solamente los niños y la familia; hay una desintegración fabulosa de la familia, muy negativa; se sobrevalúa la moneda, las exportaciones no son tan competitivas porque no pueden absorben todo ese dinero que entra y no entra necesariamente en cosas productivas. Ese es Panamá hacia el norte.
¿Y hacia el sur? Tenemos un continente bastante fragmentado, en parte por esta hiperpresencia de Brasil. La cosa del MERCOSUR
es un hasta cierto punto un poco ilógica y ahora con la entrada de Venezuela se va a poner más ilógica, porque no tiene ningún sentido. ¿Qué es el MERCOSUR ahora? Brasil y Argentina, con Uruguay y de repente Paraguay diciendo ¡ayúdenme, quiero salir!
Y hacia dónde miran: hacia Estados Unidos. Porque este proyecto n cuaja a menos que los países se alineen con lo que quiera Brasil. Y Brasil tiene una agenda global también.
Los andinos, Venezuela se retira y quiebra cualquier posibilidad de esperanza de una Comunidad Andina de las Naciones. Ahora se juntaron recién en Quito los 4 países sin Venezuela. Morales se dio cuenta de que necesitan de Estados Unidos. Entonces nuevamente la tremenda economía norteamericana pasa a tener un peso importante. Y es cierto lo que dice Alan García que critica a Chávez de que porqué nos critica a nosotros, de que no podemos tener relaciones comerciales con estados Unidos, ni tratados de libre comercio, cuando la exportación de Venezuela es Estados Unidos y está integrada a Estados Unidos de una forma espectacular. Porque el petróleo que vende Venezuela sólo se puede refinar en Estados Unidos, pero no importa.
Eso nos lleva a un cierto escepticismo sobre esta posibilidad de integración. Estos son los factores estructurales por factores políticos. Creo que Venezuela ha sido un factor negativo; es una gran ironía porque lo que él quiere es la gran integración de América Latina con este proyecto Bolivariano y lo único que ha hecho es tirarle más y más fuego a estas instituciones que ya se estaban quemando. Tenían una poca posibilidad de tener éxito. Y ¿por qué? Creo que lo fundamental
es lo que acabo de decir, los factores estructurales macro. Pero también son instituciones que se han creado con lógicas irreales, pensando que van a poder hacer todo, integración política, económica, industrial etc… y fracasan porque estos proyectos totalizantes no funcionan. Y además, y este es él tema como lo nombro muy bien Hernán Felipe en su intervención, es que estas suprainstituciones no pueden funcionar si las instituciones todavía en los países no pueden funcionar bien. Yo concuerdo en que hay que tener una visión positiva de América Latina con respecto al pasado, pero nos equivocamos profundamente cuando pensamos que con la reforma económica de primera generación y la de segunda generación, la estabilidad macroeconómica y las reformas estructurales, se iba a llevar automáticamente a instituciones fuertes. Y nos equivocamos también al pensar que establecer la democracia es el equivalente a la consolidación de la democracia. Y el gran desafío de América Latina es que la consolidación democrática es una cosa complicada, difícil y para largo rato. Aquí hay una crisis de capacidad, hay una crisis de representación, una crisis de acountability de Estado de Derecho y por último hay una crisis de gobernabilidad y ésta última es la más compleja, porque está relacionada a las otras crisis. Tiene que ver con la calidad de las instituciones y la capacidad de gobernar instituciones. Estamos frente a dos modelos distintos en América Latina: La gran mayoría de los países en América Latina tienen gobiernos demasiado débiles, con partidos políticos demasiado débiles. Hay 16 Presidentes que no han llegado al fin de sus mandatos presidenciales, porque no pueden gobernar, porque no hay mayorías, y no hay una lógica que ayuda a formar mayorías de la fragmentación política que existe en el Continente y a esto se le suma el problema de la falta de consolidación del Estado de Derecho. Además hay dos o tres países que tienen Gobiernos demasiado fuertes, en el sentido de que tienen esta cosa mayoritaria, que pasa rápidamente ser esta cosa presidencialista plebiscitaria. Y ahí me remito curiosamente a los Gobiernos de Venezuela y Colombia, donde hay un fenómeno parecido. Presidentes que están por sobre las instituciones. La gran agenda entonces es cómo fortalecer las instituciones en los países. Porque uno no puede tener instituciones subregionales que puedan funcionar sin esas instituciones fuertes.
Quiero terminar diciendo que lo que se debiera tratar de hacer fuera de esta enorme necesidad de ponerle más atención en la construcción de las instituciones y en la gobernabilidad, lo que ha hecho Chile. La clave de Chile son los gobiernos de coalición. Es la capacidad de tomar, desde la divergencia y de la fragmentación política, una capacidad de crear coaliciones que son fuertes, basadas en partidos políticos fuertes, donde los representantes de los partidos pueden tener la capacidad de generar consensos. Y ojo, en cualquier país, si uno pasa de una lógica de coaliciones basadas en partidos fuertes a coaliciones basadas en personas que pueden ser muy buenas, uno puede correr un riesgo muy grande en el sentido de la gobernabilidad.
¿Hacia dónde debiera ir el sistema de integración? Así como los europeos que se tardaron 50 años en crear un sistema de integración a base de empezar de a poquito. Lo que se debiera hacer en América Latina es ponerle atención al drama más grande que tiene, y ese es el tema energético. Olvidarse del resto. Pensar cómo hacer una integración energética en América Latina que funcione. Y dónde se van a hacer los oleoductos y dónde se van a hacer los gasoductos, y cómo. Eso es lo que se debiera hacer. Y de ahí va a surgir un sistema de integración que va más allá de eso.
Muchas gracias”.