Estudiantes Chilenos de Derecho en Debate InternacionalChile Law Students in International Debate

01 Mayo 2007


Una oportunidad para pulir su inglés, lograr una comprensión de la legislación internacional y toda una nueva serie de contactos, ésos −según dos estudiantes chilenos− son apenas algunos de los beneficios de su participación en un competencia de debate internacional.

En marzo, dos estudiantes chilenos viajaron a Washington D.C. para participar en la gran final del concurso Philip C. Jessup International Law Moot Court Competition, una competencia de debate que comenzó en la Universidad de Harvard en la década de los ‘60, pero que ahora atrae a competidores de todo el mundo.

El año pasado, AmCham −bajo la presidencia de Michael Grasty, quien ahora encabeza el Comité de Educación de la Cámara− fue designada como la coordinadora nacional de la competencia y organizó la ronda chilena del concurso, que ganaron dos estudiantes de la Universidad Adolfo Ibáñez: James Channing y Félix Antolín.

En Washington, tuvieron un desempeño bastante bueno, señala su coach, la profesora asistente de derecho internacional de la Universidad Adolfo Ibáñez, Ximena Fuentes.

Allá, entre 94 equipos representantes de 70 países, ganaron dos de sus cuatro encuentros, superando a India y Kazajistán, pero perdiendo ante Suecia y Brasil. El ganador general del concurso fue el equipo de la Universidad de Sydney, mientras que King’s College, de Londres, ocupó el segundo lugar.

“Fue sorprendente, nunca antes había visto algo como esto”, señala Channing. “Era tan grande, estaba tan bien organizado y había muchas universidades prestigiosas participando, como Oxford y Columbia.”

Channing −cuyo padre fue el primer editor de la revista de la AmCham, entonces conocida como The Journal− añade que, si bien el equipo sintió intensamente la presión en el inicio, ésta fue disminuyendo a medida que pasaba cada ronda. “Es muy estresante”, concuerda Fuentes, quien representó a Chile en 1990.

La competencia, administrada por la International Law Students Association, debate ambas partes de un caso hipotético sobre un asunto de legislación pública internacional ante una Corte Internacional de Justicia ficticia. Este año, el caso era el un estado ficticio que había cumplido con varias condiciones para acceder a una organización internacional, pero al que se le impedía incorporarse a la entidad debido a temas de derechos humanos.

Los dos equipos en competencia tenían que turnarse para actuar como el demandante, interponiendo el caso, y luego como el defendido. Antes de que la ronda oral se llevara a cabo, cada equipo debía presentar también un argumento por escrito.

El equipo chileno estaba en desventaja, porque estaba formado por sólo dos miembros, destaca Fuentes. Usualmente los equipos tienen cuatro o cinco miembros y, si bien, sólo dos pueden alegar el caso, los demás miembros del equipo pueden aconsejar. “Es más cansador si sólo hay dos personas y sicológicamente juega en tu contra”, señala Fuentes.

Pese a esta desventaja, los chilenos terminaron justo bajo la mitad de todos los concursantes, aunque los puestos definitivos aún deben anunciarse. “Quedé muy satisfecha con su desempeño. Se esforzaron mucho”, comenta Fuentes. “Es una competencia extremadamente dura y estuvieron a la altura”.

NUEVOS DESAFÍOS

Lucy Young, asociada de Grasty Quintana Majlis & Cía., la firma de abogados de Santiago que, junto con la Embajada de Estados Unidos en Chile, Delta Air Lines y Álvarez Hinzpeter Jana Abogados, auspiciaron la ronda chilena de la competencia, explica que la legislación internacional se basa en la Common Law un sistema jurídico de precedentes fundado sobre una base de caso a caso que refiere a resoluciones previas. En contraste, el sistema chileno −derivado de Europa continental− siempre se refiere a la legislación original en cada caso.

“Los concursantes chilenos tienen que aprender una nueva técnica”, dice Young, “y se exponen a un estilo distinto de argumento legal”.

“Aprendimos a ver la ley de una forma totalmente diferente”, concuerda Félix Antolín. “Tuvimos que hacer un cambio de switch y pensar como lo hacen en el sistema anglosajón”.

Su compañero, Channing sostiene que, junto con una comprensión más profunda de la legislación internacional, la ética laboral y la capacidad de la dupla para funcionar bien como un equipo, también fueron un gran beneficio de la experiencia.

Sin embargo, los estudiantes chilenos también enfrentaron otro desafío clave: debatir en inglés. Aprender a argumentar e improvisar en inglés fue apenas uno de muchos beneficios, comenta Antolín.

“Para todos los oradores que no son hablantes nativos de inglés, el lenguaje es un obstáculo, pero uno que puede superarse”, indica. Este año, 11 equipos latinoamericanos compitieron y Venezuela ganó el concurso en el pasado.

La dupla chilena también hizo contactos con numerosas personas relacionadas con la legislación internacional e inevitablemente mejoraron sus perspectivas de carrera. Pero a nivel personal, ambos también consideraron gratificante el viaje.

“Conocimos gente de todas partes del mundo”, señala Antolín, “de países que a los que nunca iremos y nos hizo darnos cuentas del choque cultural que implica”.

Todos los involucrados en el concurso Jessup Moot en Chile concuerdan en que una mayor cantidad de participantes locales sería una buena idea y AmCham, que ya está comprometida con el evento del 2008, apunta precisamente a hacer eso. “Es muy importante preparar a los abogados de Chile para los desafíos que implica el libre comercio en un mundo globalizado en el que el uso del inglés y la Common Law predominan”, indica el presidente de la AmCham, Mateo Budinich.

“Chile necesita profesionales que estén preparados en estas áreas”, concuerda Antolín, mientras que Channing interpreta el considerable desempeño de Chile en la competencia como una forma de ganar respeto internacional.

“El entrenamiento por sí solo eleva los estándares”, dice Ximena Fuentes. “Los estudiantes aprenden a alegar en inglés y se capacitan en la elaboración de argumentos; los jueces siempre buscan los aspectos débiles de un argumento y se concentran en él”.

Aumentar la cantidad de participantes en la ronda chilena también implicaría más rondas orales a nivel nacional, lo que daría a los competidores que ganen el viaje a la final en Estados Unidos más experiencia y oportunidades de entrenamiento.

Y, para Ximena Fuentes, elevar la cantidad de competidores chilenos sería valioso incluso para quienes no logren viajar a Washington. “Los estudiantes chilenos necesitan estar concientes de que ésta es una competencia muy prestigiosa y que participar en ella será un gran activo para ellos”, asevera.

An opportunity to polish their English, an insight into international law and a whole new set of contacts - those, say two Chilean students, are just some of the benefits of their participation in an international debating tournament.

In March, two Chilean students traveled to Washington D.C. to take part in the grand final of the Philip C. Jessup International Law Moot Court Competition, a debating tournament that originated at Harvard University in the 1960s but now attracts competitors from around the world.

Last year, AmCham, under the presidency of Michael Grasty who now chairs the Chamber’s Education Committee, was appointed as the Competition’s national coordinator and organized the Chilean round of the contest, won by two students from the Adolfo Ibáñez University, James Channing and Félix Antolín.

In Washington, they performed with considerable credit, says their coach, assistant professor of international law at the Adolfo Ibáñez University, Ximena Fuentes.

There, among 94 teams representing 70 countries, they won two of their four encounters, beating India and Kazakhstan but losing to Sweden and Brazil. The overall winner of the contest was the team from the University of Sydney, with King’s College, London, in second place.

“It was amazing, we’d never seen anything like it before,” says Channing. “It was just so big and so well organized and there were so many prestigious universities taking part, like Oxford and Columbia.”

Channing - whose father was the first editor of AmCham’s magazine, then known as The Journal - adds that, although the team felt the pressure intensely at the start, it diminished with each round. “It is very stressful,” agrees Fuentes, who herself represented Chile in 1990.

The competition, run by the International Law Students Association, involves arguing both sides of a hypothetical case on an issue of international public law before a mock International Court of Justice. This year, the case referred to a fictional state which had complied with various conditions of accession to an international organization but was then prevented from joining because of human rights issues.

The two competing teams have to take turns to act as the plaintiff, bringing the action, and then as the defendant. Before the oral round takes place, each team must also submit a written argument.

The Chilean team was at a disadvantage because it was made up of just two members, notes Fuentes. Usually the teams have four or five members and while only two can plead the case, the remaining team members can give advice. “It is more tiring if there are only two of you and psychologically it counts against you,” says Fuentes.

Despite this handicap, the Chileans finished just below midway although the final positions have yet to be made public. “I was very happy with their performance. They put a lot of effort in,” says Fuentes. “It is an extremely tough competition and they coped.”

NEW CHALLENGES

Lucy Young, an associate at Grasty Quintana Majlis & Cía., the Santiago law firm which, along with the U.S. Embassy in Chile, Delta Air Lines and Alvarez Hinzpeter Jana Abogados, sponsored the Chilean round of the competition, explains that international law is based on common law - a precedent system built on a case-by-case basis with reference to previous decisions. By contrast, the Chilean system, derived from continental Europe, refers back to the original legislation in each case.

“The Chilean contestants have to learn a new technique,” says Young, “and are exposed to a different style of legal argument.”

“We learned to see law in a totally different way,” agrees Felix Antolín. “We had to make the switch to thinking as you do under the Anglo-Saxon system.”

His partner, Channing, says that, alongside a deeper understanding of international law, the pair’s work ethic and ability to operate well as a team also benefited greatly from the experience.

But the Chilean students also faced another key challenge - debating in English. Learning to argue and improvise in English was just one of many benefits, says Antolín.

“For all the non-native English speakers, the language is an obstacle, but one that can be overcome,” he says. This year, 11 Latin American teams competed and Venezuela is a past winner.

The Chilean pair also made contacts with numerous people related to international law and will inevitably have enhanced their career prospects. But on a personal level, both also found the trip rewarding.

“We met people from every part of the world,” says Antolín, “from countries we will never go to and it made us realize the level of culture shock it entails.”

All involved in the Jessup Moot in Chile agree that increasing the number of local participants in the competition would be a good idea and AmCham, which is already committed to the 2008 event, aims to do precisely this. “It is very important to prepare Chile’s lawyers for the challenges of free trade in a globalized world in which the use of English and common law predominate,” says AmCham president Mateo Budinich.

“Chile needs professionals who are prepared in these areas,” agrees Antolín, while Channing interprets Chile’s respectable showing in the competition as a way of gaining international respect.

“Just the training raises standards,” says Ximena Fuentes. “Students learn to plead in English and get training in building arguments; the judges always look for the weak aspects of an argument and focus on them.”

Increasing the number of participants in the Chilean round would also mean more oral rounds at the national level, which would give the competitors who do get to travel to the U.S. finals more training opportunities and experience.

And, for Ximena Fuentes, increasing the number of Chilean entrants will be valuable even for those who do not make the trip to Washington. “Chilean students need to be aware that this is a very prestigious competition and that taking part in it will be a big asset to them,” she says.
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