[:es]Estados Unidos: De ciencias puras a motor de desarrollo[:en]The United States: From pure science to engine of growth[:]

06 Abril 2016
[:es]El cambio cultural producto de la migración europea, su institucionalidad y el significativo aporte estatal y privado a la investigación, han sido los principales gestores del modelo científico estadounidense, uno de los líderes a nivel mundial.

Por Alejandra Aguirre

El éxito de Estados Unidos en el ámbito de la ciencia se remonta a la Segunda Guerra Mundial, período en que dicho país absorbe un gran número de talentos científicos provenientes de Europa -particularmente alemanes y judíos-, quienes, una vez asentados, transfirieron sus conocimientos a un ecosistema que, en ese entonces, era aún incipiente. Finalizada la guerra, el panorama era distinto: había instituciones realizando investigación en variadas áreas, la mayoría asociadas al gobierno y casas de estudio, como la Universidad de Chicago o la Institución Académica de Washington.

Con el paso de los años, el sector privado fue tomando fuerza, al tal punto, que hoy la mayoría de los estudiantes de doctorado aspira a incorporarse a una empresa para realizar investigación interna.

Esta dicotomía, entre el impulso que brinda el sector público y el empresarial, ha convertido a ese país en uno de los líderes en materia de desarrollo científico a nivel mundial, reflejando la importancia que le da el gobierno para el desarrollo económico.

Institucionalidad “del más alto rango” 

Cuando las universidades adquirieron potencial -post Segunda Guerra Mundial-, el Estado decidió crear una institucionalidad que les permitiera efectuar investigación de alto nivel, acompañada de un fuerte impulso en inversión. Fue así como se creó la Oficina de Política Científica y Tecnológica (OSTP), entidad que a su vez cuenta con un comité asesor presidencial (PCAST), el cual aconseja permanentemente al gobierno en estas materias.

Según el doctor en Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y secretario de la Fundación Más Ciencia, Pablo Astudillo, en Estados Unidos además existe un asesor científico jefe que orienta directamente al Presidente, y que además es el director de la OSTP y co-presidente del PCAST. “Esta conjunción de elementos (oficina “del más alto rango”, comité asesor presidencial permanente y consejero directo del Presidente) permite poner a la ciencia en un elevado nivel de prioridad para el gobierno”, destaca.

Explica también que el país cuenta con una serie de agencias e institutos públicos, encargados de realizar y/o financiar actividades de Investigación y Desarrollo (I+D), siendo una de las más relevantes la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF, por su sigla en inglés: National Science Foundation), cuya principal función es abrir el campo de investigación a través del financiamiento de proyectos. De acuerdo a su sitio web, la NSF financia cerca de un cuarto de la I+D básica en el sector académico.

De acuerdo al director adjunto para Chile de la National Radio Astronomy Observatory (NRAO) y representante en Chile de la Associated Universities Inc. (AUI), Eduardo Hardy, la Fundación no sólo opera como una simple caja de distribución de dinero, sino también construye instalaciones, las más grandes del país. Por ejemplo, señala, existe el Instituto Nacional de Salud, que investiga aspectos biológicos y médicos; la NASA, dedicada a la ciencia espacial, etc. Es decir, las distintas áreas de la ciencia están asociadas a diferentes institucionalidades.

Vinculación con las empresas 

Eduardo Hardy también recalca que la investigación científica en Estados Unidos no se hace exclusivamente en universidades. La que se genera en el sector industrial también es relevante. De hecho, “gran parte de los estudiantes de doctorado terminan trabajando en la industria porque en ella hay mucho estudio. Eso hace que la relación entre la academia y las empresas sea mayor, e incluso, da pie para que los egresados generen redes que les permitan crear sus propias compañías”, asegura.

Una visión que comparte el director de Transferencias Tecnológicas del Centro de Envejecimiento y Regeneración de la Universidad Católica de Chile y asesor del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID), Juan Pablo Toledo. “Ser académico no es la única opción para la gente que hace sus doctorados en Estados Unidos y Europa, la mayoría mira a las empresas. En los países desarrollados están acostumbrados a hacer ese tipo de conexión con la industria”, comenta.

En tanto, el profesor especialista en Emprendimientos Tecnológicos de la Universidad Católica, residente en Berkeley desde 2013, Ricardo San Martín, expresa que “las instituciones en Estados Unidos norman las relaciones pre existentes entre academia y empresas y, por ende, facilita el acceso de estudiantes a la industria, pero también hay programas similares a Corfo Innova y Start-Up Chile, y por supuesto, más abundantes por la magnitud poblacional del país, que es casi un continente”.

Comenta que la UC Berkeley realiza un encuentro, donde reúne a estudiantes de doctorado con empresarios y evalúan en conjunto qué soluciones aplicar a sus problemas o necesidades.

Alta inversión 

Según Juan Pablo Toledo, en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) -de la que es parte Estados Unidos- dos tercios de la investigación es realizada por los privados y sólo uno por el sector público. Estos, con ciclos de estudio largos, pero con resultados avanzados, por ende, más fáciles de comercializar.

Ciencias_1
Eduardo Hardy, director adjunto para Chile de la National Radio Astronomy Observatory (NRAO).

La inversión en investigación se atribuye en gran parte al éxito del modelo estadounidense, desembolsando montos que alcanzan los US$ 60 mil millones anuales (Chile, en los últimos siete años ha invertido US$ 1.200 millones).

Asimismo, las estadísticas de la OCDE revelan que el sector de industrias aporta cerca del 60% del gasto en I+D en Estados Unidos. Sin embargo, de acuerdo a Pablo Astudillo, estos datos deben ser analizados con precaución, dado que según las mismas cifras “sólo una parte menor del financiamiento que recibe la ´Educación Superior´ proviene de I+D de las empresas y cuando se analiza en gasto en I+D básica, la mayor parte es financiada por fondos públicos (poco más del 53%, al año 2011). Existe un fuerte apoyo a la investigación básica, lo que se traduce en el sólido liderazgo de Estados Unidos en estudios científicos, reflejado en indicadores de productividad (artículos totales) y calidad (citas por artículo)”.

Transferencia y oportunidades para Chile 

A la luz de la experiencia estadounidense, uno de los principales desafíos para Chile en el ámbito científico es vincular más y mejor a la academia con la industria. Científicos concuerdan que su escasez de comunicación deriva en investigaciones que no se ajustan a las necesidades de los sectores productivos, originando gastos públicos y privados que muchas veces no resuelven los problemas de competitividad.

Pablo Astudillo

Pablo Astudillo, secretario Fundación Más Ciencia.

Para ello, Eduardo Hardy señala que es preciso que los estudiosos se acerquen a las empresas y pregunten “¿qué es lo que necesitan?” y en qué pueden contribuir desde la investigación.


También advierte que Chile tiene que enfocarse en nichos de desarrollo y en esos centrar los estudios, además de mejorar la educación científica y tecnológica en los colegios, a fin de generar el interés y el talento en etapas tempranas y desde ahí ir abriendo paso a las más maduras, como la universitaria.

Juan Pablo Toledo

Juan Pablo Toledo, director de Transferencias Tecnológicas del Centro de Envejecimiento y Regeneración UC.


Hardy afirma que actualmente 0,39% del Producto Interno Bruto (PIB) de Chile se destina a la investigación, dato que debiera llegar al menos a 1%, si es que el país pretende acercarse al promedio de lo que invierten los miembros de la OCDE (2,4%).

Además de la demanda por mayor inversión pública y privada en la materia, los expertos coinciden en que también se requiere una institucionalidad que determine cuáles áreas científicas serán las prioritarias y que defina políticas nacionales, con el objetivo de establecer las directrices u hoja de ruta a seguir en el largo plazo.

Este rol, debiera ser desempeñado por el futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología, proyecto de ley que ya fue enviado por la Presidenta Michelle Bachelet al Congreso en enero de este año y que, se espera, llegue a resolver la falta de institucionalidad del sector.[:en]The cultural change arising from 20th century European migration, national institutions, and significant support for research from the public and private sectors have been the main drivers of the US scientific model, one of the most highly respected in the world.

By Alejandra Aguirre

The success of the United States in the field of science dates back to the Second World War, when a large number of highly talented scientists arrived from Europe, primarily Germans and Jews. Once these new arrivals had settled, they began the process of transferring their knowledge to an ecosystem that, at the time, was still incipient. Following the end of the war, the panorama had changed. There were institutions conducting research into a variety of areas, the majority of which were related to the government and specialized research facilities, including the University of Chicago and the Academic Institute of Washington.

As time passed, the private sector began to grow in influence and, nowadays, the majority of PhD students generally aspire to join a private company to carry out internal research, once they have completed their doctoral studies.

The dual impetus of the public and private sector has contributed to the US becoming one of the most renowned countries in the world in terms of scientific development. This situation reflects the importance of government involvement in driving economic development.

Institutions ‘of the highest level’ 

When the universities gained influence during the post-war period, the State took the decision to create an institutional framework that would enable top-class research to be conducted, in conjunction with significant investment towards this end. Accordingly, the Office of Science and Technology Policy (OSTP) was established. To date, OSTP includes the constituent body, the President's Council of Advisors on Science and Technology (PCAST), which is responsible for providing ongoing advice to the government in these respective fields.

As explained by Pablo Astudillo, doctor of Biological Sciences from the Pontificia Universidad Católica de Chile and secretary of Fundación Más Ciencia, in the US there is also a chief scientific advisor who reports directly to the president, and who, in addition, is the director of OSTP and co-chair of PCAST. “This combination of elements (an office ‘of the highest level’, a standing presidential committee, and an adviser reporting directly to the president) means that science is considered a top priority for the government”, he explains.

Astudillo also highlights the presence of multiple public agencies and institutes in the US that are responsible for undertaking and/or funding research and development (R&D) activities. One of the most important of these is the National Science Foundation (NSF), the main purpose of which is to broaden the field of research by means of funding distinct scientific projects. According to its website, the NSF finances approximately one quarter of all federally supported basic research in the academic sector.

According to Eduardo Hardy, assistant director for Chile at the National Radio Astronomy Observatory (NRAO), as well as representative in Chile for the Associated Universities Inc. (AUI), the NSF not only operates as a source of funding, but also engages in the construction of some of the largest science facilities in the country. A final key point raised by Hardy relates to the prominence of different areas of science within the federal system, including leading public institutions, such as the National Institutes of Health, which investigates biological and medical aspects, and NASA, which is dedicated to space exploration and scientific discovery.

Business links 

Hardy also underscores how scientific research in the US is not exclusive to universities; rather, there are numerous highly relevant investigations also taking place in the industrial sector. In fact, he explains that, “the majority of PhD students end up working in industry because of the amount of research taking place. This accentuates the relationship between academia and the private sector, and even leads to graduates forming the necessary networks to start their own companies”.

Ciencias_1
Eduardo Hardy, assistant director for Chile at the National Radio Astronomy Observatory (NRAO)


This view is shared by Juan Pablo Toledo, director of Technology Transfer at the Center for Aging and Regeneration of the Pontificia Universidad Católica de Chile and advisor at the National Council of Innovation for Development (CNID). He notes that, “being an academic is not the only option for PhD students in the US and Europe (and that, in fact) most consider joining private companies. In developed nations, this type of connection with industry is standard practice”.

The academic in Start-up Technologies from the Pontificia Universidad Católica de Chile, Ricardo San Martín, a Visiting Scholar at the University of California, Berkeley (UC Berkeley) since 2013, states that, “institutions in the US are establishing regulations regarding pre-existing relationships between academia and business and, as a result, this is facilitating student access to industry. But there are also programs similar to Corfo Innova and Start-Up Chile (both in Chile) and, of course, many more given the size of the country, which is almost an entire continent in its own right”.

Accordingly, San Martín adds that UC Berkeley holds a regular event that brings together PhD students and business leaders to jointly devise solutions to specific problems or needs.

Heavy investment 

According to Toledo, in member states of the Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD), which includes the US, two thirds of research is carried out by the private sector and only one third by the public sector. Collectively, these include long periods of investigation but which, generally, produce advanced research. Significantly, these advanced findings are far easier to market.

Pablo Astudillo
Secretary of Fundación Más Ciencia


Investment in research is largely attributable to the success of the US model, which can reach up to US$60 billion a year (compared to the US$1.2 billion invested in Chile over the last seven years).

Likewise, OECD statistics show that the private sector contributes almost 60% of R&D expenditure in the US. However, according to Astudillo, this data should be regarded with caution, since the same figures demonstrate that, “only a small share of funding received by higher education stems from private sector R&D, and when you analyze expenditure on basic R&D, the majority is financed from public funds (a little over 53% in 2011). There is strong support for basic research, which is reflected in the solid leadership of the US in terms of scientific research and as evidenced by indicators relating to productivity (total publications) and quality (citations per publication)”.

Transference and opportunities for Chile
 

In light of the US experience, one of the main challenges facing Chile in the field of science relates to additional and more efficient links being established between academia and the private sector. Scientists agree that their lack of communication results in research that does not meet the needs of the productive sectors, leading to public and private expenditure that frequently fails to resolve problems of competitiveness.

Accordingly, Hardy contends that scholars should actually approach businesses more frequently and specifically ask them what they need and how they, the academic, can contribute to their research?

Juan Pablo Toledo
Juan Pablo Toledo, director of Technology Transfer at the Center for Aging and Regeneration of the Pontificia Universidad Católica de Chile

He also stresses the importance of Chile focusing its research on niche areas of development, as well as improving science and technology education in schools. This, he explains, will generate increased interest and talent from an early age, and can then be more easily rolled out to more mature audiences, such as universities.

Hardy states that 0.39% of Chilean gross domestic product is currently designated to research. It is crucial that this figure reaches 1% if the country wishes to close the gap on the OECD average, which currently stands at 2.4%.

In addition to the demand for greater public and private investment in this area, experts agree that an institutional framework is also required to help identify priority areas and devise a national policy relating to scientific research, in order to establish an adequate, long-term road map.

This role should be undertaken by the future Ministry of Science and Technology, which forms the basis of a bill submitted to Congress by President Michelle Bachelet in January 2016. If the bill is passed and the new ministry is created, this government entity is expected to begin the process of resolving the lack of institutions working in this area.[:]
Compartir