Desde Nueva York a Londres, Hong Kong y Santiago, el gobierno corporativo -en líneas generales, las normas, procesos o leyes mediante los cuales se operan, regulan y controlan las empresas- se ha vuelto un tema clave de competitividad para las compañías y los países en que ellas operan.
Por supuesto, no todas las empresas han sido bien administradas. Casos como los de Enron, WorldCom o la debacle financiera del 2008 en que los directores -en algunos casos- parecían no tener idea del alto nivel de riesgo asumidos por sus compañías, han llamado la atención sobre la importancia del buen gobierno y la necesidad de reforzar los estándares para lograr esta meta.
Esto también es de gran importancia en Chile.
En la edición de este mes de bUSiness Chile analizamos la exitosa resolución de la disputa entre la multinacional minera británica Anglo American y la minera estatal chilena Codelco. La modernización relativamente reciente del gobierno corporativo de Codelco fue crucial para llegar a una solución basada en una negociación privada que es beneficiosa para todas las partes involucradas. Esto ha servido como una señal positiva para los inversionistas nacionales e internacionales por igual.
Además revisamos el Chile Day, evento que este año se realizó nuevamente en Londres, donde el ministro de Hacienda Felipe Larraín fue elogiado por el manejo que Chile ha tenido de recientes problemas de gobierno corporativo. Esto se ha logrado mediante una combinación de regulación proactiva y accionistas activos que han llamado la atención sobre debilidades a tiempo para identificar problemas y desarrollar soluciones más efectivas.
Pese a recientes titulares en Chile, el gobierno corporativo en general ha sido bueno para el país, no porque no haya habido ningún problema, sino porque las instituciones que el país ha desarrollado para manejar tales situaciones han sido efectivas en lidiar con ellas de manera oportuna.
Sin embargo, no cabe duda de que Chile necesita hacer más para mantener su competitividad general, en particular a fin de incrementar el atractivo de sus mercados de capital para potenciales inversionistas.
Lo que Chile ha hecho y planea hacer en esta materia se aborda en el Informe Especial de este mes. El país debe seguir asegurando que los beneficios del crecimiento de las empresas sean compartidos por todas las partes involucradas y que la asimetría de la información entre accionistas de distintos tamaños, así como con la gerencia, se manejen de manera efectiva.
Al mismo tiempo, los directorios corporativos deben ser regulados para asegurar el cumplimiento al tiempo que se mantienen libres para promover el desempeño, un equilibrio delicado que es difícil de lograr.
En Estados Unidos, después de lo ocurrido con Enron, se aprobó la ley de Sarbanes–Oxley con énfasis en la gestión de riesgo, procesos y cumplimiento. Las empresas incurrieron en fuertes costos a fin de cumplir con la nueva legislación que se estima ha impedido, hasta cierto punto, la competitividad del mercado de capitales estadounidense. Además del factor costo está la preocupación de que se está ocupando más tiempo en cumplimiento que en planificación estratégica, afectando, por tanto, la creación de valor para los accionistas.
Hoy en día en Chile, la discusión ronda una propuesta para introducir un nuevo código de conducta basado en la autorregulación, un concepto relativamente nuevo en el gobierno corporativo chileno. Al sector privado le preocupa los costos adicionales y el grado de aplicabilidad de la legislación como está diseñado actualmente para un país en donde la mayoría de las compañías son controladas por una cantidad limitada de accionistas. También existe preocupación de que, además de cumplimiento, se requiera dedicar más tiempo para planificación y marketing, cuestiones que son cada vez más importantes para los directorios locales dado el estado de desarrollo de Chile y la necesidad de competir más en ideas y valor a diferencia de solo en costos.
La buena noticia es que la discusión se está llevando a cabo. Existe una necesidad de hacer frente a muchos temas en Chile, incluido un código de conducta, pero también de asuntos importantes relacionados con la creación de valor como una mayor diversidad en los directorios y un mejor manejo de las partes interesadas.
En AmCham creemos que Chile está en el camino correcto para lograr un delicado equilibrio entre cumplimiento y desempeño con énfasis en la autorregulación, que es un elemento clave para asegurar la competitividad de largo plazo del país. En el pasado, Chile ha buscado sus propias soluciones en muchas áreas de la economía y estas a menudo han conducido al éxito. Esperamos que lo mismo ocurra respecto del gobierno corporativo y que sirva por tanto para mejorar la competitividad y promover la inversión tanto local como extranjera.
From New York to London, Hong Kong and Santiago, corporate governance – broadly, the rules, processes, or laws by which businesses are operated, regulated, and controlled – has become a key issue of competitiveness for companies and the countries where they operate.
Of course, not all businesses have been well governed. Cases such as Enron, WorldCom or the 2008 financial meltdown in which directors, in some cases, seemed to be unaware of the high level of risk assumed by their companies, have drawn attention to the importance of good governance and the need to reinforce standards to achieve this goal.
This too is of great importance in Chile.
In this month’s issue of bUSiness Chile we discuss the successful resolution of the dispute between the British multinational mining company Anglo American and Chilean state-owned mining firm Codelco. The relatively recent overhaul of Codelco’s corporate governance was crucial to arriving at a solution based on private negotiation that is beneficial for all parties involved. This has served as a positive signal to foreign and local investors alike.
We also discuss Chile Day, held again this year in London, where Finance Minister Felipe Larraín was applauded for Chile’s handling of recent corporate governance issues. This has been achieved through a combination of proactive regulation and active shareholders that have drawn attention to weaknesses in time to identify problems and develop more effective solutions.
Despite recent headlines in Chile, corporate governance has generally been a good story for the country – not because there haven’t been any problems – but because the institutions that the country has developed to manage such situations have been effective in dealing with them in a timely way.
But there is no doubt that Chile needs to do more to maintain its overall competitiveness, in particular to increase the attractiveness of its capital markets for potential investors.
What Chile has done and plans to do is covered in this month’s Special Report. The country must continue to ensure that the benefits of business growth are shared by all stakeholders and that the asymmetry of information between shareholders of different sizes, as well as with management, is effectively managed.
At the same time, corporate boards must be regulated to ensure compliance while remaining free to promote performance – a delicate balance that is difficult to achieve.
In the United States, in the aftermath of Enron, the Sarbanes–Oxley legislation was passed with an emphasis on compliance, process and risk management. Companies incurred heavy costs in order to conform to the new legislation which is perceived to have hindered, to some extent, the competitiveness of the US capital market. In addition to the cost factor is the concern that more time is being spent on compliance than on strategic planning, thereby affecting value creation for shareholders.
Today in Chile, discussion surrounds a proposal to introduce a new code of conduct based on self-regulation – a relatively new concept in Chilean corporate governance. The private sector is concerned about added costs and the degree of applicability of the legislation as currently drafted to a country where most companies are controlled by a limited number of shareholders. There is also concern that, in addition to compliance, more time needs to be spent on planning and marketing - matters which are increasingly important to local boards given Chile’s stage of development and need to compete more on ideas and value as opposed to cost alone.
The good news is that the discussion is taking place. There is a need to address many issues in Chile including the code of conduct, but also important matters relating to value creation including greater board diversity and better management of stakeholders.
We at AmCham believe Chile is on the right path to achieving a fine balance between compliance and performance with an emphasis on self-regulation that is a key element to ensuring the country’s long-term competitiveness. Chile has sought its own solutions in many areas of the economy in the past and these have often led to success. We expect the same to occur with respect to corporate governance, thereby serving to enhance competitiveness and to promote both foreign and domestic investment.