Emprendimiento en Chile: Más allá de las Empresas EmergentesEntrepreneurship in Chile: Beyond the Start-Up

18 Julio 2012

Cuando Nathan Lustig, un emprendedor de Wisconsin de 26 años de edad, llegó a Chile en el 2010 para desarrollar su empresa emergente de planificación de activos digitales Entrustet con dinero proporcionado por Start-Up Chile, un programa gubernamental que entrega a cada emprendedor US$40.000 para que gaste en seis meses desarrollando su idea en Chile, se dio cuenta de que muchos de sus amigos chilenos no estaban demasiado emocionados con el emprendimiento.

“Muchos miraban a los emprendedores simplemente como desempleados”, afirma.

Pero eso ha cambiado, según Lustig, quien el año pasado vendió Entrustet a un competidor europeo y volvió a Chile en enero para incorporarse a Welcu, una empresa emergente de gestión de eventos corporativos.

“Chile aún tiene un largo camino por recorrer para igualar la cultura de emprendimiento de Estados Unidos, pero las cosas están avanzando en la dirección correcta”, afirma.

Esto queda demostrado en el creciente número de chilenos que se arriesgan con el emprendimiento. Desde que el presidente Sebastián Piñera asumió el mando de la nación en marzo del 2010, los chilenos han iniciado más de 100.000 nuevos negocios, que era la meta del Gobierno para los cuatro años de su período. Esto incluye 15.007 solo en los primeros tres meses de este año, un alza del 37% frente al mismo período del 2011, según cifras del Ministerio de Economía.

Estas cifras son particularmente impresionantes en una economía con pleno empleo, o cerca de él. Alrededor del 30% de la actividad emprendedora total en Chile aún se debe a la necesidad y la mayoría de las nuevas empresas tienen menos de cinco empleados, pero el porcentaje con la ambición de crecer está aumentando.

Según el informe del 2011 de Global Entrepreneurship Monitor (GEM) [Monitor Global de Emprendimiento], el 23,7% de los chilenos encuestados indicaron que comenzaron un nuevo negocio dentro de los últimos tres años y medio -casi 1 de cada 4 chilenos-, lo que se compara con el 17% de hace tres años. De estos, el 17,6% indicó que planeaba contratar a 20 o más personas en los próximos cinco años, un incremento frente al 14% del 2009.

“El informe muestra que Chile ha alcanzado un punto de inflexión en términos de actividad emprendedora”, sostiene José Ernesto Amorós, director de investigación de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo, la que participa del estudio de GEM.

Parte del incremento en la creación de nuevos negocios, tras una década de lento crecimiento, se puede explicar por un cambio cultural en la sociedad chilena en los últimos cinco años que ha aumentado la “valorización social” del emprendimiento, dice Amorós.

Y, debido a que el emprendimiento se ha puesto de moda, la cantidad de dueños de pequeños negocios que se autodenominan “emprendedores” -desde el vendedor de empanadas en la esquina al fundador de una empresa emergente de Internet– está en alza.

“Ser un emprendedor aún no es fantástico en muchos círculos, pero a medida que surgen historias de éxito, algunas actitudes están cambiando”, nota Lustig.

A juicio de Cristián López, director ejecutivo de la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH), Chile se parece a Silicon Valley o Israel, un pequeño país, como Chile, que ha desarrollado una enorme industria de alta tecnología en la última década.

“Es emocionante, está pasando mucho en términos de emprendimiento”, asevera López. “Chile está comenzando a ser visto como un país de emprendedores, lo que no era así hace unos pocos años”.

El Año del Emprendimiento

Pero la explosión emprendedora de Chile no habría sido posible sin el respaldo del sector público. El presidente Piñera entiende la importancia del emprendimiento como una herramienta para incrementar la movilidad social y cumplir la meta del Gobierno de convertir a Chile en un país desarrollado dentro de esta década.

De hecho, el mandatario ha declarado que este sea el Año del Emprendimiento de Chile, seguido el próximo por el Año de la Innovación. Esto incluye medidas para reducir el papeleo para los emprendedores y una serie de eventos a lo largo del país organizados por la estatal Corporación de Fomento de la Producción (CORFO).

“Hoy en día, hay mucha más preocupación por los emprendedores que hace 10 años. Este Gobierno ha puesto mucho énfasis en este tema”, dice Andrés Concha, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) de Chile.

Por ejemplo, ha reducido el tiempo que se necesita para iniciar un nuevo negocio de 27 días a 7 y un proyecto de ley que está actualmente en el Congreso permitiría que este procedimiento se termine en un solo día y sin costo, lo que Concha asevera sería una bendición para los emprendedores.

En enero, CORFO creó una nueva Gerencia de Emprendimiento para coordinar y expandir los programas de la entidad en áreas como capital de riesgo, garantías de créditos y capital semilla. Pero no se trata solo del dinero, señala Cristóbal Undurraga, gerente de emprendimiento de CORFO.

“El dinero es importante, se necesita para crecer, pero hay mucho más para hacer que un negocios exitoso”, indica.

A juicio de Undurraga, el espíritu emprendedor, como la capacidad deportiva de los jugadores de fútbol, es innato en los chilenos, pero CORFO debe crear las condiciones para que tengan éxito. “Muchos chilenos tienen las capacidades para tener éxito, solo necesitan del entorno correcto”, sostiene. “Estamos tratando de crear un ecosistema de emprendimiento”.

Esto comienza con la educación. A este respecto, CORFO ha creado un programa que ha beneficiado a 40.000 estudiantes al hacer que se motiven con el emprendimiento desde una edad temprana.

Las mujeres chilenas son otro recurso ampliamente desaprovechado de potencial emprendedor. Cerca del 45% de las mujeres actualmente no forman parte de la fuerza laboral, pero CORFO está trabajando con 10.000 mujeres a lo largo del país para ayudarlas a iniciar sus propios negocios.

“Creemos que el emprendimiento es un vehículo importante para que las mujeres creen valor para sí mismas, sus familias y el país”, señala Undurraga.

Los programas de CORFO son nacionales, pero la proximidad con los clientes y las redes de apoyo hacen que sea más fácil desarrollar empresas de alta tecnología en Santiago. Start-Up Chile, que ha seleccionado a más de 300 empresas emergentes de todo el mundo a través de cinco rondas de postulaciones, también tienen un sesgo hacia empresas de Internet que fácilmente pueden trasladarse en un avión.

“Chile es un gran lugar para estar si se quiere apuntar a Sudamérica”, comenta Nathan Lustig.

En otro parte del país, la reconstrucción después del terremoto de febrero del 2010 ayudó a impulsar el emprendimiento en las áreas más afectadas, pero también está aumentando en áreas que no fueron afectadas por el sismo.

Según el estudio de GEM, las mayores tasas de emprendimiento se registran en las norteñas regiones de Antofagasta y Tarapacá -un 27% y un 29% respectivamente, versus el 24% de Santiago– principalmente debido al crecimiento de servicios relacionados con la industria minera.

La tasa también está creciendo en el sur de Chile, en especial en áreas relacionadas con la agroindustria y el turismo, pero las regiones de Valparaíso, Santiago y Bío Bío tienen las menores tasas generales, porque ofrecen más oportunidades de empleo.

“El costo de oportunidad del emprendimiento en estas áreas, en especial en Santiago, es mucho más alto”, destaca Amorós.

Barreras al Emprendimiento

Pese a los esfuerzos por reducir la burocracia, aún hay importantes obstáculos para los emprendedores, en especial en términos de acceso a los servicios bancarios.

Los programas de CORFO y la mejor protección de la propiedad intelectual han tenido un efecto positivo en el emprendimiento, pero se podría hacer más, dice López de ASECH.

Por ejemplo, en algunos casos es casi imposible que los emprendedores abran una cuenta bancaria. Muchos bancos exigen recibos de impuestos al valor agregado, lo que es un problema cuando uno recién acaba de crear su compañía. “Si uno no tiene una cuenta bancaria, no tiene un lugar para que los clientes depositen sus pagos y esto crea un círculo vicioso”, comenta López.

Luego hay un alto costo de financiamiento. Aun con las garantías de CORFO, los bancos son reticentes a prestar dinero a emprendedores que se encuentran en etapas muy iniciales, quienes son considerados muy riesgosos. Aun si logran conseguir un crédito, se les cobran tasas relativamente altas.

“Este es un importante obstáculo al emprendimiento y algo en lo que estamos trabajando”, señala Undurraga de CORFO. “Pero esto no puede provenir solo del Gobierno, es un esfuerzo público-privado”.

También existe el estigma social asociado al fracaso. Si bien esto es considerado parte del proceso normal de negocios en otros países, en Chile puede significar dificultades en la obtención de créditos e incluso el fin de una carrera.

Parte del problema es la ley de quiebras de Chile. Que los emprendedores se liberen de una empresa arruinada puede demorar meses y, para cuando lo hacen, sus activos se han marchitado. En Estados Unidos, las entidades de financiamiento recuperan cerca del 80% del valor de la inversión, frente al 30% aproximadamente en Chile.

Pero el Gobierno está trabajando para modificar la ley y hacer más simple y rápido el cierre de un negocio. “Esto representa un cambio significativo frente al pasado donde las quiebras eran sinónimo de muerte de la empresa y el emprendedor”, indica Concha.

Finalmente, otro obstáculo es la alta concentración de algunos sectores de la economía de Chile. Esta es la dura realidad para los emprendedores de todo el mundo, pero aún más en el pequeño mercado de Chile.

Sin embargo, al reunir a los emprendedores ASECH está tratando de nivelar el campo de juego. “No estamos pidiendo nada gratis, pero quien hace su propia fortuna necesita una oportunidad para lograrlo”, dice López.

Construir una Red de Apoyo

Para los emprendedores que están comenzando los desafíos pueden ser desalentadores, pero más allá de los programas de CORFO hay ayuda disponible a través de universidades y redes de otros emprendedores.

Más universidades están ofreciendo cursos de emprendimiento y algunas, como la Universidad del Desarrollo que tiene una alianza con Babson College de Massachusett, están facilitando de manera activa la creación de nuevos negocios.

No obstante, los cursos académicos solo lo pueden llevar hasta cierto punto. Lo que los emprendedores de verdad necesitan, a juicio de Julie McPherson, directora ejecutiva de Endeavor Chile y cofundadora del proveedor de tecnología de datos inalámbricos Tiaxa, es una red de apoyo para otros emprendedores.

Endeavor es una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York que actúa como un acelerador para los emprendedores de “alto impacto” en todo el mundo. Su división chilena actualmente tiene 35 empresas activas en su cartera, las que fueron seleccionadas por un panel internacional basado en la innovación y la escalabilidad.

“Es la única organización en Chile que entrega asesoría y tutoría sin esperar nada a cambio”, señala. No obstante, se espera que los emprendedores de Endeavor hagan una “retribución” compartiendo sus experiencias, lo que es una parte importante del proceso emprendedor.

“A fin de cuentas, el ecosistema emprendedor funciona cuando se tienen mentores, modelos de rol y acceso al financiamiento”, explica McPherson.

El enfoque parece estar funcionando. Hace seis años, Endeavor Chile seleccionaba 2 empresas emergentes de 15 que postulaban, pero el año pasado analizó a 350 de las cuales 8 fueron seleccionadas y este año incorporó a 11.

El crecimiento refleja el hecho de que más universitarios graduados quieren ser emprendedores. Históricamente, los mejores y más brillantes graduados de Chile querían convertirse en ejecutivos de empresas multinacionales. Eso se debía en parte a expectativas familiares, pero también a que el costo de oportunidad de ser un emprendedor era demasiado alto.

Hoy en día, sin embargo, McPherson ha notado un cambio de actitud. Hace 10 años, las ambiciones de la mayoría de los emprendedores chilenos se detenían en la cordillera de los Andes, destaca, pero hoy “nacieron globales”.

El próximo paso para Endeavor es crear una red global de inversionistas. “tenemos emprendedores, pero no tenemos necesariamente el capital de inversión para acompañarlos en sus nuevos negocios”, indica.

Muéstrennos el Dinero

Endeavor ha demostrado que no hay falta de emprendedores con buenas ideas en Chile, pero la falta de inversión significa que a muchos se les desalienta que lo intenten mientras que otros, que tienen éxito en un principio, terminan yéndose al extranjero.

“La industria de capital de riesgo no está muy desarrollada en Chile de modo que cuando los emprendedores necesitan dinero para crecer a menudo tienen que dejar el país”, afirma López.

Pero esto está cambiado. Varios fondos de capital de riesgo se han establecido en Chile incluidos dos formados por Aurus, una firma de gestión de activos formada por un grupo de empresarios chilenos en el 2008. A través de sus fondos de tecnología y ciencias de la vida, cada uno avaluado en cerca de US$32 millones, Aurus invierte en compañías con una proposición de valor global.

“Cuando comenzamos había menos de cinco personas tratando de hacer esto y éramos un nuevo tipo de inversionista”, comenta Alex Seelenberger, socio gerente de Aurus y gerente de inversiones de su fondo de ciencias de la vida Aurus Bios.

Un tercio de la cartera de Aurus es financiada por personas de altos ingresos y dos tercios por CORFO, que ofrece cofinanciar hasta tres veces la inversión de capital privado con un límite inicial de US$9 millones. Esto significa que puede proveer hasta US$27 millones de financiamiento adicional para empresas emergentes.

Una salvedad es que las inversiones deben generar externalidades en Chile, lo que significa que los fondos deben usarse ya sea para invertir en una empresa chilena o en una firma extranjera con una filial local.

“Si no fuera por CORFO, sería muy difícil recaudar capital de riesgo en Chile, porque es difícil conseguir la masa crítica mínima para poder operar”, explica Seelenberger.

Encontrar empresas emergentes con el potencial de resolver las necesidades globales no es un problema, en especial en las ciencias biológicas. “Algunas personas dicen que no hay un flujo de acuerdos suficiente en Chile, pero creemos que sí lo hay”, afirma Seelenberger.

Aurus espera que sus dos fondos estén completamente comprometidos para fines del próximo año y está considerando recaudar más dinero. Más aún, ahora que las empresas emergentes de biotecnología enfrentan una crisis de financiamiento en Estados Unidos, Chile puede ser un lugar interesante para realizar pruebas clínicas iniciales a una fracción del costo, destaca Seelenberger.

“Chile tiene las capacidades estructurales que pueden ayudar a resolver las necesidades de empresas internacionales”, afirma.

Pese a la falta de un historial sobre el capital de riesgo de Chile, Seelenberger sostiene que las personas de altos ingresos invertirían más en emprendimiento si el riesgo fuera menor. Pero, para que eso ocurra, Chile necesita más historias de éxito.

“Vivimos en este callejón sin salida y nuestro objetivo cuando ingresamos al mercado era ‘romperla’”, dice. Hasta ahora Aurus no se ha sacado el gordo con ninguna de sus empresas emergentes, pero Seelenberger no está preocupado. “Esta es una carrera de largo aliento y aún estamos en etapas muy iniciales”.

Hay indicios de esperanza -algunas empresas emergentes ya han comenzado rondas posteriores de financiamiento tras uno o dos años- pero este es un “control interino”, admite.

La real prueba a la larga será si cualquiera de estas genera altos ingresos o son adquiridas por un gran monto. “Estamos confiados en que podríamos estar en camino con algunas de ellas”, sostiene.

Algunas empresas emergentes chilenas han encontrado compradores. Zappedy y Clandescuento.com fueron comprados por Groupon y otras, como Andes Biotechnologies, están ganando fuerza o ya han dado el salto al extranjero; un ejemplo de ellas es Crystal Lagoons, empresa que ha incursionado con éxito en la industria global de complejos turísticos de lujo.

Ninguno de estos ha generado el tipo de impacto que podría activar el ciclo de inversión, pero eso no significa que no ocurrirá pronto.

“Los jóvenes sabrán que si tienen una buena idea, habrá dinero para financiarlos”, comenta Seelenberger.

Por supuesto, la suerte juega un rol importante en el emprendimiento. Entonces para aumentar sus opciones, Aurus está cofinanciando tantas empresas emergentes en etapas iniciales como sea posible con la esperanza de que algunas tendrán éxito. Las firmas estadounidenses de capital de riesgo también están interesadas en empresas emergentes latinoamericanas con potencial de crecimiento, pero prefieren un socio local para avanzar.

Establecer confianzas es una parte clave de este proceso, razón por la cual Endeavor está invitando a inversionistas de capital de riesgo estadounidenses a reunirse con inversionistas y emprendedores chilenos.

“Necesitamos catalizar este ecosistema de modo que los inversionistas puedan identificar oportunidades”, dice McPherson.

En definitiva, podría demorar cinco años para que el ecosistema de emprendimiento esté totalmente formado en Chile, pero el Gobierno, las universidades y los emprendedores comparten un objetivo común.

En cuanto a emprendedores como Nathan Lustig, Chile es un lugar emocionante en donde estar. “Creo que es increíble ver un país que toma el emprendimiento en serio y no solo habla de él”, sostiene.

Aún hay obstáculos, pero la marea de fervor emprendedor parece imparable. Por el bien del desarrollo económico y social del país, eso es bueno. Como dice Undurraga: “Chile solo se convertirá en una nación desarrollada si la gente puede desarrollarse”.

When Nathan Lustig, a 26-year old entrepreneur from Wisconsin, arrived in Chile in 2010 to develop his digital estate planning start-up Entrustet with cash provided by Start-Up Chile - a government program which gives entrepreneurs US$40,000 each to spend six months developing their ideas in Chile - he found that many of his Chilean friends weren’t too excited about entrepreneurship.

“Many looked at entrepreneurs as simply unemployed,” he says.

But that has changed according to Lustig, who sold Entrustet to a European competitor last year and returned to Chile in January to join Welcu, a corporate event management start-up.

“Chile still has a long way to go to match the US entrepreneurial culture, but things are moving in the right direction,” he says.

This is shown by the growing number of Chileans taking the entrepreneurial plunge. Since President Piñera took office in March 2010, Chileans have started over 100,000 new businesses, which was the government’s goal for its four-year term. This includes 15,007 in the first three months of this year alone, up 37% from the same period in 2011, according to figures from the Ministry of Economy.

These figures are particularly impressive in an economy at, or close to, full employment. Around 30% of total entrepreneurial activity in Chile is still out of necessity, and most new businesses have less than five employees, but the percentage with the ambition to grow is climbing.

According to the 2011 report by the Global Entrepreneurship Monitor (GEM), 23.7% of Chileans surveyed said they had started a new business within the last three and a half years – roughly 1 in 4 Chileans – compared to 17% three years ago. Of these, 17.6% said they planned to hire 20 or more people in the next five years, which is up from 14% in 2009.

“The report shows Chile has reached an inflection point in terms of entrepreneurial activity,” says José Ernesto Amorós, director of research in the Economics and Business Faculty at the Universidad del Desarrollo, which participated in the GEM study.

Part of the surge in new business creation, after a decade of sluggish growth, can be explained by a cultural change in Chilean society in the last five years that has increased the “social valorization” of entrepreneurship, says Amorós.

And, as entrepreneurship has become fashionable, the number of small business owners calling themselves “entrepreneurs” - from the empanada vendor on the street corner to the founder of an Internet start-up – is rising.

“Being an entrepreneur still isn't cool in many circles, but as success stories come out, some attitudes are changing,” observes Lustig.

According to Cristián López, executive director of the Chilean association of entrepreneurs (ASECH), Chile feels like Silicon Valley or Israel – a small country, like Chile, which has developed a huge high-tech industry in the last decade.

“It’s exciting, a lot is happening in terms of entrepreneurship,” says López. “Chile is starting to be seen as a country of entrepreneurs, which it wasn’t a few years ago.”

The Year of Entrepreneurship

But Chile’s entrepreneurial explosion would not have been possible without public support. President Piñera understands the importance of entrepreneurship as a tool for increasing social mobility and meeting his government’s goal of making Chile a developed country within this decade.

In fact, he has declared this to be Chile’s Year of Entrepreneurship to be followed next year by the Year of Innovation. This includes measures to reduce paperwork for entrepreneurs and a series of events throughout the country organized by the government’s Economic Development Agency (CORFO).

“Today, there is much more concern for entrepreneurs than ten years ago. This government has put a lot of emphasis on this issue,” says Andrés Concha, the president of Chile’s manufacturers’ association, Sofofa.

For example, it has reduced the time required to start a new business from 27 days to seven, and a bill currently before Congress would allow this procedure to be completed in a single day at zero cost, which Concha says would be a blessing for entrepreneurs.

In January, CORFO created a new Entrepreneurship Division to coordinate and expand the agency’s programs in areas such as venture capital, loan guarantees and seed capital. But it’s not only about the money, says Cristóbal Undurraga, CORFO’s manager of entrepreneurship.

“Money is important, you need it to grow, but there is much more to making a successful business,” he says.

According to Undurraga, entrepreneurial spirit, like athletic ability in soccer players, is innate in Chileans, but CORFO must create the conditions for them to thrive. “Many Chileans have the skills to succeed, they just need the right environment,” he said. “We’re trying to create an ecosystem of entrepreneurship.”

This starts with education. In this regard, CORFO has created a program that has benefited 40,000 students by getting them excited about entrepreneurship from an early age.

Chilean women are another largely untapped source of entrepreneurial potential. Some 45% of women are not currently part of the workforce, but CORFO is working with 10,000 women throughout the country to help them start their own businesses.

“We believe entrepreneurship is an important vehicle for women to create value for themselves, their families and the country,” says Undurraga.

CORFO’s programs are national, but the proximity to clients and support networks makes it easier to develop high-tech businesses in Santiago. Start-Up Chile, which has selected over 300 start-ups from around the world through five rounds of applications, is also biased towards Internet ventures that can be easily moved on a plane.

“Chile’s a great place to be if you want to target South America,” says Nathan Lustig.

Elsewhere in the country, reconstruction after the February 2010 earthquake helped to drive entrepreneurship in the hardest hit areas, but it is also climbing in areas that weren’t affected.

According to the GEM study, the highest rates of entrepreneurship are in the northern regions of Antofagasta and Tarapacá – 27% and 29% respectively, versus 24% in Santiago – mainly due to growth in services related to the mining industry.

The rate is also growing in southern Chile, especially in areas related to agroindustry and tourism, but the regions of Valparaíso, Santiago and BíoBío have the lowest overall rates because they offer more employment opportunities.

“The opportunity cost of entrepreneurship in these areas, especially in Santiago, is much higher,” points out Amorós.

Barriers to entrepreneurship

Despite efforts to reduce red tape, there are still important obstacles for entrepreneurs, especially in terms of access to banking services.

CORFO’s programs and better protection for intellectual property have had a positive impact on entrepreneurship, but more could be done, says ASECH’s López.

For example, in some cases it’s almost impossible for entrepreneurs to open a bank account. Many banks require IVA sales tax receipts, which is a problem when you’ve only just created your company. “If you don’t have a bank account, you don’t have a place for clients to deposit payments and this creates a vicious cycle,” says López.

Then there is the high cost of financing. Even with CORFO guarantees, banks are reluctant to loan money to early stage entrepreneurs who are considered very risky. Even if they do succeed in getting a loan, they are charged relatively high rates.

“This is a major obstacle to entrepreneurship and something we’re working on,” says CORFO’s Undurraga. “But this can not only come from the government, it’s a public-private effort.”

There is also the social stigma attached to failure. While this is considered part of the normal business process in other countries, in Chile it can mean difficulty in obtaining loans and even the end of a career.

Part of the problem is Chile’s bankruptcy legislation. It can take months for entrepreneurs to extricate themselves from a doomed venture and, by the time they do, their assets have shrivelled. In the United States, lenders recover about 80% of the value of their investment, versus about 30% in Chile.

But the government is working to change the law to make it simpler and faster to close a business. “This represents a significant change from the past where bankruptcies were synonymous with death of the enterprise and the entrepreneur,” says Concha.

Finally, another obstacle is the high concentration in some sectors of Chile’s economy. This is a fact of life for entrepreneurs everywhere in the world, but even more so in Chile’s small market.

By bringing entrepreneurs together, however, ASECH is trying to level the playing field. “We’re not asking for a free ride, but the self-made man needs a chance to make it on his own,” says López.

Building a support network

For entrepreneurs starting out the challenges can be daunting, but beyond CORFO’s programs there is help available through universities and networks of fellow entrepreneurs.

More universities are offering courses in entrepreneurship and some, like the Universidad del Desarollo which has a partnership agreement with Massachusetts’ Babson College, are actively facilitating the creation of new businesses.

But academic courses will only take you so far. What entrepreneurs really need, says Julie McPherson, executive director of Endeavor Chile and co-founder of wireless data technology provider Tiaxa, is a support network of other entrepreneurs.

Endeavor is a New York-based non-profit organization which acts as an accelerator for “high-impact” entrepreneurs around the world. Its Chilean branch currently has 35 active companies on its portfolio which were selected by an international panel based on innovation and scalability.

“It’s the only organization in Chile that gives advice and mentorship without expecting anything in return,” she says. But Endeavor entrepreneurs are expected to “give back” by sharing their experiences, which is an important part of the entrepreneurial process.

“At the end of the day, the entrepreneur ecosystem works when you have mentors, role models and access to financing,” McPherson explains.

The approach seems to be working. Six years ago, Endeavor Chile picked only two start-ups out of 15 that applied, but last year it screened 350 of which eight were selected and this year it will take 11.

The growth reflects the fact that more university graduates want to be entrepreneurs. Historically, Chile’s best and brightest wanted to become executives in multinational firms. This was partly due to family expectations but also because the opportunity cost of being an entrepreneur was too high.

Today, however, McPherson has noticed a change in attitude. Ten years ago, the ambitions of most Chilean entrepreneurs stopped at the Andes, she points out, but today they are “born global”.

The next step for Endeavor is to create a global network of investors. “We have entrepreneurs, but we don’t necessarily have the investment capital to accompany them in their new businesses,” she says.

Show us the money

Endeavor has proven there is no shortage of entrepreneurs with good ideas in Chile, but lack of investment means many are discouraged from trying while others, who do succeed initially, end up going abroad.

“The venture capital industry is not very developed in Chile so when entrepreneurs need money to grow they often have to leave the country,” says López.

But this is changing. Several venture capital funds have been established in Chile including two by Aurus, an asset management firm formed by a group of Chilean businessmen in 2008. Through its Technology and Life Sciences funds, each worth around US$32 million, Aurus invests in companies with a global value proposition.

“When we started out there were less than five people trying to do this and we were a new type of investor” says Alex Seelenberger, a managing partner at Aurus and head of its Life Sciences fund.

One third of Aurus’ portfolio is financed by high net-worth individuals and two thirds by CORFO, which offers co-financing up to three times private capital investment with an initial cap of US$9 million. This means that it can provide up to US$27 million of additional funding for start-ups.

A caveat is that investments must have trickle down externalities in Chile, which means the funds must be used either to invest in a Chilean company or an offshore firm with a local subsidiary.

“If it weren’t for CORFO, it would be very hard to raise venture capital in Chile because it’s hard to get the minimum critical mass to be able to operate,” explains Seelenberger.

Finding start-ups with the potential to solve global needs is not a problem, especially in life sciences. “Some people say there is not enough deal-flow in Chile, but we think there is,” says Seelenberger.

Aurus expects both its funds to be fully committed by the end of next year and is considering raising more money. Moreover, with biotechnology start-ups currently facing a financing crunch in the United States, Chile can be an interesting place for them to perform early stage clinical trials at a fraction of the cost, notes Seelenberger.

“Chile has the structural capabilities that can help solve international companies’ needs,” he says.

Despite Chile’s lack of a venture capital track record, Seelenberger says high net-worth individuals would invest more in entrepreneurship if the risk was lower. But, for that to happen, Chile needs more success stories.

“We live in this Catch-22 and our objective when we came to market was to break it,” he says. So far Aurus hasn’t hit the jackpot with any of its start-ups, but Seelenberger isn’t worried. “This is a long race and this is still very early days.”

There are glimmers of hope – some start-ups have already started subsequent financing rounds after one or two years – but this is an “interim check point”, he admits.

The real test down the road will be whether any of these generate high revenues or are bought for a large amount. “We’re confident we might be on track with some of them,” he says.

Some Chilean start-ups have found buyers. Zappedy and Clandescuento.com were bought by Groupon, and others, like Andes Biotechnologies, are gaining traction or have already made the leap abroad; take Crystal Lagoons, a company that is making waves in the global luxury resort industry.

None of these have yet to generate the kind of impact that could kick-start the investment cycle, but that doesn’t mean it won’t happen soon.

“Young people will know that if they have a good idea, there will be money to fund them,” says Seelenberger.

Of course, luck plays an important role in entrepreneurship. So to stack the odds, Aurus is co-financing as many early-stage start-ups as possible with the hope that a few will succeed. US venture capital firms are also interested in Latin American start-ups with growth potential, but they prefer a local partner to go forward.

Building trust is a key part of this process, which is why Endeavor is inviting US venture capitalists to meet with Chilean investors and entrepreneurs.

“We need to catalyze this ecosystem so investors can identify opportunities,” says McPherson.

Ultimately, it might take five years for the entrepreneurship ecosystem to be truly formed in Chile, but the government, universities and entrepreneurs share a common objective.

As for entrepreneurs like Nathan Lustig, Chile is an exciting place to be. “I think it’s amazing to see a country taking entrepreneurship seriously, not just talking about it,” he says.

There are still obstacles, but the tidal wave of entrepreneurial fervour appears unstoppable. For the sake of the country’s economic and social development, that is a good thing. As Undurraga says, “Chile will only become a developed nation if people can develop themselves.”

Julian Dowling is Editor of bUSiness CHILE

Compartir