El resultado de las elecciones legislativas de Estados Unidos que se celebrarán el 2 de noviembre, es incierto pero si -como indican las recientes encuestas- el Partido Republicano gana el control de la Cámara de Representantes mientras el Partido Demócrata mantiene el control del Senado, el Congreso podría paralizarse.
Es improbable que ello tenga un efecto importante sobre la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina, salvo posiblemente en los casos de Cuba y Venezuela, pero el impacto de la parálisis política sobre la inversión privada en Estados Unidos podría tener consecuencias negativas para la economía de Chile.
Esta fue la conclusión de una mesa redonda celebrada el 27 de octubre en la Embajada de Estados Unidos en Santiago, la que fue organizada por AmCham y la Embajada de Estados Unidos para analizar la importancia y posibles consecuencias de las elecciones legislativas.
“Lo que está en juego es la confianza del sector privado y ello tiene importantes repercusiones para la economía estadounidense y, por lo tanto, para el mundo”, sostuvo Kathleen Barclay, directora de la consultora Asesorías KCB Ltda y presidenta del Comité Editorial de bUSiness CHILE.
Unos US$2 billones en inversiones privadas en áreas como energía, infraestructura y cuidado de la salud están en compás de espera al tiempo que las empresas aguardan una mayor claridad respecto a las futuras políticas, pero un Congreso en punto muerto podría postergar estas inversiones aún más, señaló Barclay.
A diferencia del sistema político de Chile en el que los legisladores de la Cámara de Diputados y el Senado se eligen cada cuatro años al mismo tiempo que el presidente, los votantes estadounidenses tienen la posibilidad de cambiar a los representantes que han elegido cada dos años.
La totalidad de los 435 escaños en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y 37 de los 100 escaños del Senado se elegirán el martes, además quienes ocuparán el cargo de gobernador en los 50 estados.
En la actualidad, el Partido Demócrata controla amabas cámaras cómodamente: la actual composición de la Cámara de Representantes es de 256 demócratas, 178 republicanos y uno vacante, mientras que el Senado cuenta con 58 demócratas, 40 republicanos y dos independientes.
No obstante, si las encuestas son precisas, el Partido Republicano obtendrá el martes una victoria histórica en la Cámara baja. Se estima que los Demócratas perderán cerca de 55 escaños comparado con los apenas 5 que cederán los Republicanos: la última vez que los Demócratas perdieron por un margen tan amplio fue en 1974 cuando perdieron 36 escaños.
“Este podría ser el mayor cambio en la Cámara de Representantes en la era moderna”, indicó George F. Jones, embajador retirado de Estados Unidos y presidente del Comité de Elecciones de la Asociación Estadounidense del Servicio Exterior (AFSA, por su sigla en inglés).
Sin embargo, en el Senado, la historia es distinta. Las encuestas prevén que el Partido Demócrata retendrá el control de la Cámara alta, pese a hacerlo por un estrecho margen con 52 de los 48 escaños.
La última vez que un partido perdió la Cámara baja, pero mantuvo el control del Senado fue en 1930 y un Congreso suspendido no es algo promisorio para el país.
Entonces ¿por qué se espera que los votantes castiguen al Partido Demócrata tan duramente?
Según Mark Hugo López, director asociado del Pew Hispanic Center en Washington DC, el respaldo al Partido Republicano ha subido de manera contante desde enero y el 53% de los posibles votantes desaprueban la manera en que el presidente Obama ha hecho su labor.
“Muchos posibles votantes están furiosos con Obama y el gobierno”, dijo López.
Esto representa un importante cambio en la opinión pública. El presidente Obama asumió el mando de la nación en enero del 2009 como el presidente más popular en la historia de Estados Unidos, pero desde entonces su tasa de aprobación ha disminuido.
Claramente, el empleo y la economía son los principales puntos de preocupación. Cerca de 14 millones de estadounidenses están desempleados, el déficit fiscal está aumentando y la recuperación desde la crisis económica ha sido más lenta de lo esperado.
Los votantes, en particular aquellos que respaldan al conservador movimiento del Tea Party, están enfurecidos con la preocupación del presidente Obama por la reforma al sistema financiero y el sistema de salud, mientras la economía se tambalea.
Sin embargo, según Karen Poniachik, visiting fellow del Center for Hemispheric Policy de la Universidad de Miami, la prevista derrota Demócrata puede atribuirse a un “rechazo general del orden político establecido en Washington” más que a un partido cualquiera.
Este sentimiento “anti-Washington” surge de la desilusión respecto de la economía y el desempleo, y se estima que el Partido Demócrata pagará un alto costo por la falta de avances en estas áreas.
El presidente Obama aún no lo ha perdido todo -posiblemente vaya por la reelección en el 2012-, pero para lograr avances en un Congreso dividido tendrá que hacer concesiones al Partido Republicano en áreas como exenciones tributarias y libre comercio, indicó Poniachik.
Por ejemplo, los tratados de libre comercio con Corea del Sur, Colombia y Panamá que son importantes para aumentar las exportaciones de Estados Unidos aún están pendientes en el Congreso.
“Necesitamos una política de consenso para hacer avanzar al país”, añadió.
No obstante, aún resta por ver si Obama puede forjar una buena relación con el líder republicano John Boehner como hizo el ex presidente Bill Clinton con el ex líder de la Cámara baja Newt Gingrich cuando los Republicanos obtuvieron el control del Congreso en 1994.
¿Qué significa todo esto para Chile?
Desde el punto de vista económico, una mayor inversión privada en Estados Unidos podría generar más oportunidades de exportación, pero esto requiere políticas fiscales claras.
“Si la economía estadounidense lo hace bien, nosotros también lo haremos mejor, pero se requiere una mayor confianza de los inversionistas”, manifestó Hernán Felipe Errázuriz, presidente del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales.
En términos de la política exterior de Estados Unidos, no se espera que la elección tenga un efecto significativo, pero podría alterar el clima político en cuanto a las relaciones con América Latina, sostuvo Errázuriz.
Más poder en manos de una mayoría Republicana conservadora, por ejemplo, podría conducir a una postura más dura respecto de Cuba y Venezuela, mientras que el aislacionismo podría tener consecuencias económicas negativas para Chile y Brasil, indicó Errázuriz.
En el análisis final, la economía estadounidense se recuperará sin importar el resultado de las elecciones, pero existe el riesgo de que una parálisis política pueda atar las manos del gobierno y hacer que incluso más votantes se desilusionen de Washington.
Mucho depende de cómo el presidente Obama y los líderes Republicanos reaccionen en este nuevo escenario. La oportunidad para el consenso existe, pero ambos lados deben estar dispuestos a hacer concesiones.
“Necesitamos un fuerte liderazgo de parte de la Casa Blanca”, concluyó Barclay.