¿Qué implica el resultado de las elecciones en Estados Unidos para Chile? En la superficie, pareciera que no mucho: América Latina apenas fue nombrada en el debate final sobre política exterior, el que se concentró principalmente en el Medio Oriente. Sin embargo, las visiones sobre la economía que entregaron los dos candidatos presidenciales, y específicamente sus planes respecto de China, podrían afectar mercados para las exportaciones chilenas.
El 23 de octubre, AmCham llevó a cabo un panel de discusión con economistas y expertos en relaciones internacionales con el fin de analizar las implicancias políticas y económicas de la elección presidencial en Estados Unidos. Karen Poniachik, directora del Centro Global de la Universidad de Columbia para América Latina en Chile y directora de la Cámara, moderó el panel.
Si bien las recientes encuestas indican que los candidatos se encuentran absolutamente empatados y que el probable ganador se decidirá en los fluctuantes estados de Ohio, Wisconsin y Florida, la opinión de consenso en el panel apuntó a que el presidente Barack Obama probablemente vuelva a triunfar. Sin embargo, cualquiera sea el ganador, los panelistas concordaron en que el tema más importante, tanto para los votantes como para Chile, es la economía de Estados Unidos.
Y, pese al surgimiento de algunas noticias positivas, la economía de Estados Unidos aún está en problemas. La recuperación desde la crisis financiera de 2008 ha sido lenta y la deuda nacional, como proporción del producto interno bruto del país, sigue en el mismo nivel de hace cinco años (en un asombroso 250%). El desempleo, en tanto, se mantiene en un 8,2%.
Esto ha afectado las posibilidades de reelección de Obama y ha dado municiones al candidato republicano Mitt Romney, quien demostró en el primer debate que -al menos en lo que respecta a economía- tiene una base sólida, sostuvo el panelista Arturo Fernandois, ex embajador de Chile en Estados Unidos.
No obstante, Romney -millonario y ex titular de Bain Capital- mostró en el tercer debate que la política exterior es su debilidad. A juicio de Robert Funk, subdirector del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, las similitudes entre Romney y el presidente de Chile, Sebastián Piñera, son notables: ambos han sido exitosos en el sector privado y ambos son extremadamente inteligentes, pero también parecen desconectados de algunos distritos electorales y ninguno de los dos representa a la base de su propio partido.
Afortunadamente para Romney, la mayoría de los votantes en Estados Unidos está más preocupada de la economía que de la política exterior. Ello no es sorprendente si se considera que a muchos les preocupa ya sea conseguir un trabajo o mantener su actual empleo, indicó Dalibor Eterovic, economista jefe de Grupo Security. El desempleo es una preocupación importante en esta elección y, respecto a esto, ambos candidatos prometieron crear más puestos de trabajo.
La economía de Estados Unidos necesita crear más de 300.000 empleos al mes para que caiga la tasa de desempleo, dijo Eterovic. Sin embargo, para hacer esto y reducir el déficit, la economía debe crecer con mayor rapidez. A este respecto, Romney y Obama representan escuelas diferentes de pensamiento económico.
Obama argumenta que la crisis de 2008 fue excepcional -de hecho, fue la recesión económica más importante en Estados Unidos desde la Gran Depresión de la década de los 30- y que, producto de ello, la recuperación va a tomar su tiempo. A fin de hacer que la economía vuelva a crecer, su Gobierno rescató a la industria automotriz e incrementó el gasto público en proyectos de energía limpia, entre otras cosas.
Además ha vuelto más estrictas las regulaciones financieras. Después de la crisis de 2008, regulaciones más estrictas -incluida la Ley Dodd-Frank- fueron una reacción natural del gobierno de Obama a Wall Street. "Pero el riesgo es que siempre se puede ir demasiado lejos y llevar a un período de más regulación de lo que sería óptimo”, afirmó Eterovic.
La visión de Romney es que un Estado más pequeño y menores impuestos (de manera más específica, mediante la mantención de los recorte tributarios de la era Bush que caducan en enero) alentarán al sector privado a incrementar el gasto y a conducir el crecimiento económico de una manera más eficiente de lo que el Estado jamás podría hacerlo.
Por supuesto, la retórica previa a la elección es una cosa y otra es lo que un candidato hará en realidad al asumir el mando de la nación. Y en este sentido, según Eterovic, podría no haber mucha diferencia.
“Desde 1953 los gobiernos republicanos y demócratas no han sido tan diferentes en términos de ingresos fiscales o gasto, lo que es muy sorprendente, porque uno pensaría que los republicanos serían más agresivos en reducir el gasto”, dijo.
Aún así, la única forma en que el plan económico de Romney tiene sentido al tiempo que mantiene los recortes tributarios es si la economía crece a una tasa anual del 4% en los próximos cuatro años, pero la proyección más optimista es de un crecimiento del 2,5%. “Ese es el acto de fe”, indicó Eterovic.
Un área en la que los candidatos tienen visiones similares es en el intercambio comercial: tanto en términos de promover el libre comercio como de pedir a China que se haga cargo de prácticas supuestamente injustas. Ambos candidatos han criticado a China durante la campaña, pero Romney ha adoptado una postura más dura, calificando al país de “manipulador cambiario”, entre otras cosas.
Pero Estados Unidos, como Chile, necesita una China que sustente la demanda mundial. A juicio de Fernando Reyes, director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, no es ninguna coincidencia que el Partido Comunista de China se reúna el 8 de noviembre -apenas dos días después de la elección- para analizar una nueva estructura de liderazgo. Reyes sostuvo que China está atravesando un período de profunda reforma económica y política, el que podría tener importantes ramificaciones para Estados Unidos.
Incapaz de competir con China en términos de costos de manufactura, Estados Unidos debe concentrarse más en la innovación y la economía del conocimiento. Pero existen preocupaciones en cuanto a que Estados Unidos está perdiendo terreno en educación e innovación tecnológica, precisamente las áreas en las que China ha hecho importantes avances, dijo Reyes.
Como destacó Romney, restaurar a influencia política de Estados Unidos en el exterior depende de tener una sólida economía en casa. Sea quien sea el que ocupe la Oficina Oval en el 2013, los panelistas estuvieron de acuerdo en que lo mejor para Chile es que el ganador se concentre en fortalecer la economía local, al tiempo que evita un exceso de regulación que podría limitar el crecimiento.
What does the outcome of the US election mean for Chile? On the surface, it seems, not much - Latin America was barely been mentioned in the final debate on foreign policy, which was largely focused on the Middle East – but the economic visions offered by the two presidential candidates, and specifically their plans regarding China, could affect markets for Chilean exports.
On October 23, AmCham hosted a panel discussion with economists and international relations experts to discuss the political and economic implications of the US election. Karen Poniachik, director of Columbia University’s Global Center for Latin America and an AmCham director, moderated the panel.
Although recent polls indicate that the candidates are in a dead heat with the winner likely be decided in the swing states of Ohio, Wisconsin and Florida, the panel’s consensus was that President Obama would likely triumph again. Whoever wins, however, the panelists agreed that the most important issue, both for voters and for Chile, is the US economy.
And, despite some recent positive news, the US economy is still in trouble. The recovery from the 2008 financial crisis has been sluggish and the national debt, as a proportion of the country’s Gross Domestic Product, remains at the same level as five years ago (a staggering 250%). Meanwhile, unemployment is stuck at 8.2%.
This has hurt Obama’s chances of reelection and given ammunition to Republican candidate Mitt Romney, who demonstrated in the first debate that, at least when it comes to the economy, he is on solid ground, said panelist Arturo Fermandois, Chile’s former Ambassador to the United States.
However, Romney, a millionaire and former head of Bain Capital, showed in the third debate that foreign policy is his weakness. According to Robert Funk, deputy director of the Institute of Public Affairs at the University of Chile, the similarities between Romney and Chile’s President Sebastián Piñera are striking: both have been successful in the private sector and both are highly intelligent, but they also seem out of touch with some constituencies and neither represents their own party base.
Fortunately for Romney, most US voters are more concerned about the economy than foreign policy. That’s not surprising considering that many are worried about either getting a job or holding on to their current one, says Dalibor Eterovic, chief economist at Grupo Security. Unemployment is a major concern in this election and, in this regard, both candidates have promised to create more jobs.
The US economy needs to create over 300,000 jobs a month to bring down the unemployment rate, said Eterovic. But to do this and reduce the deficit, the economy must grow faster. In this aspect, Romney and Obama represent two different schools of economic thought.
Obama argues that the 2008 crisis was exceptional – indeed, it was the most significant economic downturn in the U.S. since the Great Depression of the 1930s – and that, as a result, the recovery will take time. In order to get the economy growing again, his administration has saved the auto industry and increased public spending on clean energy projects, among others.
It has also tightened financial regulations. After the 2008 crisis, stricter regulations, including the Dodd-Frank Act, were a natural reaction by the Obama administration to Wall Street. “But the risk is you can always go too far, leading to a period of more regulation than would be optimum,” said Eterovic.
Romney’s view is that a smaller state and lower taxes (more specifically, by maintaining the Bush tax cuts that are due to expire in January) will encourage the private sector to increase spending and drive economic growth more efficiently than the State ever could.
Of course, pre-election rhetoric is one thing and another is what a candidate will actually do in office. And in that respect, according to Eterovic, there may not be much difference.
“Since 1953 the Republican and Democrat administrations haven’t been that different in terms of fiscal revenues or expenditure, which is very surprising because you would think the Republicans would be more aggressive in reducing expenditure,” he said.
Even so, the only way Romney’s economic plan adds up while maintaining tax cuts is if the economy grows at 4% annually in the next four years, but the most optimistic projection is for 2.5% growth. “That is the act of faith,” said Eterovic.
One area in which the candidates hold similar views is on trade – both in terms of promoting free trade and calling China to task for alleged unfair practices. Both candidates have criticized China during the campaign, but Romney has taken a tougher stance, calling it a “currency manipulator” among other things.
But the US, like Chile, needs a strong China to sustain world demand. According to Fernando Reyes, director of the Center of Latin American Studies on China, it is no coincidence that the Chinese Communist Party meets on November 8, just two days after the election, to discuss a new leadership structure. He said China is going through a period of profound economic and political reform that could have important ramifications for the U.S.
Unable to compete with China in terms of manufacturing costs, the U.S. must focus more than ever on innovation and the knowledge economy. But there are concerns that the U.S. is losing ground in education and technological innovation, precisely the areas where China has made important progress, said Reyes.
As Romney has pointed out, restoring US political influence abroad depends on having a strong economy at home. Whoever occupies the Oval Office in 2013, the panelists agreed it is in Chile’s best interests that the winner focuses on strengthening the domestic economy while avoiding overregulation that could limit growth.