El valor se define como cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros, temores o vicisitudes con aplomo y resolución,. Es valentía, una cualidad tan excepcional como fina.
Este es el legado de Ricardo Claro Valdés –líder empresarial, emprendedor, ávido lector y filántropo con una fe sólida, un profundo amor por su país, pasión por las artes y amor por su familia- quien falleció el mes pasado a los 74 años de edad.
Los visionarios son sólo soñadores si no tienen valor, el valor para tomar decisiones difíciles, el valor para escoger caminos que no son aceptados tradicionalmente y el valor de enfrentar los distintos desafíos que aparecen a lo largo del camino.
Ricardo Claro fue un visionario para Chile en momentos en que el país necesitaba más que nunca esta visión. Desarrolló la que hoy en día es las más globalizada de todas las empresas chilenas, Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV). Mostró a una nación cómo sacar partido de su mayor oportunidad económica y ciertamente de uno de sus mayores desafíos durante el último siglo: tener el valor para abrir sus fronteras al comercio y la competencia.
No escogió un camino sencillo. La industria naviera es una de las más competitivas del planeta. No logró el éxito sobre la base de grandes riquezas, sino más bien sobre la base del trabajo arduo, la disciplina, la visión y la capacidad para asumir riesgos bien calculados y bien informados. Forjó un emblema para su grupo, un muy respetado líder mundial de la industria naviera, y un emblema para su país.
A lo largo del camino, Ricardo Claro también desarrolló una red de conexiones sin precedentes para anteriores líderes de negocios de la historia de Chile. Y de manera más importante, usó esta red para mejorar y profundizar la conexión de Chile con el mundo para relaciones entre países, así como entre empresas, construidas por gente, y Ricardo Claro representó lo mejor de Chile. Trabajó de manera diligente en el respaldo del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos así como también para fortalecer las relaciones con China, India y muchos otros países.
Pero sus aportes fueron aún más lejos. Forjó amistad y entendimiento alrededor del mundo para transmitir la rica cultura de Chile al mundo y, al mismo tiempo, para traer lo mejor de la cultura mundial a Chile. Dio a Chile la oportunidad de conocer las mejores piezas de ópera, danza y música, las que trajo al Teatro Municipal. Siempre le estaremos agradecidos por los muchos y hermosos libros de las artes visuales y escritas de Chile que patrocinó. Más importante, le agradecemos por el espléndido tributo a la historia de Chile plasmado en el Museo Andino que representará por siempre y maravillosamente la identidad del país.
Todos estos logros fueron para el beneficio de todo el pueblo de Chile. Mostró una profunda preocupación por sus trabajadores al capacitarlos y convertirlos en los más competitivos de la industria. El mes pasado también fue testigo de la gran cantidad de organizaciones de beneficencia que apoyó silenciosamente durante años a medida que estas hacían público su aprecio por la vida de un gran chileno. Esto es verdadera responsabilidad social, realizada de manera efectiva, responsable y humilde.
AmCham reconoció a Ricardo Claro en el 2005 con su mayor distinción, el Premio al Fomento del Libre Comercio. Apreciamos y respetamos su contribución a Chile y a la inserción de Chile en el mundo. Queremos rendirle honores nuevamente por el valor que es la marca de su legado. Chile honra a un ciudadano querido y el mundo honra a un amado chileno.