A medida que pasan los días, vamos sabiendo más sobre las terribles consecuencias del terremoto, tanto a nivel humano como a nivel económico. Pero en medio de todas las malas noticias, hemos sido testigos de actos heroicos de parte de nuestros compatriotas, lo que refleja la solidaridad y cooperación mostrada por todos los sectores de la sociedad. Esta respuesta positiva también puede observarse en el ámbito económico. Si bien las oportunidades de reconstrucción no compensarán la pérdida del patrimonio nacional, ellas podrán convertirse en el punto de partida de una sociedad más justa y próspera con mayores tasas de empleo y productividad, y una infraestructura de mejor calidad.
El Gobierno ha estimado que el costo total de los daños del terremoto llegará a cerca de US$ 30.000 millones, incluidos US$ 21.000 millones en costos de reconstrucción y US$ 7.600 millones en pérdidas asociadas a una menor producción en los próximos cuatro años. Los costos se dividen casi mitad y mitad entre los sectores privado y público, lo que deja al Estado con compromisos para la reconstrucción de US$ 10.600 millones de los cuales US$ 1.200 millones provendrán de seguros. Con estas cifras en mente, ahora podemos explorar las consecuencias y los desafíos económicos.
Claramente, el terremoto tendrá un efecto negativo de corto plazo sobre el crecimiento. En el primer trimestre veremos una fuerte caída en la actividad (prevemos que el Índice Mensual de Actividad Económica, IMACEC, de Chile haya caído un 5,0% interanual en marzo, tras crecer un 2,7% en febrero), pero esto debiera dar paso a un sólido repunte más adelante en el año seguido por un crecimiento en 2011 mayor al que se proyectaba antes del terremoto. La reconstrucción impulsará el crecimiento, creará empleos y traerá como resultado un aumento en la inversión.
El consumo privado se debilitará este año por la pérdida de riqueza y la desviación de recursos para efectuar las reparaciones, pero debiera repuntar en el 2011 a medida que el desempleo disminuye. Finalmente, es probable que observemos un moderado aumento de la inflación este año y el próximo. Este escenario obligará al Banco Central de Chile a comenzar a aumentar la tasa de interés referencial probablemente en junio del 2010. Prevemos que la tasa aumentará del 0,5% a por lo menos el 2,0% a fines de este año y al 5,0% en el 2011.
En temas fiscales, las consecuencias del terremoto y los desafíos impuestos por la reconstrucción son enormes. Primero, la eficiencia y productividad del nuevo Gobierno será puesta a prueba y su desempeño podría definir el futuro político de la coalición gobernante de centro derecha en las próximas décadas. Además, la reconstrucción requiere financiamiento fresco que en sí mismo no debiera ser difícil de conseguir dada la solidez financiera del Estado, pero de todos modos podría tener serias consecuencias económicas.
En el 2010, proyectamos que la mayor parte de la carga será financiada mediante la emisión de deuda nacional, el estímulo fiscal de fondos soberanos y, en menor medida, por medio de la reasignación de presupuesto, mayores impuestos, donaciones y posibles ventas de activos estatales. Ello conduciría a moderados incrementos en las tasas de interés a largo plazo (el sector privado también está buscando financiamiento) y un techo implícito de la tasa de cambio del dólar de 550 pesos chilenos o menos. En los próximos tres años, prevemos que la reasignación de recursos desempeñará un rol más prominente, pero el déficit persistirá, lo que conducirá a la continua necesidad del Gobierno de vender dólares desde los fondos que acumuló por el cobre.
Un último desafío para el Gobierno, y quizás el más importante, es mostrar a los chilenos que las necesidades de los sectores más desposeídos de la sociedad ocupan un lugar importante en su agenda y que la empresa privada es un medio no sólo para generar riqueza, sino que también para asegurar una distribución más equitativa del ingreso. Un aumento de los impuestos a las grandes empresas y una reducción a los impuestos de las personas sería un mecanismo para lograr la mayor parte de estos desafíos.
Cristián Gardeweg es economista de Celfin Capital, firma de corretaje con sede en Santiago.
As the days pass, we are learning more about the terrible consequences of the earthquake, both human and economic. But amongst all the bad news, we have been witness to heroic actions by our countrymen and women, reflecting the solidarity and cooperation shown by all sectors of society. This positive response can also be seen in the economic arena. Although reconstruction opportunities will not compensate for the loss of national wealth, they could become the starting point of a more just and prosperous society with increased employment, productivity and better quality infrastructure.
The government has estimated the total cost of the earthquake to reach about US$30 billion including US$21 billion in reconstruction costs and US$7.6 billion in losses associated with lower production in the next four years. The costs are split roughly half and half between the private and public sectors, leaving the state with commitments for reconstruction of US$10.6 billion of which US$1.2 billion will come from insurance. With these figures in mind, we can now explore the consequences and economic challenges.
Clearly, the earthquake will have a short-term negative impact on growth. In the first quarter we will see a sharp drop in activity (we expect Chile’s monthly economic activity index, IMACEC, to have fallen 5.0% in March year-on-year, after rising 2.7% in February), but this should give way to a strong rebound later in the year followed by higher growth in 2011 than was projected prior to the earthquake. Reconstruction will drive growth, create jobs and result in increased investment.
Private consumption will be weakened this year by the loss of wealth and the diversion of resources to carry out repairs, but it should bounce back in 2011 as unemployment falls. Finally, we will likely see a moderate increase in inflation this year and next. This scenario will compel the Central Bank to start increasing the benchmark interest rate probably in June 2010. We expect the rate will rise from 0.5% to at least 2.0% later this year and 5.0% in 2011.
In fiscal matters, the consequences of the earthquake and the challenges posed by reconstruction are great. First, the efficiency and productivity of the new government will be put to the test and its performance could define the political future of the governing center-right coalition for decades to come. In addition, reconstruction requires fresh financing which in itself should not be difficult to find given the financial strength of the state, but it could still have serious economic consequences.
In 2010, we expect that the bulk of the burden will be financed by domestic debt issuance, fiscal stimulus from sovereign wealth funds and, to a lesser extent, by budgetary reallocation, higher taxes, donations and possible sales of state assets. This would lead to moderate increases in long term interest rates (the private sector is also seeking financing) and an implicit ceiling for the U.S. dollar exchange rate of 550 Chilean pesos or less. In the next three years, we expect the reallocation of resources will play a more prominent role but the deficit will persist, leading to the continuing need for the government to sell dollars from its copper funds.
A final challenge for the government, and perhaps the most important, is to show Chileans that the needs of the poorest sectors of society are high on its agenda and that private enterprise is a means not only to generate wealth but also ensure more equitable income distribution. An increase in taxes on big business and a reduction in personal taxes would be a mechanism to achieve most of these challenges.
Cristián Gardeweg is an economist at Santiago brokerage firm Celfin Capital.