Diversificar las Exportaciones de Chile Diversifying Chile’s Exports

02 Enero 2012

Las exportaciones chilenas están en alza. El año pasado, el país exportó bienes por un monto de US$71.000 millones, un 31,5% más que en el 2009. Las exportaciones durante los 11 primeros meses del 2011 sumaron un total de US$74.000 millones, un alza del 17% frente al mismo período del año pasado.

Pero si bien el valor de las exportaciones chilenas está creciendo, la cesta de productos que el país vende al extranjero en realidad se está contrayendo. Según cifras de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) de Chile, la cantidad de productos que Chile exporta ha caído de manera constante de 5.302 en el 2005 a 4.938 en el 2010.

La razón es la mayor demanda y precio de una serie de bienes básicos que Chile produces en abundancia, explica Hugo Baierlein, gerente de comercio exterior de SOFOFA.














































































El cobre por sí solo ha correspondido a más de la mitad de las exportaciones chilenas en lo que va del año. Añada otros bienes básicos como la celulosa de madera, usada en la producción de papel, y el molibdeno, un subproducto de la minería del cobre, y la cifra se eleva a casi un 60% de las exportaciones del país, un alza respecto del 40% de hace una década.

Durante la última década y media, Chile ha suscrito una serie de tratados de libre comercio y otros pactos comerciales que otorgan a sus bienes y servicios acceso preferencial a mercados que representan a la mayor parte de la economía y la población del mundo.

El Gobierno y las empresas esperaban que bajar las barreras comerciales ayudaría a diversificar el comercio exterior de Chile lejos del cobre y otras exportaciones tradicionales a una gama más amplia de bienes y servicios.

Esto se refleja en la diversificación de las exportaciones al mercado estadounidense. En los primeros nueve meses del 2011, 1.962 empresas chilenas exportaron 1.734 productos a Estados Unidos –la mayor cantidad que cualquier otro mercado– y las exportaciones totales crecieron en un 34% a US$ 7.120 millones, lo que representa el tercer destino de exportación más importante de Chile después de China y la Unión Europea.

No obstante, las exportaciones de productos agrícolas y minerales aún domina la cesta de exportaciones de Chile. Se suponía que el sector manufacturero sería uno de los grandes beneficiarios de la agenda de libre comercio de Chile, pero eso se basó en parte en expectativas poco realistas. Cuando las firmas manufactureras de Chile ingresaron a nuevos mercados en Europa, América del Norte y Asia Oriental, pronto se encontraron con otras barreras, especialmente estándares de calidad.

“Pensamos que una vez que los acuerdos se firmaran, sería sencillo”, admite Baierlein. “Pero pronto nos dimos cuenta que los estándares eran muy altos”.

Estándares de Calidad

SOFOFA ahora trabaja estrechamente con el Gobierno y el Instituto Nacional de Normalización para desarrollar normas para una amplia gama de sectores a fin de facilitar que ellos ingresen a nuevos mercados.

Se han logrado significativos avances y la cantidad de firmas manufactureras chilenas se ha cuadruplicado en los últimos cinco años lo que trajo importantes beneficios a algunas partes de la economía.

Desde que se publicaron dos estándares de calidad para fósforos, por ejemplo, los fabricantes chilenos de fósforos ahora exportan a 12 países alrededor del mundo, señala Baierlein.

Los estándares de calidad no solo ayudan a las empresas chilenas a competir en el extranjero, sino que también hacen más difícil que firmas extranjeras exporten productos de pésima calidad a Chile, lo que protege tanto a las empresas locales como a los consumidores despistados.

Pero tan rápidamente como las firmas chilenas cumplen con un tipo de estándar, aparecen otros nuevos. Los supermercados europeos exigen cada vez más que los productos exhiban su huella de carbono. Varias viñas chilenas ya han invertido en energía renovable o están plantando árboles para reducir o contrarrestar las emisiones de gases de efecto invernadero. Otras han adoptado etiquetas de comercio justo, certificando la calidad de sus relaciones laborales. Los estándares sobre el consumo de agua podrían ser los próximos en la lista.

Apreciación de la Moneda

El éxito de Chile en la exportación de cobre y otros bienes básicos ha traído miles de millones de dólares en ingresos tributarios y extranjeros, pero ha resultado ser un arma de doble filo para la economía en su conjunto. A medida que el valor de las exportaciones minerales de Chile se ha disparado producto de la aparentemente insaciable demanda china, el peso chileno se ha apreciado.

Conocida como la Trampa China, esto ha ejercido una presión terrible sobre sectores altamente sensibles a los precios como los exportadores de fruta y los productores de vino.

“Nuestra competitividad se ha visto afectada, los márgenes han caído y el nivel de endeudamiento de la industria ha aumentado”, explica Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores de Chile (ASOEX).

Cuando el dólar estadounidense amenazó con traspasar la barrera de los 460 pesos chilenos este año, miles de agricultores del Valle Central, el corazón agrícola de Chile, realizaron una importante protesta exigiendo más respaldo del Gobierno. La prolongada debilidad del dólar podría significar una caída del empleo en un sector que da trabajo a cerca de medio millón de chilenos.

Si bien el Banco Central de Chile ha tratado de apuntalar al dólar, mediante la compra de US$12.000 millones en subastas diarias, es posible que siga débil dado que se proyecta un lento crecimiento para la economía estadounidense.

En tanto, Bown afirma que el Gobierno podría hacer mucho más para apoyar a la agricultura proporcionando más recursos destinados a controles fitosanitarios y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), además de invertir en la imagen de Chile en el extranjero.

Sin embargo, la respuesta real yace en reconvertir al sector hacia productos y mercados menos vulnerables.

Apuntar a la Calidad

Los tratados de libre comercio ya han permitido que la agricultura chilena haga significativas incursiones en los que alguna vez fueran cerrados mercados asiáticos, diversificando los mercados que la industria atiende. La región del Asia Pacífico hoy en día corresponde al 14% de las exportaciones de frutas, lo que se compara con los casi nada de comienzos del siglo.

Pero el sector también necesita experimentar con variedades destinadas a clientes de mayor valor e invertir más en capacitar a sus trabajadores a fin de incrementar la competitividad y reducir la sensibilidad a fluctuaciones en la tasa de cambio.

“El sector tiene sólidas perspectivas de crecimiento en el mediano plazo si las cosas se hacen bien y logramos llevar a cabo un importante proceso de reconversión”, señala Bown.

La industria vitivinícola de Chile está adoptando una estrategia similar.

A fin de duplicar las exportaciones a US$3.000 millones anualmente en el 2020, la industria necesita concentrarse más en la calidad que en la cantidad. A medida que más productores se especializan en vinos premium, el sector espera poder elevar el precio promedio por caja de 12 botellas de los US$27 actuales a US$37.

Sin poder competir por costos laborales, los fabricantes chilenos solo tendrán éxito en el extranjero si apuntan a mercados de nicho de mayores ingresos, sostiene Baierlein de SOFOFA.

Por ejemplo, la industria textil se ha replegado en los últimos años de cara al vestuario chino barato, pero el sector podría aprovechar mejor las normas de denominación de origen en tratados de libre comercio para importar tela y exportar prendas de alta calidad. Algunas empresas, como Trial, ya están cosechando los beneficios, vendiendo trajes de hombre en tiendas minoristas de Nueva York entre US$600 y US$700.

Promoción del Turismo

Si bien no es estrictamente una exportación, el gobierno ve al turismo entrante como otro medio para atraer ingresos extranjeros. La cifra de visitantes extranjeros en Chile se ha duplicado en la última década a más de 2,7 millones el año pasado, con un fuerte incremento en la cantidad de visitantes de Europa y América del Norte, quienes tienden a quedarse más tiempo en el país y a gastar más.

Los atractivos de Chile desde los fiordos de Aysén hasta el desierto de Atacama son de clase mundial y el país está bien equipado con infraestructura turística como hoteles cinco estrellas, vuelos locales y buenos caminos aún en áreas remotas, sostiene Francois Carrere, gerente general de CTS Turismo, uno de los mayores operadores de tours privados del país.


















































En enero del 2011, el Gobierno reconoció la importancia del turismo para la economía al lanzar una nueva Subsecretaría de Turismo, dependiente del Ministerio de Economía. Además, AmCham está trabajando con el ministerio y asociaciones de la industria para hacer las regulaciones laborales más flexibles y, por consiguiente, mejorar la competitividad del sector.

Pero Chile aún está muy rezagado en términos de promoción del turismo. Otros países -como Colombia, Perú y Uruguay- ya exhiben ingeniosas campañas en televisión tentando a los extranjeros con sus atractivos. La primera campaña de Chile, por otra parte, se limita a avisos en los buses o trenes subterráneos de cuatro mercados clave: Brasil, Alemania, España y Estados Unidos.

Sin embargo, la real barrera para incrementar el turismo entrante son las insuficientes conexiones aéreas, señala Carrere. Hoy en día el país es mal atendido con apenas un puñado de aerolíneas que controlan rutas clave hacia los principales mercados de Chile, en especial en Europa.

Si bien el Gobierno está trabajando para expandir el cada vez más saturado aeropuerto internacional de Pudahuel en Santiago con un nuevo terminal que debe estar terminado en el 2017, la industria está ansiosa por ver qué impacto tendrá la fusión de la aerolínea chilena LAN Airlines con su rival brasileña TAM. Pese a que la creación del mayor operador de América latina concentrará aún más los mercados de aviación de la región, los operadores esperan que la nueva empresa aumente la conectividad en especial hacia Brasil y Europa. Vuelos directos a más ciudades en Brasil expandirían enormemente el alcance de Chile en sus mayores mercados.

La industria tampoco ha hecho mucho por abordar a los enormes mercados asiáticos al otro lado del Pacífico, afirma Carrere. La cantidad de visitantes de Japón, India y Rusia sigue siendo muy pequeña comparada con su potencial, pero de nuevo las conexiones aéreas siguen siendo un cuello de botella. En contraste, la industria ha podido construir importantes mercados en Australia y Nueva Zelanda, gracias a los vuelos directos hacia Sidney y Auckland, afirma.

¿Una Plataforma de TI?

Las conexiones no son un problema para el pujante sector de tecnologías de la información de Chile. Sus capacitados profesionales, zona horaria común con la costa Atlántica de Estados Unidos y su infraestructura de comunicaciones de clase mundial –una de las mejores de la región– han convertido a Chile en una base natural para un creciente número de firmas de tecnología, señala Raúl Ciudad, presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información (ACTI).

Hasta ahora la industria se concentra ampliamente en el mercado local –apenas US$500 millones de los US$4.000 millones invertidos en TI el año pasado se relacionaron con exportaciones– pero al unir fuerzas con servicios financieros, de ingeniería y otros profesionales, los líderes empresariales creen que Chile podría convertirse en un centro para una serie de servicios globales

“Estimamos que podemos incrementar las exportaciones de servicios globales a cerca de US$5.000 millones dentro de unos años, un alza frente a los US$2.000 millones actuales”, calcula Ciudad.

No obstante, la mayor barrera es la falta de personal capacitado. Si bien los ingenieros chilenos son respetados (se les considerada más equilibrados que sus colegas de otras partes del mundo) y representan un costo casi un 40% inferior a sus contrapartes estadounidenses, hay muy pocos de ellos. La cantidad de estudiantes se puede haber disparado en la última década, pero la cantidad que opta por carreras de carácter técnico se ha rezagado.

“Los jóvenes parecen preferir carreras que perciben como más sencillas como periodismo o sociología”, se lamenta Ciudad.

ACTI y otros agrupaciones empresariales están tratando de persuadir al Gobierno sobre la necesidad de una campaña que convenza a los egresados de educación secundaria de optar por carreras técnicas mejor remuneradas, pero el tema se ha perdido en medio del debate de este año sobre si los estudiantes deberían pagar por su educación.

De igual forma, la industria enfrenta una enorme escasez de personal competente en inglés. Casi la mitad de la fuerza laboral de TI de Chile habla inglés lo que se compara con el 3% a nivel nacional. Esto hace mucho más difícil para Chile llenar los call-centers y mesas de ayuda en los que podría sobresalir. La falta de habilidades idiomáticas también perjudica el desarrollo de los servicios de turismo, sostiene Carrere.

El Tamaño lo es Todo

Otro problema que enfrentan los potenciales exportadores es el tamaño. La mayoría de las compañías chilenas, desde las de TI hasta las de manufactura, son pequeñas empresas con un puñado de empleados dedicado a atender a una pequeña cantidad de clientes y productos.

Incluso un pedido de una pequeña firma estadounidense inundaría sus libros, señala Baierlein de SOFOFA. En respuesta, el Gobierno está tratando de alentar a las firmas chilenas a unir fuerzas con el fin de poder aprovechar las oportunidades en estos mercados más grandes.

Otro estratega es asumir objetivos más pequeños. Las empresas chilenas esperaban que los tratados de libre comercio abrieran una mina de oro de oportunidades al permitirles participar en licitaciones de compras públicas en Estados Unidos y Europa, pero esto no ha pasado, en parte porque muchas empresas chilenas carecen de la escala necesaria.

De modo que SOFOFA planea encabezar misiones que permitan a las empresas chilenas participar en licitaciones en mercados más pequeños en la región antes de tratar de pescar a un pez más grande.

“Comenzaremos con Colombia, Paraguay y Costa Rica, lograremos algunos éxitos y solo después de eso avanzaremos hacia Estados Unidos”, explica Baierlein.

Otro aspecto de la red de tratados de libre comercio de Chile es el potencial para convertir al país en una plataforma de negocios. Al explotar las normas de denominación de origen incluidas en los pactos, las empresas de otros países podrían emplear a Chile como un trampolín hacia mercados que de lo contrario estarían cerrados a sus productos.

Varias firmas europeas ya han instalado operaciones en Chile por el acceso que la nación ofrece a China y Estados Unidos. “Estamos viendo empresas españolas aquí a razón de una o dos por semanas”, sostiene Baierlein.

Tales inversiones, por supuesto, podrían ser vulnerables a la suscripción de otros acuerdos. El fabricante francés de automóviles Peugeot solía ensamblar autos en Chile para los mercados mexicano y colombiano, pero cuando México suscribió un tratado de libre comercio con la Unión Europea en el 2000, Peugeot trasladó sus operaciones a Francia y Chile perdió exportaciones avaluadas en cerca de US$700 millones al año.

Sin embargo, la postura cada vez más proteccionista adoptada por Argentina y Brasil -socios en el Mercosur de Chile- hace muy poco probable que suscriban pactos comerciales con Estados Unidos y, como resultado, las firmas están haciendo fila para invertir en Chile.

Atraer inversión extranjera y explotar oportunidades de nicho es vital si Chile quiere reducir su dependencia del cobre, el molibdeno y la celulosa. Desarrollar nuevos productos y servicios es especialmente difícil cuando los altos precios del cobre debilitan su competitividad, pero cuando el auge del cobre finalmente termine, como debe ocurrir, Chile tendrá que volcarse hacia estas alternativas.

Tom Azzopardi trabaja como periodista freelance en Santiago

Chilean exports are on the rise. Last year, the country exported US$71 billion worth of goods, up 31.5% from 2009. Exports during the first eleven months of 2011 totaled US$74 billion, up 17% from the same period of last year.

But while the value of Chilean exports is growing, the basket of products the country exports is actually shrinking. According to figures from Chile’s industrial association SOFOFA, the number of products Chile exports has fallen steadily from 5,302 in 2005 to 4,938 in 2010.

The reason is higher demand and prices for a handful of commodities which Chile produces in abundance, explains Hugo Baierlein, head of foreign trade at SOFOFA.



















































































Copper alone has accounted for more than half of Chilean exports so far this year. Add other commodities such as wood pulp, used in paper production, and molybdenum, a byproduct of copper mining, and the figure rises to almost 60% of the country’s exports, up from 40% a decade ago.

Over the last decade and a half, Chile has signed a flurry of free trade agreements and other commercial treaties which give its goods and services preferential access to markets representing most of the world’s economy and population.

Government and business expected that bringing down trade walls would help to diversify Chile’s foreign trade away from copper and other traditional exports to a wider range of goods and services.

This is reflected in the diversification of exports to the US market. In the first nine months of 2011, 1,962 Chilean firms exported 1,734 products to the United States – the most of any other market – and total exports grew by 34% to US$ 7.12 billion, representing Chile’s third most important export destination after China and the European Union.

But exports of minerals and agricultural products still dominate Chile’s export basket. Manufacturing was supposed to be one of the big beneficiaries of Chile’s free trade agenda but that was partly based on unrealistic expectations. When Chilean manufacturers moved into new markets in Europe, North America and East Asia, they soon ran up against other barriers, especially quality standards.

“We thought, once the agreements were inked, it would be easy,” admits Baierlein. “But soon we realized the standards are very high.”

Quality standards

SOFOFA is now working closely with the government and the National Standardization Institute to develop norms for a wide range of sectors to make it easier for them to break into new markets.

Significant progress has been made and the number of Chilean manufacturers has quadrupled in the last five years bringing major benefits to some parts of the economy.

Since two quality standards were published for matches, for example, Chilean matchmakers now export to 12 countries around the world, says Baierlein.

Quality standards not only help Chilean companies compete abroad but also make it tougher for foreign firms to export shoddy products to Chile, protecting both local businesses and unsuspecting consumers.

But as fast as Chilean firms fulfill one kind of standard, new ones are appearing. European supermarkets increasingly require products to display their carbon footprint. Several Chilean wineries have already invested in renewable energy or are planting trees to reduce or offset greenhouse gas emissions. Others have adopted fair trade labels, certifying the quality of their labor relations. Standards on water consumption could follow.

Currency appreciation

Chile’s success in exporting copper and other commodities has brought in billions of dollars in tax revenues and foreign earnings but has proved a double-edged sword to the economy as a whole. As the value of Chile’s mineral exports has soared on the back of apparently insatiable Chinese demand, the value of the Chilean peso has climbed.

Known as the China Trap, this has put terrible pressure on highly price sensitive sectors such as fruit exporters and wine producers.

“Our competitiveness has been affected, margins have fallen and the level of indebtedness in the industry has risen,” explains Ronald Bown, president of the fruit exporters association, ASOEX.

When the US dollar threatened to break through the 460-Chilean-peso barrier earlier this year, thousands of farmers from the Central Valley, Chile’s agricultural heartland, held a major protest demanding more support from the government. Prolonged weakness in the dollar could cost jobs in a sector which employs close to half a million Chileans.

Although the Central Bank has sought to shore up the dollar, buying up US$12 billion worth in daily auctions, it is likely to remain weak given the slow projected growth of the US economy.

Meanwhile, Bown says the government could do much more to support farming by providing more resources for phytosanitary controls and the Agriculture Inspection Service (SAG), as well as investing in Chile’s image abroad.

But the real answer lies with reconverting the sector to less vulnerable products and markets.

Aiming for quality

Free trade agreements have already allowed Chilean agriculture to make significant inroads into once-closed Asian markets, diversifying the markets the industry serves. The Asia Pacific region today accounts for 14% of fruit exports, up from almost nothing at the beginning of the century.

But the sector also needs to experiment with higher end varieties and invest more in training its workers to increase competitiveness and reduce sensitivity to fluctuations in the exchange rate.

“The sector has strong growth prospects in the medium term if things are done well and we manage to pull off a major reconversion process,” says Bown.

Chile’s wine industry is adopting a similar strategy.

In order to double exports to US$3 billion annually by 2020, the industry needs to go for quality rather than quantity. As more producers specialize in premium wines, the sector hopes it can boost the average price for a box of twelve bottles to US$37, from US$27 currently.

Unable to compete on labor costs, Chilean manufacturing will only succeed abroad by targeting high-end niche markets, argues SOFOFA’s Baierlein.

For example, the textiles industry has retreated in recent years in the face of cheap Chinese apparel, but the industry could take better advantage of rules of origin clauses in free trade agreements to import cloth and export high quality garments. Some companies, such as Trial, are already reaping the benefits, selling men’s suits in New York retailing at US$600-US$700.

Tourism promotion

Although not strictly an export, the government sees inbound tourism as another means of pulling in foreign income. The number of foreign visitors to Chile has doubled over the last decade to over 2.7 million last year, with a sharp increase in the number of long-haul visitors from Europe and North America who tend to stay longer and spend more.

Chile’s attractions from the fjords of Aysen to the Atacama Desert are world-class and the country is well-served with tourism infrastructure such as five-star hotels, domestic flights and good roads even in remote areas, says Francois Carrere, general manager at CTS Turismo, one of the country’s largest private tour operators.









































































In January 2011, the government recognized the importance of tourism for the economy by launching a new Undersecretary for Tourism, dependent on the Economy Ministry. In addition, AmCham is working with the Ministry and industry associations to make labor regulations more flexible and thereby improve the competitiveness of the sector.

But Chile is still a long way behind in terms of tourism promotion. Other countries, such as Colombia, Peru and Uruguay, already run slick TV campaigns tempting foreigners with their attractions. Chile’s first campaign, on the other hand, is limited to bus and metro adverts in four key markets: Brazil, Germany, Spain and the United States.

However, the real barrier to increasing inbound tourism is insufficient air connections, says Carrere. Today the country is poorly served with just a handful of airlines controlling the key routes to Chile’s main markets, especially in Europe.

While the government is working to expand Santiago’s increasingly-clogged Pudahuel international airport with a new terminal due for completion in 2017, the industry is keenly watching to see what impact the merger of Chilean airline LAN Airlines with Brazilian rival TAM will have. Although the creation of Latin America’s largest carrier will further concentrate the region’s aviation markets, operators hope the new company will increase connectivity especially to Brazil and Europe. Direct flights to more cities in Brazil would massively expand Chile’s reach in its largest market.

The industry has also done little to tap the huge Asian markets on the other side of the Pacific, says Carrere. Visitor numbers from Japan, India and Russia remain tiny compared to their potential but again air connections remain a bottleneck. In contrast, the industry has been able to build important markets in Australia and New Zealand, thanks to direct flights to Sydney and Auckland, he says.

An IT platform?

Connections are not a problem for Chile’s surging information technology sector. Its skilled professionals, a common time zone with the US Atlantic coast, and its world class communications infrastructure – one of the best in the region – have made Chile a natural base for an increasing number of technology firms, says Raul Ciudad, president of information technology association ACTI.

So far the industry is largely focused on the domestic market – just US$500 million out of US$4 billion invested in IT last year was export-related – but by joining forces with financial, engineering and other professional services, business leaders believe Chile could become a hub for a range of global services.

“We reckon we can increase exports of global services to around US$5 billion within a few years, up from US$2 billion currently,” estimates Ciudad.

The biggest barrier, however, is a lack of trained recruits. While Chilean engineers are well-respected (they are seen as more rounded than colleagues from elsewhere) and cost about 40% less than their US counterparts, there are far too few of them. Student numbers may have exploded over the last decade but the numbers opting for technical courses have lagged.

“Young people seem to prefer courses they see as easier like journalism or sociology,” laments Ciudad.

ACTI and other business groups are trying to persuade the government of the need for a campaign to convince school-leavers to opt for better-remunerated technical careers, but the issue has been lost in this year’s debate over whether students should pay for their education.

Similarly, the industry faces a massive shortfall of competent English-speakers. Roughly half of Chile’s IT workforce speaks English compared to 3% nationally. This makes it much more difficult for Chile to fill the call-centers and helpdesks at which it could excel. Lack of language skills also hinders the development of tourism services, says Carrere.

Size is everything

Another problem facing potential exporters is size. Most Chilean companies, from IT to manufacturing, are small businesses with a handful of employees dedicated to servicing a small number of clients and products.

Even an order from a small US firm would swamp their books, says SOFOFA’s Baierlein. In response, the government is trying to encourage Chilean firms to join forces in order to be able to seize opportunities in these bigger markets.

Another strategy is to take on smaller targets. Chilean businesses had hoped free trade agreements would open up a goldmine of opportunities by permitting them to participate in public purchasing tenders in the United States and Europe but this had not come to pass, partly because many Chilean firms lack the necessary scale.

So SOFOFA plans to lead missions to allow Chilean firms to participate in tenders in smaller markets in the region before trying to hook bigger fish.

“We will start with Colombia, Paraguay and Costa Rica, develop some success stories, and only then move onto the U.S.,” explains Baierlein.

Another aspect of Chile’s network of free trade agreements is the potential to turn the country into a business platform. By exploiting rules of origin included in the deals, firms from third countries could use Chile as a springboard to markets that would otherwise be closed to their products.

Several European firms have already installed operations in Chile for the access it offers to China and the United States. “We are seeing Spanish firms here at the rate of one or two a week,” says Baierlein.

Such investments, of course, may be vulnerable to the signing of other agreements. The French carmaker Peugeot used to assemble cars in Chile for the Mexican and Colombian markets, but when Mexico signed a free trade agreement with the European Union in 2000, Peugeot moved its operations to France and Chile lost out on exports worth around US$700 million a year.

But the increasingly-protectionist stance taken by Chile’s Mercosur partners Argentina and Brazil makes it highly unlikely they will sign trade deals with the United States and, as a result, firms are lining up to invest in Chile.

Attracting foreign investment and exploiting niche opportunities is vital if Chile wants to reduce its dependence on copper, molybdenum and pulp. Developing new products and services is especially difficult when high copper prices weaken their competitiveness, but when the copper boom eventually ends, as it must, it will be to these alternatives that Chile will have to turn.

Tom Azzopardi is a freelance journalist based in Santiago

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