Una casa sin pretensiones en la comuna de Vitacura en Santiago difícilmente corresponde a la imagen que la mayoría de la gente tiene de un lugar donde se elaboran videojuegos. No obstante, es donde se desarrolló Freaking Inkies, uno de los últimos juegos en llegar al mercado de los iPhone.
Freaking Inkies -un videojuego que consiste en disparar pintura en lugar de armas más crueles, el truco está en mezclar los colores- es el primer lanzamiento de Atakama Labs, empresa formada en agosto pasado por los empresarios argentinos Esteban Sosnik y Tiburcio de la Cárcova con el respaldo de dos fondos chilenos de capital de riesgo.
El juego para iPhone es una pequeña muestra de lo que la empresa puede producir, antes de su lanzamiento en junio de un juego más grande para redes sociales, sostiene de la Cárcova. Durante los próximos dos años, la firma espera desarrollar otros cuatro o cinco juegos grandes, añade.
Atakama Labs es la segunda empresa de desarrollo de videojuegos de los dos emprendedores. Ambos unieron fuerzas por primera vez en el 2002, luego de ser presentados por conocidos mutuos, para fundar Wanako Games, la empresa que vendieron en el 2006 por US$ 10 millones al gigante de la industria Vivendi Games.
No obstante, en Atakama Games, no están simplemente repitiendo una fórmula probada. Es un proyecto mucho más ambicioso, señala de la Cárcova.
Mientras Wanako desarrolló videojuegos para consolas tradicionales, Atakama Labs producirá juegos para redes sociales como Facebook. Y, al vender directamente al consumidor, en lugar de a través de distribuidores, aspira a captar toda la cadena de valor y no sólo la parte de desarrollo de los ingresos.
“Es un desafío mucho más grande, pero también hay mucha más ventaja”, sostiene de la Cárcova. Y, con una industria de juegos cuyo valor se estima en US$ 50.000 millones a nivel global y que crece rápidamente, esa es una perspectiva tentadora.
Para su puesta en marcha, Atakama Labs recaudó US$ 2 millones -más la promesa de otros US$ 2 millones- de Austral Capital y Copec-UC, los dos fondos chilenos de capital de riesgo que poseen un poco menos del 50% de la compañía. “Eso fue un verdadero logro, porque lo hicimos a mediados del 2009 en medio de toda la incertidumbre financiera”, recuerda De la Cárcova.
La confianza de quienes respaldan a la empresa se inspira en parte el éxito de Tiburcio de la Cárcova y Esteban Sosnik en Wanako Games, donde contaron con el respaldo de Wenceslao Casares, el empresario argentino que es un modelo a seguir para los aspirantes a empresarios en toda América Latina. “Nuestro historial les dio la confianza de que si teníamos una buena idea -y eso es siempre un ‘si’- tendríamos la capacidad de desarrollarla”, explica de la Cárcova.
No obstante, esa no fue la única razón para decidirse a situar la sede de la rama de desarrollo de la empresa en Chile. En el 2002, cuando los dos socios formaron Wanako Games, los atractivos de Chile en términos de estabilidad y previsibilidad eran obvios comparados con la debacle que se vivía en Argentina. “Pero muchas de las premisas en las que basamos esa decisión demostraron ser correctas”, destaca el cofundador Esteban Sosnik.
Al contrario de las frecuentes críticas a los trámites burocráticos como un desincentivo para iniciar una compañía en Chile, Sosnik señala que Wanako Games y Atakama Labs tuvieron una experiencia positiva. “Encontramos pocas de las interferencias que pueden distraer tanto tiempo y dinero de las tareas clave involucradas en el lanzamiento de una empresa”.
Y, según de la Cárcova, también encontraron un grupo de talento interesante -“más virgen que lo que encontramos en Estados Unidos”. De las 14 personas que componen la fuerza laboral de Atakama Labs, 10 son chilenas, destaca, y Wanako -que emplea a cerca de 60 personas- se quedó en Chile, a pesar de su venta.
Pero Sosnik y de la Cárcova -quienes fueron seleccionados recientemente para recibir el respaldo de Endeavor, organización estadounidense que promueve el emprendimiento- son en sí mismos una interesante mezcla de talento. Si bien ambos nacieron en Argentina y bordean los 35 años, se acercaron a sus empresas de riesgo compartido desde un ángulo muy diferente.
Tiburcio de la Cárcova, quien estudió leyes en Argentina y España, comenzó en el lado práctico del negocio. A mediados de la década de los 90, fundó uno de los primeros proveedores de servicios de Internet de Argentina, un éxito que vendió –prematuramente ante la insistencia de sus desorientados patrocinadores, afirma- a una empresa de telecomunicaciones, antes de pasar a fundar Collective Mind, una empresa de servicios de Internet que -como tantas de sus contemporáneas- se vio enfrentada a planes de expansión regional y crecimiento demasiado ambiciosos.
En contraste, Sosnik venía del lado del capital del negocio. Tras estudiar relaciones internacionales y economía en Estados Unidos -donde está asentado en la actualidad como titular de la rama de marketing de Atakama Labs- se unió a JP Morgan.
Luego, a fines de la década de los 90, regresó a Argentina para trabajar en la incipiente industria de capital de riesgo del país, pero pronto se dio cuenta que quería estar más cerca de la acción. “Mi sueño cuando era adolescente era tener un impacto en el mundo que me rodeaba y no hay una forma más rápida y más transparente de hacerlo que iniciando una empresa”, sostiene.
Los socios son reticentes sobre las ventas -“nuestra atención en estos momentos está puesta en la investigación y la formación de equipo, más que en los ingresos”, señala de la Cárcova. La cifra que los socios parecen tener en mente, sin embargo, se sitúa en torno a los US$ 30 millones en ventas dentro de cinco años, principalmente en Estados Unidos y Europa.
Pero también se ven como parte de un panorama más amplio de desarrollo de la industria de videojuegos en Chile y, de hecho, en América Latina. Wanako Games fue un pionero que sirvió como modelo a aseguir para otras empresas, en algunos casos creadas por ex empleados, destaca Sosnik.
En ese sentido, según Sosnik, Wanako Games y Atakama Labs tienen un objetivo que los une. “Lo que los veo haciendo es servir como un puente para llevar el talento latinoamericano al mercado estadounidense”, concluye.
Ruth Bradley es corresponsal en Santiago de The Economist.
An unassuming house in Santiago’s Vitacura district is hardly most people’s image of a place where sophisticated videogames are produced. It is, however, where Freaking Inkies, one of the latest games to hit the iPhone market, was developed.
An arcade shooter that uses paint rather than fiercer weapons - the trick is in mixing the colors - Freaking Inkies is the first launch from Atakama Labs, a company formed last August by Argentine entrepreneurs, Esteban Sosnik and Tiburcio de la Cárcova, with the backing of two Chilean venture capital funds.
The iPhone game is a small taste of what the company can produce, ahead of its June launch of a larger game for social networks, says de la Cárcova. Over the next two years, it expects to develop another four or five large games, he adds.
Atakama Labs is the two entrepreneurs’ second venture into videogame development. They first joined forces in 2002, after being introduced by mutual acquaintances, to found Wanako Games, the company they sold in 2006 for US$10 million to industry giant Vivendi Games.
But, in Atakama Games, they are not just repeating a tried formula. It is a far more ambitious project, says de la Cárcova.
Whereas Wanako developed videogames for traditional consoles, Atakama Labs will produce games for social networks like Facebook. And, by selling directly to the consumer, rather than through distributors, it aims to capture all the value chain, not just the development end of revenues.
“It’s a much bigger challenge,” says de la Cárcova, “but there’s also much more upside.” And, with the gaming industry estimated to be worth US$50 billion globally and growing fast, that is an enticing prospect.
For its start-up, Atakama Labs raised US$ 2 million, plus the promise of a further US$ 2 million, from Austral Capital and Copec-UC, the two Chilean venture capital funds that hold just under a 50% stake in the company. “That was a real achievement because we did it in mid-2009 in the midst of all the financial uncertainty,” recalls de la Cárcova.
The confidence of the company’s backers was inspired partly by his and Sosnik’s success in Wanako Games where they were backed by Wenceslao Casares, the Argentine entrepreneur who is a role model for aspiring entrepreneurs around Latin America. “Our track record gave them the confidence that, if we had a good idea - and that’s always an ‘if’ - we would have the capacity to develop it,” explains de la Cárcova.
But that was not the only reason for deciding to base the development arm of the company in Chile. In 2002, when the two partners formed Wanako Games, Chile’s attractions in terms of stability and predictability were obvious compared with the meltdown in Argentina. “But a lot of the premises on which we based that decision proved right,” notes co-founder Esteban Sosnik.
Contrary to frequent criticism of bureaucratic red tape as a disincentive for starting a company in Chile, he says that Wanako Games and Atakama Labs had a positive experience. “We found few of the disturbances that can distract so much time and money from the key tasks involved in launching a company.”
And, according to de la Cárcova, they also found an interesting pool of talent - “more virgin than we could have found in the United States”. Out of the 14-strong workforce at Atakama Labs, ten are Chileans, he points out, and Wanako, which employs around 60 people, has remained in Chile, despite its sale.
But Sosnik and de la Cárcova, who were recently selected for support from Endeavor, a U.S.-based organization that promotes entrepreneurship, are themselves an interesting mix of talent. Although both born in Argentina and in their mid-30s, they approached their joint ventures from a very different angle.
De la Cárcova, who studied law in Argentina and Spain, started at the hands-on end of the business. In the mid-1990s, he founded one of Argentina’s first Internet service providers, a success that was sold - prematurely on the insistence of its misguided backers, he says - to a telecommunications company, before going on to found Collective Mind, an Internet services company that, like so many of its contemporaries, fell foul of over-ambitious growth and regional expansion plans.
Sosnik, by comparison, came from the money end of the business. After studying international relations and economics in the United States - where he is currently based as the head of Atakama Labs’ marketing arm - he joined JP Morgan.
Then, in the late 1990s, he returned to Argentina to work in its incipient venture capital industry, but soon realized he wanted to be closer to the action. “My dream from my teenage years was to have an impact on the world around me and there’s no faster, more transparent way of doing that than to start a company,” he says.
The partners are reticent about sales - “our focus at this stage is on research and team building, rather than revenues,” says de la Cárcova. The figure the partners appear to have in mind, however, is around US$30 million in sales within five years, mostly in the United States and Europe.
But they also see themselves as part of a broader picture of the development of the videogames industry in Chile and, indeed, Latin America. Wanako Games was a pioneer that has served as a role model for other companies, in some cases created by former employees, points out Sosnik.
In that sense, according to Sosnik, Wanako Games and Atakama Labs have a unifying aim. “What I see them as doing is serving as a bridge for taking Latin American talent to the U.S. market,” he concludes.
Ruth Bradley is the Santiago correspondent of The Economist.