De la Defensa a la Seguridad Pública From Defense to Security Policy

01 Septiembre 2011


Para la pequeña y abierta economía de Chile, la globalización sin duda ha traído muchos beneficios, pero -a juicio del ministro de Defensa de Chile, Andrés Allamand- también ha traído consigo una nueva responsabilidad de contribuir a mitigar las amenazas que comparten los países alrededor del mundo y que son inherentes al “lado oscuro” de la globalización. O, dicho de otra forma, avanzar desde una política de defensa tradicional hacia una política de seguridad.


En el marco de un desayuno de AmCham celebrado el 12 de agosto, el ministro Allamand explicó la diferencia entre ambas. La defensa, sostuvo, se trata de protegerse contra una potencial amenaza militar presentada por una fuente claramente definida e identificada, mientras que la seguridad tiene que ver con amenazas cuya naturaleza es más diversa y más difusa.


Los ejemplos típicos de este último tipo de amenazas son el terrorismo, el tráfico de drogas y el crimen organizado. Sin embargo, la mayor parte de las definiciones modernas también incluyen cuestiones como la seguridad del abastecimiento energético -que en la actualidad es una preocupación vital para Chile- y vulnerabilidades tales como la pobreza extrema, la inequidad y la inmigración ilegal.


Estos riesgos no solo están interconectados -vinculados por su capacidad de socavar instituciones- sino que también trascienden las fronteras e instan a una cooperación internacional. Como resultado, las políticas de defensa nacional como se entendían de manera tradicional ya no son suficientes para un país integrado con el resto del mundo, aseveró el ministro Allamand.


La política de defensa de Chile ha sido clara desde hace mucho tiempo. “Como a menudo enfatiza el Ministerio de Relaciones Exteriores, no tenemos ninguna atención agresiva hacia ningún otro país o reclamos territoriales en contra de nuestros vecinos”, afirmó Allamand, “pero sí tenemos una capacidad militar defensiva y disuasiva”.


No obstante, ahora tal como otros países -Brasil en el 2008, Australia en el 2009, el Reino Unido en el 2010 y, más recientemente, España- Chile está revisando su política de defensa a la luz de estos riesgos menos tradicionales y sus responsabilidades internacionales. Los resultados, que se espera sean publicados este año, servirán como base para una discusión abierta, que incluya no solo el Congreso sino que también a la comunidad académica y, por ejemplo, asociaciones comerciales, prometió Allamand.


Las amenazas a la seguridad no son tan remotas como parecen, advirtió a los socios de la AmCham y sus invitados presentes en el desayuno. Una razón de ello es que “somos parte de América Latina”, afirmó.


Pese al crecimiento y la estabilidad de los últimos años, las instituciones en muchos países latinoamericanos siguen siendo frágiles, destacó. Y, medida según la tasa de homicidios, es la región más violenta del mundo.


Y, en el caso de Chile, las amenazas se están acercando, resaltó. Los esfuerzos de Colombia por aumentar su seguridad han significado un desplazamiento hacia el sur de las plantaciones de coca que entregan la materia prima para la cocaína. Ellas se han trasladado hacia Perú y Bolivia o, en otras palabras, justo al lado de Chile, hizo hincapié.


En consecuencia, el tráfico de drogas también se ha desplazado hacia el sur. “Y eso obviamente no es solamente un problema de la policía”, sugirió Allamand.


En ese contexto, la larga frontera de Chile -que cuenta con relativamente pocos pasos fronterizos formales- constituye una creciente preocupación. Más aún, los denominados corredores bioceánicos -tramos viales y ferroviarios que se extienden a través de la región desde el océano Atlántico al océano Pacífico- que se están construyendo para facilitar el intercambio comercial, facilitan de igual forma las actividades ilícitas, advirtió.


En Chile, los controles fronterizos son manejados por la policía de acuerdo con las instrucciones del Ministerio del Interior, en lugar de por las Fuerzas Armadas y el Ministerio de Defensa. “Pero se necesita mucha más protección”, admitió Allamand, quien identificó a estos como un área en que las Fuerzas Armadas pueden contribuir en un rol secundario.


El terrorismo, que en apariencia es una amenaza remota en Chile, también requiere ser considerado, añadió. “Esta cada vez más claro que el terrorismo está mutando desde una amenaza impuesta por organizaciones como Al Qaeda o, por ejemplo, las FARC a uno presentada por individuos”, sostuvo.


Tome, por ejemplo, el atentado sufrido por Noruega a fines de julio. La nación europea no se salvó por su estatus como uno de los países más desarrollados del mundo o su alto nivel de equidad y protección de los derechos civiles, destacó el ministro Allamand.


Otro tema emergente en materia de seguridad es la protección de los recursos naturales. “En la historia de la humanidad, ellos siempre han sido una fuente de conflicto entre países”, dijo el personero de Gobierno a los miembros de AmCham.


Brasil, por ejemplo, ha definido la protección y el desarrollo sustentable del Amazonas como parte de su nueva estrategia de seguridad. “Decidió que tiene una reserva estratégica que garantiza su posibilidad de emerger en el futuro como una potencia a escala mundial”, resaltó el ministro.


La seguridad, en otras palabras, se ha convertido en un tema no sólo de defensa de la soberanía territorial de un país. Sino que ahora es también el tema mucho más amplio del marco al interior del cual los países -y sus empresas- pueden ir tras el crecimiento y el desarrollo de manera segura.


Ruth Bradley trabaja como periodista freelance en Santiago y es ex editora de bUSiness CHILE.

For Chile’s small, open economy, globalization has undoubtedly brought many benefits but also, according to Defense Minister Andrés Allamand, a new responsibility to contribute to mitigating the threats, shared by countries around the world, that are inherent in globalization’s “dark side”. Or, in other words, to advance from a traditional defense policy to a security policy.


 


Speaking at an AmCham breakfast on August 12, Minister Allamand explained the difference. Defense, he said, is about guarding against a potential military threat posed by a clearly defined and identified source whereas security is about threats whose nature is both more diverse and more diffuse.


 


The typical examples of the latter threats are terrorism, drug trafficking and organized crime. Most modern definitions, however, also include matters like energy supply security - currently a key concern for Chile - and vulnerabilities such as extreme poverty or inequality and illegal immigration.  


 


These risks are not only interconnected - linked by their capacity to undermine institutions - but also cut across borders and call for international cooperation. As a result, national defense policies as traditionally understood no longer suffice for a country integrated with the rest of the world, said Minister Allamand.


 


Chile’s defense policy has long been clear. “As the Foreign Ministry often points out, we have no aggressive intentions towards any other country or territorial claims against our neighbors,” said Allamand, “but we do have a defensive and dissuasive military capacity.”


 


But now, like other countries - Brazil in 2008, Australia in 2009, the United Kingdom in 2010 and, most recently, Spain - Chile is reviewing its defense policy in the light of these less traditional risks and its international responsibilities. The results, expected to be published next year, will serve as a basis for open discussion, including not only Congress but also the academic community and, for example, business associations, promised Allamand.  


 


Security threats aren’t as remote as they seem, he warned AmCham members and their guests at the breakfast. One reason, he said, is that “we are part of Latin America”.


 


Despite the growth and stability of recent years, institutions in many Latin American countries remain fragile, he noted. And, measured by the homicide rate, it is the world’s most violent region.


 


And, for Chile, the threats are getting closer, he noted. Colombia’s efforts to increase its security have meant a southwards shift in the coca plantations that provide the raw material for cocaine. They have moved into Peru and Bolivia - or, in other words, just next door to Chile, he pointed out.


 


As a result, drug trafficking has also shifted south. “And that’s obviously not just a police matter,” suggested Allamand.


 


In that context, Chile’s long border, with relatively few formal crossing points, is an increasing concern. Moreover, the so-called bioceanic corridors - road and rail links stretching across the region from Atlantic to Pacific - that are being built to facilitate trade can, by the same token, facilitate illicit activities, he warned.  


 


In Chile, border controls are managed by the police under instructions from the Interior Ministry, rather than by the Armed Forces and the Defense Ministry. “But much more protection is needed,” admitted Allamand, identifying this as an area in which the Armed Forces can contribute in a subsidiary role.


 


Terrorism, although an apparently remote threat in Chile, also needs to be considered, he added. “It is increasingly clear that terrorism is mutating from a threat posed by organizations like Al Qaeda or, for example, the FARC to one posed by individuals,” he said.


 


Take, for example, the attack suffered by Norway in late July. It wasn’t saved by its status as one of the world’s most developed countries or its high level of equality and protection of civil rights, noted Minister Allamand.


 


Another emerging security issue is the protection of natural resources. “In the history of humanity, they have always been a source of conflict between countries,” Allamand told AmCham members.  


 


Brazil, for example, has defined the protection and sustainable development of the Amazon as part of its new security strategy. “It decided that it has a strategic reserve that guarantees its possibility of emerging in the future as a world-scale power,” he pointed out.


 


Security has, in other words, become a matter not only of the defense of a country’s territorial sovereignty. Instead, it is now the much broader matter of the framework within which countries - and their businesses - can safely pursue their growth and development.  


 


Ruth Bradley is a freelance journalist based in Santiago and a former editor of bUSiness CHILE.

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