Cosechando Recompensas en Arica

16 Septiembre 2010

En teoría, la semilla ideal es resistente a plagas y pestes, capaz de enfrentar un suelo seco o falto de nutrientes y de sobrevivir a condiciones meteorológicas inclementes. El híbrido de semilla perfecto, si algo así existe, es el Santo Grial de los genetistas de plantas, un tarea de miles de millones de dólares en que las empresas multinacionales intentan mantenerse un paso por delante de sus rivales en una competencia de alto riesgo por una preciada participación de mercado.


Con tanto por ganar o perder, parece raro que el último campo de batalla en esta cruzada biológica sea una estrecha franja del Desierto de Atacama en uno de los suelos más difíciles del planeta.


Imagine plantar según la luna. Así de disparatado como suena, esto está muy cerca de lo que hace Semillas Pioneer Chile, la afiliada chilena de uno de los principales desarrolladores y proveedores de genética avanzada de semillas en el mundo, en su nuevo centro de investigación inaugurado hace casi dos años en el Valle de Azapa, cerca de Arica.


Veinte años atrás, Arica ni siquiera aparecía en el radar de los mayores productores de semillas del mundo y los exploradores de Pioneer deben haber tenido sus dudas cuando contemplaron el paisaje lunar de Atacama. Nunca llueve en esa zona y el suelo es una mezcla de arena y piedras.


Sin embargo, pese a los evidentes inconvenientes de la región, también ofrecía ventajas. Más que la ausencia de plagas y pestes o granizos del tamaño de una pelota de golf, el mayor activo de Arica es su clima, explica Germán Alessandri, gerente de asuntos corporativos de Pioneer Chile.


“En Arica encontramos un clima que no es muy caluroso o lluvioso”, señala Alessandri. “De modo que uno no tiene plagas o pestes… Es una muy buena alternativa a los trópicos”.


La instalación de vanguardia de Pioneer en Arica es la tercera de la empresa en Chile; las otros dos están en Viluco, cerca de Santiago, y en Temuco, a 700 kilómetros de la capital.


El sitio en Temuco se usa principalmente para investigación y producción de canola y el sitio en Viluco, que es más grande que el de Arica y Temuco juntos, maneja la producción de maíz, soya y maravilla. Pero el centro de Arica está dedicado exclusivamente al desarrollo de maíz, en parte debido a que las condiciones únicas de Arica son apropiadas sólo para este cultivo.


Durante décadas Chile ha desempeñado un papel clave para programas de investigación y producción de semillas fuera de temporada en el Hemisferio Norte, pero las instalaciones de Viluco y Temuco están limitadas por su clima a un único ciclo de cultivo por año.


Arica, sin embargo, ofrece tres ciclos de cultivo al año, lo que acelera ampliamente las líneas de investigación. Más ciclos por año permiten reducir los años de procesos trabajosos y que consumen mucho tiempo, lo que permite obtener una considerable ventaja frente a los competidores.


Los investigadores seleccionan plantas que tengan características deseables para cultivar, pero encontrar la variedad perfecta puede demorar 15 años en otros países lo que se compara con los cinco años que demora en Arica, afirma Alessandri.


La ventaja de una temporada de cultivo más extensa en una ubicación no tropical no puede exagerarse, según Mario Schindler, gerente general de la Asociación Nacional de Productores de Semillas de Chile (Anpros), que representa al 95 por ciento de los productores del país.


Anpros vio a la industria en los magros años de comienzos de los 80, cuando las exportaciones de semilla difícilmente superaban los US$ 3 millones al año, crecer gradualmente hasta fines de la década e inicios de los años 90


Hoy en día, las exportaciones de semillas están en auge. Las ventas al extranjero han crecido a un promedio del 19 por ciento anual en los últimos cinco años a cerca de US$ 415 millones en 2009 (vea el gráfico).


Las razones para el aumento de la demanda de semillas chilenas incluyen eventos de biotecnología como el brote de enfermedades en otros países, el alza de los precios de los bienes básicos y el crecimiento de la demanda de etanol en Estados Unidos, sostiene Schindler.


Un Invernadero


Buena parte del atractivo de Chile como invernadero son su clima y topografía únicos. El país es una auténtica isla ecológica, protegida por todas partes por barreras geográficas que hacen de su valle central un invernadero natural.


Parado frente a un mapa del mundo del porte de toda una muralla en el que se muestran las localizaciones de variedades de semillas, Schindler dibuja una línea con su mano a través de la zona central Chile y Argentina, la que indica el paralelo 35.


“Esta es el área óptima fuera de temporada para los productores de semillas”, dijo Schindler. “Piense en ello como California invertida”.


El Valle Central, que asentado entre la cordillera de la Costa de Chile y la Cordillera de los Andes se extiende desde el sur de Santiago hasta la Región del Bío-Bío, es ideal para la siembra, entre otras cosas, de maíz, soya, canola y distintas verduras.


Las semillas de maíz corresponden a cerca del 50 por ciento de toda la producción de semillas del valle; 30 por ciento corresponde a vegetables; y 15 por ciento a soya y canola, mientras que el cinco por ciento restante está compuesto por otras variadas plantas.


No obstante, debido a que el valor de la investigación fuera de temporada ha aumentado, la nueva instalación de Pioneer está ayudando a convertir al norte de Chile en una ubicación estratégica para las empresas globales de semillas.


El centro “es un gran aporte a la investigación en biotecnología en Chile”, sostiene Francisco Gana, titular de investigación de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), que promueve los intereses de los agricultores.
La inversión de varios millones de dólares, cerca de US$ 10 millones sólo en el laboratorio, es la mayor de su tipo en la Región de Arica y Parinacota. Además de crear 100 empleos a tiempo completo y 500 puestos de trabajo de jornada parcial, la instalación promete desarrollar nuevas variedades de semillas para exportar.


Eureka Arica


El sitio de investigación en el Valle de Azapa de Pioneer es aún relativamente pequeño si se le compara con las operaciones generales de la empresa en el país, pero que exista del todo es lo más difícil de creer.


A fines de la década de los 80, Mario Loredo, un joven agrónomo de Arica, estaba tratando de atraer oportunidades a la zona económicamente deprimida. Era una apuesta arriesgada, pero contactó a Pioneer.


Pioneer fue la primera gran empresa de semillas en producir en Chile cuando inició sus operaciones en la década de los 70 y estaba tratando de aumentar su presencia, pero sus ejecutivos se mantuvieron en su mayoría displicentes salvo por unos pocos que insistieron en darle una oportunidad a Loredo.


En ese entonces, la compañía tenía operaciones en Puerto Rico, Hawái y México, regiones tropicales que ofrecían múltiples temporadas de cultivo. Pero esos lugares tienen sus propias complicaciones particulares. Cada uno está sujeto a las inclemencias del tiempo y las pestes y enfermedades son obstáculos omnipresentes.


Pioneer no estaba haciendo búsquedas en el norte de Chile en ese momento, pero estaba buscando de manera activa una alternativa a los trópicos y Arica presentaba una oportunidad distinta, si bien única.


La empresa comenzó a enviar a Loredo pequeñas muestras de semillas de maíz para ver si podía hacerlas crecer. Pioneer aún tenía que establecerse en el área, realizar estudios de campo y entender cómo pasar una variedad única de desafíos.


El suelo es tóxico y totalmente seco. Pero por inhóspito que pueda ser el desierto para la vida de una planta, una fuente de agua subterránea formada por un escurrimiento desde el altiplano boliviano podía ser tratada y convertirse en un riego apropiado.


Haciendo uso de tecnología agrícola y experiencia local, Loredo -quien aún trabaja para Pioneer en Arica- pasó años probando estrategias para manejar el riego y con el tiempo desarrollo un sistema de irrigación por goteo hecho en Chile que mejora la calidad del suelo.


La tecnología fue una innovación para la investigación de invernaderos.


“Arica es especial”, afirma Alessandri. “Cuando lanzamos nuestra instalación causó bastante agitación entre nuestros competidores”.


Para no ser menos, la firma suiza Syngenta inauguró la segunda etapa de su propia instalación en Arica a fines de agosto y la compañía estadounidense Monsanto está tratando de establecerse en el área. Hoy en día, hay no menos de nueve productores de semillas en el Valle de Azapa.


“La verdad es que Arica ni siquiera figuraba en el mapa hace dos años”, comenta Schindler. “Ahora hemos creado un comité Arica precisamente debido a su creciente importancia”.


Investigación Fuera de Temporada


Un buen clima con múltiples temporadas de cultivo es uno de los ingredientes que las empresas buscan cuando escogen un emplazamiento para producir semillas. Pioneer se vio atraído por Chile en la década de los 70 por el favorable marco regulador del país, que facilita el desplazamiento de semillas desde y hacia el país.


“Una de las cosas que buscamos es si somos capaces de plantar cuando queramos”, afirma Mike Chapman, director de investigación de desarrollo de productos de maíz de Pioneer en las oficinas centrales que tiene la firma en Iowa.


“Chile ofrece un estable entorno para la plantación y el cultivo (…) simplemente tiene mucho sentido estar aquí”.


Y mientras Pioneer ha invertido fuertemente en invernaderos y programas de desarrollo durante los últimos cinco años para respaldar programas de cultivo en Estados Unidos, Europa y, en menor grado, Sudamérica, Chile ha estado entre los principales beneficiarios.


El trabajo de un investigador de semillas es armar un complejo rompecabezas genético, una tarea que no podría lograrse sin la investigación y el desarrollo fuera de temporada.


Además de producir millones de semillas antes de la temporada de plantación en el Hemisferio Norte, quienes cultivan en Estados Unidos envían semillas híbridas a sus invernaderos alrededor del mundo para evaluaciones de prueba.


Los resultados de estas pruebas conducen al desarrollo de ´productos de última generación que los agricultores norteamericanos y europeos plantarán en sus campos.


“Es como empezar una carrera con mil personas”, afirma Chapman. “Hay un proceso gradual de selección donde ciertas características se necesitan para un producto comercial y el otro material se desecha”.


El proceso está extremadamente orientado a los datos y los plazos son ajustados. Sobre todo, se trata de desarrollar los productos de última generación para el mercado, añade Chapman.


Cultivando Mejores Cosechas


El consumidor promedio no se pregunta dónde se producen sus alimentos o cómo llegan a su plato, pero a menudo su producción involucra a muchas personas y países.


Tome por ejemplo la población cada vez mayor del mundo, en especial en China e India donde economías de rápido crecimiento han conducido a una mayor demanda de maíz.


“¿Cómo los alimentamos a todos?”, se pregunta Jean Pierre Posa, presidente de la Seed Association of the Americas, que representa los intereses de la industria de las semillas a lo largo de la región.


“No hay más tierras agrícolas, de modo que ¿cómo vamos a alimentar a miles de millones de personas? Vamos a necesitar una semilla que rinda más y probablemente use menos agua”.


Existen otras presiones, impensadas décadas atrás, que se presentaron de manera repentina, tales como el uso del maíz para el etanol. La reciente escasez de combustibles ha conducido a un auge del maíz para la producción e etanol, lo que ha contraído la oferta.


De repente una línea de investigación potencialmente nueva se creó para desarrollar una semilla que produzca más etanol por planta.


“Todo esto crea una demanda escalonada”, afirma Posa. “Por decirlo de alguna manera; uno compra un auto nuevo cada año con una nueva tecnología y algunas veces el avance es pequeño, pero los vehículos a la larga se conducirán solos”.


La competencia por mantenerse en la vanguardia y resolver los problemas a medida que surgen es feroz. La proyección de ventas se estima con años de anticipación tal como se determina qué y cuántos clientes se necesitarán en el futuro.


Quizás habrá una sequía que requiera una variedad de semilla que pueda sobrevivir con menos agua o una repentina mutación de una enfermedad que se creía erradicada hace mucho. El punto es que los obstáculos están evolucionando y si, a través de la investigación, una empresa puede producir una semilla que sea resistente a una peste que está arrasando con su competidor, llevará la delantera.


En definitiva, estas son maniobras estratégicas para capturar participación de mercado, que es la razón por la que las compañías dedican tiempo y dinero considerables a la investigación.


El papel de Arica en este juego de ajedrez global es acelerar el proceso. Para Pioneer, el valor futuro de su inversión en investigación supera con creces la producción, añade Alessandri.


“Usted puede ver por qué la investigación en Arica es muy importante para el futuro de la empresa a nivel mundial”.


Aaron Nelson trabaja como periodista freelance en Santiago.

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