Durante sus recientes viajes a Estados Unidos, Alemania, España y China la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, hizo el esfuerzo de destacar que su país sigue siendo un lugar fabuloso para invertir.
“Hay grandes oportunidades para las inversiones españolas”, les dijo a líderes empresariales en Madrid. “Queremos reiterar nuestra invitación a invertir en Chile”, les dijo a sus contrapartes en Colonia. Los funcionarios del Gobierno han repetido estas frases como mantras, pero, el solo hecho de que sientan la necesidad de hacerlo sugiere que algo podría no andar bien.
Durante años, los chilenos sabían que su país era el mejor en América Latina para los inversionistas extranjeros, con instituciones sólidas, un banco central autónomo y un sano manejo macroeconómico. Sin embargo, esa certeza está ahora siendo desafiada. Otros países de la región como Perú y Colombia están concitando interés internacional. Esto, combinado con una caída en el precio del cobre y una desazón respecto del ambicioso plan de reformas del Gobierno, han dejado a algunos preguntándose si acaso Chile es efectivamente tan atractivo para los capitales extranjeros como alguna vez lo fue.
La IED se cuadruplicó
La inversión extranjera directa (IED) ha sido un elemento crucial del éxito ecónomico de Chile, aumentando continuamente. (Ver gráfico 1) Durante la década comprendida entre los años 2003 y 2013, esta inversión se cuadruplicó desde US$ 4.300 millones en 2003 hasta US$ 20.300 millones el año pasado. Las inversiones estadounidenses en Chile han sido parte importante de esa historia. Entre los años 1974 y 2012, compañías estadounidenses invirtieron US$ 23.000 millones en Chile, más de un cuarto del total de las inversiones locales. Entre 2009 y 2013, las empresas americanas representaron 16,7% del total de IED en Chile. (Ver gráfico 2) Al compararlo con sus vecinos de América Latina, Chile recibe bastante más IED de lo que le correspondería a una economía de su tamaño. Recibe más que Argentina y Colombia e, incluso, en muchos años más que México, una economía cinco veces el tamaño de la chilena.
Pero el auge de la IED parece haber tocado techo en 2012, cuando la inversión extranjera en Chile alcanzó un récord de US$ 28.600 millones, equivalente a 10,7% de su PIB. Desde entonces, ha caído. El año pasado disminuyó 29%, según el Banco Central de Chile. Ésa fue la mayor caída anual en más de una década y la más aguda en toda Sudamérica, según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Este año no ha sido mucho mejor. La CEPAL dice que la IED en Chile cayó 16% durante los primeros ocho meses del año, aunque el Comité de Inversión Extranjera (CIE), que monitorea la IED, asegura que se ha recuperado desde entonces. Todas estas cifras hay que tomarlas con cautela. La IED es notoriamente volátil, ya que una sola gran inversión puede tener un enorme impacto en las cifras globales.
En Chile este año, por ejemplo, la compañía española Gas Natural está finalizando la adquisición de la chilena, CGE, por un monto de US$ 3.300 millones y la compañía Abbott Laboratories de Estados Unidos ya completó la compra por US$ 2.900 millones de CFR Pharmaceuticals. Solo esas dos adquisiciones harán bastante para reforzar las cifras de IED de Chile para el año 2014 y así salvar lo que, de lo contrario, podría haber sido un año decepcionante.
Para obtener una imagen fidedigna de la IED, entonces, debemos mirar las tendencias a más largo plazo. Pero, incluso entonces, las señales no son alentadoras. La CEPAL proyecta que la IED en América Latina este año disminuirá entre 5-6%, y Chile no saldrá ileso.
“Después de años de un fuerte crecimiento, la IED en la región ha alcanzado un plateau y la tendencia puede, incluso, ser ligeramente negativa”, dice Giovanni Stumpo, jefe de la Unidad de Inversiones y Estrategias Corporativas de la CEPAL. “Nada dramático -no un derrumbe-, pero una leve caída de los niveles máximos que vimos en 2012”.
¿Culpa del cobre?
¿Qué es entonces lo que ha salido mal -de haberlo-? ¿Por qué pareciera que la IED ha perdido fuerza?
En Chile, una de las razones es claramente la disminución del precio del cobre, que ha caído más de 20% desde su punto máximo en 2011. Esto, inevitablemente, ha afectado la inversión en minería. “La estructura de costos de la minería chilena es menos competitiva que en el pasado debido a los elevados costos de energía y de mano de obra, además de la disminución de la ley del mineral”, dice Kathleen Barclay, presidenta de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio, Amcham. Entre las empresas que están reduciendo sus operaciones chilenas está la minera estadounidense Freeport McMoran, que recientemente vendió sus participaciones controladoras en las minas Candelaria y Ojos Del Salado a Lundin Mining de Canadá.
El Gobierno chileno dice que espera inversiones del orden de los US$ 105.000 millones en el sector minero entre este año y 2025, pero la realidad es que es posible que muchos de esos proyectos nunca vean la luz del día. El Consejo Minero de Chile entrega estimaciones más realistas al decir que se han aprobado y se están materializando inversiones por US$ 16.400 millones y que otros US$ 47.500 millones están aún en su etapa de evaluación. Gran parte de ese dinero es capital extranjero.
Ráfaga de reformas
Para muchos empresarios no es solamente al precio del cobre al que hay que culpar por la desaceleración de la IED en Chile. También apuntan con el dedo hacia el ambicioso programa de reformas del Gobierno.
Andrés Santa Cruz, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), dice que la cantidad de reformas y el solo hecho de que el Gobierno esté tratando de implementarlas todas simultáneamente ha generado “un escenario complejo y quizás confuso para algunos inversionistas extranjeros”.
Kathleen Barclay de Amcham está de acuerdo con lo anterior. “Están cambiando muchas variables al mismo tiempo... Está la reforma tributaria y la reforma laboral, entre otras”, sostiene. Agrega, “así, las empresas estadounidenses se plantean un montón de preguntas sobre la cantidad y la velocidad de todos estos cambios y de cómo operarán en conjunto. Son preguntas que necesitan respuestas claras”.
Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), dice que con tanto en juego los potenciales inversionistas extranjeros podrían adoptar “una actitud de esperar y ver, hasta conocer cuáles son las nuevas reglas del juego”.
Pero Jorge Pizarro, vicepresidente ejecutivo del CIE, niega que la política gubernamental y en particular la reforma fiscal hayan tenido un impacto negativo sobre la IED. “No hemos observado un impacto de la reforma… y esto no es retórico”, dice. “Estamos en contacto permanente con compañías de todos los tamaños, tanto en Chile como en el extranjero, y la confianza y el interés por las oportunidades que ofrece Chile siguen intactos”.
El término del D.L. 600
Una potencial preocupación para los inversionistas extranjeros es la propuesta del Gobierno para derogar el Decreto Ley 600, que fue introducido en 1974 para fomentar la IED.
Bachelet dice que hoy en día las garantías que esta ley ofrece están consagradas en otros lugares de la legislación chilena y que, por lo tanto, el D.L. 600 es obsoleto. Ella planea derogarlo hacia finales de 2015. Pizarro dice que las empresas extranjeras no deberían estar preocupadas por esto.
En primer lugar, señala, se respetarán todos los contratos D.L. 600 firmados antes de fines de 2015 y, en segundo lugar, las empresas tendrán todavía la posibilidad de invertir vía Capítulo XIV del Compendio de Normas de Cambios Internacionales del Banco Central, un instrumento alternativo para la IED. “No olvides que desde hace ya varios años, la mayor parte de la inversión extranjera directa en Chile se ha materializado por la vía del Capítulo XIV, no del D.L. 600”, señala. (Ver gráfico 3)
Finalmente, Pizarro indica que el Gobierno va a reemplazar el D.L. 600 con algo mejor, una nueva institucionalidad para la IED. “El D.L. 600 es sólo un mecanismo”, sostiene. “Lo que necesitamos va mucho más allá, y tiene que ver con ponernos al día, con una estrategia país, y una agencia de atracción de inversiones de clase mundial”.
El Gobierno ha creado una comisión para diseñar esta nueva institucionalidad. Actualmente, dicha comisión está trabajando con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y con el sector privado chileno, y tiene previsto entregar sus conclusiones en enero próximo.
Alejandro Werner
Andrés Santa Cruz.
Giovanni Stumpo.
Mike Garland.
Energía y pensiones
A pesar de la disminución de la IED a partir de 2012, algunos sectores todavía están atrayendo importantes inversiones desde el exterior, gran parte de ellas provienen de Estados Unidos. El sector de energías renovables es uno de ellos. SunEdison de California ya ha construido dos parques solares en el Desierto de Atacama, mientras Chile Solar de Arizona está levantando otro cerca de Copiapó. Pattern Energy, con sede en San Francisco, construyó el parque eólico más grande de Chile y ahora se está embarcando en su primer proyecto solar chileno cerca de Taltal.
“Chile es un gran mercado debido al fuerte apoyo de la Presidenta para proyectos de energía renovable”, dice el CEO de Pattern Energy, Mike Garland. “También nos atrae Chile porque su economía es estable y sólida, y porque la estructura de precios de la electricidad está expresada en dólares estadounidenses”.
La otra gran área de inversiones estadounidenses en Chile es la de los servicios financieros. En 2013, la compañía de seguros de vida estadounidense MetLife adquirió la administradora de fondos de pensión chilena AFP Provida, mientras que Principal Financial Group adquirió Cuprum. Por otra parte, Prudential, también estadounidense, está tramitando la adquisición de 40% de una tercera administradora de fondos de pensión chilena, Habitat.
“Éstas son inversiones multimillonarias en áreas en las que empresas estadounidenses poseen tecnología y buenas prácticas que puede ayudar a que Chile sea más competitivo”, dice Barclay.
Pero estos acuerdos también plantean una interrogante: si Chile es tan atractivo, entonces ¿por qué hay empresas chilenas que se salen de sus negocios vendiéndolos a empresas estadounidenses? “Quizás los locales estén buscando diversificarse o quizás no están tan optimistas respecto de Chile”, dice Barclay.
“Es demasiado pronto para decirlo, pero en mi mente surgen preguntas. A la larga, realmente necesitas a los jugadores locales para estar seguro acerca de su mercado doméstico”.
¿Qué se debe hacer?
Por consiguiente, ¿qué se puede hacer para reactivar la IED en Chile, aparte de simplemente esperar un repunte en el precio del cobre? Una parte de esta respuesta se encuentra claramente en manos de la comisión creada por el Gobierno.
Para los inversionistas estadounidenses, un acuerdo para evitar la doble tributación con Chile sería de gran ayuda. Ambos países ya han firmado uno que aún no ha sido ratificado.
Para Giovanni Stumpo, de la CEPAL, la clave radica en la diversificación: “el problema de Chile es que su IED está todavía limitada a muy pocos sectores”. Agrega, “hay que identificar sectores con potencial y luego diseñar un plan industrial adaptado a sus necesidades específicas. Continúa: “no todos los países del mundo pueden producir satélites o teléfonos móviles, pero cada país puede hacer algo que no esté haciendo actualmente. El desafío es dilucidar qué podría ser ese algo”.
El Comité de Inversión Extranjera (CIE) está haciendo lo suyo al promover a Chile como receptor de inversión extranjera. Pizarro dice que tienen eventos planificados en 16 países durante los próximos meses y que serán los anfitriones de un foro internacional sobre IED en enero.
Y, no obtante la desaceleración de los últimos dos años, casi todos están de acuerdo de que las sólidas bases de Chile aseguran que continuará atrayendo inversiones desde el extranjero. “De haber cambiado la percepción de Chile, dicho cambio sería tan sólo marginal” dice Werner del FMI. “Todavía se ve al país como un modelo para los países de América Latina en términos de su gestión económica”.
Barclay de Amcham está de acuerdo en incluir “la fortaleza del marco institucional”, el cual es clave para los inversionistas extranjeros.
Santa Cruz de la CPC dice que a pesar de las preocupaciones sobre el programa de reformas del Gobierno, la “vocación primordial” de Chile como país abierto al comercio de libre mercado “sigue intacta”.
Mientras ese siga siendo el caso, Chile seguirá atrayendo capital extranjero, aunque no sea en las cantidades récord vistas en 2012.
On her recent trips to the United States, Germany, Spain and China, Chile’s president Michelle Bachelet was at pains to point out that Chile remains a fabulous place in which to invest.
“There are great opportunities for Spanish investments,” she told business leaders in Madrid. “We want to reiterate our invitation to invest in Chile,” she told their counterparts in Cologne.
Government officials have repeated such phrases like mantras.But the very fact that they feel the need to do so suggests that something might be awry.
For years, Chileansknewtheir country was the best in Latin America for foreign investors, with strong institutions, independent central banking and sound macro-economic management.
But that certainty is being challenged. A fall in the price of copper and unease over the government’s ambitious reform program have left some people asking whether Chile is as attractive for foreign capital as it once was.
Other countries in the region such as Peru and Colombia are attracting interest from abroad. So, is Chile in danger of surrendering its position as arguably the best place in Latin America for foreign direct investment (FDI)?
Fourfold Increase
FDI has been a key part of Chile’s economic success, rising steadily both in nominal terms and as a percentage of gross domestic product (GDP).(See graph no.1). In the decade between 2003 and 2013, it grew nearly fourfold, from US$4.300 million in 2003 to US$20.300 million last year. Money has poured into the mining, energy, financial services and other sectors.
Graph no.1
Net foreign direct investment in Chile
Source: Banco Central de Chile.
U.S. investment in Chile has been a big part of that story. Between 1974 and 2012, U.S. companies invested US$23.000 million in Chile, more than a quarter of the Chilean total. Between 2009 and 2012, American firms accounted for 16.7% of FDI in Chile, second only to Spanish companies (see graph no. 2).
Compared to its Latin American neighbours, Chile punches well above its weight as a recipient of FDI. It receives more than Argentina and Colombia, both of which boast larger economies. It regularly receives more than Mexico, with an economy five times bigger than Chile’s.
But the FDI boom appears to have peaked in 2012, when foreign investment into Chile hit a record US$28.600 million or 10.7% of GDP.
Last year, it dropped 29%, according to the central bank. That was the biggest year-on-year fall in over a decade and the sharpest anywhere in South America, according to the United Nations’ Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC).
This year has not been much better. ECLAC says FDI into Chile dropped 16% in the first eight months of the year, although the state’s Foreign Investment Committee (FIC), which monitors FDI, insists it has picked up since then. All these figures have to be taken with a good pinch of salt. FDI is notoriously volatile because one single, big investment can have a huge impact on the figures.
Something similar is happening in Chile, where Spain’s Gas Natural is completing the purchase of Chile’s CGE for US$3.300 million and U.S. company Abbott Laboratories has just completed the US$2.900 million acquisition of CFR Pharmaceuticals. Those deals will do a lot to bolster Chile’s FDI figures for 2014 and salvage what might otherwise have been a disappointing year.
To get a true picture of FDI, then, you have to look at longer term trends. But even then, the signs are not encouraging. ECLAC expects FDI into Latin America to drop about 5-6% this year, and Chile will not escape unscathed.
Graph no.2
IED in Chile, 2009-2013
Souce: Banco Central de Chile.
“After years of strong growth, FDI in the region has reached a plateau and the trend may even by slightly negative,” says Giovanni Stumpo, head of ECLAC’s Unit of Investment and Corporate Strategies. “Nothing dramatic – not a collapse – but a slight fall from the highs we saw in 2012.”
Is copper to Blame?
So what, if anything, has gone wrong? Why does FDI appear to have run out of steam?
In Chile, one reason is clearly the decline in the price of copper, which has fallen by over 20% since its peak in 2011. That has inevitably hit investment in mining.
“Chile’s mining cost structure is less competitive than in the past, due to high energy and labour costs and declining ore grades,” says Kathleen Barclay, president of Amcham.
Among the companies scaling back their Chilean operations is U.S. miner Freeport McMoran, which recently sold its controlling stakes in the Candelaria and Ojos Del Salado mines to Canada’s Lundin Mining.
The Chilean government says it expects investments of US$105.000 million in the mining sector between now and 2025 but the reality is that many of those projects may never see the light of day.
Chile’s Mining Council provides more realistic estimates, saying that US$16.400 million-worth of investments have been approved and are being implemented, while a further US$47.500 million are at the evaluation stage. Much of that money is foreign capital.
Raft of Reformas
For many people in business, it is not just the lower copper price that is to blame for the slowdown in FDI in Chile. They point the finger at the government’s ambitious reform program too.
Andrés Santa Cruz, president of the Confederation for Production and Commerce (CPC), says the sheer number of reforms and the fact that the government is trying to implement them all at once has created “a complex and perhaps confusing picture for some foreign investors”.
Amcham’s Barclay agrees.“They’re changing many variables at the same time,” she says. “There’s the tax reform and the labor reform, among others.” “So, U.S. companies have a lot of questions about the number and speed of all these changes and how they will all work together. They are questions that need clear answers.”
Alejandro Werner, Director of the Western Hemisphere Department of the International Monetary Fund (IMF), says that with so much in flux, potential foreign investors might adopt “a wait-and-see attitude, to see what the new rules of the game are”.
But Jorge Pizarro, executive vice-president of the FIC, denies that government policy, and in particular the tax reform, has had a negative impact on FDI.
“We haven’t seen any impact, and that’s not just rhetoric,” he says. “We’re in permanent contact with companies of all sizes, both in Chile and abroad, and the confidence and interest in the opportunities that Chile offers remains the same.”
The end of D.L 600
One potential concern for foreign investors is the government’s proposal to abolish Decree Law 600, which was introduced in 1974 to encourage FDI. It gives foreign investors guaranteed access to Chile's capital markets, remittance benefits, and legal protection in the event of disputes.
Bachelet says that these days such guarantees are enshrined elsewhere in Chilean legislation and that D.L. 600 is therefore redundant. She plans to scrap it at the end of 2015. Pizarro says foreign companies should not be worried by this.
Firstly, he says, all D.L. 600 contracts signed before the end of 2015 will be respected and, secondly, companies will still be able to invest via Chapter XIV of the central bank’s Compendium of Foreign Exchange Regulations, an alternative vehicle for FDI.
“Don’t forget that for several years, most FDI in Chile has come in via Chapter XIV, not D.L. 600,” he points out. (see graph no.3)
Graph no.3
Distribution of gross income from capital contributions
Source: Comité de Inversiones extranjeras en base a datos del Banco Central de Chile.
Finally, Pizarro says the government will replace D.L. 600 with something far better – a whole new framework for FDI.
“D.L. 600 is just a mechanism,” he says. “What we need today goes far beyond that. It’s about bringing ourselves up to date, having a country strategy and a new agency that will allow us to attract world-class FDI.”
The government has set up a commission to decide what this new framework should look like. It is working with the Organisation for Economic Cooperation and Development (OECD) and the Chilean private sector and is due to deliver its findings in January.
Energy and Pensions
Despite the dip in FDI since 2012, some sectors are still attracting significant investment from abroad, much of it from the United States. The renewable energy sector is one of them.
California-based SunEdison has built two solar parks in the Atacama Desert while Arizona’s Solar Chile is constructing another close to Copiapó.
Pattern Energy, headquartered in San Francisco, has teamed up with Antofagasta Minerals to build the biggest wind farm in Chile and is now embarking on its first Chilean solar project near Taltal.
“Chile’s a great market because of the president’s strong support for renewable energy projects,” says Pattern’s CEO Mike Garland, referring to Bachelet’s pledge that over the next decade 45% of new electricity generating capacity will come from non-conventional renewable sources. “We were also attracted to Chile because of its robust and stable economy and the fact that electricity pricing is in U.S. dollars,” Garland said.
The other big area for U.S. investment in Chile is financial services. In 2013, U.S. life insurer MetLife bought Chilean pension fund manager AFP Provida while Iowa-based Principal Financial Group bought another pension provider, Cuprum. U.S. insurer Prudential is in the process of buying a 40% stake in a third Chilean pension provider, Habitat.
“These are billion-dollar investments in areas where U.S. companies have technology and best practices that can help Chile be more competitive,” Barclay says.
But these deals also raise a question: if Chile is so attractive then why are Chilean firms getting out of it by selling to U.S. companies?
“Maybe the locals want to diversify or maybe they’re not that optimistic about Chile,” Barclay says. “It’s too early to tell but in my mind it raises questions. In the long run, you really need the local players to be confident about their home market.”
What is to be done?
So what can be done to revive FDI in Chile, apart from simply waiting for a rebound in the copper price?
Part of the solution clearly lies with the government’s commission. Its findings will be closely scrutinised when they are unveiled in January.
For U.S. investors, a double-tax agreement with Chile would also help. The two countries have signed one but it has yet to be ratified (see box).
For Giovanni Stumpo at ECLAC, the key lies in diversification. “Chile’s problem is that FDI is still limited to too few sectors,” he says. “You have to identify sectors with potential and then come up with an industrial plan tailored to their needs. That might mean building a technology center to transfer technology from abroad. It might mean offering credits to small businesses. It might involve offering tax breaks or subsidies. “Not every country in the world can produce satellites or cellphones but every country can make something that it’s not making at the moment. The challenge is to work out what.”
The FIC is also playing its part in promoting Chile as a recipient for foreign investment. Pizarro says it has events planned in 16 countries over the coming months and will host an international forum on FDI in January. And despite the slowdown of the past two years, almost everyone agrees that Chile’s sound fundamentals will ensure that is continues to attract investment from abroad.
“If the perception of Chile has changed, it has done so only marginally,” says the IMF’s Werner. “It’s still seen as a role model for Latin American countries in terms of economic management.”
Amcham’s Barclay agrees referencing “the strength of the instiutional framework”which is key to foreign investors.
The CPC’s Santa Cruz says that despite concerns over the government’s reform program, Chile’s “primordial vocation” as a country open to free-market trade “remains intact”.
While that remains the case, Chile will attract foreign capital – even if not in the record quantities seen in 2012.