Continuidad y CambioContinuity and Change

01 Abril 2006


Tal como la propia presidenta Michelle Bachelet, Ricardo Lagos Weber, el nuevo vocero del gobierno, representa la continuidad y el cambio. Al pasar de negociador comercial a un cargo en el centro político neurálgico del gobierno, Lagos Weber es un vínculo tangible entre la presidenta Bachelet y su antecesor -Ricardo Lagos, su padre-, al tiempo que es, además, un símbolo del nuevo enfoque respecto de las comunicaciones que ha elegido la nueva presidenta de Chile: más directo y menos formal.

¿Qué significa formar parte del equipo de la primera presidenta de Chile?

En la década del ‘40, las mujeres no podían votar en Chile y ahora, transcurridos apenas sesenta años, tenemos una presidenta; esto representa un importante cambio cultural y buenas nuevas para la equidad entre los géneros; mire el gabinete: la mitad son mujeres. Creo que durante los próximos meses, los chilenos se van a sentir cada vez más orgullosos de su primera presidenta.

El período es de sólo cuatro años...

Eso es verdad, pero lo que es importante es que estamos trabajando dentro de ese marco. Ciertamente, implica presión, pero, por ejemplo, usted vio como en su primera semana al mando del país, la presidenta Bachelet ya había designado -tal como prometió- una comisión para analizar la reforma a las pensiones, que es una de sus prioridades.

¿Cómo resumiría las prioridades del gobierno?

En las 36 medidas definidas para los primeros 100 días de gobierno, los temas sociales son preponderantes -educación, salud y empleo, así como también la previsión social- y seguirá siendo así. Y en temas sociales, incluyo la no discriminación, no sólo en lo relativo al género sino también a las clases sociales y las regiones. Vamos a poner mucho énfasis en la descentralización. Pretendemos, por ejemplo, crear agencias regionales de desarrollo que agrupen programas, como los del Fosis e Indap, que ahora operan desde Santiago, con el fin de responder mejor a las necesidades regionales.

También hay un tema más político: la reforma al sistema electoral binominal. No tiene una prioridad tan alta como, por ejemplo, la educación preescolar, pero es importante. Es obsceno -e incompatible con el cambio que representa el tener por primera vez una presidenta- tener un sistema que se supone es democrático, pero en el que el 10% de los chilenos no están representados. Queremos avanzar hacia un sistema más proporcional.

Más allá de la retórica sobre la participación ciudadana, ¿qué significa esto en la práctica?

Puede entenderse de distintas maneras: desde hacer que los ministros salgan de sus oficinas y entren en contacto con los ciudadanos del país hasta cambios más sutiles, tales como nuevas formas de comunicación. La forma en que la presidenta Bachelet interactúa con los ciudadanos, incluso en los discursos formales, es signo de una mayor cercanía.

Y no tienen que ser sólo los partidos políticos los que entreguen sus impresiones sobre las decisiones del gobierno. Los partidos son importantes y necesarios, la presidenta Bachelet lo tiene bastante claro, pero también hay otras fuentes que pueden entregar comentarios. Chile tiene muchas organizaciones ciudadanas y, aunque a veces podamos no estar de acuerdo con sus puntos de vista, es importante escucharlas.

Mucho se ha dicho en cuanto a que los partidos políticos se sintieron pasados a llevar por el gobierno...

Los medios de comunicación han tratado de crear un falso dilema entre un gobierno ciudadano y uno controlado por los partidos políticos, cuando ambos elementos son necesarios. Chile tiene un sistema altamente presidencial, pero es difícil tener un gobierno eficaz sin el respaldo de los partidos en el Congreso.

¿Qué pasa con las relaciones entre el gobierno y la oposición?

La oposición inicialmente manifestó que sería una oposición “dura” y, posteriormente, que sería constructiva. Prefiero creer lo segundo. En la campaña electoral, vimos muchas similitudes en los distintos candidatos, no sólo en el diagnóstico de lo que Chile necesita, sino que también en las formas de abordarlo, y eso es bueno para nuestra agenda.

Like President Michelle Bachelet herself, Ricardo Lagos Weber, the new government’s spokesperson, represents both continuity and change. Switching from trade negotiator to a post in the political nerve center of government, Lagos Weber is at once a tangible link between President Bachelet and her predecessor, Ricardo Lagos - his father - and a symbol of the new approach to communications - more direct and less formal - favored by Chile’s new president.

What does it mean to serve under Chile’s first woman president?

In the 1940s, women couldn’t vote in Chile and now, just sixty years later, we have a woman president; that’s an important cultural change and good news for gender equality - look at the cabinet, half men, half women. It’s my belief that, over the coming months, Chileans are going to grow increasingly proud of their first woman president.

You have only a four-year term...

That’s true, but what’s important is that we’re working within that framework. Certainly, it means pressure but, for example, you saw that within her first week in office, President Bachelet had - as she promised - already appointed a commission to study the pension reform that is one of her priorities.

How would you summarize the government’s priorities?

In the 36 measures defined for the government’s first 100 days, social issues are very important - education, healthcare and employment as well as social security - and that will continue to be the case. And on social issues, I include non-discrimination not only as regards gender, but also socially and regionally. We’re going to be putting a lot of emphasis on decentralization. We plan, for instance, to create regional development agencies grouping together programs, like those of Fosis and Indap, that now operate from Santiago, in order to respond better to regional needs.

There’s also a more political issue - reform of the binominal electoral system. That isn’t as high a priority as, for example, pre-school education but it’s important. It’s obscene - and incompatible with the change represented by a woman president - to have a system that’s supposed to be democratic, but in which 10% of Chileans aren’t represented. We want to move towards a more proportional system.

Beyond the rhetoric about citizen participation, what does it mean in practice?

It can be understood in different ways - from the classic strategy of getting ministers out of their offices and into contact with the country’s citizens, to more subtle changes such as new forms of communication. The way in which President Bachelet interacts with citizens, even in formal speeches, is one sign of a greater closeness.

And it doesn’t have to be only the political parties that provide input for government decisions. The parties are necessary and important - President Bachelet is quite clear about that - but there are also other sources of input. Chile has many citizen organizations and, although we may sometimes disagree with their points of view, it’s important to listen to them.

A lot has been said about the political parties feeling overlooked by the government...

The media have tried to establish a false dilemma between a citizen government and one that’s controlled by the political parties, when both elements are necessary. Chile has a highly presidential system, but effective government is difficult without the support of the parties in Congress.

And what about the government’s relations with the opposition?

The opposition initially said that it would be a “hard” opposition and, then, that it would be constructive. I prefer to believe the latter. In the election campaign, we saw many similarities not only in the different candidates’ diagnosis of Chile’s needs but also in recipes for addressing them, and that’s good news for our agenda.
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