Casi dos meses después de que Chile fuera remecido por uno de los mayores terremotos de su historia, poco a poco la extensión de los daños se está volviendo más clara, pero incluso ahora hay estimaciones ampliamente divergentes sobre cuánto costará el proceso de reconstrucción.
Algunos han calculado la cifra en hasta US$ 50.000 millones, otros en hasta US$ 8.000 millones. En marzo, el ministro de Hacienda de Chile, Felipe Larraín, estimó el costo total para el país en US$ 30.000 millones, o cerca del 17% del PIB. Esto incluye US$20.900 millones en infraestructura dañada, con las pérdidas divididas de manera más o menos equitativa entre el sector público y el privado. El resto incluye un impacto negativo de US$ 7.600 millones sobre el crecimiento del PIB en los próximos cuatro años.
La mayor parte del daño en infraestructura se registró en los sectores de industria, pesca y turismo, los que correspondieron a un cuarto del costo total; mientras que el de la vivienda correspondió a un 19%; el de educación, a un 14%; y el de salud, a un 13%. Los seguros debieran cubrir parte del costo, pero no está claro cuánto más.
Si bien algunos economistas han elevado sus proyecciones para el crecimiento de Chile en el 2010, aduciendo que el país se beneficiará de un auge en el sector de la construcción, otros han rebajado sus cifras, destacando que la capacidad productiva del país se ha visto fuertemente afectada.
Días después del desastre, el banco estadounidense de inversión J.P. Morgan elevó su proyección del 2010 para Chile de un 5,0% a un 5,5% en anticipación a la bonanza asociada a la reconstrucción.
No obstante, eso parece ser una ilusión y el consenso apunta a que el crecimiento se verá afectado este año antes de repuntar en el 2011. El Banco Central de Chile rebajó su proyección para el crecimiento del 2010 a entre un 4,25% y un 5,25%, y los economistas encuestados por la autoridad monetaria, en promedio, han rebajado sus expectativas de crecimiento de un 4,9% a un 4,5%.
Botellas Rotas y Botes Destrozados
Las economías de las dos regiones más afectadas por el terremoto, Maule y Bío Bío, que en conjunto representan un 14% del PIB, recibieron una verdadera paliza con el terremoto y el posterior tsunami.
Una de las primeras medidas de Piñera como presidente fue designar a los gobernadores de las cinco regiones más afectadas para supervisar la reconstrucción.
“Los costos varían mucho, dependiendo de sobre qué sectores estamos hablando, y aún son difíciles de evaluar”, señala Rodrigo Galilea, el recién designado intendente de la Región del Maule.
Los sectores más afectados fueron el forestal, el vitivinícola y el pesquero, pero otras industrias también registraron daños. La producción de acero se vio mermada por los daños en la planta Huachipato cerca de Concepción y la capacidad de Chile para refinar petróleo se ha visto reducida debido a los daños en la refinería Bío Bío.
En el sector forestal, Arauco -el líder a del industria- recibió un duro golpe, particularmente en sus cinco operaciones de celulosa de madera, todas las cuales estuvieron detenidas. Dos de esas plantas, Valdivia y Licancel, ya reiniciaron sus operaciones, pero la planta Constitución, que produce el 11% de la celulosa de madera de la compañía, se vio severamente afectada -no sólo por el terremoto, sino que también por el consiguiente maremoto que inundó posteriormente a la localidad- y estará fuera de acción por lo menos hasta fines de mayo.
Más al norte, el terremoto destruyó millones de botellas y dio vuelta estanques de almacenamiento en las viñas de las regiones del Maule y de O’Higgins. La asociación industrial Wines of Chile estima que se perdieron 125 millones de litros de vino, o un 12,5% de la producción anual. El terremoto azotó justo cuando las viñas se estaban preparando para celebrar la nueva cosecha y muchos festivales se han cancelado.
Para la industria pesquera, la buena noticia es que la flota industrial de Chile escapó virtualmente ilesa. La mayor parte de los grandes buques pesqueros del país estaban al sur de Valdivia al momento del terremoto, lo suficientemente lejos del epicentro para evitar graves daños.
Sin embargo, la industria pesquera artesanal a lo largo de la costa en las regiones del Maule y del Bí Bío fue devastada. La Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca) estima que, sólo en la región del Bío Bío, la mitad de la capacidad de producción de la industria se vio dañada.
Bancos Dan un Paso al Frente
El papel de los grandes bancos de Chile, los que sobrevivieron a la crisis económica relativamente bien en comparación con otros países, ha sido crucial en ayudar no sólo a los sobrevivientes del terremoto que perdieron sus hogares y su sustento, sino que también a las empresas de las zonas más afectadas.
Los principales bancos de Chile -incluidos Banco Santander, Banco de Chile, Banco de Crédito e Inversiones (Bci) y Scotiabank- anunciaron medidas especiales tales como permitir que sus clientes de las regiones del Maule y del Bío Bío postergaran los pagos de créditos e hipotecas. Los clientes en estas regiones recibieron además un descuento -20% en la mayoría de los casos- sobre compras con tarjetas de crédito en farmacias locales, tiendas de mejora para el hogar y estaciones de bencina.
Arturo Tagle, titular de relaciones con inversionistas de Banco de Chile, declinó señalar cuánto costaron estas medidas, pero el número de clientes que han aprovechado la oferta del banco de posponer pagos por hasta tres meses ha sido “muy alto”, sostiene.
Si bien estas medidas son bienvenidas, la extensión del daño es tal que las empresas han estado reevaluando sus planes de inversión. La Corporación de Bienes de Capital (CBC), entidad con sede en Santiago que hace un seguimiento de la inversión privada en Chile, señaló que muchos proyectos en los sectores de la construcción y forestal se pospondrán, aunque no necesariamente se desecharán.
“Prevemos demoras de entre uno y tres meses en muchos proyectos, principalmente debido a una pérdida de la capacidad logística”, comenta Orlando Castillo, gerente general de CBC.
El transporte es un importante problema logístico dado que la principal carretera norte-sur que conecta a Santiago con Concepción –la Ruta 5 Sur- fue interrumpida en varios lugares, lo que ha impedido que las empresas constructoras lleven maquinaria pesada.
“El terremoto no va a detener la inversión, pero va a alterar los plazos para ella”, sostuvo Castillo.
¿Quién pagará?
Chile no es un país pobre como Haití, que también está luchando por su reconstrucción tras un reciente terremoto, y tiene una serie de opciones para pagar la reconstrucción, pero el nuevo Gobierno tiene que decidir de dónde saldrán los fondos.
Piñera ha indicado tres fuentes principales de financiamiento: en primer lugar, reordenar sus prioridades de gasto, liberando US$ 700 millones de proyectos no esenciales para lidiar con el impacto del terremoto; en segundo lugar, utilizará recursos del estatal Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), que aún es significativo con US$ 12.000 millones de ingresos obtenidos a partir de los excedentes del cobre; y en tercer lugar, buscará créditos en los mercados internacionales de capital.
El Gobierno ha señalado que está estudiando otras fuentes de financiamiento también. Por ejemplo, está considerando subir las regalías o royalties que se aplican a las grandes empresas mineras de Chile o vender algunas de los activos estatales.
No obstante, la opción más eficiente, sin aumentar el gasto público, es licitar gran parte de las obras de reconstrucción a las empresas privadas. El terremoto representa una gran oportunidad para las empresas de construcción que tienen comezón por trabajar.
Aunque puede que tengan que tener paciencia. El actual sistema para los contratos de licitación es demasiado lento para lidiar con un desafío tan enorme e inmediato, señala Herman Chadwick, presidente de la Asociación de Concesionarios de Obras de Infraestructura Pública, COPSA.
“El proceso es eterno, a menudo puede demorar de 12 a 18 meses y no podemos darnos el lujo de esperar tanto”, afirma Chadwick.
El Gobierno debiera crear un sistema fast-track específicamente para lidiar con los daños provocados por el terremoto, el que podría adjudicar contratos en un plazo de 90 días, manifiesta.
“Las concesionarias podrían manejar la reconstrucción de todos los caminos públicos, puentes, hospitales, escuelas y prisiones además de una nueva ruta a lo largo de la costa”, sostiene Chadwick.
Soluciones Locales
A diferencia de Estados Unidos, Chile está altamente centralizado lo que significa que la mayor parte de las obras de reconstrucción se planificarán y licitarán en Santiago. Sin embargo, el conocimiento local es esencial para reconstruir las viviendas y la infraestructura mejor que antes.
Por ejemplo, las nuevas construcciones en las localidades costeras debieran edificarse en terrenos más altos, a salvo de la amenaza de maremotos. Pero para que ello ocurra, Chile debe conceder más facultades a las regiones, señaló Miguel Flores, subsecretario de Desarrollo Regional y Administrativo del nuevo Gobierno.
“Necesitamos reconstruir desde las regiones, no desde Santiago (…) Los intendentes, alcaldes y concejales debieran ser quienes nos guíen de manera que puedan tomar las decisiones más beneficiosas para sus comunidades”, afirma Flores.
La pequeña localidad de Tirúa, cerca de la costa en la región del Bío Bío, fue totalmente destruida por el maremoto, pero la reconstrucción del pueblo en el mismo lugar no es una opción, indica.
“Analizando el problema desde Santiago uno podría tentarse a reconstruir en el mismo lugar, pero los residentes locales le dirán que quieren estar lejos del río y tenemos que escucharlos”, asevera Flores.
Como con todas las lecciones difíciles, algo bueno se puede sacar de ellas. Los esfuerzos de reconstrucción ofrecen la posibilidad no sólo de reemplazar construcciones, caminos y puentes, sino de mejorarlos. Si Chile puede aprovechar esta oportunidad podría emerger de este desastre como un lugar mejor y más seguro donde vivir.
Gideon Long se desempeña como periodista freelance en Santiago y es corresponsal para la BBC.
Nearly two months after Chile was hit by one of the biggest earthquakes in its history, the extent of the damage is becoming clearer, but even now there are widely diverging estimates of how much the reconstruction process will cost.
Some have put the figure as high as US$50 billion, others as low as US$ 8 billion. In March, Finance Minister Felipe Larraín estimated the total cost to the country at US$ 30 billion, or around 17% of GDP. This includes US$ 20.9 billion in damaged infrastructure, with the losses split more or less equally between the public and private sectors. The remainder includes a negative impact of US$ 7.6 billion on GDP growth over the next four years.
Industry, fishing and tourism bore the brunt of the infrastructure damage, accounting for a quarter of the total cost, while housing accounted for 19%, education 14% and health 13%. Insurance should cover some of the cost, but it’s not clear how much.
While some economists have upgraded their 2010 growth forecasts for Chile, arguing that the country will benefit from a construction boom, others have downgraded their figures, noting the country’s productive capacity has been badly hit.
Days after the disaster, U.S. investment bank J.P. Morgan hiked its 2010 forecast for Chile from 5.0% to 5.5% in anticipation of a rebuilding bonanza.
But that appears to be wishful thinking and the consensus is that growth will be hit this year before rebounding in 2011. The Central Bank has downgraded its projection for 2010 growth to between 4.25% and 5.25%, and economists polled by bank have, on average, downgraded their growth forecast to 4.5% from 4.9%.
Broken Bottles, Leaky Boats
The economies of the two worst affected regions, Maule and Bío Bío, which together account for 14% of GDP, took a real battering from the earthquake and the ensuing tsunami.
One of Piñera’s first actions as president was to appoint governors of the five most affected regions to oversee the reconstruction.
“The costs vary a great deal, depending on which sectors we’re talking about, and they’re still difficult to assess,” said Rodrigo Galilea, the newly appointed head of Maule’s regional government.
The worst hit sectors were forestry, wine and fishing, but other industries suffered damage too. Steel production was dented by damage to the Huachipato plant near Concepción, and Chile’s capacity to refine oil has been reduced due to damage at the Bío Bío refinery.
In the forestry sector, industry leader Arauco took a severe blow, particularly at its five wood pulp operations, which were all brought to a standstill. One of those plants, near Valdivia, has now reopened, but the Constitución plant, which produces 11% of the company’s wood pulp, was very badly damaged – not by the earthquake but by the tsunami that pounded the town afterwards – and it will be out of action for months.
Further north, the earthquake smashed millions of bottles and tipped over storage tanks in the vineyards of the Maule and O’Higgins regions. The industry association Wines of Chile estimates that 125 million liters of wine, or 12.5% of annual production, was lost. The disaster struck just as vineyards were preparing to celebrate the new harvest and many festivals have been scrapped.
For the fishing industry, the good news is that Chile’s industrial fleet escaped virtually unscathed. Most of the country’s large fishing boats were south of Valdivia when the quake struck - far enough away from the epicenter to avoid serious damage.
But the artisanal fishing industry along the coast of the Maule and Bio Bio regions was devastated. Industry body Sonapesca estimates that, in the Bío Bío alone, half the industry’s production capacity was damaged.
Banks Step Up
The role of Chile’s big banks, which survived the economic crisis relatively well compared to other countries, has been crucial in helping not only survivors of the quake who lost their homes and their livelihoods, but also companies in the worst hit areas.
Chile’s major banks including Santander, Banco de Chile, Banco de Crédito e Inversiones (Bci) and Scotiabank, announced special measures like allowing their Maule and Bío Bío clients to postpone mortgage and loan payments. Clients in these regions also received a discount – 20% in most cases – on credit card purchases in local pharmacies, hardware stores and gas stations.
Arturo Tagle, head of institutional relations at Banco de Chile, declined to say how much these measures have cost, but the number of clients who have taken advantage of the bank’s offer to postpone loan payments for up to three months has been “very high,” he said.
Even with these welcome measures, however, the extent of the damage is such that companies have been reassessing their investment plans. The Corporación de Bienes de Capital (CBC), a Santiago-based institute that monitors private investment in Chile, said many projects in the construction and forestry sectors will be postponed, although not necessarily scrapped.
“We’re expecting delays of between one and three months in many projects, mostly due to a loss of logistical capacity,” said Orlando Castillo, the CBC’s general manager.
Transport is a major logistical problem since the main north-south highway linking Santiago to Concepcion – the Ruta 5 Sur - has been cut in several places, which has prevented construction companies from bringing in heavy machinery.
“The earthquake is not going to halt investment, but it is going to alter the timeframe for it,” said Castillo.
Who will pay?
Chile is not a poor country like Haiti, which is also struggling to rebuild after a recent earthquake, and it has plenty of options to pay for the reconstruction, but the new government has to decide where the funds will come from.
Piñera has indicated three main sources of financing: firstly, he will reorder his spending priorities, freeing up US$700 million from non-essential projects to deal with the impact of the quake; secondly, he will dip into the state’s Economic and Social Stabilization Fund (FEES), which is still plush with nearly US$12 billion of copper dollars; and, thirdly, he will seek credit on international capital markets.
The government has said it is studying other financing sources too. It is considering, for example, raising the royalties on Chile’s big mining companies or selling some state holdings.
But the most efficient option, without increasing public spending, is to tender much of the reconstruction work to private companies. The quake represents a huge opportunity for construction companies that are itching to get to work.
They may have to be patient though. The current system for tendering contracts is far too slow to deal with such a vast and immediate challenge, said Herman Chadwick, president of the Chilean association of public works concessions companies, COPSA.
“The process is eternal, it can often take 12 to 18 months and we can’t afford to wait that long,” said Chadwick.
The government should create a fast-track system specifically to deal with earthquake damage that could award contracts within 90 days, he said.
“Concessionaires could handle the rebuilding of all the public roads, bridges, hospitals, schools, and prisons as well as a new road running down the coast,” said Chadwick.
Local Solutions
In contrast to the United States, Chile is highly centralized which means most of the reconstruction work will be planned, and tendered, in Santiago. But local knowledge is essential to rebuild housing and infrastructure better than before.
For example, new buildings in coastal towns should be built on higher ground, safe from the threat of tsunamis. But for that to happen, Chile must devolve more power to the regions, said Miguel Flores, Undersecretary for Regional Development in the new government.
“We need to rebuild from the regions, not from Santiago… The regional governors, mayors and local councilors should be the ones guiding us so they can take decisions in the best interests of their communities,” said Flores.
The small town of Tirúa near the coast in the Bío Bío region was wiped out by the tsunami but rebuilding the town in the same place is not an option, he said.
“Looking at the problem from Santiago one might be tempted to rebuild in the same place, but the locals will tell you they want to be away from the river and we have to listen to them,” said Flores.
As with all hard lessons, however, some good might come from it. The reconstruction effort offers the chance not just to replace buildings, roads and bridges, but to improve them. If Chile can seize this opportunity it could emerge from this disaster as a better, safer place in which to live.
Gideon Long is a freelance journalist based in Santiago. He also works for the BBC.